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viernes, 26 de abril de 2024

El mar y otros inconvenientes. Fidel Tomás

Estos días he tenido la oportunidad de leer un libro recién salido de imprenta, El mar y otros inconvenientes (Arena libros), de Fidel Tomás. Se trata de un libro de relatos compuesto por 22 historias agrupadas en cuatro archipiélagos narrativos. 

De casta le viene al galgo y pronto se perciben rasgos del autor. Me refiero a que Tomás es docente, de Filosofía, una disciplina que recorre buena parte de las páginas de estos relatos. Con todo, sorprende el lenguaje, la metáfora, esos paralelismos argumentales y, cómo no, lo no dicho, lo sugerido. Me ha evocado, en ese sentido a la teoría del iceberg de Hemingway

Hay relatos actuales, irónicos, con voces protagonistas y otros más reflexivos, apelando al inconsciente colectivo para lograr cerrar el sentido íntimo del tema o el fondo. Ya había leído en su día Más negro, más, que la noche. Me gustó entonces y me gustó de nuevo junto a otros como A partir de nunca o La ruleta de la fortuna

Nunca es fácil colocarse en la piel de un personaje quizás alejado de uno, así que es de alabar la habilidad Tomás al dar vida a las protagonistas de Baja productividad, Topos o Sobre las que caen. El mar y otros inconvenientes tiene pues la virtud de abrazar historias en apariencia disímiles, pero en las que palpitan un hilo de Ariadna que nos sumerge y nos trae de vuelta a casa emocionados y con ganas de seguir leyendo. 

Coincido con Ricardo Guadalupe, prologuista de esta antología, en el recurso utilizado por el autor aquí, que “provoca la participación del lector en un juego de complicidades.” Solo me resta invitar a los lectores a jugar desde la orilla, sin inconvenientes, o a enrolarse con viento a favor en la travesía que nos propone Tomás en estas historias “captando los pequeños detalles, esos que diferencian a nuestros semejantes”, Guadalupe dixit.


Fidel Tomás es Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación. Su trayectoria docente se distribuye desde la educación secundaria hasta la universitaria. Sus intereses se han centrado en el estudio de los vasos comunicantes que permean Filosofía y Literatura. Ha publicado diversos artículos en revistas especializadas. En lo literario, publicó los relatos “Contemplación” y una primera versión de “El abrazo del castaño” en la antología “Incorregibles” (Urania) y el relato “La última carta”, dentro de la antología “101 relatos de la enseñanza” (Vinatea), una historia sobre la relación entre Galileo Galilei y el que fue su maestro de matemáticas en Florencia, Ostilio Ricci. El mar y otros inconvenientes es su primera obra en solitario. 


El mar y otros inconvenientes. Fidel Tomás. Arena libros.


martes, 23 de abril de 2024

El viejo. Entrevista a Guillermo Anguera

Mi entrevistado esta semana es Guillermo Anguera Ortiz (Barcelona, 1991). Se graduó en Filosofía por la Universidad Autónoma de Barcelona y cursó sus estudios de máster en la UNED. Escritor y boxeador aficionado, ha trabajado vendiendo perritos calientes y otra comida basura, ejerciendo también de librero y editor de mesa en distintas editoriales. A finales de 2022 publica El miserable.  A continuación, comparto la entrevista que me concedió por El viejo (BunkerBooks), su primera novela. También os dejo el enlace a la reseña que subí a Maleta de libros.


P.: Leemos en su biografía que es boxeador aficionado, también que esta es su primera novela. ¿Cómo ha sido la experiencia de subirse al metafórico ring de este género tan exigente?

R. Ha sido un proceso largo, bonito y tedioso a partes iguales y extenuante en muchos sentidos. Terminé la primera versión del manuscrito hará unos seis o siete años. Tardé otros tres en dar con Borja, editor de Bunker, y para entonces el manuscrito ya había acumulado bastante polvo. Borja planteó una serie de cambios que tenían todo el sentido y yo me puse a trabajar con la idea de que aquel libro tenía que convertirse en algo totalmente distinto. No fue escribir una novela de cero, pero tampoco fue una corrección al uso. Al final quedó un híbrido curioso que contiene partes de aquel escritor que se propuso escribir una primera novela un tanto precoz y aquel otro, más maduro, que ha sido capaz de detectar todos los errores del primero. Ahora podría escribir otra vez la novela y seguro que quedaría un tercer libro muy diferente, pero en algún momento hay que ponerse a trabajar en otras cosas.

