jueves, 26 de septiembre de 2019

‘¿Qué le doy de comer?’ Lucía Martínez y Aitor Sánchez


La editorial Paidos acaba de publicar ‘¿Qué le doy de comer?’, de Lucía Martínez y Aitor Sánchez. Probablemente para un gran público estos dos autores no sean desconocidos. Ambos son dietistas-nutricionistas volcados en la divulgación sobre alimentación y salud a través de libros y sus blogs. Aitor Sánchez es autor de ‘Mi dieta cojea’ y ‘Mi dieta ya no cojea’, en tanto Lucía Martínez lo es de Vegetarianos con ciencia (2016) y Vegetarianos concienciados (2018), este publicado en Paidos.

En ‘¿Qué le doy de comer?’ lo primero que encontramos es un prólogo de la doctora Marián García, también conocida por “Boticaria García”. A continuación, los autores han incluido cuatro capítulos y un epílogo a modo de reflexión sobre el cambio real desde la situación actual a la ideal en los distintos ámbitos tratados en el libro: familia, centro escolar, contexto social, etc.
En la ‘introducción’, ya nos advierten de que la alimentación infantil no es un tema amable, que pesa sobre él en la actualidad intereses económicos, ideas trasnochadas además de unírsele creencias populares y otras variables que influyen negativamente en la forma de comer de los más pequeños. Nos lanzan una idea básica como lo es que a partir de los seis meses no existe una “comida para niños” diferente a la de los adultos. O no debería haberla.

En el primer capítulo se habla con criterio acerca de la importancia de la lactancia materna erradicando mitos, también sobre las leches artificiales y la legislación bajo el foco de los intereses económicos de las empresas alimentarias. El tema de la introducción del vegetarianismo en los más pequeños o de los métodos de alimentación BLW o BLISS también son analizados con rigor.

El recorrido a lo largo del día de lo que comen los niños se analiza en el segundo capítulo. Se ven así alternativas saludables frente a alimentos poco recomendables. Incluyen, en el capítulo tercero menús saludables además de recetas sencillas abordando patologías comunes infantiles relacionadas con la alimentación: diabetes, obesidad o celiaquía.
El cuarto capítulo está dedicado a la parte educativa. Un enfoque desde la perspectiva del ámbito familiar o el escolar, bajo la premisa de la importancia del entorno en la creación de hábitos saludables a incorporar en los niños.

En definitiva, ¿Qué le doy de comer?’ pretende convertirse en una guía para todos los padres que quieran conseguir que sus hijos coman de forma saludable.

¿Qué le doy de comer?’ Lucía Martínez y Aitor Sánchez. Paidos.


Reseña del libro Vegetarianos concienciados

Reseña del  libro incluido en la bibliografía de ‘¿Qué le doy de comer?’, escrito por Juan Llorca y Melisa Gómez --> Sin dientes y a bocados

lunes, 23 de septiembre de 2019

Bestial. Lilián Pallares


La casualidad me llevó a este poemario. O quizás fuese el poemario quien me eligió, pues soy afín a la idea de que son los libros quienes nos eligen. 

Lilián Pallares (Barranquilla, Colombia. 1976) ha reunido en Bestial (Olifante, ediciones de poesía) treinta y seis poemas resonantes. Hay algo muy humano en ellos, pero también salvaje, primigenio. Se mueven en cuatro regiones que Pallares ha llamado: primitiva, carnal, viperina e insurrecta. Quienes se acerquen a estos poemas van a percibir una pulsión hacia lo instintivo. 

La noche está muy presente, también las criaturas, la fiereza, el rojo o el negro. El sueño o la luna se alían con la sed, los olores o los cánticos dando paso a silencios. Hay un latir de cuerpos, sobre todo femeninos, donde la piel, la lengua, el ojo, los labios o el corazón transmiten una vibración poética casi entre lo sensual, lo erótico y lo brutal. Humildemente me he quedado prendado de su poema ‘Libre’, no solo por esa búsqueda identitaria en algunos de ellos, también por la fuerza narrativa de este poema, junto a otros igual de telúricos y feroces. 

Este tercer poemario de Lilián Pallares denota su pasión por sus raíces y por la palabra transformadora en imágenes de poderoso contenido lírico y visual.

