miércoles, 31 de agosto de 2016

Ernesto Guerrero: "Me encanta el silencio de la noche".



Este miércoles al ser fronterizo entre este agosto de entrevistas especiales y el de septiembre en el que vuelvo a las entrevistas más clásicas he querido compartir con mis lectores esta entrevista a Ernesto Guerrero.  No es un escritor, es un artista de Mendoza (Argentina) donde vive y trabaja como ilustrador, me encandiló con sus dibujos además de por el hecho de ilustrar a escritores. Obtuvo  el mes pasado el tercer premio en el concurso de murales callejeros por el Bicentenario de la Independencia Argentina, que organizo el Espacio Contemporáneo de Arte de Mendoza (Argentina). Aprovecho para mandar un saludo a su gata Tramontana.

No sé si es aventurado afirmar que empezaste “ilustrando” en la calle, es decir, en el entorno de los grafitis en zanjones en tu provincia. ¿Qué recuerdas de aquella etapa? Alguna anécdota de esta actividad tan poco valorada e incluso marginada.

El graffiti fue incorporado hace un año a todo lo que venía haciendo, cuando “Barney” un artista urbano se cruzó conmigo en un evento de PECHAKUCHA, y me sugirió que fuera a manchar paredes con los muralistas de Mendoza, entonces fue así como empecé con el “street art”. Cada vez que salgo a pintar un mural en las calles incorporo el mismo estilo que utilizo en mis ilustraciones en digital o en soporte de papel, quizás es medio raro encontrarse con un graffiti sobre un niño en invierno con muñecos de nieves calentando sus manos o un perro en bicicleta disfrutando escuchar música, pero no quiero alejarme de la temática dirigida a los niños.

No solo pintaste grafitis, también murales para colegios, lo que me lleva a preguntarte por tu infancia: ¿cuándo te nació el gusanillo de dibujar, la fantasía de las imágenes? ¿Eras un buen estudiante?

Me encanta dibujar desde que tengo uso de razón, de niño mis padres intentaron enviarme a escuelas de artes pero fue un fracaso, porque eran muy estructurados los profesores y me hacían dibujar naturaleza muerta, paisajes y anatomía humana, en cambio yo tenía alrededor de 8 u 10 años y quería hacer robots, dragones con sombreros, animales jugando al basketball o lo que me influían los dibujos animados o historietas, así que pasó el tiempo y seguí aprendiendo por mi cuenta, en la primaria era un buen estudiante, era un excusa perfecta traer buenas notas, para que me dejaran dibujar el tiempo que quisiera.

¿De dónde te surge la inspiración y cómo te organizas el trabajo desde la hoja en blanco al retoque final?

Aparece cuando tiene ganas la inspiración sino hay que buscarla de alguna manera, viendo fotos, leyendo libros, en la televisión, en internet o escuchando música. Me sugiero muchas veces situaciones de la vida cotidiana y en vez de personas adultas incorporo monstruos, animales, niños y busco que transmitan algún tipo de mensaje para que el que vea el trabajo lo descubra o disfrute viéndose él en esa situación.

Dicen que los artistas tienen sus manías, ¿tienes alguna dentro o fuera de tu proceso creativo que puedas revelarnos?

Trabajar rápido, no soporto demorarme en una ilustración, si algo me lleva mucho tiempo la abandono por ese día y sigo con otra, me encanta el silencio de la noche, acostarme tarde justo cuando está por salir el sol y tener un mascota cerca que te haga compañía es suficiente y siempre música girando alrededor de uno.

Me llama la atención tu compañera Tramontana…, una gata que da el visto bueno a las obras que surgen de tu taller.

Es una gran compañera que siempre está cerca y aunque parezca absurdo es muy necesario, no es lo mismo trabajar solo, no sé cómo explicarlo bien pero creo que escritores e ilustradores saben a qué me refiero cuando trabajan en la soledad de la noche.

Algún ilustrador, dibujante o artista plástico al que admires y con el que te gustaría haber compartido mesa de estudio o aspiras a ello.

