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miércoles, 17 de abril de 2013

MEMORIA DE MIS PUTAS TRISTES, de Gabriel García Márquez.


El amigo que me ha dejado este libro me preguntó si no me sentía, en parte, identificado con el protagonista de ‘Memoria de mis putas tristes’. 

   Hice un gesto ambiguo con la cabeza pues, no sólo no tengo la edad de éste  –el tema de la edad es parte de la esencia de la historia–, sino que además, nunca he mantenido relaciones con ninguna mujer ‘de vida alegre’. Y utilizo este tópico para referirme a las meretrices a modo de guiño, con el más hondo respeto a las mujeres en general y a las que aparecen en el libro en particular.

   Indiscutible la orfebrería literaria desplegada en las cien páginas por don Gabriel García Márquez; una  nouvelle sublime, poética y de un tono excepcional. Como también el lenguaje, las descripciones de los personajes y los espacios que llegan –casi– a convertirse en personajes, con el permiso del ‘sabio’ protagonista.
   
   No hay un ‘pero’, aunque veladamente se me quedó una reflexión haciéndome cosquillas en el fondo del paladar. La historia hay que leerla y comprenderla en su contexto histórico, aún en su ficción histórica temporal, y con ello me refiero tanto a las costumbres sociales, como a esos modos del nonagenario y las mujeres que hilvanan la historia de amor sobre las que giran estas ‘memorias’. Un amor tardío salpicado de confidencias: como el número de meretrices con las que se había acostado el protagonista hasta la cincuentena, o la de esos amores que pudieron ser y no fueron. Las mujeres que entran y salen de esta historia, han de acatar esa condición, esas normas sociales de la época con lo que el protagonista es doblemente protagonista.

   Los más críticos –con mi 'visión' de esta novela, quiero decir–, los más acérrimos seguidores de la obra de don Gabo, me dirán que no tengo ni idea, que me columpio en un estereotipo, en un sinsentido, pues, al ubicar a los personajes en una determinada época se atiende a todo ello. Y no les quito ni un ápice de razón. Toda la razón; mas, me sigue pareciendo una novela excelente que bajo un plano profundo pone de relieve el papel secundario de la mujer en la sociedad machista del siglo pasado… De la de este siglo hablamos otro día.

   Que no se me olvide, recomiendo leer la novela, esta ‘Memoria de mis putas tristes’, incontestablemente.

   A los que además de leer escriban, que se fijen en el uso de los diálogos y sus signos de puntuación.

Por Ginés Vera.

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