Bestial. Lilián Pallares. Olifante, ediciones de poesía

jueves, 19 de septiembre de 2019

‘Yo soy así’. Tomás Navarro y Fernando Trías de Bes


'Yo soy así es el nuevo libro de Tomás Navarro

He tenido la suerte de entrevistarlo en ocasiones anteriores al hilo de sus otros libros. Siempre me sorprende y, para no variar, lo hace también en este. 

Con lo que a mí me gustan los relatos, Navarro y Trías de Bes unen fuerzas e inventiva para escenificar diecisiete capítulos de la mano de diecisiete psicorrelatos. Casi una veintena de situaciones, algunas hilarantes, otras histriónicas, todas cinceladas con ese humor sagaz y al punto reflexivo sobre nuestros miedos, temores y obsesiones. Leer estos relatos que anteceden a cada capítulo, es casi vernos a nosotros mismos si admitimos que somos unos maniáticos del orden. De la sinceridad. O un poco celosos. Por no mencionar a quien quiere ser algo más o a los sufridos supersticiosos o nostálgicos sin remedio. Mmmmm. Quizá sí, afirmaría que sí, que tras estos psicorrelatos reflexivos, en la parte que los autores lanzan sus oportunas reflexiones, están las claves. Mejorar la vida y nuestra convivencia personal con estos miedos y obsesiones es posible. 

A veces es el entorno el que tienen el papel protagonista, leemos, al ofrecernos un modelo a imitar. Para bien o para mal, añado yo. También leemos que si le preguntásemos a un biólogo nos diría que todos los mamíferos son celosos. Cómo no vamos a serlo nosotros, que también somos mamíferos grandes, añado también con humildad. Qué peligrosas son las personas complejogeneradoras, casi tanto como pronunciar esta palabra. Y es que cuando estamos en compañía de estas personas solemos sentirnos inseguros y acomplejados. Malamente, diría Rosalía (la cantante, se entiende). 

Creo que quien más quien menos estará de acuerdo con muchas de las reflexiones de este libro, como esa en la que nos recuerdan que no tiene ningún sentido que sigamos al lado de una persona que no nos quiere, que disfruta con nuestro dolor y que además nos maltrata, por mucho que sea nuestra madre, pareja y/o hijos. La soledad no es siempre el problema. Por cierto, que no se me olvide decir que soy uno de los millones de lectores que disfrutó con el libro de Trías de Bes (también a cuatro manos, este con Alex Rovira) titulado La buena suerte

Con estos mimbres el resultado de ‘Yo soy así’ no podía ser sino delicioso. Como dicen los autores en el capítulo sobre la superstición, gran parte de la vida depende de la suerte, pero vivir en un proceso de pensamiento mágico creyendo en amuletos y alrededores genera mucho estrés. Mejor lee este libro y nos cuentas qué te ha parecido, seguro que te gustará y eso no será cuestión de suerte.

Yo soy así’. Tomás Navarro y Fernando Trías de Bes. Zenith

Si quieres leer otras reseñas y/o entrevistas concedidas por Tomás Navarro, pincha aquí.



lunes, 16 de septiembre de 2019

Entrevista a Rosario Raro

Agradecido de que Rosario Raro me conceda de nuevo una entrevista, quiero empezar por el final de su novela. Tranquilidad, no voy a desvelar el desenlace.

   Me refiero a que en las notas finales de ‘Desaparecida en Siboney’ (Planeta), Rosario indica que el primer flechazo entre esta novela y ella se dio en una casona de Cantabria. Quienes me conocen saben que profeso un amor especial a Santander y Cantabria. Por ahí, Rosario ya me ganó (de nuevo) con esta novela.

   Fue en El Capricho de Gaudí, también conocida como La Villa Quijano, en Comillas, donde descubrió «a quien llamé en mi novela Mauricio Sargal. Su nombre real fue Máximo Díaz de Quijano, comencé a tirar del hilo seducida por la mirada que sostenía en un retrato de la que fue su casa durante un periodo demasiado breve...»

