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lunes, 13 de enero de 2020

Manual del buen truhán. Entrevista a María Nieves Michavila Gómez

En diciembre de 2017 me concedió una entrevista María Nieves Michavila Gómez. Acababa de publicar ese año una novela de marcado tono irónico: "Manual del buen truhán" (Letras de autor). La obra, finalista de Premio Café Mon, parece tener gran inspiración en la novela picaresca española. Y lo de la tilde en la palabra truhán es adrede. Este y otros secretos me los desveló en esta entrevista que hoy comparto con vosotr@s pidiéndole perdón por el retraso. Estoy seguro de que el libro os fascinará y, además, podéis adquirirlo en vuestras librerías y puntos de venta habituales. Los libros no caducan. 

Creo que "Manual del buen truhán" es una novela rescatada del cajón, además de finalista de un premio literario. 
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   Así es. Había iniciado mi andadura literaria con novelas y obras de teatro cuando cambió mi perspectiva por completo al fallecer mi tío Federico Gómez Puig en 2000. Por cumplir la promesa de escribir sobre nuestros antepasados me embarqué en una investigación de años que dio como resultado mi libro de ensayo "Voces desde el más allá de la historia". La última novela que tenía escrita antes de eso era "Manual del buen truhán". En esos años de hallarme enfrascada en mis investigaciones probé suerte con esta novela en el Premio Café Mon y para mi sorpresa resulté finalista, pero ahí se quedó, guardada en el cajón, y no la he rescatado hasta haber encauzado mi anterior libro.

He apreciado cierto regusto a la novela picaresca, de hace siglos, salvando las distancias, a esa gran obra de don Francisco de Quevedo y su Buscón; también, con la salvedad propia, a la narración del Lazarillo de Tormes. A quien si leyó el marqués, al parecer, fue a Dickens. ¿Voy bien encaminado?

  Sin duda alguna, hay gran inspiración en la novela picaresca, de la que he sido ferviente lectora, y cómo no, de Quevedo, cuyo estilo va en la misma línea de mi habitual sentido del humor.  La vida del buscón y El Lazarillo de Tormes son dos clásicos para quienes disfrutamos de este género, al igual que Rinconete y Cortadillo, de Cervantes, obra de la que tal vez haya una reminiscencia en las aventuras del marqués de la Cañahueca y el Generalillo. Uno de mis autores preferidos de novela picaresca es Antonio del Castillo Solórzano, de origen valenciano. Hay cierto paralelismo entre su obra Las harpías en Madrid y coche de las estafas y los trabajos que se da La Militara de mi novela, con la salvedad de que mi personaje forja a sus vástagos para iniciarse por el mal camino y solo entiende esa forma de vida. Respecto a las preferencias literarias del marqués de la Cañahueca va muy bien encaminado, puesto que su afición a la lectura se inicia en la biblioteca de la Ñoña, donde solo podían hallarse libros adecuados para una familia acomodada de entonces. Me sirvieron de inspiración los relatos de mi abuela y los libros de moda por aquella época. Por supuesto, las novelas de Charles Dickens y las poesías de José María Gabriel y Galán no podían faltar en esta biblioteca. Y el marqués de la Cañahueca leyó mucho a Dickens, efectivamente.

Hay continuas referencias a dos obras apócrifas, al Refranero truhanero (del que el personaje del Zumbón es su autor en gran parte) y al Romancero villano. Háblenos de estas dos obras aludidas y tan importantes para los personajes de la novela. 

