Me concede una entrevista el
escritor Antonio Iturbe (Zaragoza, 1967) en la Feria del Libro de Valencia. Lo
primero, darle la enhorabuena por haber obtenido el premio Biblioteca Breve
2017 con su novela ‘A cielo abierto’ (Seix Barral). A continuación, la
simpática entrevista.
Si os gusta ‘El
Principito’ o simplemente queréis conocer mejor la vida de su creador, Antoine
de Saint-Exupèry, no os perdáis ‘A cielo abierto’ ni esta entrevista.
Creo que le interesa la literatura que se pregunta, que busca
respuestas, la literatura del asombro de vivir frente a la del escepticismo.
Efectivamente, para mí la
literatura siempre ha sido fuente de grandes alegrías, de grandes
satisfacciones, me ha multiplicado la vida, por tanto, yo lo que quiero hacer
cuando escribo es justamente es trasladar esa fascinación y ese asombro por la
literatura, por tanto, ese tipo de libros que ahondan en la nausea, en lo
disfuncional, en la derrota sobre la derrota, pues están bien y tienen su interés,
pero me interesa más un tipo de literatura un poco más de trampolín, de
catapulta.
En los cuatro años que estuvo construyendo esta novela seguro que hubo
momentos de luz y de desanimo, de dudas, en eso quizá se parezca a su tocayo y
protagonista de A cielo abierto, ¿qué más comparte con Antoine de Saint-Exupèry?
Esa para empezar, el tema de la
duda, de la incertidumbre, efectivamente; al cabo de los años si sigues
escribiendo te planteas si vas bien, si no vas bien, si tiene sentido, después
comparto también el sentido que él tiene de mirar las cosas, que se trasluce en
sus libros, ese sentido en el cual él quiere la literatura para contar historias
y para que nos preguntemos cuál es nuestro lugar en el mundo y, sobre todo,
nuestro lugar en el mundo respecto a los demás, cómo nos relacionamos con los
demás, como son los hilos que tendemos, esa idea suya que me gusta mucho de que
al final el mundo es un nudo de relaciones, de que nosotros al final somos
hilos y, al final, lo que importa es como cosemos ese tapiz entre todos, ese
sentido humanista de Saint-Exupèry me interesa mucho.
Vemos en los protagonistas una tierna dualidad, cuando están en el aire
respecto a cuándo lo están en tierra, quizá sea otro paralelismo con los
escritores, cuando están escribiendo y cuando no hasta que alzan el vuelo con
el siguiente libro
Bueno, si desde luego, las
personas somos múltiples y no somos de una sola pieza, no somos de bronce,
tenemos contradicciones, tenemos momentos, igual que Saint-Exupèry efectivamente,
podía ser por un lado un piloto muy aguerrido, valiente, alguien que se sube a
esos aviones de papel de la época, y luego alguien muy frágil interiormente,
alguien también muy poético y con un sentido casi místico de la humanidad, pero
cuando ponía un pie en el suelo le encantaba beber champan, comer ostras y se subía
a una mesa a cantar la Marsellesa, era muy noctámbulo y muy despilfarrador.
Todos estamos hechos de muchas cosas y el escritor, naturalmente también, tienes
tu momento de trascendencia cuando te pones detrás del ordenador, en tu mesa, y
te pones a escribir, y luego no dejas de ser una persona con tus defectos,
mundana, que a veces te tienta quedarte a ver el partido de fútbol del Barça en
vez de ponerte a escribir y, bueno, uno es así siempre, poliédrico entre el
cielo y el suelo.
Hay abogados que han escrito novelas sobre abogados y médicos sobre el
mundo de la medicina, ¿cómo se planteó una novela con tanta aventura en el
aire, en la cabina de un avión, sin haber pilotado una aeronave?
Yo he vivido muchas aventuras
aéreas leyendo, yo soy un piloto de sofá que me han gustado mucho las historias
de pilotaje; yo he volado mucho desde el salón de casa, pero sí que es verdad
que llegó un momento en el que me planteé que para escribir un libro así tenia
que experimentar como mínimo un poco sensaciones, un poco notar la vibración
del momento y, bueno, aunque yo tengo un poco de vértigo y soy poco amigo de
volar, pensé que debía hacerlo. Busqué y encontré una fundación que tiene en
uso tres aparatos Bücker de los años 30, me hice socio de esta fundación aérea
y volé en uno de esos aparatos y pude experimentar. Podría decirse que piloté
durante dos minutos, el piloto iba atrás, son estos aparatos descabinados en
los que va uno delante y uno detrás, me dijo por los cascos: ‘toma el mando’,
que es una palanca, una palanca muy básica, y fue una experiencia estupenda,
aviones muy ligeros, tocabas la palanca y el avión se ladeaba enseguida,
prácticamente se mecían con las corrientes de aire, era como una cometa. Fue
una experiencia bonita, muy corta, por mi cobardía no creo que repita muchos más
vuelos, pero sí que creo que fue importante para escribir la novela.
Antonio Iturbe ha publicado las novelas Rectos torcidos (2005), Días de sal
(2008) y La bibliotecaria de Auschwitz (2012), ganadora del Premio Troa «Libros
con valores» y publicada en once países. Es autor de la serie de libros
infantiles Los casos del Inspector Cito, traducida a seis lenguas y de
la serie La Isla de Susú. Como periodista cultural, ha trabajado
en El Periódico, en Fantastic Magazine y en Qué Leer,
revista de la que fue director durante los últimos siete, y ha colaborado en
radio y en publicaciones como Fotogramas o Avui. Actualmente
es director de la revista Librújula, colaborador en Cultura/s,
El País, Heraldo de Aragón y Mercurio, e imparte clases en
la Universitat de Barcelona y en la Universidad Autónoma de Madrid. Su novela
‘A cielo abierto’ (Seix Barral) ha merecido el premio Bibloteca Breve 2017.
Este autor me conquistó con La bibliotecaria de Auschwitz y conquistó también a mi hija cuando era más pequeña con Los casos del Inspector Cito. Y si encima este libro trata de Antoine de Saint-Exupèry, hay ya muchas razones para querer leerlo.
ResponderEliminarBesotes!!!
Gracias Margari, espero que te guste A cielo abierto. Un saludo.
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