Ha sido todo un
privilegio poder conocer y entrevistar al escritor y académico de la Real
Academia Española. Como aficionado a los relatos y microrrelatos ya como
lector, ya como escritor, tener la oportunidad de conversar con Merino es todo
un lujo. José María Merino (A Coruña,
1941) ha recibido numerosos premios y distinciones tanto por sus novelas,
novelas juveniles como por sus cuentos quizá destacar entre todos ellos el
Premio Nacional de Literatura Juvenil en 1993, o el Premio Nacional de
Narrativa en 2013. Le entrevisto en su paso promocional por Valencia tras publicar
el libro de relatos y microrrelatos ‘La trama oculta’ (Páginas de espuma,
2014).
Háblenos de este libro que en realidad
vemos dividido en tres partes: una realista, una más fantástica y la de
microrrelatos siendo que las dos primeras las acompaña de breves introducciones
a cada cuento.
El libro
planteaba un problema de estructura. A mí, tanto las novelas como los libros de
cuentos, me gusta darles una estructura adecuada, la que yo pienso que es mejor
para el libro. En este caso eran cuentos muy distintos, al principio eran los
realistas y los fantásticos los que yo pensaba agrupar, luego me dije: ¿y cómo
doy coherencia a esta? Yo he hecho cuentos relacionados con un mismo paisaje,
con un mismo lugar, etc., luego se me ocurrió hacer una pequeña introducción a
los cuentos y estando en esto dije: ¿y por qué no incluir una tercera parte y
darle una perspectiva más amplia de microcuentos? Le di muchas vueltas a la
estructura.
Lo de la introducción a los cuentos la
verdad es que es en cierto punto original, recuerdo un par de libros así, quizá
el que más uno de Stephen King, ‘Nada es eventual’.
En realidad
esto enlaza con la tradición más antigua de nuestra cultura que es el Calila e
Dimna, hay un marco, hay alguien que está hablando y dentro de esa narración se
van incluyendo los cuentos, o sea que, efectivamente, no lo vemos mucho pero la
tradición es muy antigua.
Menciona en el libro que estos relatos ‘están
cargados de sombras de recuerdos personales de sus años jóvenes’. De hecho veo
ese guiño a León donde me consta pasó su niñez y juventud aunque es usted de A
Coruña.
Lo que pasa es
que este libro puede que tenga mucho que ver con la edad de uno y la
experiencia, uno lleva ya mucho tiempo haciendo cuentos viendo pasar la vida y
de pronto pensé: estos cuentos heterogéneos voy a ver que tengan que ver con
mis vivencias personales; luego, poco a poco, fui derivando a ese aspecto del
sueño, de lo misterioso, de lo extraño. Cuando se me ocurrió darles esto de la introducción,
se me ocurrió también un cuento nuevo: la estructura propició un cuento nuevo.
Regresando a los cuentos de La trama oculta
me ha llamado la atención en el relato homónimo que el personaje de Arturo
refiera a ‘la conciencia de lo que no necesitaba estar escrito para existir’.
Efectivamente,
la escritura hace que las cosas sean ciertas, que las cosas sean verosímiles. A
mi me gusta decir que la realidad no necesita ser verosímil, se produce y puede
ser la realidad más absurda del mundo, pero la escritura da certeza a las
cosas, es lo que las convierta en algo palpable, las complementa. Sin embargo
no necesitaríamos la escritura ni siquiera la expresión para que las cosas
estén ahí, para que los sentimientos estén ahí. Muchas veces la trama oculta
precisamente es lo que está por debajo y no expresamos nunca de manera
definida.
‘En la literatura se vierte la vida
disfrazándose en forma de tramas que, paradójicamente, la hacen claramente
reconocible’, leo en su relato ‘El filtro de Venus’.
