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lunes, 23 de febrero de 2015

ELGA REÁTEGUI, autora de El santo cura, entrevistada por el periodista FERNANDO MOROTE

Portada. Edición digital en Amazon KDP
Publicada en Setiembre del 2007, y presentada originalmente en Valencia (España), “El Santo Cura” es una novela que termina de desbaratar la ya deteriorada imagen de los sacerdotes católicos en el mundo occidental. Ambientada en el Perú, constituye una explosiva combinación de homosexualismo y juegos de poder entre algunos miembros del clero, representantes de la política y figuras del empresariado.

Su autora, la escritora y periodista peruana Elga Reátegui, tuvo la gentileza de conversar conmigo y compartir su experiencia escribiendo el libro:

La estructura de la novela permite una lectura fluida desde el inicio. ¿Cuál ha sido tu método para construirla?

Su escritura fue instintiva por sobre todo. Me dejé llevar por la historia que ya tenía bien definida en mi cabeza hacía tiempo. En cuanto a la metodología recurrí a lo ha aprendido en las clases de redacción periodística. Eché mano de las herramientas que son básicas a la hora de contar una noticia o una historia. Ese decir el qué, quién, cómo, cuándo, dónde, aunque me es difícil no pensar en el por qué o para qué, pues sigo creyendo que mis historias carecen de moralejas o enseñanzas. Sin embargo, aspiro a que por lo menos, invite a la reflexión o pueda sensibilizar de algún modo al lector. 

El lenguaje utilizado en los diálogos, incluyendo los monólogos interiores, en ciertos pasajes se entremezcla con la narración misma. ¿Lograr la diferencia entre ambos elementos ha representado un desafío especial al momento de desarrollarlos?

No, los protagonistas y sus historias me supieron guiar a la perfección. Solo había que entregarse y escribir; o mejor dicho, dejarse llevar y disfrutar de la labor. Por otro lado, considero que no es un libro de complicada redacción, y si los lectores están lo suficientemente conectados con su lectura, así como yo lo estuve en el momento de su creación, les será fácil empatizar con sus personajes y  hasta entender sus peculiares dramas existenciales y sociales. Es cierto, todo es muy dinámico y  a veces fluye con extrema rapidez, pero ese es el mecanismo de nuestra existencia, en el que estás contigo y a la vez interactuando con otros, y como guionista, directora, espectadora y coprotagonista, la gran creadora que todo lo que puede: la vida.

Se trata de una historia controversial. De hecho, me hizo recordar con nitidez a un sacerdote muy frecuentado y querido por mi familia cuando yo era niño. ¿Está basada en hechos reales y personajes que tú has conocido de cerca?

Ahora ya lo puedo contar porque quien me inspiró gran parte la personalidad del protagonista principal, el padre Ignacio, “el Santo Cura”, pasó a mejor vida hace un par de años y no me había enterado. Sí, fue real, era el gerente de cooperación internacional de un ministerio en el que laboré, y desde el primer momento, me llamó la atención su presencia en un organismo del estado, que obviamente no era su lugar, y el poder que ejercía sobre el personal e incluso las autoridades de ese momento. El sujeto era astuto, de inmejorable habla y conocedor de las debilidades humanas, conseguía de ti lo que le daba la gana, a la buena o a la mala, pero sin perder la clase ni la compostura. Pero, no puedo afirmar que mi padre Ignacio sea él porque faltaría a la verdad. Mi “Santo Cura” es el producto de todos los curas que conocí, traté e incluso, tuvieron algún tipo de amistad conmigo o mi familia. No todos tuvieron el alma negra, obviamente, pero me ayudaron a construir mi personaje, a hacerlo más pecador que cualquiera o tal vez, menos hipócrita al momento de ser él mismo.

Otros protagonistas del relato sobresalen por su diversidad. Muchos de ellos provienen de estratos sociales, económicos y culturales diametralmente opuestos. ¿Cómo has trabajado esa parte del texto para recrearlos?

