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lunes, 24 de abril de 2023

MAMÁ, Entrevista a Edmundo Díaz Conde

Tuve la inmensa suerte de conocer, años atrás, en persona, al autor de MAMÁ (Algaida). Edumundo Díaz Conde visitó Valencia en 2013 para promocionar El príncipe de los piratas

  Volvimos a coincidir, también en Valencia, con El hombre que amó a Eve Paradise (2015). Es un verdadero privilegio hablaros de su nueva novela. De MAMÁ. En realidad, lo hará él, Edmundo, al concederme esta entrevista que publico un día después del día internacional del libro. Agradecido y doblemente emocionado porque los años pasan, diez ya, pero las amistades perduran. 

  P.: Este libro no solo tiene un prólogo; previo a él, además, encontramos una nota confidencial. Es más, también leemos que está basado en hechos reales. No me resisto a preguntarle por el origen de este libro y, teniendo en cuenta esa veracidad manifiesta, por la complejidad de tejer la ficción con lo real.

  R.: Ésta es una novela de autoficción. A partir de hechos rigurosamente reales que podrían alcanzar un 80 u 85% del total, se ficcionaliza el resto para volver más encantador o comprensible la historia. Su germen parte del hallazgo que hice en mi adolescencia: unas cartas de amor que un novelista (entonces aún no consagrado) dirigió a mi madre desde Barcelona, época en que ella, precisamente, viajaba con frecuencia a esa ciudad. Mi madre era modista de Alta Costura en Ourense. Una barcelonesa que siempre llevó a gala serlo.

  P.: He encontrado varios temas entrelazando la novela, como esa aguja de la portada. Uno es el amor, sin duda, junto con el de la culpa y la responsabilidad. Creo que también la traición y el perdón. El protagonista, de joven, traiciona a sus amados libros. Teniendo dos mil, ¿por qué tuvo que vender, por ejemplo, uno dedicado por su profesor? 

 R.:  Eso me invita a una reflexión. El narrador y protagonista, que lleva el nombre y apellidos del autor, es un hombre de pasiones y metas, temperamental, un exaltado, un joven impaciente y romántico. Traicionará, si es necesario, para lograr su sueño y para buscar respuestas; en una palabra: para comprender no se detendrá ante casi nada. Por eso, en un ejercicio de autocrítica, ya avanzada la novela, nos dice: Prisionero del pasado, padezco la vergüenza y no merezco el perdón. Merezco sólo el desprecio. Merezco sólo el silencio. Merezco sólo el olvido.

  P.: He tomado un párrafo para que nos lo comente, si gusta. Es ese en el que viviendo como un joven dandy en Compostela, reflexiona así: “Creía en la literatura como pócima para todos los tedios; he aquí la falaz idea que me hacía de la palabra escrita”. A lo que añade: “Había nacido con un siglo de demora”. Si bien, más lapidaria, muchas páginas después, leemos: “El tedio era la raíz última de todos mis males”.

  R.: Tal vez no resulte muy lírico, pero qué le vamos a hacer: el narrador se convierte en escritor gracias al aburrimiento, gracias a que es hijo único y se ve obligado a jugar solo. Y, por supuesto, gracias al hallazgo de las cartas de amor que un miserable escribe a su madre casada, y a sus inquietantes consecuencias. 

  Entrando de lleno en su pregunta: el narrador pone su fe en la palabra escrita. La palabra escrita, que ya no tiene el peso ni la importancia que tuvo en el pasado. ¿No? ¿O sí? Su madre le empuja a que persiga su sueño. Y aquí, insisto, narrador y autor se confunden, pues mi madre, que tanto se afanó en hacer realidad el suyo, me animó siempre a que alcanzara el mío sin contemplaciones. ¿Se puede hacer eso, llevar los deseos hasta el límite, sin hacer daño a los que amamos? Y otra pregunta, a modo de respuesta: ¿Hasta dónde llegaría una madre por el sueño de su hijo?

 

 P.: En los agradecimientos, en primer lugar, aparecen dos mujeres. Familiares del dentista Perotti. Se asoman más de una vez entre las páginas del libro. No sé si puedo preguntar al respecto. Imagino que hay mucha gratitud también en este libro, no es un secreto, me temo. 

  R.: Me importa mucho este punto, así que voy a insistir: todo lo que se relata es rigurosamente cierto en su inmensa mayoría; y lo que no es cierto, es verdadero. 

