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martes, 8 de diciembre de 2015

EDMUNDO DÍAZ CONDE: «A este asesino fui un poco encontrándomelo por el camino».



De nuevo me reúno con Edmundo Díaz Conde en un hotel de Valencia, cambiamos de escenario y de novela, aunque no de camaradería y buen ambiente, no podía ser de otra forma. Le entrevisto en esta ocasión como flamante ganador del XLVII Premio de Novela Ateneo de Sevilla 2015. En ‘El hombre que amó a Eve Paradise’ (Algaida, 2015) se conjugan temas aparentemente deslavazados del eje argumental, pero Díaz Conde nos lo explica. También me muestra al final de la entrevista un cartel de época muy al hilo de uno de esos temas. Os dejo al final el enlace de la entrevista que ya le hiciera tras publicar ‘El príncipe de los piratas’ (2013).

«Me alegro mucho que me preguntes eso –dice con cierta ironía, tras la primera cuestión, pues bromeo a sabiendas de que no soy el primero en preguntarle por El asesino de la Tarjeta Postal y la relación entre este y el asesino de su novela–. Me gusta mucho hablar de ello –añade, y nos ponemos cómodos, atento a la explicación–. La historia gira en torno, fundamentalmente, a la investigación de cinco crímenes truculentos, hay un asesino (que no sabemos quién es) cuya identidad se investiga a lo largo y ancho de la novela. 

»Cuando pensamos en un serial killer (lo que se entiende por tal ahora, se acuñó en los años 70 en el FBI), pensamos rápidamente en Jack el Destripador, pero el modelo de asesino que yo tomé comenzó su carrera delictiva y criminal cinco años antes que Jack el Destripador, en 1883, en Nueva Inglaterra, en USA. Se dedicada a matar chicos jóvenes que se dedicaban a vender periódicos.  Se le denominó El asesino de la postal ó de la tarjeta postal porque tenía la pérfida costumbre de enviar postales a las familias de sus víctimas indicándoles lo qué había ocurrido y dónde estaba el cadáver. Este es el antecedente del que tomé al asesino de mi novela.

Precisamente sobre el tema del personaje soy yo el que empiezo a disertar, defecto profesional, sobre los personajes y su construcción como autores, como escritores; le indico a modo de guiño esa importancia en fase creativa de visualizarlos, de componerlos quizá a partir de uno o varios referentes. 

Tienes mucha razón –admite–, un buen personaje es un monstruo de Frankstein en el que tú vas adobando y construyendo a base de trozos de pequeños visiones, de rasgos de personalidades, de rasgos, de gente a veces próxima y a veces histórica; en este caso ,el tipo me llamó mucho la atención y a menudo me preguntaba por el primer serial killer de la Historia y el primer criminal sobre el que se trazó el primer perfil criminológico, en torno a mil novecientos y poco, ya que se le capturó en 1912.
»Su perfil criminalístico fue exitoso, se le capturó gracias a eso y a la grafía de las postales: hay gente que identificó la letra en ellas. Ciertas características hicieron mella en mi imaginación y me permitió construir el personaje. 

»A este asesino fui un poco encontrándomelo por el camino –enarco una ceja pensando mentalmente en ese encuentro–. Es una novela que está basada en una documentación sobrevenida, escalonada. A él me lo encontré durante la escritura, no apareció al principio, pensé que era una perla y tenía que agarrarla.

Con la segunda pregunta es él quien me pregunta si me interesaría ver un pasquín con el que viaja a las presentaciones.  –Tengo un pasquín, para mi gusto una perlita, que es un cartel que se colgó en un montón de pueblos de España, en casas, en tapias, etc–.   Dudo, asiento y le digo que más tarde, que estamos grabando la entrevista. Y es que le pregunto por otro de los grandes temas de la novela, la emigración española a principios del siglo XX a los USA.

