lunes, 26 de diciembre de 2022

El crimen de Malladas. Luis Roso

Hay que remontarse al verano de 1915 en una finca remota de un municipio al noroeste de Cáceres para ubicarnos en El crimen de Malladas (Alrevés), de Luis Roso. Una noche trágica perdieron la vida cinco personas, entre ellas dos niñas y una embarazada. No se tardó mucho en detener a cinco campesinos del lugar y, tras un juicio plagado de sombras y dudas, condenarlos a cadena perpetua. Unos años antes se había producido el conocido como Crimen de Cuenca, en el que se llegó a torturar a los detenidos por una muerte que en realidad no fue tal. 

  En El crimen de Malladas, en el libro de Luis Roso, lo que encontraremos es una narración concienzuda y bien documentada, expuesta en cinco partes desde el crimen en sí, pasando por el juicio al silencio y olvido de los condenados. Porque, como he dicho, aún hoy, más de un siglo después, quedan interrogantes sobre lo que sucedió esa noche y las razones que llevaron a condenar a cinco campesinos a los que se les privó de libertad de por vida. Roso es natural de una región donde ocurrieron los hechos y, en este libro, se ha propuesto de alguna manera sacar a la luz una verdad tan terrible como necesaria y, con ella, honrar la memoria de las víctimas, de los inocentes condenados y de las familias implicadas. 

  En ese intento de saldar una deuda histórica, Roso no ha querido escribir una novela al uso, ficcionando allí donde el desconocimiento o la fragilidad de los hechos hubiera permitido eso, novelar. Fiel a las fuentes bibliográficas y a los textos que aún se conservan,  El crimen de Malladas es un apasionante viaje a principios del siglo XX, es sumergirnos en un contexto sociopolítico capaz de silenciar voluntades y testimonios. No olvidemos que tuvo en su día tal trascendencia mediática que de una u otra forma llegaron a tomar partido Miguel de Unamuno, la masonería, las asociaciones feministas de comienzos del siglo XX o el mismísimo rey Alfonso XIII

  “La verdad raramente es sencilla de contar o hasta de creer”, confiesa Roso en la introducción de  El crimen de Malladas. Una razón más para que sea yo quien deje aquí mi palabra e invite a leer el libro sin más añadiduras. La verdad por encima de todo, algo que leeremos en el libro me parece un excelente broche si tenemos en cuenta que mi apellido, Vera, también tiene algo de ese lema heráldico con el que se le representa: Veritas vincit, “la verdad vencerá”.


  Luis Roso (Moraleja, Cáceres, 1988) es licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de Salamanca y en Filología Inglesa por la Universidad Autónoma de Barcelona. Su primera novela, Aguacero, fue elogiada por la crítica y galardonada con el premio Tuber Melanosporum en el festival Morella Negra a la mejor novela negra novel del año 2016. A esta le siguieron Primavera cruel, publicada en 2018, Durante la nevada, ganadora del Premio de Narrativa Ciutat de Vila-real (Alrevés 2020) y Todos los demonios (Alrevés 2021). Es comisario del festival de novela Gata Negra, que se celebra cada verano en la Sierra de Gata (Extremadura).


  El crimen de Malladas. Luis Roso. Editorial Alrevés.

jueves, 22 de diciembre de 2022

Entonces supe que iba a morir Entrevista a Fernando de la Cierva

Comparto con vosotrxs la entrevista que me concedió Fernando de la Cierva (Murcia, 1958). Ha publicado recientemente la novela Entonces supe que iba a morir (Alfar). Si el apellido os suena, os diré que sí, que su abuelo paterno fue Juan de la Cierva

  En cuanto a la novela, la idea al parecer partió de un lugar en Murcia que el autor recorre frecuentemente haciendo ejercicio. Ese será el punto de partida de esta historia, una joven haciendo footing y alguien que la vigila con aviesas intenciones. De la Cierva me contó que es un firme defensor de que en el mundo hay más bien que mal. Le creo. Por eso, habrá que leer no solo esta entrevista, también su novela Entonces supe que iba a morir.


