lunes, 29 de febrero de 2016

SUSANA RODRÍGUEZ LEZAUN: «El apego que siento hacia Navarra ha trascendido en las páginas de "Sin retorno"».



La autora en la Cruz del Peregrino, en Roncesvalles-Orreaga
Nacida en Pamplona en 1967, Susana Rodríguez Lezaun es periodista de vocación y profesión, licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad del País Vasco, desde pequeña supo que lo suyo era contar historias, unas reales, las que cada día plasma en el diario para el que trabaja, y otras inventadas, las que llenan las páginas de sus cuentos y novelas. Dice sentir predilección por autores latinoamericanos, con especial devoción hacia Gabriel García Márquez. Como periodista ha trabajado en el ‘Heraldo de Soria’, ‘El Mundo’ y ‘Diario de Noticias de Navarra’, donde coordina y elabora un suplemento semanal dedicado a la actualidad educativa. "Sin retorno" (DeBolsillo, 2015) es su primera novela.

‘En una provincia tan tranquila como Navarra, una muerte violenta era un acontecimiento absolutamente fuera de lo habitual…’ Me preguntaba siendo así de dónde surgió la idea de escribir ‘Sin retorno'.

Cierto, Navarra es una provincia sumamente tranquila. Evidentemente hay robos, asaltos, agresiones e incluso homicidios, seis el año pasado, por ejemplo, pero nada que se salga de lo que consideramos "normal". Aún así, Navarra es el escenario perfecto para cualquier crimen. Tenemos parajes inhóspitos y deshabitados, pueblos en mitad de las montañas o pegados al desierto, ciudades con calles oscuras y edificios semiderruidos, tascas de medio pelo en las que los perdedores beben hasta que no recuerdan nada... Hace falta muy poco para cometer un crimen. Los escritores suecos de género negro construyen sus novelas en pueblecitos de quinientos habitantes rodeados de bosques. Lo que hay que preguntarse siempre es si la paz y tranquilidad que se respira es real o sólo una ilusión...

Y, ¿por qué escogió este género en concreto, con lo tranquila que es Navarra, para su primera novela? 

Respecto a lo de elegir el género negro para mi primera novela, me confieso una lectora voraz de este tipo de literatura. Desde que descubrí a Agatha Christie cuando no era más que una niña he leído todo lo que ha caído en mis manos. Georges Simenon, Vázquez Montalbán, Donna Leon, Connelly, Chandler, Poe, Dashiell Hammet, Sue Grafton, Patricia Highsmith, James Ellroy... Aunque intercalo otras lecturas, lo cierto es que en mis estanterías lo que prima es el género negro, y creo que cuando mi cabeza empezó a pergeñar la novela, lo primero que creó fue un crimen.

¿Es una manera de reivindicar el patrimonio cultural y natural de Navarra? 

No era mi intención consciente ensalzar el patrimonio de Navarra, pero creo que el apego que siento hacia ella ha trascendido en las páginas de "Sin retorno". Además, me encantan los Sanfermines, disfruto de cada minuto que estoy en la calle. Pamplona se transmuta durante una semana al año y es un espectáculo digno de verse; más allá del encierro y las borracheras, hay una fiesta apta para todos los públicos que acoge a todo el que llegue con ganas de pasarlo bien.

El Camino de Santiago está muy presente y los lectores también verán asomarse la fiesta navarra por excelencia: los Sanfermines.

Cuando era pequeña, mis padres nos llevaban a mis hermanos y a mí de excursión cada domingo. Muchos de esos pequeños viajes tenían como destino Roncesvalles, Burguete y Espinal, el inicio del Camino de Santiago. En verano correteábamos por el monte y el invierno disfrutábamos de la nieve. Nos cruzábamos con decenas de peregrinos que avanzaban despacio, cargados con sus mochilas, por un camino pedregoso, estrecho y empinado. Todos sonreían y todos nos saludaban, cada uno en su idioma, pero siempre eran cordiales y simpáticos con los cuatro críos que hacían el gamberro en el lindero. Mis padres nos contaban historias de peregrinos perdidos, de osos que los devoraban, de campanas que sonaban por la noche... El Camino es mágico de principio a fin, pero en Roncesvalles, en el corazón de los Pirineos, las leyendas se multiplican y desbordan la imaginación. 

He encontrado una rica descripción en los escenarios, una profusión en los detalles quizá para darle mayor verosimilitud y pervivencia a las imágenes conforme el lector va entrando en la trama.

La verosimilitud era una de mis mayores preocupaciones mientras estaba construyendo la novela. Soy periodista, y como tal mi trabajo es transmitir la verdad a mis lectores. Evidentemente estamos hablando de una obra de ficción, nada de lo que en ella se narra ha ocurrido, pero los escenarios por los que mis personajes se pasean son reales, existen y pueden visitarse. Cierto que me he tomado alguna licencia literaria, para eso escribir es un ejercicio de libertad, como acercar la selva de Irati a Roncesvalles, cuando en realidad distan unos veinte kilómetros, pero las calles, los edificios, los montes... todo existe. Sé que muchos autores prefieren escenarios inventados o directamente no le dan ninguna importancia a esa cuestión, pero para mí no podía ser de otra manera.

El amor está también presente en ‘Sin retorno’, una relación con Irene Ochoa a la que el destino parece darle una segunda oportunidad tras ese comienzo en la novela realmente impactante. 

El destino es impredecible y suele tener muy mal carácter. Irene Ochoa es una mujer maltratada que decide defender su vida acabando con la de su marido. Lo que menos esperaba era que el destino le ofreciese una segunda oportunidad un tanto envenenada. Tengo que reconocer que casi me ha costado más escribir las páginas dedicadas a las relaciones amorosas que los crímenes. Plasmar los sentimientos contradictorios de Irene, el miedo a ser descubierta, mientras David Vázquez se involucra cada vez más en la relación me ha resultado difícil. No quería parecer "rosa", pero tampoco fría y distante. Encontrar el equilibrio y hacerlo verosímil ha sido una dura tarea.

De nuevo tomo a Irene, un pensamiento suyo, para que nos lo comente pues en un thriller como este el miedo es un ingrediente imprescindible. ‘Solo sienten miedo quienes tienen algo que perder’.

Irene sólo tiene un camino posible: adelante. No puede detenerse ni mirar atrás. Corre porque no tiene nada que perder, ya lo ha perdido todo. Al principio de la novela, Irene es una mujer maltratada, sola, a la que poco le importa morir esa misma noche porque no tiene nada por lo que merezca la pena vivir. Sin embargo, todo cambia cuando el inspector David Vázquez entra en su vida. Se enamora de él casi sin darse cuenta y sabe que un paso en falso puede acabar con todo, podría perderlo todo de nuevo. Es entonces cuando nace en ella el miedo, y cuando decide avanzar, aunque el camino que elige es, sin duda, el más complicado.

David Vázquez reflexiona en un momento dado sobre que la experiencia le había enseñado que la presión constante es una buena baza cuando una investigación se alarga demasiado. ¿Ha contado con ayuda para la parte más policial, la de los entresijos de la criminología y forense? Destaco esos detalles de la lámpara de xenón y la luz negra del Handscope en el análisis policial de la escena.

Tuve la suerte de que la Policía Nacional de Pamplona me abrió las puertas de sus instalaciones y de su laboratorio. Una inspectora y una agente me guiaron por el complicado mundo de la investigación policial, explicándome cómo se procede desde que el sospechoso es detenido hasta que comparece ante el juez. También me hicieron una demostración de cómo trabajan los equipos de la policía científica. Disfruté mucho buscando huellas, cotejándolas con las de los sospechosos, rociando la escena en busca de rastros de sangre, intentando distinguir un billete  falso de uno verdadero... Les consulto todas las dudas que me surgen, que no son pocas, porque como ya he dicho soy un poco obsesa de la credibilidad.

Ya que ha mencionado a la Policía Nacional, háblenos de la colaboración existente entre ese cuerpo y la Guardia Civil en su novela, quizá como rasgo también distintivo de nuestros cuerpos y fuerzas de seguridad frente al tópico en EE.UU, por ejemplo, donde parece haber disputa de competencias.

En Navarra conviven Policía Foral, Policía Nacional y Guardia Civil, además de las policías locales en los municipios que las tengan. Parece mucho cuerpo de seguridad para tan poca provincia, pero creo que con los años han aprendido no sólo a tolerarse, sino también a trabajar en común. Pregunté por este asunto a los miembros de la Policía Nacional que me han ayudado con los aspectos más técnicos de la trama y me aseguran que la colaboración entre cuerpos es muy habitual, casi diaria, y que aquí nadie le "pisa" el terreno al otro. No sé si será del todo cierto, pero al menos eso es de lo que presumen.