   De Comillas viajamos a Barcelona, al menos virtualmente en esta entrevista. No en vano, por entonces Mauricio nos describe “la vía que formaba parte del primer trazado peninsular desde Barcelona a Mataró partían en dos el paisaje”. Lo de trazado peninsular es porque el primer tren inaugurado en España fue en 1837, en Cuba (entonces provincia española) y correspondía a la línea La Habana-Güines. Años después se construyó la línea de Barcelona a Mataró en 1848, línea todavía hoy en uso. 

   Cuba y Barcelona son dos ciudades con un gran peso en esta novela, por cierto. La ciudad condal es un personaje más de la novela, para mí, sin duda. La Barcelona del XIX es una Barcelona que «estaba en plena ebullición, los telares no paraban y la pregunta que hay detrás de este libro tiene mucho que ver con el origen del dinero para montar las fábricas textiles. », comenta Rosario. Pero, ¿qué es eso de la pregunta detrás de este libro?... Al parecer, mientras se documentaba para escribir ‘Desaparecida en Siboney’, Rosario descubrió ciertos secretos acerca de fortunas actuales de algunas de las grandes familias españolas que parecen provenir del tráfico de esclavos en las colonias americanas a finales del siglo XIX. 

 Pasados algo turbios donde algunas pruebas se han salvado... y otras fueron borradas. «Una guerra es la coartada perfecta para la quema de archivos.», asegura. 

  Y si en su anterior novela ‘La huella de una carta’, también basada en hechos reales (al igual de ‘Volver a Canfranc’), las cartas cobraban un protagonismo especial, en ‘Desaparecida en Siboney’ lo es un telegrama. «En mi novela hay un telegrama de Alfonso XII que contiene las claves de desvelamiento sobre la verdadera identidad de los protagonistas.» 

   Si uno está atento a ese telegrama e indaga en los personajes de ficción -a los que Rosario ha cambiado los nombres reales-, estos se convierten en figuras históricas reconocibles y famosas. Como ella misma comenta: «Muchos políticos y empresarios actuales descienden de familias que se dedicaron al tráfico de seres humanos. Creo que es algo que debe llevarnos a una profunda reflexión, a pensar en manos de quiénes estamos.»

 Porque ‘Desaparecida en Siboney’ invita a la reflexión, y mucho; la base de la novela no deja de ser ese grito de libertad, la puesta en valor del movimiento abolicionista en una época con una mentalidad muy diferente a la nuestra... O quizás no tanto.

   Viajemos de nuevo. Ahora por mar, tal y como nos cuenta Rosario y descubrimos en su novela.

  «Se le llamaba eufemísticamente "comercio triangular" a la trata de seres humanos. Los barcos partían de Europa hacia África, de allí a América y del Nuevo Continente hasta aquí de nuevo.» En ese “viaje redondo” o "comercio triangular" los buques nunca navegaban vacíos. «A África llevaban licores, caballos, armas…», comenta, y, en África, los negreros llenaban sus bodegas con esclavos que eran trasportados a América. Muchos no sobrevivían. Tras descargarlos en Cuba, Puerto Rico, Haití… los barcos volvían «con lo que nosotros conocemos por coloniales, los productos que se vendían en los ultramarinos: café, cacao, azúcar… también tabaco y mucho algodón para la industria textil.» Un viaje redondo, sin duda, para los bolsillos de muchos y para vergüenza de otros muchos más, ayer y hoy.

   Respecto a las condiciones de vida de la época, parece que se ha avanzado algo ya que «los abusos en las fábricas y en otros lugares de trabajo estaban a la orden del día», añade que el caso extremo eran las esclavas, ya que «como ni siquiera eran consideradas personas hasta muy avanzado el siglo XIX no había ninguna responsabilidad para nadie en el caso de que desaparecieran.»

   Rosario nos recuerda que «el movimiento abolicionista comenzó a tomar fuerza en estos años que yo relato, antes había sido silenciado de una u otra manera, cada vez que había brotado con cierta fuerza.»

  Puede parecernos que estos hechos, la esclavitud, haya quedado en el pasado, que sea algo tan lejano como cuando se comentan las atrocidades de los españoles tras la llegada de Cristóbal Colón a América ahora que se acerca la festividad del 12 de octubre… Pero no. 

  Rosario Raro, al final de la novela, en un apartado de no ficción, recoge «un dato del Slavery Index de la Walk Free Foundation en él aparece una cifra escalofriante respecto a la esclavitud: en la actualidad hay más de 40 millones de esclavos en el mundo.»