   Los refranes son sentencias breves que transmiten la sabiduría popular, vienen recopilados en el Refranero y suelen ser fruto de la experiencia, teniendo además una finalidad aleccionadora en gran parte. El marqués de la Cañahueca no se limita a vivir la picaresca sino a hallar una filosofía de esta opción por seguir el mal camino. Nacen, por tanto, como fruto de esa experiencia y con grandes aportaciones del Zumbón, entregado por completo a la búsqueda de la ruindad inherente al ser humano y a sacarle el mayor partido posible. De ahí que se compilen en el Refranero truhanero con finalidad didáctica para los desprotegidos fuera de la ley.  Respecto al Romancero villano, se trata de una compilación de versos que intentan contravenir todas las normas del Romancero tradicional que tiene su origen en la época medieval y está basado en hechos épicos, gestas, amor, leyendas o historias. El Romancero villano está compuesto por versos siempre pareados que no respetan la métrica tradicional y su contenido vilesco pretende servir de inspiración a los villanos.

Se comenta que no solo el Zumbón, sino también el marqués de la Cañahueca, gran protagonista de esta novela, fueron dos innovadores a los que la historia no ha hecho justicia. Por lo de la aplicación del método científico de la truhanería, leemos.  La ironía y el humor socarrón están muy presentes en la novela, ¿no es así?

   Desde luego, la ironía es elemento fundamental de esta novela y ese “humor socarrón” brota de modo muy natural. Me divierte mucho el humor absurdo y me siento muy cómoda escribiendo en este estilo. Me he metido en la piel de estos personajes que dedican su vida a la propagación de la ignominia y están condenados a la falta de reconocimiento, dada su condición de marginales. Y no puede negarse que innovaron aplicando el método científico, que esencialmente consiste en enunciar postulados y obtener datos para confirmar la veracidad de la teoría o echarla por tierra. Ellos practicaban como el que más sus principios ruines para conseguir el mayor número posible de resultados (siempre en contra de los demás) y así poder dar validez a sus aseveraciones. Esto no gustaba nada a la Militara, que solo medía los resultados por los ingresos obtenidos y no comprendía el empeño del Zumbón en sus prácticas exhaustivas de bellaquería. Así se lo advierte la Militara: “si con conciencia no se come, con ciencia mucho menos”…

Si antes hablaba de la ironía y el humor, creo que también con este "Manual del buen truhán" ha querido hacer un guiño a la sociedad actual, una especie de crítica velada a muchos truhanes de medio pelo y de guante blanco.  ¿Hay crítica social en su novela?

   Por supuesto. El marqués se inspira en muchos de estos que son bien vistos por la sociedad. Cuando urde robar a gran cantidad de pequeños en lugar de hacerlo a los grandes, se basa en que las quejas de los miserables no son escuchadas, y de esto se aprovechan los bancos, que penalizan a los que menos tienen y en cambio conceden todo tipo de facilidades a los poderosos. Admira también a los políticos por considerar que tienen el perfil básico de un timador, porque dominan el arte de la oratoria y convencen, digan lo que digan. Manejan los negocios de estado y muchos de ellos no son transparentes. Sobra decir que con este último grupo congenia el marqués. También se hace un guiño a las mesalinas de altas esferas y su capacidad de manipulación para adquirir poder valiéndose de su títere. Por otro lado, hago hincapié en la relatividad de los conceptos de bueno y malo y su condicionamiento a las modas, así como a las leyes, que varían según el color político del poder. 

Dije que me evocaba a cierta literatura de otros tiempos. Lo traigo a colación por algunas palabras que leemos. No son muy del uso corriente términos como: trapacería, perillán, felonía, galopín o contrito. Háblenos de ese vocabulario que encontrarán los lectores en  su novela.

