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lunes, 15 de septiembre de 2014

ALEJANDRA DÍAZ-ORTIZ: «El fenómeno Grey me llamó mucho la atención. Me pareció una especie de Corin Tellado pero con palabrotas».

Alejandra Díaz Ortiz, de la que he leído con verdadero placer mucho (no sé si decir todo) de lo que ha publicado en España, ha gestado recientemente un tercer libro de microrrelatos con el título No hay tres sin dos, tras el éxito de sus  ‘Cuentos Chinos’ (2009) y ‘Pizca de Sal’ (2012), y su novela, ‘Julia’ en 2013. Agradecido y deseando poder tenerla de gira en Valencia bien pronto, os dejo esta entrevista, otro pequeño gran lujo.

Este No hay tres sin dos viene de la mano de sus hermanos Cuentos chinos y Pizca de sal, ¿cómo ha sido el parto? ¿Era un hijo brevemente esperado?

De los tres «partos» quizá éste ha sido el más sosegado. El más sereno. No obstante, ha sido el que más trabajo nos ha dado a mi editor y a mí.  Es curioso, pero mientras que con los otros dos tenía muy claro lo que quería contar, con No hay tres sin dos, tuve muchas dudas.

¿Por qué dos partes, y no tres, en este libro? Estos dos movimientos musicales, ¿nos invitan a escuchar la palabra escrita?

Lo has pillado, Ginés. La musicalidad de las palabras. La banda sonora que en cada página ponga el lector. Incluso, el ritmo del silencio a través de cada punto y coma.

Hiperbreves, microficciones y prosa poética, no me decido entre estos tres registros para hablar de su libro en dos palabras.

Te aseguro que es involuntario, pero bien advirtió Aute: soy caótica cuando de escribir se trata. Tan solo me propongo dar voz a los diferentes estados de ánimo por los que vamos pasando a cada momento. No siempre estamos expansivos, a veces estamos parcos. Otras tantas, desparramamos locuaces. Y hay momentos en que tan solo basta una sola palabra o, por lo contrario, nos urge un discurso completo.

Comparten triángulo amoroso la economía del lenguaje, el doble sentido y la complicidad a tres manos: autora, lector y texto… o viceversa.

Sobre todo de la complicidad. Yo no soy nadie sin la mirada del lector. Y sin el sentido, doble, triple y hasta orgiástico, que el lector quiera hacer de mis historias.

¿Se puede decir de los personajes de estas historias eso de que: cualquier parecido con la realidad (no) es pura coincidencia?

Pues sí.  Estoy segura de que casi todos los mortales hemos pasado por alguna historia de amor que nos ha hecho felizmente desgraciados. ¿Quién no echa de menos a aquel amor eterno que apenas duro un suspiro? ¿Quién no ha mentido en nombre del amor? Bueno, supongo que habrá alguien que no haya mentido. Pero yo no le conozco.

‘No hay respuestas que esperar porque no hay preguntas que hacer’, leo en el relato Dos parcelas y un solar.

Qué triste, ¿no, Ginés? Pero es la realidad de muchas parejas, sobre todo, las perfectas. Esas historias en las que ya está todo tan asumido, que hasta amarse forma parte de la rutina. Como cuando alguien me dijo una vez: «Si estoy contigo es porque te quiero, ¿para que necesitas que te lo diga?» Pues mira, sí, yo soy de las personas que necesitan escucharlo cada día y de todas las formas posibles. Me horrorizo cuando alguien presume: «Nos conocemos tanto que no nos hace falta ni hablar».

Me ha gustado especialmente una de las citas que encabeza un relato, la del poeta  Oliveiro Girondo, sobre los libros, los relojes y los salchichones.

Gran poeta argentino que precisa muy bien cómo debe ser un libro. “Un libro debe construirse como un reloj y venderse como un salchichón”. Por fortuna, he tenido la suerte de caer en el catálogo de Trama editorial y del editor Manuel Ortuño, que es un experto relojero. No es fácil dar con tu «pareja ideal» en ese sentido, y yo he tenido la gran suerte de encontrarla. Lo que también nos permite divertirnos cuando vamos, de librería en librería, a tratar de vender nuestros «salchichones».

‘A veces, sin darnos cuenta, podemos llegar a ser personas felices.’ Da que pensar, ¿no le parece?

¿No te ha pasado que a veces te levantas de la cama completamente feliz sin tener la menor idea de la razón?

Guiños con nombres propios a Sarkosy o Grey (el del libro de sexo ficción), y veladamente a Bowie y a un Arturo Pérez-Vargas.

Un poco de actualidad no viene mal. El fenómeno Grey me llamó mucho la atención. Traté de leer los tres libros, pero confieso que me quedé a la mitad del tercero. Me pareció una especie de Corin Tellado pero con palabrotas. ¿Y qué decir del montón de comentarios que escuchaba a mí alrededor, de las amigas o en el metro o en la peluquería? Eso me llevó a hacer una reflexión sobre su éxito mundial. ¿Tan mal sexo tenemos en casa?
En cuanto a Bowie, icono en mi juventud, me inspiró el cuento tras ver su último video. Despojado de cualquier tipo de vanidad, nos muestra en primer plano el paso del tiempo, mientras con nostalgia −casi en un susurro− nos pregunta: ¿Dónde estamos ahora? (Where are we now?) Una pregunta muy dura para responder un domingo cualquiera.

Un pequeño gran lujo en la contraportada: John Hemingway.

Cierto, un lujazo. ¿Quién me iba a decir a mí que iba a estar tan cerca de un Nobel? A dos generaciones nada más. La historia fue así: John, que es nieto del célebre Ernest Hemingway, y yo somos amigos virtuales desde hace un par de años. Él también escribe y hace crítica literaria, pero vive en Canadá. Nos seguimos a través de las redes. Un día me escribió para decirme que quería traducir unos de mis cuentos. Precisamente el que citaste más arriba, el de las dos parcelas y un solar. «¡Por supuesto que sí! –le dije–. Y ya que estás con ello, ¿podrías leer algunos de los cuentos que estoy preparando para el nuevo libro?». Generoso, accedió. Y así fue cómo surgió lo de la contraportada. La verdad es que cada uno de mis «niños» ha escogido un buen padrino.

El arte de no aburrir ¿es no contarlo todo?


¡Por supuesto! La imaginación al poder. Quizá por eso no soy muy partidaria de las playas nudistas ni de las películas porno. Prefiero el arte del erotismo o un buen juego de palabras que, casi siempre, te remitirán a momentos llenos de placer.

Muchas gracias, de verdad, Alejandra, y mucha suerte.

Por Ginés J. Vera.

2 comentarios:

  1. Pues no conocía a esta autora y ahora me dejas con ganas de probar con alguna de sus novelas.
    Besotes!!!

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    1. Gracias por tu comentario Margari. Como no sé si sabes, además de entrevistar y reseñar libros también escribo. He tenido la oportunidad de poder leer los 3 libros de microrrelatos de Alejandra (y su novela Julia) y como lector me fascinan, como escritor siento envidia sana, y como humilde docente de talleres de escritura algunos de esos microrrelatos los he puesto como ejemplo en mis talleres. Poco más puedo añadir, te recomiendo en la medida te sea posible acercarte a la obra de esta autora. Gracias y un saludo.

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