 No quiero cerrar esta entrevista con datos, sino con otro de los guiños habituales en las novela de Rosario. El que le hace a la propia literatura. La lectura, los libros y la poesía, están muy presentes en ‘Desaparecida en Siboney’, le comento. En tus anteriores también. Ella me dice que sí, que «de esta forma incluyo una biblioteca en mis novelas.» Le hablo de que no solo en Mauricio, a Manón también le gusta leer y que aparece un poeta junto a sus poemas entre las páginas. 

  «Laureano Parnás, el poeta, me pareció muy finisecular», y añade que «también en el caso del padre Narciso Vergel, que como ya habrás adivinado es el trasunto ficcionalizado de mosén Jacinto Verdaguer, también hay mucha literatura: ganó los Juegos Florales, escribió La Atlántida, es uno de los grandes autores de la literatura catalana. Todo lo que cuento de Vergel coincide punto por punto con la biografía de Verdaguer. Cliff Barnaby le regala el libro de Richard Ford a Manón… Y a doña Delia, por ejemplo, tal vez por su soberbia, por sus “ínsulas”, que diría ella en vez de “ínfulas”, no le interesan demasiado las palabras escritas por los demás, tal vez, porque eso significa que no le interesan los demás, en general.»

   Estoy seguro de que a tus lectoras y lectores les va a interesar volver a leerte, Rorario, y a quienes aún no te han leído, confío en que lo hagan tras leer esta entrevista.

Por cierto, la productora Diagonal TV ha adquirido los derechos audiovisuales de la novela 'Volver a Canfranc' para su adaptación a la pantalla. Puedes leer aquí la entrevista que me concedió Rosario acerca de esta novela.

lunes, 9 de septiembre de 2019

Las comidas de Lezama Lima. Silvia M. Gómez Fariñas


José María Andrés Fernando Lezama Lima, más conocido por José Lezama Lima, nació en La Habana, allá por los inicios del pasado siglo XX. Hijo de militar, la muerte de su padre marcó su vocación como escritor. Lezama destacó sobre todo como poeta, cuentista y como novelista por una obra singular: Paradiso, quizá una de las obras más importantes en la lengua castellana. Esta apareció publicada en 1966; la única publicada en vida, pero que representó todo un acontecimiento en el panorama literario de la época.

He querido hacer esta breve introducción porque no se prodigan en las librerías las obras narrativas de autores cubanos. En este caso, Las comidas de Lezama Lima no es una semblanza del intelectual habanero, ni una profunda disertación al hilo de sus obras en vida o tras esta.

El título y la portada ya nos dan alguna pista de que sobre el mantel vamos a encontrarnos un libro muy especial. Los lectores descubrimos como entrante un prólogo a cargo del también cubano, periodista e investigador Ciro Bianchi. Titula a su exordio antes del recetario posterior La cocina contada. En él, Bianchi nos ilustra acerca de esos pasajes en la obra de Lezama donde este evoca la cocina cubana. También hace un recorrido por otros escritos y escritores cubanos acerca de ello, de esa presencia o ausencia de referencias gastronómicas en las obras literarias cubanas.

«El lector se queda con ganas de enterarse qué comían los protagonistas de Mi tío el empleado (1887) la importante novela de Ramón Meza, y adentrarse así en los gustos culinarios de la burocracia colonial», leemos. Y en ese recorrido llegamos a ese punto en el que Bianchi nos cuenta que «El dulce es adicción remota del cubano». Quizá por ello la repostería cubana es tan deliciosa, añado yo. Bianchi añade que «Algunas crónicas dan cuenta de que ya en el siglo XVI se hacía presente en la mesa criolla».

No vayamos tan atrás. La narrativa cubana actual también hace guiños a la comida cubana, como el que le hago aquí y ahora a Leonardo Padura. Este autor me concedió una entrevista hace unos años. Puede leerse aquí. recuerdo que nada más entrar aquel en el hotel donde habíamos quedado, lo primero que hizo tras sentarse fue pedir un café bien cargado. Creo que hablamos de su novela y de comida, cómo no.

