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martes, 16 de febrero de 2021

Marinos mercantes. Entrevista a Gonzalo Sáenz

Hace unos días publiqué una reseña del libro Marinos Mercantes (Torre de Lis) de  Gonzalo Sáenz. Hoy comparto con vosotros la entrevista que me concedió al hilo de su novela. Espero que la disfrutéis y os animéis a leerla.

G.V.: Leo en su biografía que su pasión por el mar le ha llevado a navegar por el Atlántico. Desde Edimburgo hasta las costas canario-saharianas. ¿Surgió en alguno de estos viajes la idea de escribir Marinos mercantes?¿Quizá de alguna anécdota de su padre, marino mercante, a quien dedica este libro?

G. S.: Así es. La mayoría de los hechos que se relatan en el libro son reales y muchos de ellos vividos en primera persona por mi padre. Mi padre se pasó mucho tiempo navegando en grandes buques mercantes que recorrían los mares de todo el mundo y cuando regresaba a casa, después de pasar varios meses navegando, me contaba historias increíbles. El último barco que capitaneó fue el Esperanza del Mar, un buque hospital que socorre a otras embarcaciones. También recuerdo las reuniones de marinos en el salón de mi casa y como sus conversaciones me dejaron con la boca abierta más de una vez. Realmente, las anécdotas más curiosas del libro no son inventadas, sino basadas en hechos reales, y sentí la necesidad de cristalizarlas en esta obra.

G.V.: Hallamos también en esta nouvelle referencias literarias. Por ejemplo, una cita de Mercé Rodoreda o el libro Mar Adentro de Caballero Bonald. Tuve oportunidad de hablar con un capitán de embarcación y me dijo que la gente de mar es muy lectora. Quizá por el tiempo para leer durante las travesías, pensé. Háblenos de la inclusión de esas dos referencias en Marinos mercantes y si es verdad esa afición lectora entre la marinería.

G. S.: Las opciones de ocio para los marinos están limitadas porque no pueden salir del barco, muchas veces, ni siquiera de su pequeño camarote. Los marinos siempre llevan en sus barcos naipes y libros para matar las horas que tienen libres. Con la literatura pueden viajar con la mente, evadirse de su buque. Mi padre, desde liego, era un lector voraz, y de hecho, le recuerdo siempre aconsejándome obras de Víctor Hugo, Delibes, Dickens, Shakespeare o Dostoievski. Hay obras clásicas que aún no he leído de tantas veces que escuché a mi padre pedirme que las leyera, pues como decía Borges, el verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta el modo imperativo.  

G.V.: Más o menos a mitad de novela leemos que el protagonista de Marinos mercantes vivió la mayor de las desgracias navegando en el Talasa. Háblenos de la parte de ficción y de la parte de realidad que ha querido incluir en esta historia marinera.

G. S.: En este libro hay una labor de documentación tan amplia y concienzuda que el primer borrador de la obra me pareció un ensayo novelado sobre los marinos mercantes. 

La trama amorosa del libro es pura ficción, aunque podría ser perfectamente real, pero las aventuras y peripecias que viven los tripulantes del Talasa están sacados de historias reales que a veces han ocupado titulares en la prensa, como el hundimiento de un carguero español en el puerto de Alveiro, Portugal. Mientras descargaban 2.000 toneladas de cemento el barco se escoró a estribor y se hundió en menos de cinco minutos. Probablemente se trató de un corrimiento de la carga, el caso es que el hundimiento del buque cementero sorprendió a bordo a muchos de sus tripulantes. Los marinos que lograron saltar al agua fueron recogidos por un buque noruego, pero en las horas siguientes, los servicios de rescate recogieron los cadáveres del capitán y del primer oficial y otros marineros que fallecieron en el accidente.

G.V.: Hay nombres propios en Marinos mercantes que pueden sonar exóticos a la gente de tierra, leemos, pero que son todo menos tranquilos para muchos marinos de embarcaciones comerciales o de pesca. Háblenos del Golfo de Adén, Dar es Salaan, Callao, Bellawan, Sumatra o Chittagong.

   G. S.: Yo he navegado con mi padre desde Vigo a Edimburgo en el Cobres, un buque con un cargamento de automóviles nuevos, por el río Rin hasta Estrasburgo en el Mosquitera, un pequeño mercante con un cargamento de sal, y por las aguas canario-saharianas en el Esperanza del Mar, un buque hospital. 

   El Golfo de Adén, Dar es Salaan, Callao, Bellawan, Sumatra o Chittagong son lugares donde recaló mi padre a lo largo de su carrera pero yo no he tenido la suerte de conocerlos.

G.V.: Me ha gustado una especie de reflexión casi metáfora que me gustaría que nos comentase. La de que con los años terminamos siendo marinos. Creo que es extensible a algunas gentes de tierra. Porque con los años nos convertimos a veces en extraños incluso para nuestras propias familias, Nuestros hábitos pierden la utilidad y nuestros temas de conversación su sentido. 

   G. S.: Creo que en los marinos de alta mar es algo mucho más acusado porque se pierden muchas vivencias y conversaciones de sus familias mientras están navegando. Se pierden incluso noticias importantes, no solo familiares sino también de su país. Como ves hay muchas cosas de la vida de los marinos que les hacen singulares. Por eso podemos volver a recordar la frase de Anacarsis sobre que existen tres clases de hombres: los vivos, los muertos, y los navegantes.    

Marinos Mercantes. Gonzalo Sáenz. Torre de Lis.

Podéis leer la reseña aquí.


2 comentarios:

  1. Muy interesante esta entrevista. Mi marido es marino mercante, pero afortunadamente de distancias cortas, que del Estrecho no pasa. Y aún así, cuenta bastantes cosas. Podría gustarle a este libro. A él y a compañeros suyos, que hay un par de ellos que son muy buenos lectores.
    Besotes!!!

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  2. Profundo. He de adquirir el libro. Gonzalo, mi admiración y respeto a usted.

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