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lunes, 1 de diciembre de 2014

JOSÉ MARIA MERINO: «Muchas veces la trama oculta precisamente es lo que está por debajo y no expresamos nunca de manera definida.»

Ha sido todo un privilegio poder conocer y entrevistar al escritor y académico de la Real Academia Española. Como aficionado a los relatos y microrrelatos ya como lector, ya como escritor, tener la oportunidad de conversar con Merino es todo un lujo.  José María Merino (A Coruña, 1941) ha recibido numerosos premios y distinciones tanto por sus novelas, novelas juveniles como por sus cuentos quizá destacar entre todos ellos el Premio Nacional de Literatura Juvenil en 1993, o el Premio Nacional de Narrativa en 2013. Le entrevisto en su paso promocional por Valencia tras publicar el libro de relatos y microrrelatos ‘La trama oculta’ (Páginas de espuma, 2014).

Háblenos de este libro que en realidad vemos dividido en tres partes: una realista, una más fantástica y la de microrrelatos siendo que las dos primeras las acompaña de breves introducciones a cada cuento.

El libro planteaba un problema de estructura. A mí, tanto las novelas como los libros de cuentos, me gusta darles una estructura adecuada, la que yo pienso que es mejor para el libro. En este caso eran cuentos muy distintos, al principio eran los realistas y los fantásticos los que yo pensaba agrupar, luego me dije: ¿y cómo doy coherencia a esta? Yo he hecho cuentos relacionados con un mismo paisaje, con un mismo lugar, etc., luego se me ocurrió hacer una pequeña introducción a los cuentos y estando en esto dije: ¿y por qué no incluir una tercera parte y darle una perspectiva más amplia de microcuentos? Le di muchas vueltas a la estructura.

Lo de la introducción a los cuentos la verdad es que es en cierto punto original, recuerdo un par de libros así, quizá el que más uno de Stephen King, ‘Nada es eventual’.
En realidad esto enlaza con la tradición más antigua de nuestra cultura que es el Calila e Dimna, hay un marco, hay alguien que está hablando y dentro de esa narración se van incluyendo los cuentos, o sea que, efectivamente, no lo vemos mucho pero la tradición es muy antigua.

Menciona en el libro que estos relatos ‘están cargados de sombras de recuerdos personales de sus años jóvenes’. De hecho veo ese guiño a León donde me consta pasó su niñez y juventud aunque es usted de A Coruña.

Lo que pasa es que este libro puede que tenga mucho que ver con la edad de uno y la experiencia, uno lleva ya mucho tiempo haciendo cuentos viendo pasar la vida y de pronto pensé: estos cuentos heterogéneos voy a ver que tengan que ver con mis vivencias personales; luego, poco a poco, fui derivando a ese aspecto del sueño, de lo misterioso, de lo extraño. Cuando se me ocurrió darles esto de la introducción, se me ocurrió también un cuento nuevo: la estructura propició un cuento nuevo.

Regresando a los cuentos de La trama oculta me ha llamado la atención en el relato homónimo que el personaje de Arturo refiera a ‘la conciencia de lo que no necesitaba estar escrito para existir’.

Efectivamente, la escritura hace que las cosas sean ciertas, que las cosas sean verosímiles. A mi me gusta decir que la realidad no necesita ser verosímil, se produce y puede ser la realidad más absurda del mundo, pero la escritura da certeza a las cosas, es lo que las convierta en algo palpable, las complementa. Sin embargo no necesitaríamos la escritura ni siquiera la expresión para que las cosas estén ahí, para que los sentimientos estén ahí. Muchas veces la trama oculta precisamente es lo que está por debajo y no expresamos nunca de manera definida.

‘En la literatura se vierte la vida disfrazándose en forma de tramas que, paradójicamente, la hacen claramente reconocible’, leo en su relato ‘El filtro de Venus’.