He tenido de dónde sacar la materia prima de mis historias. Mis orígenes alimentaron mi imaginación. Procedo de un estrato social que en mis tiempos de niñez y adolescencia era indefinido. No estaba en la miseria, pero tampoco me ubicaba en la clase media. Y en el callejón donde vivía, habitaba la gente más variopinta que te puedas imaginar. Era una galaxia heterogénea donde se juntaba perro, pericote y gato, y ocurrían sucesos que lindaban con lo esperpéntico. Podías ver en la mañana a un vecino atando su cabra al arbolito de la acera antes de salir a trabajar, a otra ‘haciendo la compra’ pidiéndole prestado a medio mundo papa, pollo o arroz o, una segunda despidiendo semidesnuda  a su ‘cliente’ a la puerta de su casa. La gente provenía de diversas partes del Perú. Habían dejado sus provincias para conquistar la capital. La realidad al llegar era dura y se las ingeniaban para salir adelante. Les costaba adaptarse y modificar sus formas de comportarse o de vivir. Pese al tiempo transcurrido, muchos se quedaban igual. Otro aspecto a destacar es que cada quien practicaba su moral. La de algunos era discutible, pero se ‘toleraba’. Los vecinos cotilleaban por los rincones y casi enfrente del susodicho, sin embargo, la regla se cumplía, no armaban pleito si no se perjudicaba a un tercero. Sobre todo cuando se trataba de robos o asaltos, nunca se chocaba con el barrio. Recuerdo con mucho cariño a mis vecinos, hubo gente valiosa que punta de chambear de a sol a sombra, mejoró sus condiciones de vida e hizo de sus hijos gente de provecho. Otros, espero que los menos, porque no volví a coincidir con ellos, se dejaron arrastrar por el vicio y la desidia, y están dando vueltas por ahí sin saber adónde ir.
Por otro lado,  hacer periodismo, ser reportera de calle, me mostró otras realidades que modificaron mi forma de ver el mundo y asumirlo. Una cosa es ver la noticia impresa en el diario o verla por televisión, pero otra muy distinta es estar cerca de sus protagonistas y sentir la magnitud del hecho. Le debo mucho al periodismo, y hoy por hoy, recurro a parte de mis recuerdos y vivencias a la hora de armar mis historias.

Elga Reátegui, su autora.
Como escritora, ¿qué significa para ti penetrar y explorar el mundo íntimo de la curia, el poder y los negocios relacionados entre sí?

Sé que es delicado porque al hacerlo sin querer también chocas con la fe de la gente, y eso es algo que respeto por más mis creencias vayan por otro lado. Sin embargo, hace rato que he superado el miedo o el temor a abordar dichos temas o problemáticas. Le he quitado el peso innecesario que soportaba, y puedo tratarlo como cualquier otro que es igual de conflictivo y sensible. Los curas no están por encima de nosotros, por tanto, hay que verlos y tratarlos como cualquier ser humano común y silvestre. No hay nada santo ni sagrado en ellos, y está demostrado que sus acciones pueden ser más crueles y ruines que las de cualquier laico.

¿Cuánto tiempo te tomó escribir la novela? ¿En qué circunstancias lo hiciste?

Fue un embarazo literario.Seis meses con sus días y noches en las que trabajaba frenéticamente.  Creo que la historia me poseyó y no me dejó tranquila hasta que no le puse el punto final. Poli, mi esposo,  tuvo mucho que ver en eso. Me alentó a aparcar la poesía, y darle paso a otro registro. Me dijo algo así como “tú que has vivido tantas cosas en tu trabajo de prensa, seguro que tienes algo bueno que contar”. Le hice caso. La rapidez con que abordé el trabajo respondió también a que quería participar en el Premio Planeta y deseaba que me alcanzara el tiempo para corregir y dejarlo decente. Me hacía mucha ilusión. Ignoraba que a ese nivel (el del certamen) las cosas se manejan bajo otros criterios. Pero ese ya es otro tema.

¿Cuáles consideras que han sido los principales retos y obstáculos que te presentó la elaboración del texto?

Sin lugar a dudas, el lenguaje y la corrección del texto en ese sentido. Por estar ambientado en Lima mis personajes debían hablar a la peruana, distinguiendo sus orígenes (costa, sierra y selva), y si eran de Lima o pertenecían a otro rango social o cultural. Nosotros, los peruanos, en nuestro día a día usamos el lenguaje coloquial, varias palabras provenientes del inglés y mucha jerga, y esta se halla viva: crea, recrea y cambia. Poli, quien revisaba mi texto en la medida que lo iba escribiendo, fue ‘suavizando’ esos aspectos. Me decía  “bájale un poco”. Le tomé muy cuenta, pues sí él entendía mi manera de comunicar, los demás españoles, lo iban a hacer también.
Quien no entendió e impuso su criterio en varias partes de mi texto, fue el corrector de la editorial.  No respetó mi lenguaje, pese a exponerles mis razones. ¿Qué más lógico que argumentar que un  peruano no habla como un español? Absurdo, ¿no?

