La autora en la Cruz del Peregrino, en Roncesvalles-Orreaga |
‘En una provincia tan tranquila como Navarra, una muerte violenta era
un acontecimiento absolutamente fuera de lo habitual…’ Me preguntaba siendo así
de dónde surgió la idea de escribir ‘Sin retorno'.
Cierto, Navarra es una provincia
sumamente tranquila. Evidentemente hay robos, asaltos, agresiones e incluso
homicidios, seis el año pasado, por ejemplo, pero nada que se salga de lo que
consideramos "normal". Aún así, Navarra es el escenario perfecto para
cualquier crimen. Tenemos parajes inhóspitos y deshabitados, pueblos en mitad
de las montañas o pegados al desierto, ciudades con calles oscuras y edificios
semiderruidos, tascas de medio pelo en las que los perdedores beben hasta que
no recuerdan nada... Hace falta muy poco para cometer un crimen. Los escritores
suecos de género negro construyen sus novelas en pueblecitos de quinientos
habitantes rodeados de bosques. Lo que hay que preguntarse siempre es si la paz
y tranquilidad que se respira es real o sólo una ilusión...
Y, ¿por qué escogió este género en concreto, con lo tranquila que es
Navarra, para su primera novela?
Respecto a lo de elegir el género
negro para mi primera novela, me confieso una lectora voraz de este tipo de literatura.
Desde que descubrí a Agatha Christie cuando no era más que una niña he leído
todo lo que ha caído en mis manos. Georges Simenon, Vázquez Montalbán, Donna Leon, Connelly, Chandler, Poe,
Dashiell Hammet, Sue Grafton, Patricia Highsmith, James Ellroy... Aunque
intercalo otras lecturas, lo cierto es que en mis estanterías lo que prima es
el género negro, y creo que cuando mi cabeza empezó a pergeñar la novela, lo
primero que creó fue un crimen.
¿Es una manera de reivindicar el patrimonio cultural y natural de Navarra?
No era mi intención consciente
ensalzar el patrimonio de Navarra, pero creo que el apego que siento hacia ella
ha trascendido en las páginas de "Sin retorno". Además, me encantan
los Sanfermines, disfruto de cada minuto que estoy en la calle. Pamplona se
transmuta durante una semana al año y es un espectáculo digno de verse; más
allá del encierro y las borracheras, hay una fiesta apta para todos los
públicos que acoge a todo el que llegue con ganas de pasarlo bien.
El Camino de Santiago está muy presente y los lectores también verán
asomarse la fiesta navarra por excelencia: los Sanfermines.
Cuando era pequeña, mis padres
nos llevaban a mis hermanos y a mí de excursión cada domingo. Muchos de esos
pequeños viajes tenían como destino Roncesvalles, Burguete y Espinal, el inicio
del Camino de Santiago. En verano correteábamos por el monte y el invierno
disfrutábamos de la nieve. Nos cruzábamos con decenas de peregrinos que
avanzaban despacio, cargados con sus mochilas, por un camino pedregoso,
estrecho y empinado. Todos sonreían y todos nos saludaban, cada uno en su
idioma, pero siempre eran cordiales y simpáticos con los cuatro críos que
hacían el gamberro en el lindero. Mis padres nos contaban historias de
peregrinos perdidos, de osos que los devoraban, de campanas que sonaban por la
noche... El Camino es mágico de principio a fin, pero en Roncesvalles, en el
corazón de los Pirineos, las leyendas se multiplican y desbordan la imaginación.
He encontrado una rica descripción en los escenarios, una profusión en
los detalles quizá para darle mayor verosimilitud y pervivencia a las imágenes
conforme el lector va entrando en la trama.
La verosimilitud era una de mis
mayores preocupaciones mientras estaba construyendo la novela. Soy periodista,
y como tal mi trabajo es transmitir la verdad a mis lectores. Evidentemente
estamos hablando de una obra de ficción, nada de lo que en ella se narra ha
ocurrido, pero los escenarios por los que mis personajes se pasean son reales,
existen y pueden visitarse. Cierto que me he tomado alguna licencia literaria,
para eso escribir es un ejercicio de libertad, como acercar la selva de Irati a
Roncesvalles, cuando en realidad distan unos veinte kilómetros, pero las
calles, los edificios, los montes... todo existe. Sé que muchos autores
prefieren escenarios inventados o directamente no le dan ninguna importancia a
esa cuestión, pero para mí no podía ser de otra manera.