P.: Tres son los coprotagonistas y, además, tres son las partes en las que ha dividido esta novela. Pero no para darle a cada uno su visión del drama, del poliedro del nudo gordiano que les pone a prueba. Háblenos de las bambalinas de la creación de El viejo. De lo invisible que es mucho y muy metafórico, sospecho, en esta trama de descubrimiento e introspección para el lector.

R. O todas las novelas son autobiográficas o ninguna lo es. Compartí un piso muy parecido al de los protagonistas de esta historia. En los cinco años que estuve en él, conviví con más de treinta personas. Es difícil generar una convivencia estable cuando hay tanta fluctuación, y con cada persona o grupo de personas se crean dinámicas distintas. Me pareció divertido ir cambiando la incógnita de la ecuación, hacer un casting de personajes literario y ver en qué medida se construía una nueva historia.

P.: En un pasaje de El viejo hay un curioso guiño, creo, a aquella mítica frase de El Gatopardo. La de de la paradoja de que si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie. ¿Quizá es una buena académica palanca para situar al viejo, como ente en el vórtice de la trama?

R. El viejo es otro de los coprotagonistas de la trama. No hace nada en toda la historia, pero funciona como catalizador de todos los miedos e inquietudes de los compañeros de piso. Me gusta hacerme la pregunta de cómo se hubieran desarrollado todos estos personajes si él no hubiera entrado en sus vidas, y tiendo a creer que, de algún modo, sus miserias se hubieran manifestado en algún punto de sus biografías. El viejo solo lo precipita todo, es un acelerador. No tenía en mente El Gatopardo cuando escribí la novela, pero me parece una relación bien encontrada. 

P.: ¿Podría decirse que en El viejo hay elementos de esoterismo, de ciencia ficción e incluso de vanguardismo con toques de ese surrealismo fronterizo del teatro de Beckett?

R. No sé si es una novela que pueda leerse en clave de género. Sí contiene algunos elementos propios, pero creo que si algún lector de, por ejemplo, ciencia ficción, se topa con el libro, puede sentirse algo decepcionado. El viejo funciona como Macguffin, pero más allá de esta aparición mágica, la novela se desarrolla en un plano realista. Aunque por supuesto tampoco hay que minimizar el hecho de que el viejo ha aparecido como una invocación, en ese sentido sí hay elementos esotéricos o de ciencia ficción.

P.: Háblenos de la crítica social, no sé si velada, en El viejo. Lo comento porque en un pasaje se habla de ese binomio del amor y la energía como poder para influir en las personas, como “consigna de una época. Todo sensación y emoción. Sin profundidad”. Susana reflexiona acerca de que es algo así como un mismo cáncer aunque se le ponga una corbata a Jesucristo.

R. Leyendo el periódico parecería que la gente ya no cree, que somos una sociedad secularizada, racional y cientifista. Lo único que ha cambiado es que ya nadie nos dice en qué creer, y disponemos de una oferta ilimitada de opciones. Ojo, no tengo nada en contra de la espiritualidad, creo que es una parte natural de lo que significa ser humano, pero estamos en un punto en el que muchas personas aceptan cualquier cosa. Es una espiritualidad vacía de contenido, que sirve para justificar cualquier cosa. Teodoro representa esta tendencia en la novela, pero no es difícil encontrarse con otros Teodoros en la vida real. 

P.: Por último, quería preguntarle por el concepto de esfericidad que ya apuntase el gran Edgar Allan Poe, para el relato -y tanto gustaba a Cortázar, añado-; aunque, en el caso de El viejo, como novela, creo que funciona a la perfección, como un mecanismo de relojería para no defraudar las expectativas generadas en los lectores.