En el momento que fue publicado el libro, ¿cuál fue la acogida que tuvo y cuáles fueron las reacciones que generó?

Mi público lector fue español en sus inicios. La gente se portó bien conmigo. Tuve buenas críticas. Les gustaba conocer cómo éramos y nos comportábamos, y en muchas tertulias me hablaban de aspectos que, yo como autora, no había reparado. Era lógico y comprensible. Como tenía que ser, le dieron su particular interpretación y sacaron conclusiones que, en más de una ocasión, me dejaron con la boca abierta y sin saber qué responder. Me pidieron una segunda parte y que no lo hiciera caso a Poli, y que  incluyera ‘más de esas palabras graciosas’ (jerga). El tema del padre metido en política y corrupto, pasaba a segundo plano, y eran los personajes del pueblo, con su forma de ser y relacionarse en medio de la injusticia, los que lograban imponerse y hacerse escuchar, al menos dentro de la lectura.

   Para los interesados en adquirir el libro, “El Santo Cura” se encuentra disponible en la plataforma de Amazon: http://www.amazon.es/Santo-Cura-Elga-Re%C3%A1tegui-Zumaeta/dp/8496910245

Por Fernando Morote
Escritor peruano radicado en Nueva York.


miércoles, 18 de febrero de 2015

JOAQUIN CAMPS: «La novela está cargada de amor y desamor, es un núcleo fundamental de la novela».

Entrevisto esta semana a un profesor de la Universidad de Valencia, Joaquin Camps, que acaba de publicar una novela negra entre comillas, pero eso lo desvela él mismo en esta entrevista. Cuando no está escribiendo, Joaquin Camps es investigador y docente en el campo del comportamiento humano en las organizaciones, habiendo publicado numerosos trabajos científicos en esta área. Le entrevisté en nuestra patria chica, en Valencia, en su gira promocional con esta opera prima: ‘La última confidencia del escritor Hugo Mendoza’ (Planeta, 2015).

Empecemos por el principio, por el personaje de Víctor Vega, ¿quién es Víctor Vega?

Víctor Vega es un profesor de universidad, de Literatura en la Universidad de Valencia, que tiene una vida bastante desestructurada, pero en el fondo no es un mal chico.

Ubicarla en Valencia parece claro, pero el resto de lugares que aparecen en la novela ¿por qué Madrid y en especial la calle Alcalá?

Los escenarios son fundamentalmente Valencia, Madrid y también la Marina Alta… Denia Javea y la Vall de la Gallinera. Primero porque argumentalmente lo requería, Valencia, porque soy de aquí y me siento muy cómodo; Madrid me parece una ciudad muy literaria, para desarrollar una escena que también documentalmente encajaba muy bien, y la Marina Alta exactamente igual, le tengo un cariño especial y encajaba muy bien con el argumento.
La calle Alcalá era necesario porque allí un edificio emblemático de Madrid, que es el Circulo de Bellas Artes y en su azotea esta la estatua de Minerva que es un personaje más de la novela.

Háblenos de ese sutil paralelismo entre Cortázar y París con el personaje de Hugo Mendoza.

Algún periodista me ha preguntado también por este paralelismo y a mí me hace gracia porque te aseguro que yo no lo he hecho conscientemente. Estoy viendo que me lo he pasado muy bien escribiéndola y que la he hecho porque me apetecía escribirla, luego los críticos la leen y extraen paralelismos, ideas, etc. que me halagan un montón y que me doy cuenta que aprendo con ellas y que veo que no las he hecho conscientemente.
Yo he leído a Cortázar desde luego y si alguien piensa que Hugo Mendoza tiene que ver con Cortázar estupendamente, yo no lo he hecho conscientemente.

Junto a los personajes masculinos están los femeninos, por una parte Paloma y Santa Tecla, por otro, Ana y Bea Cifuentes.