El amor está también presente en ‘Sin retorno’, una relación con Irene
Ochoa a la que el destino parece darle una segunda oportunidad tras ese
comienzo en la novela realmente impactante.
El destino es impredecible y
suele tener muy mal carácter. Irene Ochoa es una mujer maltratada que decide
defender su vida acabando con la de su marido. Lo que menos esperaba era que el
destino le ofreciese una segunda oportunidad un tanto envenenada. Tengo que
reconocer que casi me ha costado más escribir las páginas dedicadas a las
relaciones amorosas que los crímenes. Plasmar los sentimientos contradictorios
de Irene, el miedo a ser descubierta, mientras David Vázquez se involucra cada
vez más en la relación me ha resultado difícil. No quería parecer
"rosa", pero tampoco fría y distante. Encontrar el equilibrio y
hacerlo verosímil ha sido una dura tarea.
De nuevo tomo a Irene, un pensamiento suyo, para que nos lo comente
pues en un thriller como este el
miedo es un ingrediente imprescindible. ‘Solo sienten miedo quienes tienen algo
que perder’.
Irene sólo tiene un camino
posible: adelante. No puede detenerse ni mirar atrás. Corre porque no tiene
nada que perder, ya lo ha perdido todo. Al principio de la novela, Irene es una
mujer maltratada, sola, a la que poco le importa morir esa misma noche porque
no tiene nada por lo que merezca la pena vivir. Sin embargo, todo cambia cuando
el inspector David Vázquez entra en su vida. Se enamora de él casi sin darse
cuenta y sabe que un paso en falso puede acabar con todo, podría perderlo todo
de nuevo. Es entonces cuando nace en ella el miedo, y cuando decide avanzar,
aunque el camino que elige es, sin duda, el más complicado.
David Vázquez reflexiona en un momento dado sobre que la experiencia le
había enseñado que la presión constante es una buena baza cuando una
investigación se alarga demasiado. ¿Ha contado con ayuda para la parte más
policial, la de los entresijos de la criminología y forense? Destaco esos
detalles de la lámpara de xenón y la luz negra del Handscope en el análisis
policial de la escena.
Tuve la suerte de que la Policía
Nacional de Pamplona me abrió las puertas de sus instalaciones y de su
laboratorio. Una inspectora y una agente me guiaron por el complicado mundo de
la investigación policial, explicándome cómo se procede desde que el sospechoso
es detenido hasta que comparece ante el juez. También me hicieron una demostración
de cómo trabajan los equipos de la policía científica. Disfruté mucho buscando
huellas, cotejándolas con las de los sospechosos, rociando la escena en busca
de rastros de sangre, intentando distinguir un billete falso de uno verdadero... Les consulto todas
las dudas que me surgen, que no son pocas, porque como ya he dicho soy un poco
obsesa de la credibilidad.
Ya que ha mencionado a la Policía Nacional, háblenos de la colaboración
existente entre ese cuerpo y la Guardia Civil en su novela, quizá como rasgo
también distintivo de nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad frente al tópico
en EE.UU, por ejemplo, donde parece haber disputa de competencias.
En Navarra conviven Policía
Foral, Policía Nacional y Guardia Civil, además de las policías locales en los
municipios que las tengan. Parece mucho cuerpo de seguridad para tan poca
provincia, pero creo que con los años han aprendido no sólo a tolerarse, sino
también a trabajar en común. Pregunté por este asunto a los miembros de la
Policía Nacional que me han ayudado con los aspectos más técnicos de la trama y
me aseguran que la colaboración entre cuerpos es muy habitual, casi diaria, y
que aquí nadie le "pisa" el terreno al otro. No sé si será del todo
cierto, pero al menos eso es de lo que presumen.
Muchas gracias y mucha suerte, Susana.
Por Ginés J. Vera.