R. Este es un concepto que me gusta y que quería explorar en el libro. La idea nietzscheana del eterno retorno de lo mismo. Creo que cualquier historia debe dejar un espacio abierto a la imaginación, cuanto más grande mejor. A algunos lectores no les ha gustado y han llegado a preguntar si tenía pensada una segunda parte, creo que Netflix puede tener mucho que ver con su concepción de la ficción. En mi caso, me interesa dejar la pregunta abierta, en ningún momento tuve la intención de cerrar cuestiones como el origen del viejo. Nadie se pregunta qué llevó a Gregorio Samsa a convertirse en cucaracha, lo importante es lo que le sucede después. La idea que subyace El viejo es esta misma, y pretende invitar al lector a preguntarse ¿qué harías tú si se te apareciera a ti?


El viejo. Guillermo Anguera. BunkerBooks.

Puedes leer la reseña de este libro aquí.

viernes, 19 de abril de 2024

Sam y Yo. Entrevista a J.E. Alamo

A pocos días del 23 de abril, una fecha entrañable para los amantes de los libros, quiero compartir la entrevista que me concedió J.E. Álamo por su novela Sam y Yo (Vencejo). Nació en Leamington Spa, Reino Unido y comenzó a escribir a lo cuarenta y seis años. Especializado en fantasía, género negro y terror, le gusta mezclar géneros en sus obras y se inclina por subgéneros como la fantasía urbana. Es autor de varias novelas, numerosos relatos y coordinador de antologías en las que colaboraron distintos autores. Ha obtenido varios galardones por su obra. Entre otros con El Tormo Negro (2012) y dos premios Pandemia (2012 y 2013) por su saga de novelas de Tom Z Stone, obras pertenecientes al género negro. 


P.: La novela Sam y Yo tiene una portada muy interesante, creo que arroja una pista acerca del personaje principal de esta historia. ¿Qué podemos adelantar sobre ese Yo sin desvelar en exceso?

R.: Es complicado hablar de esta novela sin desvelar parte de la trama, pero creo que tampoco pasa nada por comentar que Sam es Yo y Yo es Sam, dos en una o en tres. Ahí lo dejo. Sí quiero añadir que la portada es de Sarah Álamo, una artista estupenda.

P.: Entre los rasgos más curiosos de la protagonista, me he quedado con uno, por si nos lo quiere comentar. Me refiero a que asocia a las personas con ciertos colores. He estado leyendo y, en efecto, hay teorías que relacionan nuestra personalidad con el círculo cromático. 

R.: Aquí parto de mi propia experiencia, suelo asociar con colores y también olores a la gente que conozco. De hecho, me dejo llevar por el instinto a la hora de hacerlo y esa primera impresión que tengo de alguien a quien acabo de conocer viene acompañada de un color, y no es frecuente que tenga que cambiar esa primera apreciación. Me pareció interesante que Sam y Sophie empleasen este sistema a la hora de identificar a las personas que van conociendo, en su caso es algo portentoso y casi un superpoder. 


P.: Otra de las curiosidades que me ha hecho esbozar alguna sonrisa, advirtiendo que Sam y Yo no es una novela cómica, es esa devoción de Sam por Jackie Chang y Vin Diesel. No sé si preguntarle por esos pasajes más irónicos, por ese ingrediente menos dramático a la hora de ir descubriendo esta historia, capítulo a capítulo. 

R.: Es el alivio cómico necesario para una historia tan dura. Me pareció que podía funcionar muy bien esa devoción de Sam por los personajes que has mencionado, arrancarle así una sonrisa a los lectores. Por otra parte, sin ser un fan del cine de Jackie Chan, sí que siento admiración por el actor en sí, me resulta simpático, atrevido y poseedor de una forma física y valor excepcionales; en resumen, que el amigo Jackie tiene un color estupendo. En cuanto a Vin Diesel, me vino bien para transmitir al lector una de las pasiones de Sam

P.: Además de la historia como tal, sospecho que hay temas profundos en esta novela. Uno de ellos, quizá, es el del maltrato. En un pasaje de la novela, la protagonista, al describir a otro personaje, habla de que en ocasiones el impulso es superior a la voluntad. Le lanzo el guante justo para que nos hable de esos temas profundos de Sam y Yo.