  Ángeles Abad fue la mejor clienta de mi madre, una señora de edad respetable que vive en Ourense. María José Perotti, su hija, fue la autora del mail que figura incluido en las páginas del libro y que tiene un interés dramático por sí mismo. Las dos conservan docenas de prendas de mi madre en su casa. Y, es curioso lo que voy a decir, cómo le habría gustado a mi madre, quiero creer, algunas de esas prendas fueron grabadas y fotografiadas, y se publicarán en la revista VANITY FAIR del próximo mes de mayo.

  No puedo sentirme más agradecido a una y a otra. 

  P.: La novela se titula MAMÁ. Junto a ella hay una lista de personajes femeninos que cosen la historia: la madre, la abuela, Margarita, M.ª José, Ada... sin olvidarnos de Fiona, claro. Me gustaría que nos hablase de alguno masculino, que los hay, y muy relevantes, más allá del Edmundo que los entrelaza a todos.

  Me referiré a dos. Y por razones diversas. A uno, por su peso en la novela, mi padre. Lo diré así de claro, MI PADRE, confundiendo aún más a narrador con autor, identificándolos un poco más. Mi padre era el reverso de mi madre, su otro yo. Y el papel que desempeña en la historia, su ausencia, su pasividad hay que juzgarlas como los vinos, con reposo. No es un personaje del que debamos hablar demasiado, y merecería una respuesta más contundente, que, por elegancia, no daré.

  Con respecto al segundo personaje, un secundario, he aquí una de esas licencias que nos tomamos para modificar la realidad. Cosme Seixalvo está basado en un íntimo amigo, el hermano que no tuve y que, por razones muy respetables, no quiso salir en el libro con su nombre y apellidos. Pero tiene su alma y su palabra.

  P.: Lástima no poder preguntarle, o sí, por el mes de abril. Quizá no como reza en el título de la canción de Sabina. Aunque un poco de metafórico tiene ese título y el mes de abril para uno de los personajes centrales de la novela. Ahí lo dejo, como un ojal en busca de un botón.

  R.: Es una alusión hermosa la suya. Ya sabemos, la vida y los buenos libros nos lo enseñan, y también Nabokov*: en los detalles está el todo. Los detalles condensan lo mejor.

  Abril es, pienso, un símbolo de la esperanza y el florecimiento, de la luz, de la vida, de la alegría.

  Uno de mis padres nació, en efecto, en abril, según se dice. Y, quizá, como el lector curioso averiguará, tal vez era el único de nosotros que, por temperamento y formación, estaba destinado a ser feliz; o, para decirlo de un modo menos aparatoso, a ver el lado sencillo y luminoso de la vida.


  MAMÁ. Edumundo Díaz Conde. Algaida. 

 Edmundo Díaz Conde (Ourense, 1966) se licenció en Derecho, carrera que, por convicción, no ha llegado a ejercer jamás. Ha trabajado como asesor editorial y colaborado, entre otras publicaciones, con El Correo de Andalucía y la revista cultural Mercurio. Residió en Ourense, Santiago de Compostela, Madrid y, actualmente, en Sevilla. Su primera novela, Jonás el estilita, mereció el III Premio Ciudad de Badajoz. Su siguiente obra, La ciudad invisible (finalista del XXXIII Premio Ateneo de Sevilla). A éstas le siguieron: El club de los amantes, El veneno de Napoleón (finalista del Premio de Novela Histórica Alfonso X el Sabio 2008), El príncipe de los piratas (2013), El hombre que amó a Eve Paradise (XLVII Premio de Novela Ateneo de Sevilla en 2015) y La locura de la señora Bale, en 2020. 

*El pasado 22 de abril, se conmemoró el 124 aniversario del nacimiento de este escritor. 

Entrevista a Edmundo Díaz Conde por El príncipe de los piratas

Entrevista a Edmundo Díaz Conde por El hombre que mató a Eve Paradise

4 comentarios:

  1. Hola!! Paso de puntillas por tu entrevista. Es mi actual lectura. Llevo muy pocas páginas pero vamos por buen camino. Confío en que siga así. Un saludo.

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    1. Ginés Vera28/4/23, 16:02

      Hola Marisa G. Muchas gracias por tu visita y comentario. Genial. Un saludo.

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  2. Me ha gustado conocer más de este libro y creo que podría disfrutarlo. Lo tendré en cuenta. Muy buena entrevista.
    Besotes!!!

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    1. Ginés Vera28/4/23, 16:03

      Gracias Margari. Muchas gracias. Estupendo. Nos leemos. Un saludo.

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