  P.: Creo que en sus dos novelas, Un invierno en Filadelfia (Alfar, 2020) y esta, hay un gran componente de verosimilitud, de referencias verídicas. No en vano Entonces supe que iba a morir está ambientada en Murcia —ciudad que conoce bien— y algunos de los personajes inspirados en personas reales. Coméntenos esos guiños a compañeros de oficio y, en especial, al del personaje de la doctora Pearson. “...No deja de ser en ciertos aspectos un reflejo mío”, comenta en las notas del autor. 

  R: Pienso que todos los escritores, en mayor o menor medida, basamos ciertos aspectos de nuestros personajes en otros reales. Al menos en mi caso, acaban resultando como un puzle en el que cada característica la he sacado de alguien a quien conozco. He querido al principio de la novela despejar las dudas al respecto (también por los equívocos que en ese sentido pudiesen surgir entre los compañeros del hospital). Como digo al principio del libro en la doctora Pearson, por ocupar en la ficción el mismo puesto que ocupo yo en la vida real, he volcado mis experiencias laborales y buena parte de mi personalidad. 

  P.: Frente a las rural noir y la novela criminal localista —que parece haber tenido cierto tirón en nuestro país—, en Entonces supe que iba a morir la trama no solo mira a la bella ciudad de Murcia. Nos traslada también al frío escandinavo. ¿Qué le llevó a tramar esta línea a la hora de plantear esta historia?

  R: Precisamente porque no quise hacer una novela localista elegí hacerles un homenaje a los escritores nórdicos de novela negra. Me aproveché de un viaje que realicé hace unos años a los países escandinavos, desde Dinamarca hasta Finlandia pasando por Noruega y Suecia, para describir y ambientar parte de la narración en unos escenarios que tengo todavía muy frescos en mi memoria.

  P.: Le propongo que nos comente un pasaje bastante representativo de los temas de su novela. Concretamente ese en el que leemos: “...la mayoría de la gente piensa que el mal no existe y cuando se dan cuenta de su error, lo que más les cuesta asimilar es que el causante de algo horrible sea alguien a quien conocen”.

  R: Creo que de alguna manera todos somos conscientes de que el mal existe. Lo leemos en los periódicos y lo vemos y escuchamos en los informativos. De cualquier forma, soy un firme convencido de que en el mundo hay mucho más bien que mal, aunque el mal es noticia y el bien pocas veces lo es. Lo que en ningún caso tenemos asimilado es que el mal pueda producirse en nuestro entorno. Eso nos descoloca.

  

  P.: Como imagino que habrá tenido que documentarse para la parte técnica, la jurídica y policial, querría preguntarle por la labor actual de la investigación científico-pericial enfocada a bucear en las redes sociales de los sospechosos o las víctimas. Casi parece que estas sean o se hayan convertido en un arma de doble filo; no sé qué opina sobre ello dentro y fuera de su novela. 

  R: Pienso que la novela policíaca se va transformando a medida que los medios para obtener pruebas de los delitos van evolucionando. Después de las deducciones racionales y los testigos pasamos a las huellas dactilares, luego llegó el ADN y los reactivos y ahora estamos en la época del rastro que todos dejamos en el ciberespacio. Seguro que el futuro nos deparará nuevas sorpresas. La delincuencia también se irá adaptando a los nuevos tiempos, y lo que primero fue limpiar las huellas o eliminar a los testigos, más tarde fue limpiar los restos humanos con lejía, y hoy corremos el riesgo del hackeo y para la eliminación de pruebas o para la inculpación de un inocente.

  P.: De algún modo creo que hay un guiño a la literatura nórdica negra, no en vano introduce una cita del escritor Henning Mankell… No muy lejos de otros nombres entre los que se encuentra el del también murciano Jerónimo Tristante. Háblenos de esas alusiones y, si gusta, de la ávida lectora Ana que escogió la cita en cuestión.

  R: Tengo la suerte de tener unos hijos que son unos ávidos lectores. Entre ellos Ana, mi hija menor, es la que más novela negra y policíaca lee y le pedí que me echase una mano. No dudó en buscar esa cita de Henning Mankell que tenía tan reciente. “La barbarie siempre tiene forma humana”. “Eso es lo que hace que sea tan inhumana.”