Los críticos lo han dicho y tienen razón, he intentado enfrentar personalidades muy extremas para que entre ellas establezcan diálogos que parezcan partidas de tenis duras desde el fondo de la pista. Paloma tiene su oponente que es santa Tecla, son muy amigas, pero tienen caracteres tan diferentes que dan mucho juego con los diálogos. Yo he querido que en la novela haya muchas cosas. Y, por ejemplo, aunque hay crimen y hay misterio, hay diálogos donde la gente se muere de risa, en otros se trata el amor; de hecho, la novela está cargada de amor y desamor, es un núcleo fundamental de la novela. Lo mismo he hecho con otros personajes de la novela, hay un reflejo en el puede establecerse una dinámica. Es una novela que se lee muy fácil y que al final estos caracteres opuestos te dan mucho juego literariamente.
En la novela también he intentado que fueran personajes robustos, con psicologías densas. Yo no quería hacer una novela de carrerita donde solo pasaran cosas, yo quería que pasaran personajes, que hubiera personajes que el lector se los creyese, y para eso es fundamental que les ocurriera lo que ocurre en la vida real, la personalidad evoluciona y por eso mis personajes evolucionan o le pasan cosas que justifican esa evolución.

Y para que ningún elemento de misterio faltase en esta novela, aparece una orden religiosa muy hermética.

El Sacrum Corpus. De hecho es un elemento nuclear en el argumento y la novela, el núcleo central es una trama de misterio y crimen, es el que utilizo para atrapar al lector argumentalmente. Uno de los propósitos que me gusto de esta novela fue cuando alguien de la editorial me dijo que se había saltado dos veces la parada de metro por mi culpa, se me ha hecho corta, me dijo. Y esto se consigue con la trama en la que el lector quiere saber más y más. Yo quería que tuviera, por ejemplo, amor y desamor, humor, también un poco de reflexión alrededor de fenómenos sociales despreciables como son: las sectas religiosas, de ahí el Sacrum Corpus, que tiene un papel fundamental; como es la magia, como es también la prostitución infantil, el urbanismo desaforado…, todo eso aparece en la novela. No quiero que sea una novela de carrerita, quiero que el lector se lo pase muy bien y que al terminar diga: ha valido la pena, me ha hecho pensar también.

En esa línea he destacado cuando Víctor le comenta, entre otras lindezas al inspector Andrada que: ‘en este país ni matando ni violando en directo por televisión una guardería entera te pasas la vida en la cárcel’.

Esto lo dice un personaje, claro, es lo que te decía antes, lo de justificar a los personajes. Yo cuando, por ejemplo, leo una novela en la que un escritor ha creado un personaje con unas actitudes concretas y en un bar pide una birra me digo ¿por qué pide una birra?, te has cargado el personaje.
El personaje en mi novela dice esa frase porque está justificado antes, a mi entender, y he dedicado mucho tiempo a eso, a que yo me crea y el lector también que ese personaje lo puede decir, que encaja en su psicología.

Siendo su primera novela, quizá haya un cierto respeto a la opinión de los lectores, ¿qué reacción espera del lector medio?, no el que ya sabe qué va a encontrar en una novela de misterio, sino en alguien que se acerque desprevenido a La última confidencia del escritor Hugo Mendoza.


En un encuentro de blogleros en Madrid me comentaron que les está costando mucho clasificar esta novela, que no es una novela negra al uso. Si, tiene misterio, tiene crimen y esto es propio de la novela negra, pero es una novela muy frondosa; me decían: es que tiene tantas otras cosas, me ha hecho pensar tanto sobre temas personales, sociales, y de repente sueltas hachazos por boca de los personajes y te paras a pensar ¿me pasa esto a mí eso?, o ¿mi pareja tiene estos rasgos? Al ser una novela con tanta reflexión, con tanto romanticismo, no te sabría decir para aconsejar al lector que es La última confidencia del escritor Hugo Mendoza; es una novela muy frondosa.

Muchas gracias y mucha suerte, Joaquin.

Por Ginés J. Vera.

lunes, 9 de febrero de 2015

DAVID ROAS: «Me fui perunizando hasta que me convertí en una llama».

Esta semana entrevisto a un autor al que quería conocer por una afición común: los microrrelatos. David Roas es profesor de Teoría de la Literatura y Literatura Comparada de la Universidad Autónoma de Barcelona, autor de libros de microrrelatos, cuentos y novelas, es especialista en literatura fantástica sobre la que también ha escrito numerosos ensayos.  Me concede una entrevista simpática (más larga de lo que aquí detallo, no descarto una segunda parte con lo que ha quedado en el tintero) al haber publicado recientemente ‘Bienvenidos a Incaland’ (Páginas de Espuma, 2014).

Para perfilar al protagonista de estos cuentos, cuaderno de viajes, semi novela, recurriría como ingredientes a: hipocondría, mal de alturas, una imaginación desbordante, algo de alcohol...