R.: Al abordar ciertos temas no pretendo dar lecciones o impartir moralejas, solo expreso mi preocupación por los dramas que nos afectan a diario. El maltrato a todos los niveles y edades está presente en nuestras vidas y nos atañe a todos, ya sea directa o indirectamente. No puedo escribir una historia “realista” sin mencionarlos. Otro de los temas que trato de manera recurrente es la codicia, el afán de ganar dinero y poder a costa de lo que sea, sin importar los medios empleados para alcanzarlo, En Sam y Yo esa codicia está presente a lo largo de toda la trama, con las consecuencias marcando el devenir de la mayor parte de los personajes, por no decir de la totalidad de ellos.


Sam y yo. J.E. Álamo. Vencejo ediciones.

lunes, 15 de abril de 2024

El arte de un buen arroz. Héctor Medina

Hacía tiempo que no traía a Maleta de libros una obra de divulgación gastronómica. He elegido El arte de un buen arroz (Zenith), de Héctor Medina por varias razones. 

La primera, porque como bien apunta su autor, valenciano, como el que suscribe estas líneas, mucha gente cree que “los arroces son muy difíciles”. Medina llega con este libro para ofrecernos las claves de un buen arroz y desmitificar esa creencia. 

La segunda, porque para ese propósito, el autor nos introduce unos conceptos previos acerca de los ingredientes, la preparación y, a continuación, obviamente, incluye las recetas. Setenta arroces divididos en secciones entre las que encontramos desde la clásica paella valenciana al arroz al horno, pasando por el arroz del senyoret o el arroz con bogavante; todos muy valencianos. Como también algunos arroces más “atrevidos”, lo entrecomillo, como pueden ser un arroz meloso con rabo de ternera al chocolate, un arroz meloso con verduras al wok o un arroz meloso con pulpitos al vermú con sobrasada. 

Si me apuro, creo que habría una tercera razón: la humildad. Aprecio mucho ese rasgo en general y aún más en la cocina. En la introducción de El arte de un buen arroz, Medina nos cuenta cómo pasó de subir unas modestas fotos en una red social a tener miles de seguidores y con el tiempo a verse escribiendo un libro. No hay presunción en sus palabras, es su deseo para quienes se acerquen a estas recetas que disfruten y se sorprendan de lo que con práctica y buenos consejos pueden llegar a elaborar. Por todo ello, también animo como mi paisano a que estos días nos pongamos el delantal y, paso a paso, le perdamos el miedo a la dificultad de preparar un buen arroz. Buen provecho y enhorabuena, Héctor


El arte de un buen arroz. Héctor Medina. Zenith. @elchefkent

martes, 9 de abril de 2024

Yakutat Entrevista a José Luis Muñoz

Una vez más, he perdido ya la cuenta, comparto agradecido una nueva entrevista que me concedió el escritor José Luis Muñoz. Recientemente ha visto la luz su novela Yakutat (Bohodon). Mientras en estos lares nos preparamos para disfrutar del sol primaveral a las puertas del Día internacional del Libro y las ferias del libro, en esta novela Muñoz nos emplaza a la fría Alaska en pleno confinamiento pandémico. 

Disfrutad de la entrevista y, por supuesto, del libro. Y no os perdáis el consejo que nos da a quienes escribimos tomado prestado de la grandísima y admirada Virginia Wolf.


P.: Tras leer su novela Brother (Libertad) —y concederme, además, una entrevista—, me quedé con ganas de leer la segunda de las tres partes de la trilogía. Nos hubiera llevado con sus protagonistas a Alaska, casualmente. Cumplido en parte ese anhelo lector —aunque con otro argumento y novela—, con su reciente Yakutat, le lanzo un par de citas célebres por si nos las quiere comentar al hilo de esta. “Viajar es descubrir que todos están equivocados acerca de otros países.” (Aldous Huxley), “La gente no hace viajes, son los viajes los que hacen a la gente.” (John Steinbeck).