Bianchi nos cuenta en el prólogo de Las comidas de Lezama Lima que «La cocina ocupa un lugar nada desdeñable en Pasado Perfecto (1991) y Vientos de Cuaresma (1993) novelas de la tetralogía “Las cuatro estaciones” de Leonardo Padura.»

Antes de hablar de la segunda parte, la del recetario incluido en este libro, no quiero descuidar el comentar las divertidas anécdotas de Lezama y su buen comer. En el prólogo, así, leemos por ejemplo de Lezama que no era raro que este «(…) en un restaurante de cocina española, rematase su cena con ese postre criollísimo que son los cascos .de guayaba con queso blanco». Pues eso. Ya anuncia Gómez Fariñas que este libro «pretende dar una idea aproximada de lo que comía Lezama Lima y de los platos que lo deleitaron», algo que la autora ha llevado a cabo valiéndose de múltiples fuentes, afirma, para reconstruir este testimonio.

En el recetario hay buena profusión de jugos como el de mango, ya solo o con piña, o el de guayaba. Esa que tanto gustaba a Lezama como hemos leído. Hay mermeladas, salsas, cremas y recetas de tamales, de arroces y calamares sin descuidar las carnes o los filetes de pescado en varias presentaciones. No podían faltar en el recetario algo tan representativo de la gastronomía cubana como su cerdo asado, su ajiacao, su caldosa, su dulce de coco... junto a los cascos de guayaba. A lo largo de sus páginas, la autora de Las comidas de Lezama Lima incluye las palabras del gran escritor cubano para conformar el contrapunto necesario como lo era ese queso blanco a los cascos de guayaba lezamianos.

Enhorabuena a la editorial Verbum porque ¡metió pesca’o!


miércoles, 4 de septiembre de 2019

Recicla cocinando. Pepa Chacón y Elisabet G. de Chávarri


Este verano he aprovechado para leer. Para leer y cocinar. Dos pasiones que tengo para mí, afortunadamente puedo compartirlas aunque de manera distinta. La primera, aconsejando lecturas a mis amigos y conocidos. Lecturas propias o ajenas, se entiende. La segunda, compartiendo preparaciones entre quienes se arriesgan a probar mis creaciones, algunas más atrevidas que otras.

En esta ocasión vengo a compartir aquí la recomendación de un libro que aúna esas dos pasiones personales: la literaria y la de gastrónomo.

He de decir, a modo de aperitivo, que me llamó mucho la atención este libro de entrada. Quizá porque la frase bajo el título entra dentro de mi filosofía en la cocina. Me refiero a darle una nueva vida a los alimentos. Personalmente creo que ‘tiramos’, me incluyo por modestia, mucha comida. En España, nuestros vecinos europeos y en el planeta. Y ese despilfarro afecta a millones de personas. De manera directa, con hambrunas ilógicas y desaprovechamiento de recursos, y desde el punto de vista del medio ambiente. Me refiero a nuestra huella ecológica.

El prólogo del libro Recicla cocinando (Editorial Arcopress) también nos quiere sensibilizar sobre ello. Lo firma una exministra de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, doña Isabel García Tejerina. Ahí es nada.

El libro Recicla cocinando tiene recetas. Muchas. Muy apetitosas. Están divididas en secciones según el tipo de alimento a aprovechar. También hay trucos, técnicas y consejos muy útiles, por ejemplo, sobre cómo han de comprarse o conservarse ciertos alimentos.

El mal olor de la coliflor puede obviarse si se cuece con unos trozos de manzana, leemos. También que si queremos preparar unos macarrones al dente dejemos la olla destapada. O qué debemos hacer para evitar el temido anisakis en el pescado entre otros muchos e interesantísimos consejos.

Me gustaría recomendar este libro por todo lo dicho hasta ahora, y porque seguro que es un acierto para el bolsillo y el medio ambiente darle una nueva vida pergeñando esa receta de Risa de ensalada (aportada por una de las componentes de ‘Las virtudes’); o a ese pollo, preparando Magdalenas d pollo y queso; o a ese sempiterno turrón navideño que hará las delicias de los más golosones de casa en forma de Helado de turrón.

Un libro, como digo, para chuparse los dedos.

Recicla cocinando. Pepa Chacón y Elisabet G. de Chávarri. Editorial Arcopress.