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sábado, 22 de febrero de 2014

FELISA MORENO ORTEGA: «He utilizado a María para contar el peor momento de mi vida.»

Nacida en Noguerones-Alcaudete (Jaén), es Licenciada en Ciencias Económicas y Empresariales. Colabora como articulista en el Diario de Jaén y con diversas publicaciones culturales. En el 2007 su primera novela “La asesina de ojos bondadosos” obtuvo el primer premio del  Certamen de Escritores Noveles de la Diputación de Jaén. “El club de las palabras prohibidas” fue finalista en el certamen de novela juvenil de los Premios Literarios Jaén 2009, y con “Arrugas en la memoria” resultó finalista en los premios López Torrijos y Felipe Trigo. Con más de una treintena de publicaciones en antologías de relatos editadas en España y México, acaba de publicar La nieve en el almendro (El desván de la memoria, 2013).
    El sexo siempre vende y un buen título es fundamental para un libro, asegura Salvador. Comienzo por preguntarle por el ‘sexo’ en esta novela y por el título, ¿cómo llegó a él?
En esta novela tiene importancia el sexo como la tiene en la vida de las personas. No puede calificarse como erótica, ni mucho menos. Simplemente se trataba de abordar la vida de un chico adolescente enamorado de una mujer adulta, y a esa edad, el sexo está muy presente, es más, puede llegar a convertirse en una obsesión. También tiene cabida el sexo adulto, incluso el adúltero, pero siempre tratado con delicadeza, en ningún momento se cae en la pornografía.
Y hablando de títulos, esta novela es como una matrioska, esas muñecas rusas que están una dentro de otra, y, en realidad, tiene dos títulos. La parte que describe la adolescencia de Julián, el protagonista, escrita por Salvador, el camarero aprendiz de escritor, se titula Retazos de amor y sexo. Aquí se narra el despertar de un chico tanto emocional como físicamente a la edad adulta.
El título de La nieve en el almendro lo elegí una vez terminada la novela, ya había barajado otros distintos, pero ninguno me convencía. Hay un momento muy poético, cuando Julián ve a Macarena desnuda y compara su piel con los almendros floridos, que parecen estar nevados. Fue este párrafo el que me inspiró el título: “Al verla desnuda acudió a mi mente la imagen de un almendro nevado de flores, el único árbol que se atreve a desafiar al invierno, a florecer en el helado mes de enero, mientras el resto de las plantas permanecen aletargadas. Así era Macarena, como la nieve en el almendro, una nieve cálida, fabricada con pétalos de flores y capaz de iluminar la grisura que recubría mi vida”.
    Culpa, expiación y redención; tres palabras a lo Crimen y castigo de Tolstoi, quizá muy aventurado por mi parte.

