Última entrevista de julio a la
espera de nuevos entrevistados en septiembre. Esta semana os presento la
entrevista que me concedió Samanta Schweblin. Aunque actualmente reside en
Berlín, donde escribe y dicta talleres literarios en español, estuvo en
Valencia promocionando su libro de relatos ‘Siete casas vacías’ (Páginas de
Espuma, 2015).
Samanta Schweblin nació en Buenos
Aires y ya con su primer libro, ‘El núcleo del disturbio’ (2002), obtuvo los
premios del Fondo Nacional de las Artes y el Concurso Nacional Haroldo Conti.
En 2008 le otorgan el premio Casa de las Américas por su libro de cuentos ‘Pájaros
en la boca’ (2009), traducido a trece lenguas y publicado en más de veinte
países. En 2012 obtuvo el premio francés Juan Rulfo de cuento, y en 2014
publicó su primera novela, ‘Distancia de rescate’.
¿Qué supone haber ganado el premio de Narrativa Breve Ribera del Duero?
No me diga que no le gusta el vino.
Me encanta.
Entonces ha sido un premio muy bien maridado.
Sí, muy bien maridado… Primero
fue algo, empezó siendo algo practico, en el sentido de que me cuesta mucho
cerrar los libros, me cuesta mucho soltarlos; entonces, una fecha como es la
fecha final de presentación de los manuscritos fue de gran ayuda para cerrar el
libro.
Luego pertenecer a la lista de
finalistas, los había leído, finalistas muchos a los que había leído, hasta una
amiga mía, pertenecer a esta liga ya era un premio. Luego vino el premio, que
fue una muy grata sorpresa. Cuando uno se presenta a un premio, en algún punto,
siempre sueña que se lo puedan dar, pero
de ahí a que le den el premio es una distancia enorme. Y después, bueno, muchas
cosas.
Primero que es un premio, el más
importante que hay hoy, el más prestigioso y de más visibilidad de cuentos
escritos en español, eso hace que el libro llegue a muchísimos más lectores lo
cual es muy buen a noticia; es un premio que tiene una dotación económica,
también es muy importante porque escribir lleva mucho tiempo y ese tiempo hay
que comprarlo con dinero de otros trabajos y el tiempo es una de las cosas más
caras de esta sociedad, así que se agradece muchísimo. También es un mimo, ¿no?,
una cosa así como unas de palmaditas en la espalda, como: ¡vamos, vamos, vamos
bien!
Tengo entendido que el relato ‘Un
hombre sin suerte’ no estaba incluido en el manuscrito, fue premiado
independientemente con Juan Rulfo en 2012, aunque veo que sí aparece finalmente
en esta antología premiada ‘Siete casas vacías’.
En realidad siempre estuvo
incluido en el manuscrito, era parte orgánica del libro, fue pensado y nació en
medio de toda la gestación de estos cuentos, para mí es un cuento esencial en
la estructura del libro. El cuento ya había ganado otro premio y las bases del
concurso no permitían presentarlo, con lo cual me presenté con un libro que yo
sentía que me presentaba con un libro un poco cojo. Yo decía: va a tener que
defenderse así… Y se defendió, y una vez terminadas las instancias del premio
empieza la instancia de la edición, que es independiente del premio. Hablé con
Casamayor, le explique la situación y estuvo de acuerdo en incluirlo. Pero
formaba parte del libro, más allá de las bases del premio.
O sea, que el cuento estaba antes, se ‘quedó en casa’ durante el
premio, y luego volvió al libro.
Exacto.
Mientras friega los cacharros, la protagonista del relato ‘Pasa siempre
en esta casa’ reflexiona, las ideas inconexas se le ordenan. ¿También le pasa a
usted, en su casa? ¿Está basado en la realidad?
Sí, la verdad que sí. Porque hay
un gran problema que supongo que tendrán todos los escritores o no, quizá soy
yo la que siempre tengo la sensación de que está la idea original –que es la
que uno quiere contar– y luego está lo que uno logra hacer en el papel. Hay
muchos escritores que hablan sobre esto, que todas las novelas en realidad son
el fracaso de la novela que quiso escribir.
Suena a frase de Charles Bukowki.
En realidad se les podría asignar
a todos los escritores, esta fatalidad. Ahí hay un juego interesante. Por una
parte confió en este criterio chino, dicen que los chinos pintan con la tinta
china, dicen que el problema no es pintar, lo es difícil no es pintar, lo
difícil es antes de pintar. Lo difícil es poder ver todo lo que uno quiere
pintar antes de poner el pincel sobre el papel porque una vez está sobre el
papel hay que hacerlo todo de un trazo. A mí me gusta esta idea, pienso mucho
mis ideas antes de sentarme a escribir, pero también creo que hay que soltarse
a veces, que la idea original que uno quería contar no termine comiéndose a la
idea que estas contando en ese mismísimo momento, que también tiene una
inmediatez y una espontaneidad. Cuando no está el lenguaje de por medio, cuando
uno está solo fregando los platos o dándose una ducha, las ideas son las que
son y como no hay que contárselas a nadie las ideas son magníficas. El problema
siempre está en el ruido que hay entre lo que uno quiere decir y lo que realmente
dijo, lo que se malentendió…
¿Cuál es la intención de estos siete relatos en su conjunto, hacia
dónde miran?
Lo contesto a modo general que
por ahí me es más fácil, cuando yo escribo lo que busco es como probarme o
investigar ciertas situaciones, ¿no? Sacar información de ese juego de ser otro
o de verse involucrado en otra situación. Creo que la literatura suele
preguntar las cosas que más nos asustan o más nos interesan, pero sobre todo
esas cosas que no hacemos porque sentimos que nos podrían lastimar o podrían
marcarnos en algún punto; el miedo en la vida real puede ser peligroso, pero en
la literatura se puede probar todo y se puede volver a la vida real no sé si ileso
pero sí con menos heridas que si hubiera salido en la vida real, y con mucha
información riquísima para la vida real.
Mucho de esto lo busco yo cuando
leo, cuando escribo estas cosas se ven, pero claro, se ven en los terrenos que
a mí más me interesan, son mi mundo, y bueno, son los terrenos de la
incomunicación, de la soledad, del sentirse perdido, del no saber cómo
solucionar ciertas situaciones, pero también espero que esto que parece tan
oscuro y dramático, el libro, pueda entregarlo un poco más fresco. La
literatura tiene que entregar algo vital a cambio, pero también tiene que cuidar
mucho al lector, tiene que acompañarle, no puede costar leer, tiene que ser lo
contrario, un truco de magia en el que no te diste cuenta y atravesaste eso de
un tirón.
Muchas gracias y mucha suerte, Samanta.
Por Ginés J. Vera.
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Feliz verano a todos los lectores y seguidores de Maleta de libros