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lunes, 30 de marzo de 2015

JORGE E. BENAVIDES: «Nuestra vida está compuesta de personajes secundarios y su existencia es lo que define mejor nuestros contornos».

En esta ocasión tengo el privilegio de poder entrevistar para Maleta de libros a Jorge E. Benavides a quien conocí años atrás en una desaparecida librería de Valencia, solo que esta vez para intercambiar impresiones sobre su novela ‘La paz de los vencidos’. Peruano de nacimiento, desde 1991 hasta el 2002 vivió en Tenerife. Ha colaborado con prestigiosas revistas tanto de nuestro país como de Perú, destacando entre las novelas publicadas anteriormente: La noche de Morgana (2005), Un millón de soles (2008) o Un asunto sentimental (2013). Fue finalista en la Bienal de Cuentos de COPE en 1989 y también en la del certamen de cuentos NH (España) del año 2000, en el Premio Tigre Juan de 2003 y en el Rómulo Gallego de ese mismo año. Ha sido Premio Nuevo Talento FNAC en 2003. Con su novela ‘El enigma del convento’ ha obtenido el premio Torrente Ballester.


¿Qué ha viajado de usted como autor en esta novela, a ese protagonista que llega de Perú a Canarias para ganarse la vida, más allá de lo circunstancial?

Supongo que lo principal es la mirada, la extrañeza de adaptarse a un lugar ajeno, lejano y remoto como solo podían estar los lugares antes de internet. Se trata de una mirada virgen, siempre sorprendida, que nunca más recuperaremos. Y eso es algo que a mí me ocurrió, como a cualquier que llega a instalarse a otra ciudad, ya digo, tan lejana y ajena como podía ser para mí Santa Cruz, hace casi veinticinco años. Eso es lo que quise que fuera la visión del narrador protagonista, pues de otro modo nada de lo que se contase tendría sentido.

No sé si ver un guiño a la precariedad de los trabajos en esta sociedad tecnológica, precariedad asociada con esa necesidad personal de sabernos útiles aferrados a un trabajo, aunque sea mínimo, mal retribuido, ‘condenado a la eventualidad’ como reflexiona el protagonista.

Bueno, en todo caso sería un anticipo porque, como digo, la novela está ambientada en una época radicalmente distinta a esta. Y la precariedad económica resulta habitualmente consustancial al inmigrante. Hoy esa precariedad se ha extendido a amplios sectores de la sociedad que hasta hace poco ni se imaginaban que podrían vivirla.

A la hora de gestar ‘La paz de los vencidos’, ¿decidió el formato de narración en primera persona y el de diario con la intención de aproximar aún más al lector con la realidad a veces fragmentada y desorientada del protagonista?

Sí, tenía claro que la mejor manera de abordar una narración de este tipo era a través de la reflexión más íntima, y que el diario se presentaba bastante bien para este propósito. Cada relato tiene una manera de contarse, y encontrar esa forma es la primera preocupación para el escritor. No puedo imaginarme esta historia contada desde otro ángulo.

Creo que los personajes secundarios, por así decirlo, son como esa cita de Faulkner (… en mitad de la noche una cerilla no ilumina apenas nada, pero nos permite ver cuánta oscuridad hay a su alrededor), dan la verdadera dimensión de quien se mira cada día en el espejo de su vida en la vida de los demás, ¿no le parece?

Creo que en las novelas, los personajes secundarios e incluso los “figurantes” son una parte realmente importante, porque constituyen el entorno de los personajes principales y ayudan a comprenderlos mejor, a verlos como seres reales y no sólo como estereotipos. Nuestra vida, la vida de cualquier, está compuesta de personajes secundarios y su existencia es lo que define mejor nuestros contornos.

Extraigo una frase de la novela: ‘Uno no llega a comprender bien la soledad hasta que se encuentra cara a cara con ella. Me estoy refiriendo a esa soledad (…) que conduce al exilio de nosotros mismos’.

Creo que muchos pensamos de la soledad sólo su parte más “visible” y esta suele tener un cierto perfil romántico. Pero hay un tipo de soledad que no tiene nada de romántica, que es brutalmente inevitable y que termina por llevarnos al aislamiento más absoluto. Nos vuelve invisibles y luego termina por convertirnos en seres extraños para nosotros mismos. Es la soledad que viven los desarraigados, los que han sido excluidos del sistema, como el viejo profesor de mi historia.

También hay libros, literatura, el sueño de convertirse en escritor entre estas páginas, se respira el humo de cigarrillos a lo Cortázar en París, a lo tertulia de bar y escapar de la vida rutinaria mediante la vida literaria de otros.

Es una novela innegablemente tributaria no sólo de mis lecturas más queridas, sino de una forma de entender la literatura tal como yo la veía, como la veían otros amigos de mi generación. Un oficio apasionante y casi excluyente, donde el aspecto bohemio podía ser un atractivo pero también un peligro, una luz que encandila y termina por destruir. Y también hay tabaco porque se fumaba en los bares. Es un paisaje muy extraño y muy distinto al actual: no hay móviles, no hay euros, no hay internet ni twitter ni tabaco en los bares. El mundo parecía un poco más tangible.

Esta novela ha merecido el XII Premio de Novela Corta Julio Ramón Ribeyro (quien curiosamente fue otro gran escritor peruano, exiliado en el viejo continente). ¿Qué le supuso para usted este premio y qué cree que le aporta a la novela cara a los lectores?

Es, sin duda, un premio del que me siento muy honrado. Lleva el nombre de uno de nuestros grandes escritores del siglo pasado. Y además, la novela tiene una cierta raigambre ribeyriana, como ha señalado parte de la crítica, especialmente en el Perú. De manera que es un premio muy importante  y muy querido por mí.

¿Mientras se tiene esperanza no se está vencido del todo, aunque no se logre la deseada paz interior de noche o en los momentos de reflexión con uno mismo?

Bueno, el título hace alusión más bien al sosiego que se puede experimentar cuando decidimos que sería insensato luchar más en determinadas circunstancias. Y eso es lo que de alguna manera pretende trasmitir esta historia de outsiders y gente que fracasa: todos, de una u otra manera, saben que están vencidos, y su rendición trae una suerte de paz y sosiego.

Muchas gracias y mucha suerte, Jorge.

Por Ginés J. Vera.
Foto: web de Jorge E. Benavides


2 comentarios:

  1. Sí, esa soledad que señala el autor no tiene nada de romántica. Y por desgracia, muy real... Gracias de nuevo por darme a conocer a este autor. Y me llevo bien apuntada su ultima novela, que me ha llamado mucho la atención.
    Besotes!!!

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  2. Gracias Margari, un placer semana a semana ir trayendo autores y sus obras para que las conozcáis. Un saludo cordial en pleno fin de semana de Pascua.

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