R.: De acuerdo con las dos citas. Muchas veces es un forastero el que mejor pueda diseccionar un país, ver el conjunto desde fuera. Y hablo de Estados Unidos como puedo hablar del Valle de Arán en donde vivo. Como escritor, analizo todo lo que sucede a mi alrededor, soy esponja de la actualidad, esta me permea, y lo que está sucediendo en Ucrania y Gaza es sencillamente espantoso. Los viajes abren la mente, pero no todo el que viaja es capaz de hacer una abstracción de lo que ve, sobre todo, en esos viajes de masas en donde lo que se busca es el selfie para testimoniar que se ha estado allí y se les escapa la esencia de los países que visitan. 

Mi literatura está muy relacionada con el concepto de viaje, y quizá el libro más definitivo sobre esa relación sea El viaje infinito. Siempre digo que una novela es un viaje a un espacio y a un tiempo, y que yo viajé en mi infancia gracias a la literatura y viajo al pasado a través de mis novelas históricas La pérdida del paraíso o El centro del mundo. Muchas veces echo en falta esa inocencia lectora que me hacía disfrutar de los libros de Jack London, Robert Louis Stevenson, Emilo Salgari o Julio Verne y veo a ese niño absorto en sus lecturas y soñando en una biblioteca pública del barrio de Gracia de Barcelona que ya no existe. 

P.: Entre lo que podríamos llamar su colección de novelas del frío, destacan las anteriores La manzana helada, Cazadores en la nieve o La bahía humeante, por ejemplo. Novelas de viajes, de paisajes, como muchas otras. Lo que sí me ha sorprendido es que al protagonista de esta no le guste leer, ni el cine. Es verdad que escribe un diario. Creo que en eso sí es un personaje peculiar frente a otros protagonistas de sus novelas. ¿Nos lo comenta?

R.: Exacto. Y fíjese que viene casi a continuación de un personaje tan erudito como Hans Teodore Mankel, que protagoniza otra historia helada en el Munich invernal. Quería crear un personaje en mis antípodas precisamente para autorreivindicarme en él. Todo lo que no le gusta a Ben Ferguson, me gusta a mí. A pesar de intentar mantener distancia con el protagonista de la historia, en realidad estoy escribiendo sobre mí mismo en ese exacto momento terrorífico de la pandemia. Quienes me conozcan más a fondo van a encontrar similitudes acusadas entre Ben Ferguson y yo. 

La casa de Ben es la mía, como la casa del protagonista de Cazadores en la nieve lo era también.  Algunas de las cosas que le suceden a Ben Ferguson, como esas moscas que van a morir a su buhardilla, me pasan a mí, y las pongo en la novela para dejar de obsesionarme por fenómenos incomprensibles. El paisaje se convierte en un elemento imprescindible y determinante de la novela, como lo era el de Islandia en La bahía humeante, el Nueva York a dieciocho grados bajo cero de La manzana helada o el Valle de Arán de Cazadores en la nieve. 

P.: Mencionó antes a Jack London, quien aparece en la dedicatoria. A continuación, también incluye  a Shiva, a quien le da un coprotagonismo en Yakutat. Quiero preguntarle por este personaje dentro y fuera de las páginas de esta novela. 

R.: No habíamos hablado de esa perra que es el personaje más tierno y positivo de la narración y está muy presente en toda ella. Shiva existe, es una mezcla de Border Collie y Husky, y a ella va dedicada la novela; en Yakutat viene del cruce de Malamute y Husky. Es una perra que no es mía, pero con la que tengo un vínculo muy especial, mágico, a pesar de que nos vemos muy poco, pero cuando nos encontramos nace esa chispa que relaciona al ser humano con el mundo animal, una relación de cariño inmenso por parte de ambos. Shiva es también la tabla de salvación de Ben Ferguson en su vida solitaria. Shiva es un homenaje a Colmillo Blanco de Jack London, una de las novelas más maravillosas que leí en mi niñez. La perra le hace más soportable la vida a Ben Ferguson. 