Tuve la suerte de conocer a dos de ellos que son Poly Bernatene y Alex Dukal, en un workshops que tome respectivamente con ellos en el encuentro nacional de editorial que se realizó hace poco en la provincia de San Juan aquí en Argentina, de sus blogs aprendí muchísimo antes de conocerlos y sigo aprendiendo y hay machismos ilustradores como así también artistas que admiro muchísimo como Decir, Linier, Benjamín Acombe, Dr. Alderete, Jhon Kenn, Aaron Jasinski, Aryz, Cof, Lucas Varela, Maxi Luchini, Isol y podría seguir dando nombres…

No he tenido la oportunidad de ver todas tus obras, la evolución, y aún de haberlo hecho no tengo criterio para perfilar tu estilo, pero sí que veo un amor, una preferencia por los animales, ya salvajes, ya domesticados destacando entre mis preferidos tu: “Lobo feroz vs caperucita roja... la batalla final”.

Como te decía anteriormente intento insertar los personajes en situaciones de la vida cotidiana que tanto niños como adultos puedan llegar a disfrutarla, y en el caso de la ilustración que tu nombras, quise mostrar esos dos personajes como caperucita roja y el lobo feroz compitiendo entre ellos nada mas ni nada menos que en un juego de consolas, como dije una vez me gusta ilustrar para niños porque puedo ser divertido y tierno con solo dibujar.

A Van Gogh le encantaba el amarillo; a Gaugin, el rojo; una teoría afirma que a Napoleón le venció el color verde…. ¿Tienes un color favorito, un detalle con el que te gustaría que te asocien al ver tus creaciones?

Mis colores preferidos son el violeta y el amarillo, luego descubrí que eran complementarios entre sí pero creo que no tengo una paleta organizada preferida o que incluyan esos colores especialmente, a medida que voy dando color a mis trabajos improviso en el curso del trayecto, tratando de que haya cierto equilibrio y armonía.

Inspirándote en un video musical de la banda Keane hiciste una ilustración que les gustó y la compartieron en sus redes sociales, ¿qué sentiste?

Al principio no entendía bien, pensé que era una página de facebook de fans de Keane así que ingrese a la página oficial de la banda, ¡¡ y ahí estaba mi nombre!! Fue como una satisfacción y una linda manera de promocionar mis trabajos ya que en dos días llegue a tener vistas de mis trabajos de cerca de cinco mil personas, hoy en día hay mucha gente en mi página de facebook que comentan mis trabajos o simplemente los observan y eso gracias a esa publicación. Es muy gratificante y te motiva a seguir haciendo esto con más ganas.

Otra de las curiosidades que veo en la red social donde subes tus creaciones es que no escondes el proceso creativo: nos muestras los bocetos, incluso las técnicas, p. ejem., si usas Ilustrator, Photosop, Corel Painter, etc. ¿Cuál es tu opinión sobre esos ilustradores que no juegan limpio, no sé si me explico, con la técnica que dicen utilizar?

Quizás te refieres a los que no quieren develar sus secretos en cuanto a técnicas… pienso que está en cada uno, a lo mejor a algunos les costó mucho tiempo y trabajo desarrollar un estilo con determinada técnica y no quieren que otro reciba esa información fácilmente, pero yo soy de pensar que la técnica es una cosa y el estilo es otra, todos podríamos usar la misma manera de emplear la herramienta de trabajo pero creo que cada uno puede ponerle su impronta a lo que hace, crear un estilo propio que lo identifique del resto, creo que es absurdo dibujar exactamente idéntico a otro artista, puedes estar influenciado pero tu estilo que viene dentro tuyo moldeándose con el paso del tiempo y adquiriendo información será diferente.

Al hilo de lo anterior, salvando polémicas, he llegado a leer una frase tan espontánea como esta: “…Estas historietas las subía a Flickr en 2008, pero las dejé de hacer porque no sabía pintar o darle volumen con el mouse”. Es un guiño sincero y humilde, ¿crees en el aprendizaje autodidacta del ilustrador o en la necesidad de acudir a talleres, cursos o profesionales para aprender?

Es que es verdad, sucede que antes de 2008 yo no tenía idea de sombras y color, mis dibujos eran solo lineales, ninguno tenía color, entonces no me quedo otra que hacer un taller con una profesora de pintura cuyo nombre es Sandra Alonso, y gracias a ella hoy puedo sombrear mis trabajos, luego aprendí un poco de color, y cuando abandone el taller por razones de tiempo, seguí indagando sobre el tema en internet, descubriendo blogs de diferentes artistas que explican sus proceso creativos.

