Una vez más, he perdido ya la cuenta, comparto agradecido una nueva entrevista que me concedió el escritor José Luis Muñoz. Recientemente ha visto la luz su novela Yakutat (Bohodon). Mientras en estos lares nos preparamos para disfrutar del sol primaveral a las puertas del Día internacional del Libro y las ferias del libro, en esta novela Muñoz nos emplaza a la fría Alaska en pleno confinamiento pandémico. Disfrutad de la entrevista y, por supuesto, del libro. Y no os perdáis el consejo que nos da a quienes escribimos tomado prestado de la grandísima y admirada Virginia Wolf.
P.: Tras leer su novela Brother (Libertad) —y concederme, además, una entrevista—, me quedé con ganas de leer la segunda de las tres partes de la trilogía. Nos hubiera llevado con sus protagonistas a Alaska, casualmente. Cumplido en parte ese anhelo lector —aunque con otro argumento y novela—, con su reciente Yakutat, le lanzo un par de citas célebres por si nos las quiere comentar al hilo de esta. “Viajar es descubrir que todos están equivocados acerca de otros países.” (Aldous Huxley), “La gente no hace viajes, son los viajes los que hacen a la gente.” (John Steinbeck).
R.: De acuerdo con las dos citas. Muchas veces es un forastero el que mejor pueda diseccionar un país, ver el conjunto desde fuera. Y hablo de Estados Unidos como puedo hablar del Valle de Arán en donde vivo. Como escritor, analizo todo lo que sucede a mi alrededor, soy esponja de la actualidad, esta me permea, y lo que está sucediendo en Ucrania y Gaza es sencillamente espantoso. Los viajes abren la mente, pero no todo el que viaja es capaz de hacer una abstracción de lo que ve, sobre todo, en esos viajes de masas en donde lo que se busca es el selfie para testimoniar que se ha estado allí y se les escapa la esencia de los países que visitan.
Mi literatura está muy relacionada con el concepto de viaje, y quizá el libro más definitivo sobre esa relación sea El viaje infinito. Siempre digo que una novela es un viaje a un espacio y a un tiempo, y que yo viajé en mi infancia gracias a la literatura y viajo al pasado a través de mis novelas históricas La pérdida del paraíso o El centro del mundo. Muchas veces echo en falta esa inocencia lectora que me hacía disfrutar de los libros de Jack London, Robert Louis Stevenson, Emilo Salgari o Julio Verne y veo a ese niño absorto en sus lecturas y soñando en una biblioteca pública del barrio de Gracia de Barcelona que ya no existe.
P.: Entre lo que podríamos llamar su colección de novelas del frío, destacan las anteriores La manzana helada, Cazadores en la nieve o La bahía humeante, por ejemplo. Novelas de viajes, de paisajes, como muchas otras. Lo que sí me ha sorprendido es que al protagonista de esta no le guste leer, ni el cine. Es verdad que escribe un diario. Creo que en eso sí es un personaje peculiar frente a otros protagonistas de sus novelas. ¿Nos lo comenta?
R.: Exacto. Y fíjese que viene casi a continuación de un personaje tan erudito como Hans Teodore Mankel, que protagoniza otra historia helada en el Munich invernal. Quería crear un personaje en mis antípodas precisamente para autorreivindicarme en él. Todo lo que no le gusta a Ben Ferguson, me gusta a mí. A pesar de intentar mantener distancia con el protagonista de la historia, en realidad estoy escribiendo sobre mí mismo en ese exacto momento terrorífico de la pandemia. Quienes me conozcan más a fondo van a encontrar similitudes acusadas entre Ben Ferguson y yo.
La casa de Ben es la mía, como la casa del protagonista de Cazadores en la nieve lo era también. Algunas de las cosas que le suceden a Ben Ferguson, como esas moscas que van a morir a su buhardilla, me pasan a mí, y las pongo en la novela para dejar de obsesionarme por fenómenos incomprensibles. El paisaje se convierte en un elemento imprescindible y determinante de la novela, como lo era el de Islandia en La bahía humeante, el Nueva York a dieciocho grados bajo cero de La manzana helada o el Valle de Arán de Cazadores en la nieve.
P.: Mencionó antes a Jack London, quien aparece en la dedicatoria. A continuación, también incluye a Shiva, a quien le da un coprotagonismo en Yakutat. Quiero preguntarle por este personaje dentro y fuera de las páginas de esta novela.
R.: No habíamos hablado de esa perra que es el personaje más tierno y positivo de la narración y está muy presente en toda ella. Shiva existe, es una mezcla de Border Collie y Husky, y a ella va dedicada la novela; en Yakutat viene del cruce de Malamute y Husky. Es una perra que no es mía, pero con la que tengo un vínculo muy especial, mágico, a pesar de que nos vemos muy poco, pero cuando nos encontramos nace esa chispa que relaciona al ser humano con el mundo animal, una relación de cariño inmenso por parte de ambos. Shiva es también la tabla de salvación de Ben Ferguson en su vida solitaria. Shiva es un homenaje a Colmillo Blanco de Jack London, una de las novelas más maravillosas que leí en mi niñez. La perra le hace más soportable la vida a Ben Ferguson.
P.: Desde el punto de vista narrativo, creo que destacan dos recursos interesantes a la hora de leer la historia. Uno es la voz omnisciente, en segunda persona, dirigiéndose al protagonista. Otro es esa narración intensa, con pocas pausas, como en bloque, como esa niebla atrapando a sus habitantes. Quizá para dotar de ese ambiente opresivo e inmersivo a los lectores, ¿es así?
R.: Exacto. Los recursos literarios utilizados en la historia la determinan en cierta forma. El uso de la segunda persona ya lo había experimentado en una novela corta, publicada hace tres años, La muerte del impostor. Aquí, esa segunda persona actúa un poco como la voz de la conciencia de Ben Ferguson, porque mis personajes, hasta los más malos y perversos, tienen una cierta conciencia que les hace distinguir el bien del mal, y para suscitar un proceso inmersivo del lector en lo que se está narrando.
Una de mis obsesiones literarias, y espero conseguirlo, es que el lector no sea alguien ajeno, sino alguien que esté dentro de la acción, que sienta frío, dolor, placer, furia, ansiedad a través de la lectura de las páginas de Yakutat. Hago mía una frase de Virginia Wolf: "Una buena novela es cualquier novela que le hace a uno pensar o sentir. Tiene que meter el cuchillo entre junturas del cuero con el que la mayoría de nosotros estamos recubiertos”.
Yakutat. José Luis Muñoz. Bohodon ediciones.