Pues sí, porque yo creo que la realidad es bastante extraña. Si no hubiese existido la ficción desde que está en el mundo cada generación tendría que saberse preguntado: ‘pero, ¿qué me está pasando?…’, ‘me estoy enamorando…’, o ‘estoy odiando a fulano…’ Gracias a la ficción ya tenemos nuestra psicología, está ordenada en la memoria. Incluso grandes psicólogos como Freud acudieron a la escritura para explicar nuestra conducta. La literatura es la gran escuela del comportamiento, de ahí sabemos lo que nos pasa, nos ha enseñado lo que nos pasa.

En el libro se incluye un fragmento de una obra pictórica, un supuesto retrato de Lucrecia Borgia. El narrador nos dice que ‘solo por el milagro del arte y los azares de la fortuna ese  cuadro que fue pintado hace quinientos años permanece incólume’.

Ese cuento nació directamente cuando vi el supuesto retrato de Lucrecia Borgia en el Städel de Frankfurt del Maine. A mi es que es un cuadro que me fascinó, es un cuadro que te está diciendo: aprovecha la vida, la visa es muy efímera; yo ya he pasado, yo existí hace 500 años, estas flores que tengo en la mano ya no son nada; yo no soy nada. Compré una preciosa reproducción y se me ocurrió el cuento sobre lo efímero. Además, lo comparo un poco con el de La Mona Lisa que está deteriorándose cada vez más por problemas técnicas, se está esfumando mientras que este está con una frescura asombrosa.

Quizá también esa sensación de lo efímero se vea en el relato ‘El fin del mundo’, donde he anotado esta frase: ‘creo que cierta sospecha del fin del mundo nos persigue a lo largo de la vida’.

Claro, evidentemente para todos terminará el mundo alguna vez, y siempre lo intuimos, yo creo, por lo menos yo, a lo mejor ya es mi edad, hay un secreto ahí, un murmullo que me dice: el mundo va a terminar, el mundo no es eterno...

Ya que incluye en la tercera parte de ‘La trama oculta’ una colección de microrrelatos me gustaría preguntarle por esos escritores que parecen estar en contra de este género, que parecen denostarlo.

Yo, que soy muy aficionado al arte, es como si alguien me dijese que es absurdo pintar sobre cristal; mire usted, el soporte es lo de menos lo importante es la calidad del producto. O como si usted me dice: mire usted un oleo de menos de 15 cm por 25 cm ya no vale. Pues mire usted ahí están todas las miniaturas medievales, hay pequeñísimos cuadros; valoren sí, valoren el valor literario.

Antes escribía poesía pero un día me dejó, un día la poesía me dejó; era una poesía muy narrativa, alguna vez la he vuelto a releer y he dicho: caramba, estos son minicuentos, escribía un poco minicuentos sin saberlo.

Un día, mi amigo Antonio Fernández Ferrer que sacó un libro de microrrealtos titulado  ‘La mano en la hormiga’ en homenaje a un microrrelato de Juan Ramón Jiménez –que los escribía muy buenos–, me dijo un día: ‘escribe algún minicuento, venga, anímate’. Yo me enteré de lo que era un minicuento y escribí tres. De vez en cuando se me ocurren minicuentos, incluso tengo un libro exclusivamente de minicuentos: ‘Los cuentos del libro del amor’.

Yo no lo puedo entender, porque sí tengo algún compañero que es muy despectivo con el género. Novelas hay espantosas, largas y cortas, las hay muy malas; cuentos los hay buenos y malos; entonces, ¿por qué los minicuentos van a ser malos per sé?
Muchas gracias y mucha suerte José María.


Por Ginés J. Vera.

2 comentarios:

  1. Un autor al que tengo que descubrir aún. Y no me importaría nada hacerlo con este último libro. Me gustan los microrrelatos. Hay que tener mucho talento para contar una historia con tan pocas palabras.
    Besotes!!!

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    1. Hola Margari. Gracias por tu comentario. La verdad es que sí, se requiere talento para decir mucho con poco, esto lo digo como lector, confío en que nadie me tilde de presuntuoso al haberme leído por ahí, al pensar que lo digo como autor. A Merino lo descubrí hace años, además de este libro te recomiendo Historias de otro lugar. Ya me cuentas. Un saludo.

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