Es cierto que esta novela está marcada por la culpa. Julián se siente responsable de un hecho trágico que ocurrió en su infancia y, durante toda su vida, ha tratado de expiar esa culpa. La forma que elige es aguantar a una mujer que no quiere soportar una existencia que no le satisface en absoluto. Cree que merece su triste existencia. Su abuela le inculcó el miedo al infierno y él quiere pagar en vida para evitar acabar allí. No es algo consciente, ni racional, simplemente se va dejando llevar por las circunstancias y, en vez de reaccionar, va aceptando cada revés de la vida como algo merecido.
La redención viene cuando su pasado se presenta en forma de mendiga, que es en lo que se ha convertido la mujer hermosa que amó de adolescente. Todo se trastoca, empieza a replantearse su vida y toma una decisión que a algunos les puede parecer mala, pero que yo considero que es liberadora.
    ¿Con la edad damos la impresión a los más jóvenes de que estamos de vuelta de todo? ¿Comparte eso de que los humanos florecemos muy pronto y nos marchitamos lentamente?
Yo creo que la impresión que les damos a los jóvenes es que no nos enteramos de nada. Y puede ser que lleven razón. Olvidamos muy pronto lo que significa ser adolescente, dejamos atrás los sueños juveniles con demasiada facilidad, nos obsesionamos por conseguir un trabajo que, en muchos casos, ni siquiera nos satisface. Nos centramos en acumular posesiones materiales y olvidamos lo verdaderamente importante: ser felices con las pequeñas cosas que nos ofrece la vida.
Nunca había pensado eso de florecer pronto y marchitarnos lentamente, puede ser, aunque prefiero pensar que no somos flores perecederas, que en cualquier momento podemos coger las riendas de nuestra vida y volver a florecer, aunque sea a base de abonarnos cada día. En mi caso creo ese momento de nueva floración llegó cuando empecé a escribir, sentí que rejuvenecía, que la escritura me podía sacar de la monotonía de una vida establecida, de ese lento marchitar.
    Una ambientación cuidada de los ‘70 al transitar entre las páginas nombres como: Sandokan, Marco, Jaimito, Torrebruno, Nino Bravo o los payasos de la tele; sin olvidar: el Cola Cao, el Tulipan, las Mirindas o el chicle Bazoka. Háblenos de ello.
Julián tiene más o menos mi edad y no es un hecho aleatorio. Yo quería reflejar los recuerdos de mi infancia. En mi memoria rondaban esos recuerdos, que fui centrando con la ayuda de internet, pues los hechos se desarrollan en 1978 y no quería equivocarme. También pedí ayuda a algunos amigos que  habían crecido en ciudades, para cerciorarme que la vida allí era tal como la describía, pues yo me he criado en un pueblo, y entonces las diferencias eran mayores que ahora.
Mientras me documentaba disfruté mucho, fue una forma de revivir una etapa de mi vida muy feliz.  Y pensé que a la gente de mi edad también podría gustarle estos guiños a esa época.
    Salvador nació en un pueblo de Jaén, de hecho se alude a Alcaudete, quería que nos comentases ese guiño ‘personal’ al lector.
Es una forma de agradecer el hecho de ser profeta en mi tierra. Mis primeros lectores son siempre mis paisanos. Introducir Alcaudete en la novela fue lo mejor que se me ocurrió para dar las gracias por el apoyo incondicional que siempre he recibido en mi pueblo. Por ejemplo, a la presentación de este libro acudieron más de cien personas.
Por otra parte, por mi trabajo en el Área de Desarrollo del Ayuntamiento de Alcaudete, estoy muy implicada en el desarrollo y promoción de mi localidad, es algo que llevo metido en las venas, y la literatura también es una forma de promoción. Salvando las distancias, Antonio Muñoz Molina hace algo parecido cuando sitúa la acción de algunas de sus novelas en Mágina, que todos sabemos que es Úbeda, su ciudad de nacimiento.
   También creo ver guiños a algunos autores como Monterroso o Jack London, no sé si son casuales; aunque en un párrafo he leído la descripción de Julián frente al espejo, ‘un hombre anodino… de los que pasan inadvertidos a los ojos de la mayoría…’; he pensado en la novela La asesina de ojos bondadosos al llegar a ‘Sería el perfecto asesino…’.
Monterroso es un autor de referencia en el relato corto, que es mi género favorito, la mención en la novela es un pequeño homenaje, fruto de mi admiración por él.
En cuanto a London, al nombrarlo quería poner de relieve que un escritor no necesita vivir una experiencia, ni haber estado en un lugar concreto para poder escribir sobre ello. Hay escritores obsesionados en los detalles, se preocupan tanto de la ambientación que olvidan que lo importante es crear historias, al menos desde mi punto de vista. Creo más en la intuición que en la documentación, eso no significa que esta última no sea necesaria, pero no debe convertirse en lo más importante de la novela. Para mí lo interesante es lo que pasa por la cabeza de los personajes, cómo ese medio físico en el que se desenvuelven les influye o les afecta.
La asesina de los ojos bondadosos es una novela distinta, podríamos encuadrarla dentro del género negro o policial, sí bien es cierto que hay un nexo común: también es la culpa la que lleva a Severina, condenada por asesinato, a tomar una decisión que condiciona el resto de su vida. Raquel, la periodista que investiga el asesinato de una madre y siete de sus hijos, trata de descubrir por qué una mujer de apariencia amable ha sido capaz de cometer un crimen tan atroz.
    ´Dicen que si sacas fuera  lo que te hace daño, el dolor disminuye’, comenta Julián.
Es algo de lo que estoy completamente segura. En el momento que verbalizas los problemas, los sentimientos de dolor, de culpa, de miedo…, pierden fuerza. Yo pasé por un hecho muy traumático y lo único que me ayudaba a superar el dolor era compartirlo con los demás, hablar de ello. Poco a poco, el dolor iba atenuándose, como si se fuera diluyendo. Aunque nunca olvidaré lo que pasó, ahora puedo hablar de ello sin emocionarme o ponerlo por escrito en una novela, algo que he hecho en esta: he utilizado a María, un personaje secundario, para contar el peor momento de mi vida. Aunque no he conseguido reflejar lo que sentí como hubiera querido. A veces me cuesta más describir lo vivido que lo imaginado.