  Fernando de la Cierva Bento nació en Murcia en 1958. Estudió Medicina y se especializó en Otorrinolaringología. Entre 2009 y 2016 fue profesor asociado de la Universidad de Murcia. Actualmente trabaja en el Hospital General Universitario Reina Sofía de su ciudad, del que es el Director Médico. Ha escrito numerosos relatos breves, entre los cuales “La tapia” y “Asquerosas palomas” fueron premiados en sendos certámenes de la Academia de Médicos Escritores y Artistas de la Región de Murcia. En 2015 publicó un compendio de relatos cortos bajo el título de “Catálogo de buenos recuerdos” (Editorial Dauro). También es autor de la novela corta “La niña que hablaba con las águilas”, así como de las novelas “El Patólogo” y “La muerte súbita”, esta última escrita conjuntamente con el periodista y escritor Enrique Morales Cano. En 2020 publicó con Ediciones Alfar la biografía novelada “Un invierno en Filadelfia. Juan de la Cierva y su Autogiro”. En 2021 ha sido coautor del libro “Murcia a vista de haiku”, de Editorial La Fea Burguesía.


  Entonces supe que iba a morir. Fernando de la Cierva. Ediciones Alfar.


lunes, 19 de diciembre de 2022

La voz de Nueva York. Entrevista a Ezequiel Ramos

Mi entrevistado esta semana es el ilustrador de los relatos La voz de Nueva York (Traspiés), del escritor norteamericano William Sidney Porter, más conocido por el seudónimo literario de O.Henry

  Ezequiel Ramos (Barcelona, 1971), es Técnico Superior en Educación infantil y Graduado en Bellas Artes. Su pasión por el dibujo y la pintura está estrechamente ligada a su pasión por los niños. Es colaborador de diversas publicaciones, como La Tundra revista, editada en Londres. Ha publicado como ilustrador, entre otros, los siguientes álbunes: «Arturo y las manzanas» (Editorial Uno), «Cosita y Bichejo aventuras en Madrid» (Editorial Nube de Papel) y «Peloestrella». 


  P.: ¿Cómo llegaste a este proyecto, a La voz de Nueva York, de la editorial Traspiés?

  R.: Pues llegué a través de una ilustración que hice como propuesta a un fragmento de texto de este libro que nos mandó Traspiés a un curso de álbum ilustrado en Madrid, hace dos años, justo antes de la pandemia. Al final del curso, Traspiés que colabora con Billar de letras, buscaba un ilustrador para este libro y varios del mismo nos presentamos como candidatos, siendo yo elegido como el ilustrador de los textos de O.Henry.

  P.: No sé si ya habías leído antes al autor de estos relatos, a O.Henry

  R.: No lo conocía, ni había leído nada suyo antes. Y para mí fue un giro a mi carrera como ilustrador, porque hasta el momento sólo me había dedicado a ilustrar libros infantiles y álbumes ilustrados.

  P.: En todo caso, ¿qué te parecieron los recogidos en esta antología cuando los leíste?

  R.: Me gustó ilustrar algo totalmente diferente. Y al mismo tiempo, fue un reto para mí cambiar mi estilo de ilustración para acompañar los relatos de O.Henry tan llenos de ironía.

  P.: La imagen de la portada coincide con una interior, de uno de los relatos. ¿Por qué no pensaste en una diferente o independiente para la portada?

  R.: Pues resulta que la hice como ilustración interior para uno de los textos de este libro y cuando terminé y tuve que hacer la portada, me parecía que era muy adecuada para resumir en la cubierta todo el interior del libro y por eso la propuse como portada y a la editorial les pareció buena idea.

  P.: En las ilustraciones vemos a los personajes con vívidos detalles, a todo color, no sé si atreverme a utilizar el adjetivo naif. ¿Cómo te imaginas esa ciudad, en la época en la que están ambientados los relatos de O.Henry?

  R.: Me la imagino en blanco y negro o en tonos grises. Pero quise darle un contrapunto y utilizar colores para no hacer el libro demasiado “gris”

  P.: Además de los personajes aparece, obviamente, la ciudad. Destaco esos segundos planos, esas sombras de los edificios, algunos elementos icónicos como en las de La derrota de la ciudad, Extraditada de bohemia o Una comedia elástica? Coméntanoslo, desconociendo, de igual modo, si has estado alguna vez en La Gran Manzana.

  R.: No he estado nunca en New York. Pero me encantaría conocerlo. Algún día sé que viajaré a esa maravillosa ciudad donde todo es posible. 

  »Y los edificios de mis ilustraciones en este libro son sombras alargadas que aparecen en un segundo plano marcando la verticalidad de una ciudad como es New York en la que la gente vive y trabaja en enormes rascacielos que rozan el cielo y dan esa sensación y ritmo de vértigo en la que está inmersa esta ciudad y sus habitantes.

  

P.: Hay una frase peliaguda en el relato El asesino de tontos. Me refiero a «No hay nada más despreciable sobre la tierra que un artista visto con los ojos del autor cuyas historias ha ilustrado.» Por una parte me ha recordado aquello de: “Traduttore, traditore” o a cuando se lleva al cine con poco éxito una buena novela. Háblanos de los desafíos del ilustrador, del compromiso, a la hora de poner imágenes a un texto literario tan abierto a la imaginación.

  R.: Creo que los desafíos son siempre los mismos, se ilustre lo que se ilustre. Siempre el autor se imagina lo que escribe de una manera y el ilustrador de otra totalmente distinta o a veces muy parecida, pero siempre aportando algo nuevo. Esto es muy enriquecedor porque así le damos al lector otra perspectiva de la historia. 

  P.: En la sinopsis de contraportada leemos que tus ilustraciones ofrecen una perspectiva “irónica” de la ciudad de New York. ¿Hay ironía en tus ilustraciones? ¿Cómo las describirías en su conjunto?  

 R.: Son irónicas y un tanto burlescas. Pienso que era la mejor forma de acompañar el texto de O.Henry.

  P.: Creo que a la hora de dar forma y color a una ilustración literaria habrá que tener en cuenta aspectos tales como el espacio, la composición, el encuadre, el punto de vista o la perspectiva… Dado que el título del libro es La voz de Nueva York, ¿cuál sería para ti la voz de la ciudad si tuvieras que describirla con un sonido, una canción, una fotografía, una palabra...

  R.: A la hora de ilustrar un libro es muy importante saber el espacio que ocupa el texto y donde va a ser colocada la ilustración para hacer una composición y encuadre de la imagen que resalte siempre el texto y armonicen ambas a la par. Es complicado conseguir esta simbiosis, pero cuando se produce ocurre la magia…

  »La voz de Nueva York creo que es un grito, un sonido atronador como el claxon de un taxi en medio de un atasco en la gran manzana. Una canción de amor bajo la luna en el último piso del rascacielos más alto de la ciudad. La foto de la estatua de la libertad. O la palabra “vértigo”.


  La voz de Nueva York. O.Henry. Ilustr.: Ezequiel Ramos. Trad.: María Teresa Sánchez. Ediciones Traspiés.


jueves, 15 de diciembre de 2022

Figuras ocultas. Jason Rekulak

Nada más seductor para las y los amantes de la literatura de terror que las historias de casas encantadas. En la narración de Figuras ocultas (Nocturna), de Jason Rekulak, hay una casa aparentemente normal, con piscina y una casita contigua a esta en la que se hospedará Mallory Quinn. Ella será la protagonista de esta historia de la mano del pequeño Teddy. 

  Mallory ha aceptado ser la niñera de Ted y Caroline Maxwell. Y todo irá genial al principio, claro. A sus cinco años, Teddy es adorable, tímido; fascinado por cuanto le rodea, lo plasmará en su cuaderno de dibujos. He ahí otro elemento subyugante para los amantes del género: los niños y sus dibujos. Sobre todo cuando esos inocentes dibujos empiezan a volverse... siniestros. La edición de  Figuras ocultas en España viene con ilustraciones de Will Staehle y Doogie Horner. 

  En uno de esos dibujos de Teddy, aparece, por ejemplo, una mujer de aspecto extraño, ¿quizá su amiga imaginaria? A través de la narración de Mallory comenzaremos a sospechar de la autoría de esos dibujos. En especial cuando uno de ellos muestre a un hombre que va arrastrando un cuerpo en medio de un bosque. Y de una manera tan realista y de una destreza inusual para la edad de Teddy. Las leyendas de la casa comenzarán a tomar protagonismo aunque Mallory no se nos muestre muy fiable como narradora. También ella como la propiedad en la que viven tiene su pasado. 

  

  Antes de aceptar el trabajo de niñera para los Maxwell salió de un proceso de rehabilitación por su pasada adicción a las drogas. ¿Dónde empieza la realidad y dónde la imaginación? ¿Son realmente de Teddy esos dibujos? ¿Quién es la siniestra mujer que aparece en ellos? 

  Si te gustan las historias como Cuando el círculo se cierra, del recientemente fallecido Peter Straub; La maldición de Hill House, de Shirley Jackson; Otra vuelta de tuerca, de Henry James o El misterio de Wraxford Hall, de John Harwood… te gustará Figuras ocultas. Esta novela ha obtenido un gran éxito de crítica y ventas habiendo sido traducida a una veintena de idiomas. 


  Jason Rekulak nació en Nueva Jersey, Estados Unidos, y en la actualidad reside en Filadelfia. Ha sido durante muchos años editor del sello independiente Quirk Books. En 2017 publicó su primera novela, La fortaleza imposible


  Figuras ocultas. Jason Rekulak. Trad.: Ana Isabel Sánchez. Nocturna Ediciones.

lunes, 12 de diciembre de 2022

Borrachos. Edward Slingerland

Desconozco si Edward Slingerland, el autor de Borrachos. Cómo bebimos, bailamos y tropezamos en nuestro camino a la civilización (Deusto, 2022), mientras tecleaba el contenido de su libro en el ordenador tenía sobre la mesa una copa de vino. Lo cierto es que le ha salido un libro muy resultón, muy sesudo y con un enfoque de los que quita el hipo. Valga el guiño, claro. 

  Borrachos… es una obra divulgativa que ‘bebe’ de diversas fuentes sin llegar a embriagar, pues para eso ya nos invita Slingerland a pasarnos al final del tomo por la barra libre de bibliografía y alrededores. Como digo, este sinólogo y filósofo canadiense-estadounidense escancia entre las páginas de Borrachos... una serie de argumentos a partir de evidencias no solo de la de genética, sino de la arqueología, la literatura, la historia, la neurociencia, la psicofarmacología o la psicología social. Y todo para llegar a responder o respondernos, la gran pregunta: ¿por qué nos emborrachamos? En realidad, la pregunta más amplia sería la de por qué los seres humanos hemos recurrido desde siempre a sustancias alteradoras de la conciencia. 

  Ya en la introducción, Slingerland pone un trago corto al debate sobre si la embriaguez es algo genético, adaptativo. “Somos buscadores de placer desde tiempos inmemoriales”, prorrumpe con un sentido del humor que salpica este libro sin perder rigor científico en sus postulados. Su argumento central, comenta, es que “emborracharse , colocarse o alterar la cognición debe de haber ayudado a las personas a sobrevivir y prosperar, y a las culturas a perdurar y expandirse.” Ahí es nada. No solo no cree que el alcohol no es un error evolutivo. 

  Slingerland cree que “fue un factor crucial para desencadenar el auge de las primeras sociedades a gran escala.” No es de extrañar así que afirme que quedan muchas incógnitas por desvelar o que “hemos de reevaluar los beneficios históricos de la intoxicación, en el ámbito personal y colectivo.” En resumen, un libro sobre cómo el alcohol en particular y algunas sustancias intoxicantes de rondón han tenido su función (alguien diría que también su utilidad) en el moldeo de nuestras sociedades tal y como las conocemos. Toca así ponerse cómodo y paladear este Borrachos... solos o en buena compañía, la siguiente ronda corre de mi parte. 