Muchas gracias y mucha suerte, Susana.

Por Ginés J. Vera.

lunes, 22 de febrero de 2016

FERNANDO ALBERCA: «Nos volvemos más sensibles con la madurez y la senectud».



Esta semana traigo a ‘Autores y libros’ una entrevista especial, pues la obra de su autor no es de ficción sino de divulgación publicado por Fernando Alberca de Castro (Córdoba, 1966). El libro en cuestión lleva por título ‘Tú también puedes ser Einstein’ (Planeta, 2015) y sigue la estela de otro anterior ‘Todos los niños pueden ser Einstein’. Profesor y orientador en Secundaria y profesor de la Universidad de Córdoba, está considerado como uno de los mayores expertos del mundo en motivación, creatividad, conducta del niño y del adolescente y éxito escolar. Colabora con los principales medios de comunicación en televisión, radio, prensa impresa, digital y TED.


He preferido comentar con él una serie de cuestiones que aparecen en su libro para profundizar en aspectos como la felicidad, el aprendizaje, el fracaso o la comprensión entre otros.

 “Todo lo que aprendemos y vivimos acaba por conectarse en nuestra vida.”

La vida es un cúmulo de experiencias. Todo lo que nos pasa importa. Se acumula en nosotros, en nuestra vida y conocimiento. De las experiencias negativas aprendemos y en las positivas encontramos ánimo: por eso todas son necesarias e importantes. Pero vivir no es solo acumular experiencias, sino que vivimos más cuanto mejor relacionamos lo vivido. Somos los humanos especialistas en asociar, en fabricar utensilios y ropas de abrigo con material reciclado; con los trazos de lo que vamos viviendo y nutre nuestra sabiduría, nuestra esperanza, nuestro aprendizaje y vivimos así mejor: aprovechando lo que nos sucede. Aprovechar lo vivido es aprovechar la vida y vivir mejor.

“La mayoría de los seres humanos abandonan cuando están a punto de conseguir algo o cuando encuentran el segundo obstáculo.”

Ejemplos como los de J. K. Rowling, autora del Harry Potter que no encontró editorial hasta el decimosegundo intento, nos demuestra que la constancia permitió muchos éxitos y la impaciencia causó muchos fracasos. Saber mantener los objetivos, los sueños, pese a los obstáculos aumenta enormemente nuestras posibilidades de éxito, de logro, porque muchas veces creemos que un proyecto no es viable simplemente porque encontramos un obstáculo al principio.

“La libertad de quien tiene poco que perder posibilita la grandeza de lo que es.”

Cuando el ser humano se atreve a dar un paso decisivo es cuando no pasa nada si no se consigue lo imaginado (en muchos casos porque nadie lo espera), pero sí que pasa mucho si lo logra. Así Jobs crea Apple porque nadie esperaba que lo hiciera. Picasso pinta porque no sentía la presión que sí sentía para estudiar por ejemplo y no lo hacía. Es más fácil aportar algo que reamente haga progresar a la humanidad si nadie lo está esperando seriamente aparte de uno mismo. No tener nada que perder en este sentido es una constante que encontramos en los grandes hombres que hacen progresar con su talento la humanidad. Einstein creó su teoría de la relatividad y hasta cinco artículos diferentes por los que pudo alcanzar el Premio Nobel con cada uno de ellos, en el año en que estuvo trabajando aburrido, como funcionario administrativo en la oficina de patentes, con tiempo para pensar, y en donde nadie esperaba de él que hiciera descubrimiento alguno.  

“Muchas cosas mejoran cuando las personas actuamos para que mejoren sin esperar a que cambien por si solas.”

Cualquier logro y aún más la felicidad depende más de nosotros mismos de lo que parece. Incluso en aquellos problemas en los que nuestro granito de arena parece que no bastará. Puede que provoque un desencadenamiento de efectos que sí lo logren. Las cosas más grandes del ser humano comienzan por un hecho aparentemente minúsculo, pobre u ordinario. A menudo, en los problemas de cada día nos lamentamos tanto o pasamos tanto tiempo quejándonos de que otros no hacen, que no cambian porque nadie hace nada por que cambien, mientras nosotros solo nos quejamos.
La mayor parte de la suerte que pasamos la vida esperando, se provoca acertando con empeño.

“Gran cosa es detenerse a observar lo  mismo que observan muchos, formulándose las oportunas preguntas que otros no respondieron.”

Crear es encontrar nuevas formas de resolver los problemas de siempre o encontrar la formulación de nuevos problemas que necesitamos resolver. Por ejemplo, Isaac Newton, que dedujo la teoría dela gravedad comenzando por preguntarse cuál era la razón real por la que una manzana caía al suelo cuando estaba madura. Se lo preguntó una tarde después de millones de seres humanos asistieran al mismísimo hecho de ver caer las manzanas al madurar, quizá sin preguntarse siquiera por qué o sin preguntárselo hasta encontrar una solución a su pregunta. Él se lo preguntó, lo resolvió y cambió la historia de la Ciencia al hacerlo: porque supo descubrir en un hecho cotidiano un fenómeno trascendental.

“Retrasar un trabajo lo hace más difícil que si se afronta  cuanto antes y bien.”

Lo que se empieza se acaba antes; lo que no, se eterniza y crece en nosotros la ansiedad por no afrontarlo y solucionarlo: se complica por no enfrentarse a lo que se ha de hacer, sabemos que deberíamos hacer y queremos hacer, aunque nunca encontremos las ganas para iniciarlo. Para ello es buen truco comenzar por un paso pequeño, fácil, asequible y muy probable.

“Cada vez nos atrae menos lo práctico que lo bello y lo bueno, y nos llena más la sinceridad de los gestos y los hechos que las palabras”.

Buscar lo bueno, lo bello y lo mejor es una cuestión de madurez y de sinceridad.
Al nacer, en la mayoría de las personas predomina el hemisferio izquierdo (el lógico, secuencial analítico, el de la memoria, la atención…), respecto al derecho (creativo, imaginativo, intuitivo, emocional…). Pero solo tenemos todos un único cerebro. 
Desde antes de nacer ese hemisferio más lógico, racional, el de la atención, la memoria, juega un papel básico; unido al de nuestro hemisferio más rico (derecho), el de las operaciones más brillante y superiormente humanas, como son las de querer desinteresadamente o aspirar a una vida mejor.

Es como si necesitáramos primitivamente en nuestro desarrollo madurativo más lógica al inicio, más atención, más memoria, seguir pasos en una secuencia segura y más palabras (todo lo que inicia en el hemisferio izquierdo y por ello quizá suela ser el predominante). Para necesitar al madurar cada vez más dosis de intuición, de creatividad, más imaginación cada vez, más emoción. Por eso nos volvemos más sensibles con la madurez y la senectud. Cada vez nos atrae más lo bello y bueno que lo práctico, y nos llena más la sinceridad de los gestos y los hechos, que las palabras. 


“La felicidad nada tiene que ver con la ausencia de problemas. Los problemas están siempre ahí. (…) Lo importante es ser feliz con  ellos, no esperar a que desaparezcan”.

Quien espera no tener problemas para ser feliz, está condenado a no ser feliz nunca. Porque la felicidad es perfectamente compatible con las dificultades. A menudo incluso son las dificultades las que nos sitúan en un punto de vista mucho más propicio para ver las cosas como son, nosotros mismos incluso. Es  importante aprender que la felicidad siempre es posible, con independencia delas circunstancias. En las mismas circunstancias hay personas que logran ser muy felices (porque aprenden a valorar lo que tienen y antes no valoraban, el cariño que reciben) y otras muy infelices: en las mismas circunstancias. Porque el ser humano tiene una capacidad desde que es creado que le hace tender a la felicidad por encima de toda situación. Por eso ha de aprender a ponerse en la órbita de la felicidad. 

“La falta de comprensión se alimenta siempre de la ignorancia.”

Si uno conociera de verdad cómo es quien es diferente, no solo le comprendería, sino que sería muy fácil amarle. Por eso el amor hace en verdad ver mucho mejor cómo son las personas en realidad, con sus defectos, errores e incluso malas intenciones. Si los patos que nacieron con el cisne hubieran sabido lo que eran los cisnes, no hubieran tratado tan mal al que consideraron por ignorancia un patito feo; porque simplemente no era un pato feo sino un cisne bello. O como nos advirtió Albert Einstein: “si a un pez lo juzgamos por cómo trepa un árbol, creerá toda su vida que es inútil”. Cuando no se comprende a alguien o algo es que nos falta información, es una carencia nuestra: ignorancia culpable o no, pero ignorancia.