Creo que ahí están bastantes de los ingredientes, es un poco el resumen del libro. Yo lo que traté no es tanto contar lo que es Perú, sino qué sentía yo en Perú, y yo me nutrí de mi mismo, por eso no me disfracé nunca, no invente a otra figura. Ahí sí que soy un poco hipocondríaco, quizás en la realidad un poco menos hipocondriaco que el personaje.
Todos estos ingredientes creo que lo provocan es un delirio, el personaje vive una experiencia delirante, lo que a mí me preocupaba mucho era dar la sensación de no hablar de otro, sino que el otro soy yo, sino que el delirio, todo lo fantástico lo grotesco, que ingerir la Cusqueña ayudan a transmitir esto.

Y dentro de estas vivencias personales, contadas en primera persona, me ha parecido ver más allá, como un cierto guiño hiperrealismo, quizá a lo Bukowski.

Creo que me contagié un poco de la cita que pongo al principio del libro, una que un escritor de Perú me contó, la de que si Kafka hubiera nacido en Lima seria un escritor costumbrista.
Yo creo que sí, que hay una voluntad en algunos cuentos de ir mas allá del realismo, pero creo que para ir a más allá del realismo hay que hacer lo que Bukowski, que es distorsionar lo que estás viendo, él lo hace desde muchas perspectivas, pero sin alejarse del realismo. Yo creo que eso le va mucho sobre todo a Lima, lo de mostrar la ciudad casi en el detalle pero a la vez como que se te escapa, sobre todo en el primer relato.
En el relato del robo de la máquina de escribir de Vargas Llosa quizá si sea el de más locura, el más Bukowskiano de los personajes.

Distorsión de la realidad, delirios paranoicos y que Cusco sea una de las zonas más transitadas por ovnis del mundo imagino que también  ayudan a creer en invasiones y zombis, en otro Plan 9 contra la Tierra.

Creo que Cusco y Machu Pichu eran lugares especiales para buscar lo que uno es y lo que a mí me gusta. Hay elementos de ese lugar que son brutales y sobre todo también acompañado por la sensación de estar a 3500 metros.
Yo recuerdo un documental que vi de niño de que esas piedras las movieron los extraterrestres y dije: esto lo meto, de algún modo; porque mi forma de escribir es nutrirse de lo que consumo ficcionalmente, porque yo no sé comparar, me he dado cuenta de que cuando comparo lo hago con algo que he visto en la ficción o he leído. Y un poco era transmitir eso
Yo me quedé corto, estuve cuatro días, entre Cusco y Machu Pichu estuve cinco y quise quedarme quince días. Ahí sí que tuve la sensación de estar en la dimensión desconocida, en los límites de la realidad.

Uno de los capítulos está dedicado al maestro del horror cósmico H. P. Lovecraft.

Esas cosas son las cosas que ahora me reclamaban, estás en las ruinas de Saqsaywamán y estás viendo ‘las montañas de la locura’. Otros amigos míos que han estado en las pirámides en Egipto, viéndolas bien, me lo decían, tienes la sensación de estar en el decorado de Lovecraft. Yo cuando estaba ahí casi nace la idea allí, se mezclan los dos tiempos, el tiempo de la conquista y el tiempo real; me dije: esto es Lovecraft, un decorado puramente lovecraftiano.
Lo mismo otra persona no hubiera visto lo mismo. Yo aquí te lo juro, vi las piedras, además es una explanada enorme y las rocas y te desborda el tamaño, me dije: Lovecraft.

La foto de la solapa interior no le hace justicia, aunque la presencia de la llama (o alpaca) es lógica pues constituye un verdadero icono animal de este ‘Bienvenidos a Incaland’.

Esa foto de la llama la hice en 2011, la que coloco como foto de autor.
Sí, todavía no sé porqué, no sé cuando surgió. Yo creo que surge porque los cuentos no los escribí por orden, sino que fueron surgiendo según los anotaba. Creo que el primero que escribí fue el titulado El tesoro de los incas, y entonces fue lo que provocó el juego ya constante, cuando ya vi que iba a ser un libro. Incluso esa llama que aparece en el cuento, cuando se pierde en Lima, dije: no creo que nadie tenga una llama en el jardín en Lima, se convirtió en un animal tótem, y todo por lo que hemos vivido, desde el libro de Tintín El Templo del Sol.

Yo creo que sufrí una metamorfosis, yo me fui perunizando hasta que me convertí en una llama.

Muchas gracias y mucha suerte, David.

