Así, en Escúchame, Claudia, la protagonista ha sufrido un accidente de tráfico en Madrid. En Hasta la próxima, unos jóvenes deciden cerrar la noche en un club nocturno; en cambio, en Elefantes, el protagonista huye a la casa de sus abuelos tras atracar una farmacia en la ciudad. La protagonista de En la orilla, por ejemplo, es una mujer madura que hará balance de su vida braceando entre las olas de la playa. Y, si nos asomamos a Sin techo, descubriremos en el cajero de un banco al protagonista de esta historia.
Ellas y ellos, junto al resto de los personajes de estas quince historias tienen algo en común, quizá no lo sepan. Quizá solo lo sepamos nosotros, como lectores, al ir descubriendo no solo sus conflictos, sino sus motivaciones. Porque al igual que las llamadas perdidas telefónicas, subyace una sensación de vacío posterior, de horror vacui, de resonar más allá del punto de cierre.
En Quince llamadas perdidas, Abella ilumina momentos casuales o quizá no tanto para dejar entrever el peso de los errores, de las idas y venidas en una suerte de laberinto en el que como números primos se acercarán y alejarán. Estos cuentos hablan de la inestabilidad de la existencia, también de la soledad, de la incomunicación, a pesar del título o precisamente como metáfora de él. Historias acerca del fracaso o de nuestros errores, de las decisiones tomadas y asumidas atadas con un hilo de Ariadna que el lector irá descubriendo conforme llegue al final del laberinto.
La forma y el fondo, sin duda, nos hará disfrutar de estos quince relatos, quizá por ello recibieron el aplauso de la crítica en ese 2020, un año de laberintos, de llamadas perdidas y de errores propios y ajenos. Siempre nos quedarán los libros y la esperanza.
Quince llamadas perdidas. Rubén Abella. Algaida.
Rubén Abella es doctor en Filología Inglesa por la Universidad de La Rioja y ha cursado estudios de postgrado en las universidades de Tulane (Nueva Orleans, EE. UU.) y Adelaida (Australia). Su primera novela, La sombra del escapista, recibió en 2002 el Premio de Narrativa Torrente Ballester y con su segunda, El libro del amor esquivo, resultó finalista del Premio Nadal en 2009. En 2007, No habría sido igual sin la lluvia mereció el Premio Mario Vargas Llosa NH de Relatos, feliz incursión en el género del microrrelato que quedó revalidada en 2010 con Los ojos de los peces. Sus tres últimas novelas son Baruc en el río (2011), California (2015) e Ictus (2020). Rubén Abella compagina la escritura con la fotografía y la docencia. Ha impartido cursos y conferencias sobre diversas materias en universidades de todo el mundo y es profesor de la Escuela de Escritores y de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid.