Adictos
al caos (Sloper) es la última novela publicada por el escritor
Carlos Meneses Nebot.
Suelo
acercarme a la web de la editorial para ver sus novedades (os lo
recomiendo, de paso) y si veo que una nueva obra de Meneses ni me lo
pienso.
Le conocí, literariamente (nos separan kilómetros y agua
salada), con un libro de relatos. Mi afición al género breve es algo
ya sabido por quienes frecuenten/frecuentéis este blog. Disfruté con aquel ‘El
día que murió Amy Winehouse’ (Sloper) y, como digo, le llevo
siguiendo la pista.
En el caso de su última novela, Adictos al caos,
Meneses ha echado mano de un suceso real ocurrido hace años. Es una
historia ‘inspirada en hechos reales’, como leemos en la
contraportada. Aunque al preguntarle me comenta dos cosas. De una parte
que puede que a los lectores les recuerde a una historia sucedida por esos lares (Palma de Mallorca) a mediados de la década pasada.
Y, de otro, que al parecer aquella historia era ‘tan rimbombante
que uno no daba crédito de que hubiera sucedido realmente.’ Dejaré
al lector de este post que indague, si gusta, acerca de los hechos
verídicos de los que Meneses ha bebido para este ‘Adictos al
caos’.
Volviendo
a la trama de esta novela, hago mías las palabras que la definen como: un trepidante juego de engaños, chantaje y extorsión que
engloba a drogadictos, prostitutas, traficantes, policías y
abogados, a merced de su propia anarquía. Porque
es cierto. Todo. Da la sensación de que algunos de sus personajes sean, como bien
anticipa el título, adictos al caos.
El
propio Meneses, al preguntarle por
el personaje de Santi, afirma
que es ‘un pringado’.
Santi, además de un pringado, como asegura Meneses, es un drogadicto
envuelto en un robo. Y no uno menor. Uno de 5 millones de euros nada más y nada
menos que al Clan de los Chungos.
Obviamente, el acto no va a acabar
impune y La Trini, la matriarca del poblado de La Lebrija, clamará
venganza. Los del Clan no solo querrán recuperar el dinero robado, también dar un escarmiento a quien lo hizo. El problema es que
la cosa se tuerce al errar aquellos en su objetivo primero y, más tarde,
cuando el asunto cae en manos de El Chulo. Que es un policía
codicioso, un inspector de atracos con ‘un cierto aire al actor
José Coronado’, según leemos en la novela.
De
Santi, al preguntarle a Meneses por este personaje, me adelanta que
‘de antemano está marcado el fracaso de su hazaña: robar a un
clan de narcos.’ Y sobre la matriarca del poblado de La Lebrija,
comenta que ‘en
un mundo de necios, cretinos, bravucones y pendencieros, ella
sobresale porque es más inteligente que todos.’
Los
lectores que se quieran atrever a cruzar la linde de Adictos al caos
comentarles que Meneses nos introduce en los arrabales de la
mezquindad humana con una historia dinámico-adictiva y de final sorprendente
en tres actos. Los dos primeros se desarrollan como una narración
novelada al uso para llegar a la tercera, la de El Chulo, contada casi como
un diario fechado de los acontecimientos finales.
Una
novela negra basada en un robo suicida que bebe de la realidad pero a la que Meneses le aporta su singular estilo de ficción con ese sabor a
proteina humana, sudor, testosterona, fatalidad y a mucho más
porque las etiquetas y la narrativa de Meneses no se llevan bien. Hay
que leer a Meneses.
Adictos al caos. Carlos
Meneses Nebot. Editorial Sloper.