P.: Desde el punto de vista narrativo, creo que destacan dos recursos interesantes a la hora de leer la historia. Uno es la voz omnisciente, en segunda persona, dirigiéndose al protagonista. Otro es esa narración intensa, con pocas pausas, como en bloque, como esa niebla atrapando a sus habitantes. Quizá para dotar de ese ambiente opresivo e inmersivo a los lectores, ¿es así?

R.: Exacto. Los recursos literarios utilizados en la historia la determinan en cierta forma. El uso de la segunda persona ya lo había experimentado en una novela corta, publicada hace tres años, La muerte del impostor. Aquí, esa segunda persona actúa un poco como la voz de la conciencia de Ben Ferguson, porque mis personajes, hasta los más malos y perversos, tienen una cierta conciencia que les hace distinguir el bien del mal, y para suscitar un proceso inmersivo del lector en lo que se está narrando. 

Una de mis obsesiones literarias, y espero conseguirlo, es que el lector no sea alguien ajeno, sino alguien que esté dentro de la acción, que sienta frío, dolor, placer, furia, ansiedad a través de la lectura de las páginas de Yakutat. Hago mía una frase de Virginia Wolf: "Una buena novela es cualquier novela que le hace a uno pensar o sentir. Tiene que meter el cuchillo entre junturas del cuero con el que la mayoría de nosotros estamos recubiertos”. 


Yakutat. José Luis Muñoz. Bohodon ediciones.


jueves, 4 de abril de 2024

Los hijos. Franz Kafka

Este año se cumple el centenario de la muerte del escritor Franz Kafka (1883-1924), una excelente oportunidad para acercarse a sus obras, por ejemplo a Los hijos (Nocturna), traducción de Juan José del Solar. 

Si bien a Kafka se le conoce sobre todo por su novela corta La transformación (también traducida como La metamorfosis), lo cierto es que escribió novelas y relatos que le han llevado a ser uno de los autores más influyentes en Europa en el siglo XX. En cuanto a los textos que encontraremos en Los hijos, se trata de tres obras: La condena, El fogonero y La transformación en un único volumen. 

Cabe decir que Kafka le pidió a su editor que publicasen estas tres narraciones juntas en el invierno de 1912 a 1913. Este no aceptó, a pesar de que la cohesión temática aportaba otra perspectiva de lectura. En esencia, las tres exploran los intentos fallidos del hijo por autoafirmarse dentro de la opresiva esfera de influencia del padre. Como es sabido, no fue la única “traición” literaria que sufriría Kafka. Poco antes de su muerte, en un sanatorio de Kierling (Austria), en junio de 1924, le pidió a su amigo y editor Max Brod que destruyera toda su obra inédita. Este se encargó de publicar póstumamente algunos de los manuscritos de Kafka, entre ellos, El proceso y El castillo

Volviendo a las tres narraciones de Los hijos que ven la luz este 2024, de la mano de Nocturna ediciones, ahondan en el rechazo que sentía el escritor checo hacia las figuras autoritarias y dominantes, en especial, en la conflictiva relación que mantuvo con su padre. Se vislumbra entre las páginas de La condena, El fogonero y La transformación la angustia ante un futuro incierto y el papel sufriente del hijo con tormentosas consecuencias, tales como la expulsión del hogar. En toda su obra están presentes cuestiones o temas como los conflictos paternofiliales, la culpa, la burocracia o la violencia. No deja de ser curioso el hecho de que años después del fallecimiento de Kafka, sus tres hermanas serían asesinadas en campos de concentración. 

Cierro estas líneas comentado que La condena, El fogonero y La transformación se gestaron a finales de 1912, uno de los períodos más productivos de la vida de Kafka. También que El fogonero —primer capítulo de la novela El desaparecido, publicada póstumamente— trata las peripecias de Karl Roßmann a bordo del transatlántico que lo conduce a Nueva York, adonde lo han enviado sus padres, tras un escándalo, en busca de fortuna. En tanto La condena, era uno de los relatos favoritos de Kafka; lo escribió del tirón en una sola noche. Su protagonista es un joven comerciante, Georg Bendemann. Este comunicará a su anciano padre que acaba de prometerse, pero el encuentro se transforma en una pesadilla repleta de reproches. Sobre La transformaciónpublicada por primera vez en 1915, en el número de octubre de la revista Die Weißen Blätter, poco que añadir a lo mucho que podría decirse acerca del ya archiconocido personaje de Gregor Samsa, convertido de la noche a la mañana en un “monstruoso insecto”. 