Me muevo entre escritores, amantes de las letras que o bien hemos publicado o están a punto. ¿Coincides en la importancia de una buena ilustración de portada para que un libro sea atractivo y el lector se decida? ¿Te animas a que te presente a escritores para que les propongas ilustrar sus libros?

Es importantísimo, los libros muchas veces están todos juntos y necesitan llamar la atención, una buena portada puede lograr eso, creo que es fundamental que los textos vayan acompañados de buenas ilustraciones. 
Y en cuanto a la segunda pregunta, por supuesto que sí, es a lo que quiero dedicarme, y ojala se puede hacer un buen trabajo en el que todos quedemos satisfechos.

Muchs gracias y mucha suerte Ernesto.

lunes, 29 de agosto de 2016

'Cuentos caníbales', de Felisa Moreno Ortega



La reseña de esta semana es de un libro de relatos, tuve la oportunidad de leerlo hace algún tiempo en formato electrónico. A la autora, Felisa Moreno Ortega, la había conocido virtualmente por otro libro de relatos, ‘Trece cuentos inquietantes’ (Hipálage, 2010). Se unió así mi interés doble por entrevistarla autora con el de seguir leyendo más obras suyas. Uno de estos lo alcancé al concederme no una sino varias entrevistas, siempre dispuesta y amabilísima. El segundo objetivo parece que se me resiste aunque he de decir que la fortuna vino a mi encuentro. Quería leer la primera (y premiada) novela de Felisa Moreno y, como digo, tuve la suerte de obtenerla como premio en un concurso organizado por la Editorial Pez Sapo. 

Con todo, creo poder compartir con honestidad literaria esta reseña del libro ‘Cuentos Caníbales’ (Amazon, 2012) tras haber leído además: ‘Trece cuentos inquietantes’, ‘La nieve en el almendro’ y ‘El club de las palabras prohibidas’. Os dejo a continuación la reseña.

Felisa Moreno nos ha vuelto a sorprender con su narrativa, esta vez de la mano de un libro de relatos titulado ‘Cuentos Caníbales’ publicado en la plataforma digital Amazon.es.

La autora confiesa que son diez cuentos continuación a los que publicase en su anterior libro de relatos ‘Trece cuentos inquietantes’, pero me atrevo a asegurar que tienen identidad propia, son diez relatos para disfrutar en el convencimiento de que el terror nos fascina, nos subyuga y Felisa sabe cómo sacar todo el provecho de las palabras, de los escenarios y de los personajes.     
      
Ya la portada advierte al lector que lo que se va encontrar son emociones fuertes, y aseguro que lo son. La primera dentellada, como no podía ser de otra manera en la cuidada prosa de Felisa, es el relato Caníbales. Un bocado exquisito, pues enhebra a la perfección el duelo interpretativo de sus dos personajes, un magnífico tratamiento psicológico y un final directo al lector. Una toalla limpia también nos aguarda con una intriga silenciosa a lo largo del relato; la realidad superando a la ficción, la habitación de cualquier hotel ya nos parecerá igual tras leer este relato.  En El hijo de los monstruos encontramos amor, y en ese amor crece la confesión, frase a frase, caricia a caricia hasta el desenlace, resonando como un eco en la conciencia del lector. Latin Food es un lugar especial, un relato nutricio y sensual que se lee con la vista, pero también con el olfato y el gusto. ¡Sírvamelo de nuevo, por favor! La conciencia a veces se toma el tiempo preciso para hablar y hacernos ver lo que parece invisible, eso me sucedió al leer El sacrificio, tan real y cercano que los personajes se han quedado a vivir un tiempo en mi casa, en mi conciencia.  El vecino del quinto me asalta por su contundencia en todos los sentidos –no solo porque también viva en un quinto–; recorro con la protagonista su historia y pienso en la maestría de Felisa para las distancias cortas narrativas. El ataúd es una sucesión de escenas escalofriantes, un frenesí para los amantes del suspense, uno de mis relatos preferidos, sin duda. No desvelo más. Confesiones nos adentra en el mundo de la televisión, de lo que se ve y lo que no se ve. Y la protagonista enfrentada a una dura prueba, la que decidirá el resto de su existencia. ¿Cuándo come el perro? me ha recordadoa las historias de Patricia Highsmith en “Crímenes bestiales”, con frases vertiginosas y rotundas se van hilvanando las piezas y casi nos volvemos protagonistas en el sublime instante del final.  Amantis es el broche perfecto a este libro de relatos, pues junto con El ataúd es uno de mis favoritos. El relato de intriga llevado a las cotas de maestros como Poe o Harvey con un final, como digo, perfecto para el relato y para este Cuentos caníbales.