  Edward Slingerland (Nueva Jersey, 1968) estudió en Princeton, Stanford y Berkeley. Es académico universitario distinguido y profesor de filosofía en la Universidad de Columbia Británica, donde también ostenta cargos en los departamentos de Psicología y Estudios Asiáticos. Ha publicado numerosos libros y artículos especializados en revistas académicas, además de participar en la edición de distintos monográficos de psicología, ciencia cognitiva o estudios sobre religión. Es un firme defensor del diálogo y la integración entre las ciencias y las humanidades.

  Borrachos. Cómo bebimos, bailamos y tropezamos en nuestro camino a la civilización. Edward Slingerland. Deusto.

jueves, 8 de diciembre de 2022

Una historia de agua. Gonzalo Calcedo

Gonzalo Calcedo firma Una historia de agua (Traspiés). La obra fue presentada al Premio de Narrativa Carmen Martín Gaite 2022 quedando finalista por su calidad literaria. 

  Lo primero que descubrimos en esta novela ambientada a mediados de los años cuarenta en un pueblo del país vasco francés es a unos cuerpos varados en la playa. Las autoridades locales sospecharán que son soldados alemanes a pesar de que no lleven uniformes. El frente de batalla está lejos y Phillippe, el jefe de la resistencia contra los nazis, parece señorearse entre los habitantes del pueblo. 

  El mar y su rudeza también se imponen en la forma de ser de los mariscadores y gentes ariscas labradas por el paisaje y, con la guerra como telón de fondo, frente a los desertores y los colaboracionistas. Ahí surge otro personaje clave: la adolescente Lisette, hija de unos padres a los que el pueblo desprecia por esa deslealtad. 

  Como en la propia vida no hay malos ni buenos perfectos; hay miedo y castigo, la ambigüedad y la avaricia medran como un mar oscuro, como una ola gigante que parece cubrir a quien se acerque demasiado a su orilla. La búsqueda de la esperanza, de la felicidad, no se ve igual ante los escépticos ojos de Lisette que ante los de su hermana Marion, quien mantiene una relación con Phillipe, ansiando escapar a París. O ante los del brigada Climent, a quien le tocará investigar el hallazgo de los cuerpos a la playa. 

  El mal y la tragedia navegan en el mismo mar, en la misma frágil embarcación de madera donde se agarran como pueden los personajes de esta historia, enfrentándose a sus decisiones quizá egoístas, hipócritas o decepcionantes. Cada personaje de Una historia de agua es una gota de agua salada, no un grano de arena, se apoya en el resto en un pueblo tan pequeño como Le Crozac, fronterizo, como lo es -o lo será- el final de la guerra. Una contienda que ha hecho surgir las miserias escondidas de la naturaleza humana como el marisco que recogen con sus manos cuando se retrae la marea.  

  Una historia de agua es un ejercicio de libertad, de crítica a la sociedad actual y, en cierto modo, a lo más telúrico y atávico de los seres humanos incapaces a menudo de enterrar a sus muertos y a sus fantasmas personales.


  Gonzalo Calcedo Juanes nació en Palencia en 1961, y actualmente reside en Santander. Autor de dos docenas largas de obras, publicó su primer libro de cuentos, “Esperando al enemigo” en 1996, le siguieron: “Otras geografías” (1998) y “La madurez de las nubes” (1999), “Apuntes del natural” (2002), “La carga de la brigada ligera” (2004), “El peso en gramos de los colibríes” (2005), “El prisionero de la Avenida Lexington” (2010). También ha publicado la novela “La pesca con mosca” (2003). Ha obtenido, entre otros galardones, el  premio NH Vargas Llosa al mejor libro inédito (1996), el Premio Alfonso Grosso al mejor libro de relatos (2005), el Premio Tiflos de cuentos, el Premio de Narrativa Ciutat de Vila-real (2017) o el Premio Caja España.

  Una historia de agua. Gonzalo Calcedo. Traspiés.

  Puedes leer la reseña de Senectus Premio de Narrativa Ciutat de Vila-real aquí.