El debutante en la cocina literaria Juan Carlos Iglesias nos agasaja en “De lobos y corderos” (Edhasa) con una opera prima casi inclasificable. Porque su novela es una zarzuela de carne y pescado. Símil facilón para decir que entre las más de cuatrocientas páginas, Iglesias ofrece un menú de personajes bien trabajados, con una trama contundente y un final de los que le hacen a uno pedir que venga el cocinero.
Tanto guiño a lo culinario no es baladí. No hay más que echar un ojo a su biografía en el postre de esta reseña. Volviendo al mantel, ese lienzo blanco, como en la portada con un gorro manchado de sangre, se tiñe de esta. Hay, y mucha, en “De lobos y corderos”. Hay sangre, y también amor, sudor y lágrimas. Un buen aliño de humor chorretea esta novela. Y unos personajes centrales de lo más variopintos emplatados en un penal próximo a Barcelona. Pero este es un menú literario intercultural, por ello, en sus capítulos la trama salta de Barcelona a París, al río Congo o al lago Pichola en la India, por poner tres ejemplos.
Hay descripciones muy cervantinas, casi rozando el género picaresco a lo Quevedo y su buscón. Hallamos personajes secundarios con narraciones de sus vidas dignas de una película de Tarantino o el recientemente desaparecido José Luis Cuerda. Quienes quieran saborear este “De lobos y corderos” que lo haga sin duda desde el principio, del entrante a los platos principales al postre. Pero si hay quien quiere hacer un culinario homenaje a las raíces gallegas del autor y decidiera morder la novela como un pimiento de Padrón… se lo pondré fácil. Vaya, vaya y muerda sin arrobo el capítulo El baile de máscaras. Bocato di cardinale.
Y acabo con un cava, como toca, más allá del juego fonético, como en una buena celebración gastronómica festiva. En este caso, brindando por esta novela, por los comensales que la van a disfrutar y para que no sea cierto eso que nos apunta su autor en la larga dedicatoria, casi un menú de restaurant, al referir un humilde “a saber si escribo otro libro”.
Camarero, por favor, aquí; yo tomaré de segundo uno muy hecho con salsa de diamantes a la namibiana. El chef me conoce, pregunte, pregunte.
Juan Carlos Iglesias lleva toda su vida profesional dedicado a la restauración. En el Grup Iglesias comparte con sus hermanos la dirección de un grupo de restaurantes de prestigio y con los hermanos Adriá, alma del proyecto, crea "El barri", espacio gastronómico de barrio renombrado mundialmente. Aunque estudió Derecho en la UAB siempre ha sentido la llamada del calor humano que da el contacto con los clientes y el espíritu aventurero del riesgo empresarial y la felicidad sencilla que transmite el que da de comer a los demás.
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