   Una crítica que he recibido recientemente en Amazon lo describe muy bien: Fue una agradable sorpresa disfrutar de una novela picaresca escrita en las mejores tradiciones del Siglo de Oro pero ambientada en el siglo XX y escrita en el siglo XXI. Es eso lo que pretendo. Trasladar al lector a este género pero con vivencias del siglo XX y XXI. Y para ello utilizo herramientas tan fundamentales como el lenguaje y léxico que he incorporado. Estas palabras en desuso logran un gran contraste con términos actuales y de eso me valgo para generar además las situaciones cómicas, que se dan más por la forma de expresarlas que por los hechos relatados en sí. Y entre este léxico no puede faltar truhan con tilde, tal cual nos ha sido legada tradicionalmente en nuestra literatura por autores Gonzalo de Berceo, Juan Ruiz el Arcipreste de Hita y Lope de Vega, entre otros. Al publicar la novela me planteé si quitarle la tilde a truhán, que desde 2010 la Real Academia considera falta de ortografía. Sin embargo,  esto sería tanto como quitar la tilde en el título de la obra de Lope de Vega "El truhán del cielo y loco santo", que se conserva tal cual porque era entonces correcto truhan con tilde, al igual que en el momento en que registré mi libro. Así que finalmente opté por permitirme esta licencia en mi novela y conservar la tilde de truhán.

El Generalillo y el marqués de la Cañahueca llegan a una interesante reflexión a la hora de esto de hacer el mal o el bien. ‘No había más que observar los argumentos de cualquier folletín. Los malos pierden al final, pero entremedias triunfan y se lo pasan bomba’. (…) ‘los buenos no cesan de llorar y jamás se ríen a gusto’ se añade. Visto así, hasta tiene algo de sentido que pensasen en las ‘bondades’ del mal. ¿Cómo encaja esto en quienes ven en las noticias o en casos reales cuestiones parecidas sobre la impunidad de quienes hacen el mal frente al bien?

   Como se advierte al principio del libro, no comparto la ideología del marqués de la Cañahueca pero acepto escribir su biografía como un ejercicio de amplitud mental. Es difícil que alguien se considere malo. Usualmente a quien otros  consideran malísimo en el fondo se cree que es bueno y encuentra el modo de justificar sus actos. En la sociedad española la clase política invierte más tiempo en buscar excusas que en aceptar la culpa y enmendar el error. Y esto por desgracia es también aplicable a otros estamentos. Cuánto más poder, más impunidad. Es algo que pienso debería cambiar, pues lo deseable es que la justicia fuera igual para todos.

Por último, coméntenos esta frase de la novela. "Como casi siempre sucede, la confianza pierde a aquel que antepone la temeridad a la sensatez".

   En nuestra sociedad hay conocidos ejemplos de delincuentes de altos vuelos que han hecho rutina de sus actos delictivos hasta que esa confianza acaba por hacerles caer desde lo más alto. En lugar de utilizar la sensatez y disfrutar de la posición que ya quisiera para sí un ciudadano de a pie al que se aplica todo el rigor de la ley por mucho menos, llegan a la temeridad por colmar sus ambiciones desmedidas, siguiendo los dictados del Pipas, “nunca digas basta cuando se trata de ganar pasta”. Y como decía el marqués de la Cañahueca, “no es buena la filosofía del que mucho se confía…”
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María Nieves Michavila Gómez nació en Sagunto (Valencia) en 1964. Licenciada en Informática por la Universidad Politécnica de Valencia, ha cursado también estudios de Ciencias Matemáticas y Ciencias Físicas, así como de Interpretación. Galardonada con el Premio de relato Katharsis, en 2010, entre sus obras publicadas están: el ensayo de investigación histórica "Voces desde el más allá de la historia" (Incipit Editores, 2015). "Origen de las bibliotecas militares en España" (artículo de investigación, publicado en la Revista de Claseshistoria (2013) "Terapia de suicidio para un psiquiatra" (soliloquio teatral Premio internacional Garzón Céspedes (2010), "Alfonso XII y la corona maldita" (Áltera) Premio Hispania de Novela Histórica 2017.

Manual del buen truhán. María Nieves Michavila Gómez. Letras de autor.

Puedes leer aquí la entrevista que me concedió por Voces desde el más allá de la historia

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2 comentarios:

  1. Pues tiene una pinta buenísima y no me sonaba de nada esta novela ni su autora. Estupenda entrevista!
    Besotes!!!!

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    Respuestas
    1. Muchas gracias Margari. Bien está lo que bien acaba. Un saludo.

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