Los hijos. Franz Kafka. Nocturna ediciones.

lunes, 1 de abril de 2024

La Yoli y el Chaki (Tormo Investigador Privado) Entrevista a José Luis Muñoz

Solo tengo palabras de agradecimiento para José Luis Muñoz (Salamanca, 1951). Autor de más de 50 libros publicados entre novelas y relatos, me ha concedido una nueva entrevista para Maleta de libros. En este caso, le pregunté por su relato incluido en la serie Tormo Investigador Privado (Vencejo ediciones). Os dejo un par de enlaces al pie por si queréis seguirle la pista a este libro.


P.: ¿Cómo fue la invitación y participación literaria en la serie de relatos Tormo Investigador Privado?

R.: El culpable es Luis Aleixandre Giménez. No tuvo que insistir mucho para convencerme. Lo que sí era un desafío para mí era escribir con dos personajes prestados, Tormo y Pruden, que jamás se me habría pasado por la cabeza crear, pero fue divertido. 

P.: “Un detective sin pistola era como un detective muerto”, leemos en su relato. Lo tomo para que nos dé alguna pincelada del protagonista, todo y que en parte, el pie forzado para los autores que conforman la serie TIP era ya la pareja de coprotagonistas.

R.: Sí. Tormo no es Marlowe, porque bebe whisky directamente de la botella, es un dechado de desorden y suciedad, un cutre calzonazos como digo en todas las presentaciones del libro. Y aquí, en España, los detectives no tienen pistola ni los asuntos que investigan son tan apasionantes como los de Estados Unidos. El personaje tiene algo de Torrente y de Mortadelo y Filemón. Yo lo veo como personaje de cómic. Pero ocurre que, a pesar de los dos personajes estrambóticos, me hago con la historia, la hago mía, y pienso que es la más sangrienta de la serie.

P.: Como señas de identidad de su narrativa, en La Yoli y el Chaki encontramos algún guiño a Marlowe (al que acaba de mencionar), George Orwell o John Ford. Coméntenos qué fue lo más fácil o lo más complejo a la hora de abordar el reto de escribir este relato tras la propuesta editorial.

R.: Lo más peliagudo era montar una historia creíble con esos dos elementos, pero una tarde me animé, me senté ante el ordenador y se me ocurrió al vuelo la historia que resultó una versión cañí de Romeo y Julieta con un ecuatoriano, el Chaki, y una gitana, la Yoli, cuya desaparición debe investigar Tormo, un asunto que le viene grande y en donde él se convierte en una pieza utilizada por el padre de la chica. Hay humor, cuando Tormo pide una prostituta ucraniana y le envían una brasileña, pero el relato es profundamente negro y dramático y atañe a la violencia de género. 

P.: Sin lugar a dudas, la novela negra es un buen vehículo cultural para la crítica social. Más allá de lo pintoresco de esas canciones de Camela que se escuchan en un pasaje de la novela, le invito a que nos hable de lo que le decía, de la crítica social, enfocado si quiere a su relato o al género negro. 

R.: La Yoli y el Chaki habla de la marginalidad que se da en ciertos clanes de la droga, la de los gitanos y los payoponies, que es como los primeros llaman a los ecuatorianos, del patriarcado a la máxima potencia en la figura de ese padre abusador que cree ser el propietario de su hija, de las leyes del silencio mediante la violencia intimidatoria en una reyerta de bar. La música general de la serie Tormo era festiva; a mí, por mi naturaleza, se me torció ese tono para terminar en drama pero con un rayo de esperanza. 





Entrevista a Salva Alemany, por su relato en Tormo Investigador Privado.