Leí con vértigo y un mueca en los
labios esta novela de singular título: La increíble y formidable aventura de un
escritor que no quería serlo (El desván de la memoria, 2014). Primera novela de
Depablo i Martí que nació en Valladolid en 1980 y dice odiar el otoño, el
invierno, el frío, la niebla, la nieve y ser fan de la escritura de Bukowski,
Galdós y Montalbán. Un libro de Kiko
Amat le hizo saber que quería ser escritor. Actualmente es proletario y años
atrás, librero. Quedaba entrevistarle y
he aquí la entrevista aunque, con su permiso, recomiendo leer la novela mucho
más desenfadada.
P.: No sé si esta es una novela fantasmagórica
o una antinovela en un sueño que se pega a los ojos y se lee con las vísceras
acordándose de Bukowski y Montalbán.
R.: Yo tampoco sé
muy bien qué es en realidad. Espero que una novela que entretenga y haga pasar
un buen rato al que quiera leerla. He de reconocer que cuando empecé a
escribir, Bukowski era mi referente. No sólo quería escribir como él, también,
atrevido yo, quería contar lo que contaba él.
Pero a quién iba a engañar: jamás he vivido en una pensión rodeado de
olvidados, ni he apostado a los caballos, ni he escrito borracho, ni he sido
cartero, ni vagabundo, ni buen poeta.
P.: Una historia peliaguda para los futuros
traductores, muy nuestra hasta el punto de que los personajes ven por
televisión algo tan castizo como futbol o toros… el mismísimo Juancar se da un par de vueltas
por aquí.
R.: Sí. Juancar
como figura de la españolidad. Al menos, el significado que tiene para mí esa
palabra, Juancar lo representa perfectamente. Y aquí, prefiero morderme la
lengua.
Me gusta el
fútbol. Soy culé. Muy culé, y no pude evitar escribir sobre ello. Montalbán fue
la escusa perfecta siendo un barcelonista como era.
Puede parecer
raro leyendo ‘La increíble y formidable…’ pero escribo lo que veo, y los toros se siguen emitiendo por la tele: aunque
parezca increíble, aún hay gente que disfruta viendo una corrida.
P.: Una novela escrita por Depablo con un
Depablo como protagonista ¿es un ejercicio de sabia ironía con algo de odio y
desencanto (no en vano aparecen manifestantes reivindicativos en la Plaza
Mayor) mientras se bebe y fuma mucho?
R.: No sé si se
capta el tono revolucionario que pretendía dar a la novela. Creo que no del
todo. Soy zurdo. Extremo zurdo, y siento la necesidad de contar lo que me
repatea y mosquea. Esto tarde o temprano tendrá que reventar. No podemos seguir
engañados, explotados, parados, desahuciados, apaleados… Yo aún sigo empleando
la palabra proletario en lugar de empleado. Para que después me llamen
desfasado o casposo. El mundo no sólo está jodido, también, como dijo Galeano,
al revés.
R.: Trabajo día a
día para encontrarlo. Aunque no me quito del todo las influencias del escritor
que esté leyendo en ese momento. Y si es bueno ni te cuento.
P.: Si esta es una novela de personajes, qué
decir de la banda sonora que la acompaña a golpe de párrafo y capítulo.
R.: La música ha
sido parte muy importante de mi juventud. Ahora escucho menos, pero en mi
adolescencia me formó, me hizo pensar y actuar. No sólo tiene el poder de
amansar a las fieras, puede transformar a los mansos en peligrosos
guerreros. Forma parte de la vida. La
novela, incluso siendo surrealista, no deja de ser una parte de la vida de
Depablo.
P.: Algunas frases que me han abierto las
pupilas más allá de lo que ya las tenía mientras leía las peripecias de
Depablo, por si quiere comentar algo, son: ‘La mala suerte me perseguía como el
dinero a un banquero.’ ‘Debió de sentir algo por dentro, eso que los maricas e
ignorantes llaman felicidad’. ‘Canciones machaconas que no sirven ni como forma
de tortura’. ‘Ni los buenos son tan buenos, ni los malos son tan malos’.
R.: Pues que ahí
están. Sinceramente no sé qué decir. A
mí me parecen buenas. Los banqueros son ricos. La felicidad no existe. Las
discotecas son minisguantánamos. Y los medios de comunicación se empeñan en
decir a quién debemos temer y a quién amar. Todo muy claro. Jejeje.
P.: Aunque creo que mi frase favorita es esta
sobre la amistad: ‘La amistad es una institución capitalista’. ¿Qué pensarán
los lectores de ‘La increíble y formidable…’ que quieran hacerse amigos de Depablo
por las redes sociales tras leer: ‘Amigo es una palabra vacía. Plana. Anodina.
Mal entendida y peor utilizada’.
R.: Las redes
sociales son el ejemplo perfecto de lo que es hoy en día la palabra amistad.
Muchas
gracias.
Muchas gracias a ti, Depablo, y mucha
suerte.