Y, ¿qué es lo que decía? –Prosigue aludiendo a esa ‘joyita’–, decía: ‘Emigración con pasaje gratuito a Hawai’. Eso, en realidad, era una recluta en toda regla por parte del gobierno de Hawai y de los plantadores de caña de Hawai. ¿Qué es lo que pretendían? Jornaleros reclutados entre los países meridionales de Europa, porque se suponía que podían soportar mejor las conmociones climáticas del archipiélago de Hawai. Y así fue, reclutaron entre 1900 y 1913 a 8089 españoles. Un barco salió de Vigo, y unos cuantos de Málaga y Gibraltar con destino a Hawai. Dadas las condiciones de Hawai eran mucho peor que las que se podía imaginar, muchos regresaron a España, otros desembarcaron en California; realmente es una emigración muy desconocida. 8089 tíos, que sufrieron prácticamente un poco lo que están sufriendo muchos de los emigrantes de estos días. Me pareció interesante comentarlo, sobre todo porque esa perlita me lo comunicó una señora cuyo abuelo fue allí. Esta señora que conocí en Sevilla se llamaba Esperanza, era malagueña, y su abuelo hizo la travesía en un barco -que aparece en la novela-, que iba cargado de emigrantes, muchos de ellos que huían de la guerra intermitente que se había desatado entre España y Marruecos. Como no querían ir a la guerra, no querían ser reclutados, se vestían de mujer y, una vez traspasadas las islas Canarias, se despojaban de las vestimentas de mujeres. 

»Hay un testimonio de épica, desconocida, que se refleja perfectamente en ese pasquín y me pareció que era el germen de esta novela, quién me iba a decir a mí que iba a desembocar en una novela cuya columna principal son unas crímenes, pero sí me permitió conjugar ambos mundos.

La tercera pregunta también es otro de los temas importantes que Díaz Conde aborda en su novela: el de la hipnosis, tan subestimada como desconocida, a pesar de que los científicos han demostrado su relación con procesos de la memoria y el dolor, le digo. Afirma que sí. 

Es verdad, todos conocemos un poco por libros, películas, documentales, etc., que la hipnosis tiene su punto de leyenda, de interés para todos, ¿no?, pero es cierto que en los últimos años, no desde hace mucho, ha adquirido carta de naturaleza. Los científicos mismos, a través de los escáneres, han descubierto que se producen modificaciones en las capacidades cognitivas, que se podría utilizar con finalidades terapéuticas, etc. ¿Qué es lo que ocurre? Ni más ni menos que es cierto, está probado, que una voluntad suficientemente poderosa es capaz de modificar ciertas conductas y de dirigir ciertas conductas hacia donde el propio hipnotizador quiere, siempre que el hipnotizado no esté moralmente en contra de aquello que se lo ordena y tenga la seguridad de que quiere ser hipnotizado y pasar por el trace 

»La hipnosis, claro, me permitía explorar un terreno que me parecía importante, teniendo en cuenta la intriga, que era la columna vertebral de la novela, todo tenía que estar subestimado a la intriga, y la hipnosis podía darme tantas posibilidades… –Es aquí donde Edmundo (a estas alturas ya me permito tutearle por la confianza generada) me sorprende con un dato curioso, sin duda–. Abrí esa puerta hacia el trance hipnótico a través de una novela que se publicó en 1894 titulada Trilby, esta novela la escribió George Du Maurier, el tío del autor de ‘Rebeca’; se convirtió en el primer best seller de la historia tal como lo conocemos. Y, ¿a qué viene esto ahora? Pues a que la protagonista, que lleva el nombre del título de la novela, es una cantante que es hipnotizada y, gracias al proceso de hipnosis, se convierte en una cantante exitosa, la más famosa del mundo. 

»Pensé que esto podía aprovecharlo, que rimaba muy bien con la historia que yo quería contar, y así fue. La hipnosis al final adquiere una importancia en la peripecia de la novela, como terapia, como proceso terapéutico de regresión, como sospecha, porque no olvidemos que no deja de ser una novela de sospecha con una investigación de por medio y tiene una importancia con la peripecia de la novela. 

»También tiene importancia el que existen dos tipos de mandato u órdenes en la hipnosis: la intrahipnótica y la posthipnótica. –Ante mi cara de perplejidad, y de curiosidad también, sonríe y me explica que–: La intrahipnótica es aquella orden que tiene lugar cuando tú la haces en pleno proceso de hipnosis y que obedece al hipnotizador; y la posthipnótica, es cuando tú ordenas algo después del trance, esta diferencia no es baladí en esta novela.

La conversación, y por añadidura la entrevista, se alargó más aún sobre la novela y algunos detalles tan interesantes o más que los que me había contado, pero he preferido dejar algo de misterio, siguiendo la cita de Voltaire, la de que ‘el secreto de no aburrir es no contarlo todo’.

Muchas gracias y mucha suerte, Edmundo.

Por Ginés J. Vera.

2 comentarios:

  1. Se nota que fue una conversación muy entretenida. Y si ya tenía fichadito este libro, ahora más ganas le tengo.
    Besotes!!!

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    1. Un saludo Margari. El libro creo que te gustará, por la parte verídica pero también por la trama en sí. Como acostumbro a decir, cuando lo leas tu opinión será bien recibida en este blog. Gracias.

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