Pues sí, porque
yo creo que la realidad es bastante extraña. Si no hubiese existido la ficción
desde que está en el mundo cada generación tendría que saberse preguntado:
‘pero, ¿qué me está pasando?…’, ‘me estoy enamorando…’, o ‘estoy odiando a
fulano…’ Gracias a la ficción ya tenemos nuestra psicología, está ordenada en
la memoria. Incluso grandes psicólogos como Freud acudieron a la escritura para
explicar nuestra conducta. La literatura es la gran escuela del comportamiento,
de ahí sabemos lo que nos pasa, nos ha enseñado lo que nos pasa.
En el libro se incluye un fragmento de una
obra pictórica, un supuesto retrato de Lucrecia Borgia. El narrador nos dice
que ‘solo por el milagro del arte y los azares de la fortuna ese cuadro que fue pintado hace quinientos años
permanece incólume’.
Ese cuento
nació directamente cuando vi el supuesto retrato de Lucrecia Borgia en el Städel
de Frankfurt del Maine. A mi es que es un cuadro que me fascinó, es un cuadro
que te está diciendo: aprovecha la vida,
la visa es muy efímera; yo ya he pasado, yo existí hace 500 años, estas flores
que tengo en la mano ya no son nada; yo no soy nada. Compré una preciosa
reproducción y se me ocurrió el cuento sobre lo efímero. Además, lo comparo un
poco con el de La Mona Lisa que está deteriorándose cada vez más por problemas
técnicas, se está esfumando mientras que este está con una frescura asombrosa.
Quizá también esa sensación de lo efímero
se vea en el relato ‘El fin del mundo’, donde he anotado esta frase: ‘creo que
cierta sospecha del fin del mundo nos persigue a lo largo de la vida’.
Claro,
evidentemente para todos terminará el mundo alguna vez, y siempre lo intuimos,
yo creo, por lo menos yo, a lo mejor ya es mi edad, hay un secreto ahí, un
murmullo que me dice: el mundo va a terminar, el mundo no es eterno...
Ya que incluye en la tercera parte de ‘La
trama oculta’ una colección de microrrelatos me gustaría preguntarle por esos
escritores que parecen estar en contra de este género, que parecen denostarlo.
Yo, que soy muy
aficionado al arte, es como si alguien me dijese que es absurdo pintar sobre
cristal; mire usted, el soporte es lo de menos lo importante es la calidad del
producto. O como si usted me dice: mire usted un oleo de menos de 15 cm por 25 cm
ya no vale. Pues mire usted ahí están todas las miniaturas medievales, hay
pequeñísimos cuadros; valoren sí, valoren el valor literario.
Antes escribía
poesía pero un día me dejó, un día la poesía me dejó; era una poesía muy
narrativa, alguna vez la he vuelto a releer y he dicho: caramba, estos son
minicuentos, escribía un poco minicuentos sin saberlo.
Un día, mi amigo
Antonio Fernández Ferrer que sacó un libro de microrrealtos titulado ‘La mano en la hormiga’ en homenaje a un microrrelato
de Juan Ramón Jiménez –que los escribía muy buenos–, me dijo un día: ‘escribe
algún minicuento, venga, anímate’. Yo me enteré de lo que era un minicuento y escribí
tres. De vez en cuando se me ocurren minicuentos, incluso tengo un libro
exclusivamente de minicuentos: ‘Los cuentos del libro del amor’.
Yo no lo puedo
entender, porque sí tengo algún compañero que es muy despectivo con el género.
Novelas hay espantosas, largas y cortas, las hay muy malas; cuentos los hay
buenos y malos; entonces, ¿por qué los minicuentos van a ser malos per sé?
Muchas gracias y mucha suerte José María.
Por Ginés J. Vera.
Un autor al que tengo que descubrir aún. Y no me importaría nada hacerlo con este último libro. Me gustan los microrrelatos. Hay que tener mucho talento para contar una historia con tan pocas palabras.
ResponderEliminarBesotes!!!
Hola Margari. Gracias por tu comentario. La verdad es que sí, se requiere talento para decir mucho con poco, esto lo digo como lector, confío en que nadie me tilde de presuntuoso al haberme leído por ahí, al pensar que lo digo como autor. A Merino lo descubrí hace años, además de este libro te recomiendo Historias de otro lugar. Ya me cuentas. Un saludo.
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