“Desear algo no lo hace posible pero si desearlo tanto que la concentración y el trabajo sí lo hagan posible.”

Hoy sufrimos un mal que alimenta nuestra impotencia: creer que desear mucho algo hace que se cumpla. Así nos lo ha dicho Walt Disney y nos lo hemos ido creyendo, pero la verdad es que desear ir a ver en persona la Torre Eiffel viviendo en España no nos hace estar junto a ella. Solo lo haría ir a París. Pero desearlo, y desearlo con muchas emociones entrelazadas, sí facilita que esté entre nuestras prioridades y que encontremos las fuerzas para ahorrar y encontrar como llegar hasta ella.

“La templanza, la prudencia y la justicia son viejos remedios que desde hace veinticinco siglos el ser humano transmite como herencia útil y secreta para vivir mejor y ser feliz.”

Aristóteles, junto a otros sabios de Oriente y Grecia, hace ya veinticinco siglos proponía como un medio esencial en el arte de vivir, practicar la justicia con todos y el autodominio, autocontrol. Generaba felicidad a uno mismo y a los que nos rodean, decían.

“A cierta edad los errores por desatención se confunden con los errores por desconocimiento o torpeza”.

Nuestra capacidad de solucionar problemas, nuestra inteligencia puede crecer y no menguar con la edad, con la vejez.
Es cierto que el cuerpo se desgasta naturalmente desde que se nace. Pero la inteligencia está vinculada proporcionalmente a la experiencia, la reflexión y a la madurez. Y a más edad, crecen las posibilidades de experiencia y madurez normalmente.
Es cierto que la experiencia, el cansancio, las circunstancias y la sabiduría pueden hacernos mucho más selectivos con lo que recordamos, aprendemos y atendemos. Que nuestro cansancio, estrés, desconfianza comunicativa, riesgo u otros factores pueden hacernos a veces cometer errores que no cometíamos cuando éramos más jóvenes y teníamos menos prejuicios o nos importaban más algunos riesgos. O que a cierta edad, uno tiene la sensación de que se juega ya menos, y entonces la atención declina y los errores por desatención aumentan y pueden confundirse con ignorancia o torpeza, cuando solo es sencillez o selección de preocupaciones.

“El fracaso solo es una parte del proceso de nuestra vida y de nuestro éxito. (…) Realmente se entiende la importancia del fracaso cuando se tiene la perspectiva del éxito final”.

Todo éxito exterior comienza con un aparente fracaso interior y al tiempo todo éxito exterior en verdad puede ser el inicio de un fracaso interior trascendente. La verdad es que eso a lo que solemos llamar fracaso, error, es verdad la oportunidad de encontrar el camino del éxito más permanente y real. Los grandes personajes de la historia nos lo confirman con sus vidas, llenos de aparentes fracasos que con paciencia, ilusión, esperanza en muchos casos y trabajo siempre, acabaron en los éxitos más reconocidos de la humanidad.

Muchas gracias y mucha suerte, Fernando.

Por Ginés J. Vera.

lunes, 15 de febrero de 2016

MARIO REYES: «En la novela hay varios pasajes inspirados en hechos reales».



Esta semana entrevisto a Mario Reyes, un periodista freelance y escritor a tiempo parcial valenciano, con la particularidad de que nos hemos conocido previamente por temas literarios. Respecto a su faceta de periodista destacar que colaboró en los mejores medios de comunicación del país y -según dice- también con algunos de los peores, obteniendo en 2008 el Premio de Investigación Periodística Raimon Barnils. Ha publicado varios relatos en diferentes antologías; le gusta el teatro y un par de obras de teatro suyas: ‘Yo, Groucho’ y ‘Las cartas de Gloria’, se han estrenado para disfrute del público. 
‘El gran Leo’ (Versátil, 2015) es su primera novela. 

¿Cómo surgió esta novela? ¿Fue antes el personaje de Leo Blum o lo fue el argumento?

Lo primero relacionado con la novela en lo que pensé fue en una pregunta: ¿estarías dispuesto a amargarle la vida a una persona para ganar dinero? A partir de ahí surgió la idea del escritor que cuanto peor está, sentimentalmente hablando, mejor escribe. Y finalmente, apareció el editor, o sea, Leo, como actor principal de este drama. 

Hablando de Leo, él piensa que a las entrevistas importantes no hay que llegar pronto, sino todo lo contrario. Hacer esperar al periodista o al fotógrafo. ¿Le ha pasado como periodista?