Por Ginés J. Vera. 

jueves, 5 de febrero de 2015

RUBEN FIGUERES: «Creo que lo principal es tener las prioridades claras».

Entrevisto a Rubén Figueres, paisano, pues también es valenciano, en el hotel habitual de Valencia. Acaba de publicar un libro contando su historia personal bajo el título De Gandía a la Casa Blanca (Plaza y Janés, 2015). Con 24 años y un MBA bajo el brazo llegó a Estados Unidos, ya lleva allí diecisiete años, aunque lo interesante es todo lo que ha conseguido en este tiempo, desde que se ganase la vida con todo tipo de trabajos de subsistencia, complementaba su sueldo dando clases de tenis y como entrenador personal, a entrar a trabajar a la prestigiosa agencia de publicidad Leo Burnett o formado parte de los equipos de PriceWaterhouseCoopers o Telemundo-NBC, creando su propia empresa Alario Group, una agencia de consultoría y comunicación para el mercado hispano en Estados Unidos y una de las agencias de referencia en el país.

Le pregunto por el componente de suerte que ha tenido en este trayecto desde desde Gandía a la Casablanca pues es inevitable pensar en ello sin desmerecer todo el esfuerzo dedicación y renuncias personales.

Sí, siempre he pensado que he tenido un componente de suerte exponencial a lo largo de mi vida. Hace un par de años alguien me dijo: ojo, no creas que tiene tanta suerte, te buscas la suerte. Y cuando me paré a analizarlo si que es verdad que yo me he pasado la vida sembrando semiliitas, y algunas de esas semiliitas florecen y otras no, pero si no las plantas ninguna me va a florecer. Sí es suerte que entrara en la campaña de Leo Burnett; sí, es muchísima suerte, porque hay consultores políticos que llevan intentando entrar en una campaña así toda la vida y no entran, pero por otro lado, yo llevaba desde que llegué a Chicago sembrando la semiliita que años más tarde dio fruto. Así que después, analizando ese comentario, que muchas de las cosas que yo pensaba qué suerte tengo, era una suerte buscada de alguna manera, no voy a negar que me siento muy afortunado.

Precisamente de las renuncias le pregunto pues está la familia, los amigos, el hobby de tocar la batería y con todo uno debe plantearse decisiones difíciles, a veces arriesgarse con la decisión acertada.

Yo creo que lo principal es tener las prioridades claras; escucho muchas veces que la gente me dice: ¿de dónde sacas tiempo para hacer tanto? El día tiene 24 horas, entonces, es una cuestión de prioridades completamente. Si tú prefieres ver la tele por la noche, ver los programas del corazón, por ejemplo, esa es una decisión que tú tomas, es una prioridad tuya que puede que sea muy importante para ti, que puede que te ayude a relajarte después del día, y es lo que quieres, pero prefieres hacer eso que irte a correr; porque podías irte  dormir a las diez y levantarte a las seis de la mañana para ir a correr que es lo que hago yo. Entonces, tienes que tener claras las prioridades, si uno le da al trabajo una prioridad tan infinita que no le da tiempo a hacer lo demás, que trabaja 15 horas al día, pues te quedas sin tiempo para lo demás. Es establecer las prioridades, y muchas veces, a lo mejor, es pararse a analizar y decirse: si quiero hacer esto lo puedo hacer, pero tengo que eliminar otra cosa; la otra cosa es tan importante para mí que no me deja hacer esto…, te tienes que sacrificar.
A mí me gustaría tener más tiempo, me gustaría tener cuarenta y ocho horas al día, haría muchas más cosas, pero bueno, establezco mis prioridades y a eso es a lo que dedico el tiempo.

Decisiones y motivaciones, sobre todo cuando acabó la carrera y el MBA y se planteó qué hacer.
No fue algo premeditado, en cuanto a tengo que hacer esto, fue un proceso. Yo de Gandía salí pronto. Gandía es una ciudad pequeña en la que la gente tiende a quedarse, se vive muy bien allí, y yo a la hora de ir a la universidad me fui a Barcelona, no me fui a Valencia que sería lo normal. Una vez estás en Barcelona empecé a descubrir otras culturas, otros mundos y quería conocerlos, aparte de una inquietud que tenia. Cuando terminé tenia la necesidad, quería vivir un año o dos años fuera para poder absorber una cultura; además, la cultura americana me había gustado mucho, ya había estado antes, y me fui con la idea de aprender inglés, de aprender esa cultura, de tener una experiencia más, pero para volver. Lo que pasa es que las circunstancias se dieron y encontré allí una segunda casa que me gustado y que me permitió pues crear cosas de una manera diferente, algo de lo que hablo en el libro, una marca personal; crear una marca personal superior a la que había tenido en ese momento, crearla a mi gusto y eso me hizo estar más a gusto allí y poder quedarme. Ahora llevo 17 años allí.

Una historia en forma de libro que puede servir para otras personas por esta experiencia personal de emprendedurismo y perseverancia.

El libro lo que pretende no es dar una guía de consejos de cuáles son los pasos a seguir, porque no existe; cada persona es diferente, cada momento es diferente. Para mí lo que el libro sí que da es una experiencia: la de que se pueden aprender cosas buenas, malas; cosas que se pueden hacer cosas, que no; y un emprendedor se caracteriza por no seguir un plano, no seguir un plan establecido. Cuantas más experiencias pueda tener alguien más garantías de éxito, más fácil va a ser eliminar el riesgo de fracaso. Es una historia que para mi tiene el valor de: mira, este chico lo hizo así, le funcionó; esto no lo había pensado, tiene su sentido, lo voy a aplicar; esto a mi no me lo aplicaría porque no me interesa, porque mi sector es diferente… Pero sobre todo que despierte una reflexión en la persona porque para mí es importante.

Si el viaje de Gandía a la Casa Blanca no fue premeditado este libro tampoco, la idea casi surgió de un compañero de carrera, Risto Mejide.

El que me dio el empujón definitivo para esto fue Risto Mejide, que es un compañero mío de la carrera y buen amigo. Había hecho unas conferencias y me dijo: tío, tienes que escribir un libro porque es muy interesante tu historia y cuando das la conferencia muere; el que no va a la conferencia no lo va a oír y necesita un soporte físico.
Yo no me lo había planteado hasta ese momento, pero me empezó a rondar la idea y dije: oye, no sería una mala idea. Y a medida  la fui madurando me empezó a hacer ilusión el hecho de tener algo escrito, dejar algo, un legado para poder pasarlo a mis hijos. Además, a medida que la escribía veía que podía ser muy motivacional para otras personas, que podía ayudarles, y también el hecho de pensar que alguien podía leerla y podía cambiarle la vida, ayudarle, eso es una satisfacción increíble; entonces me animé con el libro y fuimos adelante.

Mucha suerte y muchas gracias, Rubén.


Por Ginés J. Vera

martes, 3 de febrero de 2015

LISS EVERMORE: «En ocasiones es preferible decir lo esencial, a contarlo todo».

Entrevisto esta semana a Liss Evermore, autora del microrrelatario ‘Coleccionable de tragedias’. Se define como ‘una escritora de atmósferas con las que consigue atrapar en su universo imaginario hasta el más lúcido de los lectores. Aunque esta es su opera prima, me consta que ha participado en varias antologías con microrrelatos, alguno premiado, además de en algún evento dentro del género. Precisamente esta semana estará presentando su libro en Valencia en una charla sobre Pequeños terrores literarios.

A menudo los críticos afirman que la primera obra es la más autobiográfica, no sé si es así con este ‘Coleccionable de tragedias’, ¿qué parte como autora ha quedado en esta obra?

Desconozco qué parte de mí ha podido quedar escondida entre las 239 historias que componen la obra, sería complicado ponerse a buscarla.

Los microrrelatos son, para algunos, un género literario propio, un subgénero para otros y poco menos que algo indefinible para muchos autores; no es fácil encontrar admiradores de estas piezas tan breves en nuestro país, ¿a qué cree que es debido y por qué se decidió por los microrrelatos y no por una novela o un poemario, como la mayoría de los escritores noveles?

Es un género relativamente nuevo y poco extendido, que además requiere una lectura muy diferente de la que estamos acostumbrados a realizar. La gente tiene miedo a apartarse de lo establecido para buscar nuevos espacios, en especial cuando se trata de estancias tan reducidas como las que ofrece el microrrelato.

Uno de los motivos que me llevaron a elegir este género, fue el deseo de extraer la simplicidad de las grandes cosas y servirla como plato único, pues, como bien se sabe, en ocasiones es preferible decir lo esencial, a contarlo todo.

Lo del poemario, de la anterior pregunta, lo decía porque a la hora de definir a los microrrelatos se les encasilla entre curiosas lindes, ya la poesía, ya el aforismo, ya el cuento o el chiste. ¿Qué lector busca un/a autor/a de microrrelatos y qué busca un/a escritor/a cuando los elabora?

