La última entrevista del año en
Maleta de libros me la concede el escritor Toni Hill. Quedo con él en un local
céntrico de Valencia, demasiado ruidoso, para nuestro gusto (nos cambiamos un
par de veces de sitio buscando oírnos al hablar). Acaba de publicar ‘Los
amantes de Hiroshima’ con la que cierra una trilogía de novelas dentro del
género negro y de suspense. Hill es licenciado en psicología y lleva más de
diez años dedicado a la traducción literaria y a la colaboración editorial en
distintos ámbitos. Pronto se siente cómodo y eso que acaba de llegar de viaje
en tren de Barcelona.
Cierra la trilogía comenzada con ‘El verano
de los juguetes muertos’ a la que siguió ‘Los buenos suicidas’.
Sí, esta es la
tercera novela, la primera salió en el verano de 2011, un año después en el
verano de 2012 salió ‘Los buenos suicidas’, y ahora han pasado como dos años y
algo. La gente estaba nerviosa esperando el final y ‘Los amantes de Hiroshima
cierra de alguna forma la trama que he ido llevando de un libro a otro.
A un lector que no haya leído las dos
novelas anteriores ¿qué le diría a para animarle a leer ‘Los amantes de
Hiroshima’?
Lo puede hacer
perfectamente. Yo he tenido la experiencia de gente que solamente ha leído la
tercera y lo entiende todo. La verdad es que esto me lo plantee muy seriamente
cuando ya vi que tenía como una trama que, de alguna forma, sigue de un libro a
otro; en cada libro, en la segunda novela también, introduzco los elementos
básicos de la trama que sigue para poder entenderla. Entiendo a un lector que
se pregunte: ahora que yo me la quiero
leer ¿resulta que tengo que comprarme
los dos anteriores? Me parece un poco feo por el autor no introducir los
elementos básicos para entender cada una por separado.
Evidentemente
es como todo, si empiezas por el primero tiene más gracia, te vas metiendo en
el lio al mismo tiempo que Héctor y con el tercero, lo que asistes es a que te
expliquen el lio y te lo resuelvan al final. Yo creo que la gente las va
leyendo un poco como le viene, porque cada una, además, plantea un caso
autoconclusivo. Héctor investiga un crimen en la primera, otro en ‘Los buenos
suicidas’, otro en ‘Los amantes de Hiroshima; cada caso se resuelve en su
novela y los elementos que cuelgan pertenecen más a su vida personal y a ese
misterio que rodea a la desaparición de su exmujer.
Coménteme esta frase ‘para sobrevivir al
sistema hay que engañar al sistema’ que me ha parecido interesante y creo que
también al inspector Salgado
Sí, a él le cuesta
mucho de asumir. Héctor en el fondo es un señor muy cabal, muy recto. Lo que
pasa es que el sistema nos ha engañado a nosotros; el sistema, de alguna forma,
nos está fallando un poquito. Yo creo que llega un momento en que llegas a la
conclusión de que no te queda más remedio que no diría que engañar, pero sí saltar
o vadear o de alguna forma esquivar ciertas partes del sistema que son injustas
o que en ciertos casos, en el caso de la novela, por ejemplo, no es que sean
injustas, sino que no van a conllevar ningún beneficio para nadie.
Además de la frase anterior, hay otra que
Héctor medita y llama mi atención: ‘la justicia es imperfecta’. Al hilo de
aquella y esta le preguntaría ¿qué le gustaría que quedase a los lectores de
sus novelas más allá de las historias de los personajes y el entretenimiento de
la lectura?
Es difícil, si
me gustaría que la gente se viera reflejada en las novelas, que de alguna forma
las viviera un poco como propias y que un poco llegara a ese punto de
relativismo moral al que llega Héctor.
Cuando dice eso
de la justicia él siempre creía que la verdad era una verdad absoluta, el
defiende que, dado que la justicia es imperfecta, lo único que él puede hacer
es sacar la verdad, si luego esa verdad tiene unas consecuencias judiciales ahí
el no va a entrar. Cuando la víctima no es una víctima, es un culpable; cuando
todo cambia, cuando los papeles cambian, él se da cuenta de que la verdad, en
un momento determinado, no es un valor absoluto, es un valor muy relativo. El
valor de sacar algo a la luz no tiene que ser siempre positivo para la gente
que está involucrada en el tema.
Yo creo que un
poco a todos nos está pasando, hablo por mí; el engaño con ciertas
instituciones con ciertos políticos, con cierto sistema, ya en general, que
parece que esté contagiándolo todo, al principio parecían unas manchitas
aislada y al final resulta que es un chapapote que lo cubre todo, yo estoy
presentado de alguna manera que esto nos vuelve moralmente ambiguos, él lo
condena, hace una especie de autoreflexion de ‘yo qué habría hecho en ese caso’.
Es todo mucho más complicado que los que parece.
¿Dónde cree que radica la buena acogida del
público de sus novelas? ¿En el personaje de Héctor Salgado, en el planteamiento
de cada historia o en la buena salud del género?
Creo que radica
en dos cosas: en que las tramas que transcurren son muy trabajadas, muy
intrigantes, con unos personajes que son muy de carne y hueso, que no son
mafiosos rusos, lejanos, sino todo lo contrario, gente con la que podríamos
encontrarnos ahora mismo. Y luego es cierto que la gente ha empatizado
muchísimo con los personajes principales, con Héctor Salgado, con Leyre Castro
e incluso con la exmujer de Héctor, desaparecida; están preocupados con lo que
le ha pasado.
Lo del buen
momento del genero es una especie de cosa que se va repitiendo, como decimos en
mi tierra ‘no hi ha para tant’, no
hay para tanto. Hay un montón, es decir,
has surgido un montón de autores, pero no. Creo no es un buen momento
para nada.
¿Qué va a pasar con Héctor Salgado después
de esta novela?
Pues no lo sé.
Esta la termine en verano, estoy en un periodo de descompresión, llevo cuatro
años con esta novela y creo que tengo que crear a otros personajes que no se
parezcan en nada. Me lo he pasado muy bien con estos libros, también creo que a
Héctor le quedan cosas por decir, bueno a Héctor, a Leire… aunque las dirán en
un futuro más o menos próximo o más menos lejano, eso ya lo veremos. Pero sí
que es verdad que es hora de dejar a estos personajes a un lado y moverse a
otras cosas porque si no te mueves entras en una dinámica. Yo a Héctor lo
conozco muy bien, como si nos estuviéramos mirándonos por un agujerito todo el
día, pero no solo a Héctor, es a Leire, es a su hijo, es a su pareja, a los
personajes fijos, no solo los personajes. Tocaba un poco vacaciones, ahora hay
que hacer un break, un descanso, y luego ya veremos.
Muchas gracias, mucha suerte y felices
fiestas, Toni.
Por Ginés J. Vera.