    Salvador dice que al ser escritor ‘mi capacidad de observación está más desarrollada’, y que es parte de su ‘capacidad descubrir lo que está oculto bajo la piel’, ¿también opina lo mismo?
Sí, creo que es fundamental que el escritor logre desarrollar su empatía al máximo. Solo así podrá ponerse en la piel de sus personajes. Para ello, además de observar, es fundamental leer muchísimo. Los escritores, sobre todo los buenos escritores, nos pueden transmitir muchas sensaciones que, de otra forma, no podríamos vivir. Respecto a esta novela, algunos hombres me han preguntado cómo sé tanto de ellos, cómo he podido reflejar cosas tan íntimas que ellos creían solo suyas, pertenecientes a su intimidad. No hubiera sido capaz de hacerlo si no hubiera leído a muchos autores masculinos que han ido dejando en mi cabeza retazos de historias. Con ese material, más mi experiencia personal con amigos, familiares, etc., he conseguido construir el personaje de Julián.
    ¿Cuál es el papel de los personajes masculinos tan marcado frente al de los femeninos en esta novela?
Esta novela tiene su origen en un relato titulado “El olor de la miseria”, el protagonista era un hombre y cuando decidí convertirlo en novela lo mantuve así. Me lo planteé como un reto personal. En mi anterior novela, La asesina de los ojos bondadosos, las protagonistas eran dos mujeres, de diferente edad y condición social, pero pertenecientes al género femenino. En La nieve en el almendro los personajes masculinos acaparan el protagonismo: Julián niño, Julián adulto y Salvador, el camarero, son los más importantes, mientras que las mujeres existen a través de la visión que Julián tiene de ellas. Conocemos lo que sienten o piensan a través de sus palabras o de los recuerdos del propio Julián; por tanto, su imagen puede estar distorsionada.
Sobre todo, me interesaba mostrar de qué forma las distintas mujeres que habían pasado por la vida de Julián habían influido sobre él: Macarena, la madre de su mejor amigo de la que está enamorado; Matilde, su mujer; Mariela, la prostituta mulata a la que visita de vez en cuando, su abuela, su madre, su hermana, etc.
    De vuelta a la ambientación, me ha llamado con curiosidad el guiño a la democracia en tanto se menciona el referéndum de la Constitución Española de 1978.
Quería trasladar un recuerdo de mi infancia, en esa fecha yo tenía nueve años y pasaba mucho tiempo en casa de mi tía Cándida. Su suegro, que estuvo varios años en la cárcel durante el franquismo, estaba muy implicado en política y la casa estaba siempre llena de propaganda electoral, de sobres y papeletas. Fue así como tomé contacto con lo que significaba la democracia y la importancia que tenía poder decidir sobre nuestro futuro. Aunque, cuando pasaban las elecciones, mis primas, mi hermana y yo utilizábamos las papeletas para jugar a las maestras.
    A nadie le gusta que le restrieguen la miseria delante de sus caras’, piensa Julián.
¿Y no es así? ¿Cuántas veces hemos esquivado la mirada de un mendigo? Nos parece adecuado ejercer la caridad, pero a distancia, sin que se mezclen con nosotros. Apadrinamos niños, colaboramos con las ONGs, pero que no se nos cuele ningún inmigrante en el piso de al lado, que no se paren los mendigos en nuestro portal. A nadie le gusta darse de frente con la miseria.
    En el lirismo metafórico de esta novela creo sentir las cuatro estaciones, también los cuatro elementos bien identificados: el agua, la tierra, el aire (en forma de gas) y el fuego.
La novela transcurre en otoño e invierno, lo escogí así porque me parecía que eran las estaciones que mejor ambientaban esta historia, pues no puedo negar que es un poco triste. Aunque podríamos decir que Julián adolescente está en la primavera de su vida cuando conoce a Macarena. Las flores del almendro, que simulan la nieve, aparecen de forma recurrente en la novela. Estos árboles florecen en lo más crudo del invierno, como el amor de Julián por Macarena, que es algo hermoso en un barrio pobre y gris.
Por otro lado, en mi novela utilizo el ciclo del agua como una metáfora de la vida de Julián. En el momento actual, tiene más de cuarenta años y su vida está congelada. Nada parece afectarle, sobrelleva un matrimonio desgraciado sin quejarse, se conforma con seguir vivo. La aparición de la mendiga, su antiguo amor de adolescencia, provoca que el agua empiece a descongelarse. Finalmente, Julián consigue liberarse de sus ataduras, ya es un gas, que se expande libre.
El fuego podemos identificarlo en el infierno que la abuela de Julián se empeña en describir una y otra vez al chico. O en la cabellera roja de Macarena. O en el ardor juvenil de Julián.
La tierra está en reflejada en el barrio obrero donde se desarrolla su infancia, o en el bar, su refugio, el único lugar donde consigue sentirse a salvo.
    ¿Cuánto tiempo le ha llevado escribir esta novela y, sobre todo, si la ha escrito de continuo o por el contrario ha dormido entremedias de otras el sueño de los justos, como esperando madurar a la primavera de su finalización?
He necesitado más de tres años para finalizarla. En ese tiempo ha habido muchos abandonos, algunos que yo pensaba definitivos, pero la historia me atraía demasiado y eso me ha ayudado a superar todas mis dudas e inseguridades. Hay momentos en que una novela te pide un descanso o un cambio. En La nieve en el almendro he dudado mucho sobre el tiempo verbal que debía utilizar (pasado o presente) y si narrar en primera o en tercera persona. He cambiado varias veces de opinión, lo que me ha llevado a tener que corregir para, después, volver a la idea inicial. Ha sido mucho trabajo hasta encontrarme a gusto en la narración de la historia. Es la trastienda de la escritura, el lector no debe preocuparse por eso, somos los escritores los que debemos utilizar todas las herramientas a nuestro alcance para que la lectura sea un placer.
    En La nieve en el almendro cobra una especial trascendencia la palabra escrita, por la novela dentro de la novela, pero ¿también la narración oral, los testimonios de los personajes que la vertebran?