No hay que hacer esperar a nadie porque el tiempo es igual de valioso para todos. Pero sí que he tenido que esperar a un político, a un artista, o a un deportista en lugares insospechados como pasillos, rellanos de escalera, o en la calle en pleno invierno durante horas. Por cierto, el tiempo pone a cada uno en su sitio porque la época de algunos políticos pasa (algunos vuelven a la vida privada, y otros van a prisión), los artistas pasan de moda (o los olvida el público), y los deportistas se retiran (y entonces nadie los quiere entrevistar). 

‘Sí, es lo malo de pedir cosas, te suelen solicitar otras a cambio’. Un pensamiento de Leo que, me temo, se cumple bien en el mundillo editorial.

Vivir en sociedad significa pedir cosas o favores, y darlos también. Es una regla universal del comportamiento humano. Ahora bien, el camino del éxito es complicado en cualquier tipo de negocio. Cuando una empresa triunfa, detrás hay cuatro o cinco que no lo consiguen. ¿Los empresarios de éxito han hecho trampas para conseguir triunfar o sus acciones siempre han estado regidas por la ética y la honestidad? Bueno, dejo en el aire la pregunta porque la respuesta de Leo se puede leer en la novela. 

Más adelante leemos precisamente que él, Leo Blum, no había inventado el chantaje, pero casi.

En la vida real se dan casos peores que los descritos en el libro porque incluso se llega al asesinato por un puesto de trabajo de asesor político en los que se cobra mucho dinero cada mes. Pero pedir favores o hacer chantaje a alguien es algo que acompaña al ser humano desde las cavernas, por desgracia.

¿Hay partes verídicas, realistas, de su propia experiencia como autor? 

Sí, en la novela hay varios pasajes inspirados en hechos reales. Pero están muy cambiados para que nadie se pueda sentir identificado. Por ejemplo, hoy en día es casi imposible no hablar de los problemas del trabajo en cualquier reunión con amigos. De esas charlas informales sale mucha información sobre las penalidades que sufren algunos trabajadores en ciertas empresas. En mi caso, como autor, me quedo con algunas cosas y deshecho otras. Pero te aseguro que la vida real es mucho más estresante y dura que cualquier ficción. 

 ‘A todo el mundo le interesa el dinero’, afirma el personaje de Macarena, frase resumen de uno de los leiv motive de esta novela.

Sí, para este personaje, y para toda su familia, el nivel de vida que se consigue con una cuenta corriente saneada es sinónimo de éxito. Eso sí, siempre que otros lo puedan ver y admirar. Para la familia de Macarena si tienes dinero pero no lo puedes exhibir es una tontería y no sirve de nada. Ahora bien, el afán por conseguir dinero no mueve la vida de la mayor parte de las personas. Pero no nos engañemos, necesitamos algo de dinero para hacer nuestros sueños realidad.  Y si no es dinero, tal vez nos haga falta tiempo, y si no será el favor de alguien… ¿Ve como siempre nos hace falta algo que tiene otra persona y que tal vez tengamos que pedirle un favor para conseguirlo? 

¿Qué opinaría Leo y qué opina ud. de la cita de Heinrich Heine: ‘Allí donde se queman los libros, se acaba por quemar a los hombres.’?

Creo que el editor estaría totalmente de acuerdo con esta frase. Además, a Leo le da pánico que se quemen libros, y en el principio de la novela se explica el porqué de esta convicción. Por otro lado, yo estoy también totalmente de acuerdo con la cita porque una sociedad que permite quemar o que prohíbe la lectura de determinados libros tiene un problema bastante grave de falta de calidad democrática. Como decía Jacinto Benavente: “No hay ninguna lectura peligrosa. El mal no entra nunca por la inteligencia cuando el corazón está sano”. 

¿Los grandes temas en la literatura van girando y se repiten aunque de una forma nueva, artística y original según el prisma de cada autor?

Creo que ya no hay nada inventando, y los autores tratan temas universales de una manera diferente según su propio punto de vista. Eso sí, hay géneros que están de moda como la novela negra, los libros para colorear, o la narrativa erótica que se imponen sobre el resto. Por eso, contar las cosas desde una perspectiva diferente con un toque de humor, como pasa en “El gran Leo”, es arriesgado porque los lectores no están acostumbrados a comprar un libro para pasárselo bien.

Muchas gracias y mucha suerte, Mario.

Por Ginés J. Vera