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lunes, 9 de junio de 2014

CLARA MONTERO: «Estoy aquí porque me divierto, porque me gusta escribir, porque me lo paso bien contando historias.»

Entrevisto a la escritora Clara Montero en un local algo ruidoso de Valencia, en su gira de promoción de su tercera novela ‘La piel dorada’. El éxito ha acompañado a esta escritora madrileña pues con su primera novela ‘Una dama en juego’ obtuvo en 2009 el Premio Círculo de Lectores de Novela. Su segunda novela, ‘La Tabla Esmeralda’ ha conquistado a miles de lectores en España y ha sido traducida a varios idiomas. Entre risas y complicidades literarias la entrevisto sobre ‘La piel dorada’.

 ‘La piel dorada’ surge, tengo entendido, en el Museo del Prado, frente al cuadro de Picasso ‘La acróbata en la bola’, también conocido como La niña.

Este es un tema el de las modelos, la figura de las modelos de los artistas que me ha encontrado a mí más que yo a ellas. A mí me gusta pasear por el museo del Prado, tengo la suerte de que vivo cerca y puedo hacerlo a menudo, me gusta perderme y ver qué sucede. Un día estaba delante de esta obra ‘La acróbata en la bola’ de Picasso y bueno, a Picasso todo el mundo le conocía y el cuadro también, pero lo curioso es que no es un cuadro del Museo del Prado, no es de la colección permanente sino que es una obra cedida por el museo Puskhin que vino para una exposición temporal, y al quedar delante del cuadro de los muchos cuadros que contemplé a lo largo de mi vida, empecé a mirar a la niña y pensé en mi hija, vi a mi hija. Me pregunté: ¿por qué acabó esta niña posando para Picasso? ¿Fue algo casual? Me hice una serie de preguntas sobre la figura de la modelo, me dije: qué desconocidas son, qué anónimas son estas mujeres, a todas las ponemos cara pero a veces no sabemos ni quiénes son, no sabemos su historia, aquí tiene que haber algo interesante que contar. Ahora  las modelos las tenemos muy idealizadas, pero en aquella época una mujer que se desnudaba delante de un hombre para posar era una prostituta o eras una mujer de mala vida o una libertina, en cambio ellas no se veían así, consideraban que era un trabajo, el suyo, que contribuía al arte.

Precisamente el arte está muy presente en esta novela, no solo por el personaje de Inés, aunque también lo están el vicio, la decadencia y el lujo de la ciudad de Viena de principios del siglo XX.

Sí, Viena en este caso figura como otro protagonista de la novela. A mí me gusta llevar al lector una imagen de Viena distinta a esa un poco más acartonada de palacios, el vals, Sisí, Motzart, así como los grandes tópicos de la ciudad de Viena. Detrás de este telón maravilloso lo que te encuentras a finales del siglo XIX principios del XX es una ciudad decadente, con problemas económicos, políticos…; era un imperio que se estaba derrumbando poco a poco, una ciudad en la que, en cambio, se da una explosión intelectual, cultural, artística que se ha conocido pocas veces a lo largo de la historia.

¿Cuál ha sido el mayor reto a la hora de presentar al público ‘La piel dorada’ tras el éxito alcanzado con su novela ‘La tabla esmeralda’?

El mayor reto ha sido escribirla… Porque el público te pone cara y me decía que le había gustado mucho, que quería más y eso me daba mucho miedo. Ponerte delante de la pantalla en blanco y ser capaz de repetir una fórmula que no tiene receta, que es el problema: no hay recetas para el éxito. Entonces, al final, yo estoy aquí porque me divierto, porque me gusta escribir, porque me lo paso bien contando historias. Con cada libro descubro algo nuevo que me enriquece personalmente y no quiero perder esa magia, ese vértigo que te da al principio, procuro pasármelo bien, porque si yo me lo paso bien al final el lector se lo va a pasar bien.

Además de la fuerza de sus personajes: de Karl, Hugo, de la baronesa von Zeska, de Inés, quiero preguntarle por esas jóvenes asesinadas y más en concreto por la organización a la que pertenecían: La Maison des manequins.

La Maison des manequins es inventado por mí, no existía como tal, tiene una doble función. sí que es verdad que yo me he basado en esas primeras agencias de modelos que empiezan a surgir entonces, cuando aparece la fotografía sobre todo, porque había muchos artistas que no tenían recursos, lo que hacían era coger los catálogos de modelos de fotografías y compraban o alquilaban, de ahí cojo el germen de las agencias de modelos, y basándome en eso pero yendo un pasito más para hacer un guiño a la anarquía que era el pensamiento de moda que estaba entonces. La Maison era una especie de comuna anárquica en la que no hay normas, el trabajo se pone en común…, todo inventado pero que tiene su base de realidad.

Uno de los protagonistas, el inspector Karl Shlackman mantiene una obsesión con el famoso Jack el Destripador.

Realmente es un recurso que yo utilizo desde la primera frase de la novela para captar la atención del lector, todo el mundo sabe quién es Jack el Destripador, él mismo ya genera una atmosfera. Es lo que hago, le digo: Eh lector colócate en este ambiente, pero ahora vamos a cambiar de ambiente.

Muchas gracias y mucha suerte, Carla.


Por Ginés J. Vera.
Foto: AU Agenda Urbana

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