Yo necesitaba contar la infancia de Julián con libertad, sin sentirme presionada porque hubiera discordancias entre la edad del que relata y las expresiones que utiliza. Por eso decidí utilizar a Salvador como narrador. Él es un escritor novato, se puede permitir el lujo de escribir lo que le dé la gana. El lector no me puede recriminar nada, pues los errores que haya son de Salvador, no míos, incluso puede que sean premeditados. ¿Por qué no? También era una forma de hacer un homenaje a todos esos escritores que, como yo, tratamos de abrirnos camino en el sector literario, que tiene demasiadas barreras de entrada.
Por otro lado, pienso que los personajes se describen a sí mismos por lo que dicen y cómo lo dicen. No me gustan las descripciones demasiado largas, no se trata de contar, sino de mostrar al lector cómo son esos personajes, con sus acciones y con sus palabras. Por eso le presto una atención especial a los diálogos.

Muchas gracias y mucha suerte, Felisa.

Gracias por la entrevista, me ha parecido original y me ha hecho reflexionar sobre cuestiones que se plantean en mi novela.

    Podéis saber más sobre la autora en su web:  www.felisamoreno.com
La nieve en el almendro puede adquirirse por 12 euros (sin gastos de envío adicionales) enviando un correo a info@editorialeldesvan.com. Además, se incluye como regalo una original libreta de notas y si hacéis referencia a esta entrevista en Maleta de libros recibirás un regalo adicional

2 comentarios:

  1. Gracias, Ginés, ha sido una experiencia muy gratificante ir respondiendo todas tus preguntas y creo que el lector se puede hacer una idea bastante aproximada de lo que encontrarán en La nieve en el almendro. Un abrazo.

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    1. Gracias Felisa; siempre es un placer que los lectores vengan y dejen comentarios en las entradas, en este caso, doble agradecimiento pues los autores de las entrevistas que se acercan a Maleta de libros no sois muchos, y me merece aún más agradecimiento tu comentario. Animo, como bien dices, a los lectores de La nieve en el almendro a que opinen qué les ha parecido tu novela. Un afectuoso saludo.

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