Es el lector, quien debe buscar al autor, no al contrario. Yo disfruto con mi trabajo, bienvenido es cualquiera que desee leerlo.
Lo que quiere encontrar un microrrelatista cuando elabora su obra, no tiene por qué ser necesariamente diferente de lo que quiere encontrar un novelista o un poeta, sin embargo, cada escritor busca algo distinto.

En Coleccionable de tragedias veo varias partes, ¿por qué esta compartimentación y a qué obedece, ya que la extensión es variable en las piezas que componen cada una de las partes: 'Parque de atracciones', 'Depósito de cadáveres' y 'Mansión embrujada'?

A pesar de lo que en una primera lectura pueda parecer, la división es muy estricta, pero no atiende a factores de extensión o de tema. El contenido del libro es una serie de microficciones, unas afines y otras dispares, que he querido agrupar basándome en tres grandes sentimientos.
Podríamos comparar esta clasificación con una noche en el teatro, una sesión de tres obras: Sus géneros son, respectivamente, comedia, drama y terror, como en el libro; sin embargo, no es aquí donde se establece la marca de corte, durante la primera impresión del espectador; es, una vez concluida la velada, con las sensaciones ya digeridas, cuando realmente surge ese gran bloque de tres sentimientos, desde lo más profundo en la conciencia primitiva de los asistentes, para permitirles empatizar con su propia reacción, causada por el espectáculo.

Precisamente, hablando de la extensión de los microrrelatos, compruebo que algunos son fugaces, una o pocas palabras; otros, en cambio, son más largos –relativamente–, y se acercan al relato breve. Los primeros pueden resultar quizá un juego de palabras a un lector poco acostumbrado, no sé si ha experimentado esa sensación alguna vez como lectora de microrrelatos.

Es una buena pregunta. Le recomiendo que me la plantee en alguna ocasión.

De la extensión al estilo, marcadamente negro, terror con tintes macabros, entre lo gótico y lo fosco, pero suelo dejar a los autores que opinen sobre esto de las etiquetas, de las categorías.

Sí, está en lo correcto. Pero añadiría que, al tratarse de una obra dividida por sensaciones, tienen cabida también muchas pequeñas historias de estilos variados.
Siguiendo el planteamiento que ya he mencionado, podemos encontrar, por ejemplo, en el segundo apartado -el destinado a los sentimientos emotivos-, desde cuentos infantiles escritos en un tono conmovedor, hasta situaciones maduras con un acentuado carácter depresivo, pasando por tintes intermedios como la nostalgia o la aflicción.
De igual manera se pueden observar retazos fúnebres, grotescos, delirantes, románticos..., cada cuál en su sección correspondiente, dependiendo de su intencionalidad y no de su hilo argumental. Por ello, ‘Coleccionable de tragedias’ no es un libro que debamos etiquetar por géneros, va más allá de los esquemas preestablecidos.

No logro despegarme de una cuestión que he apreciado en cada parte, al comienzo de cada sección, cuando el narrador –a modo de jefe de pista circense– se nos dirige al público en un tono entre irónico e infantil, ¿me equivoco?

Así es, muy buena observación. Coleccionable de tragedias está presentado y conducido por el guardián del cementerio, un ser de ultratumba con dotes “simpatéticas”, que nos guía en tono burlón y ácido por un viaje alucinante de tres paradas, tal y como lo habría hecho el tío Creepy en ‘Historias de la cripta’. El guardián del cementerio es obviamente un personaje basado en los conocidos tebeos sobre terror pulp de la compañía E. C. en los años ’50.

 Pongámosle banda sonora a este libro, ¿se atreve?

La banda sonora de este libro es la melodía que susurran los fantasmas de las palabras que atraviesan mi mente cada noche.

Y por último, algo terrorífico, como lo es que una autora se decida eligiendo entre sus criaturas literarias. Regálenos uno de sus microrrelatos aquí y ahora; no uno cualquiera, uno que defina este Coleccionable de tragedias para que los lectores pierdan el miedo a ir a la librería y preguntar por él.

¡Por Shub-Niggurath y los tentáculos de sus mil criaturas cabrías en el bosque maldito!

Muchas gracias y mucha suerte, Liss.


Por Ginés J. Vera.

Liss Evermore presentará su libro en la Librería Primado de Valencia este viernes 6 de febrero a las 19,30h.


Más info: http://www.coleccionabledetragedias.blogspot.com.es/