Juego de presentimientos, de recelos que bailan en nuestras pupilas al disparo de frases como saetas, intriga desde lo cotidiano, en maridaje perfecto con nuestra realidad próxima, incluso los personajes pueden ser amigos, vecinos, tal vez nuestros alter ego en otra vida o en esta. Felisa Moreno dibuja con maestría un universo de terror para grandes lectores de distancias cortas pero incisivas.  


Felisa Moreno Ortega nació en Noguerones-Alcaudete (Jaén) en 1969. Se licenció en Ciencias Económicas y Empresariales y desde hace años compagina su trabajo con su carrera literaria. Con ‘La asesina de los ojos bondadosos’ (Pez Sapo, 2016) ganó el Certamen de Escritores Noveles de la Diputación de Jaén en 2009. Entre sus publicaciones para adultos se cuentan dos libros de relatos ‘Trece Cuentos inquietantes’ (Hipálage, 2010) y ‘Cuentos Caníbales’, y las novelas ‘La nieve en el almendro’ (El desván de la memoria, 2013) y ‘Arrugas en la memoria’ (Autores premiados, 2015). Al público juvenil ha dedicado ‘El club de las palabras prohibidas’ (Babidi-Bú Libros, 2012) y al infantil ‘El duende del pijama rosa’(Babidi-Bú Libros, 2015). Ha recibido numerosos premios y menciones en certámenes literarios nacionales e internacionales de  narrativa, poesía y teatro. Participa en los programas literarios del Centro Andaluz de las Letras, imparte talleres de escritura creativa y colabora periódicamente como articulista en el Diario de Jaén.

viernes, 26 de agosto de 2016

'De que hablo cuando hablo de correr', Haruki Murakami.



Este fue el segundo libro que cayó en mis manos del escritor japonés Haruki Murakami. Con anterioridad había leído ‘Al sur de la frontera, al oeste del Sol’. Aquella novela me gustó, por la historia y por el estilo del autor, imagino que fue una de las razones por la que me decanté a la hora de sacar de la biblioteca ‘De que hablo cuando hablo de correr’. Ello y dos hechos más, que también me gusta correr -como al autor-, y que sabía que se ‘deslizan’ en el libro unos cuantos consejos sobre el oficio de escritor. 

Hechas las presentaciones he de decir que también me ha gustado este libro a caballo entre el ensayo y el diario, digo esto más que nada para quienes quieran acercarse a él, para que no se lleven a engaño. No es una novela ni Murakami se prodiga mucho en aspectos narrativos. Es más -confiesa en un párrafo- que no sería capaz de enseñar a alguien a escribir novelas. El título del libro, pues, es bastante fiel a lo que Murakami trata en las doscientas treinta páginas estructuradas en nueve capítulos: habla de correr.

Es, a mi juicio, un libro humilde, honesto, lo cual hace depositar nuevamente mi admiración en el autor. En el prólogo lo califica de ‘especie de “memorias” que giran en torno al hecho de correr’; no obstante, quiero romper una lanza a favor de algunos valores que los lectores van a encontrar. Más allá de las ‘especie de reglas de experiencia’, Murakami se sincera sobre algunos aspectos de su personalidad, sus aficiones, qué le llevó a ser escritor y, con una gran honestidad (perdón por la insistencia), nos hace reflexionar, con anécdotas propias, acerca del hecho de asumir las limitaciones, ya sean físicas con el avance del tiempo, como las que a menudo (nos) surgen en quienes sentimos la llamada de la escritura. “Escribir novelas es como correr un maratón”, dice Murakami.

El estilo en primera persona y los toques de humor -junto con esa franqueza ya comentada- me llevan a recomendar este libro no solo a quienes gusten del estilo del autor como escritor, también a los que practiquen algún deporte, sobre todo de atletismo tipo runnig, marató o especialmente el triatlón.
Un apunte más, aunque yo ya disfrutaba, de vez en cuando, de ir a correr para mantenerme en forma leer ‘De que hablo cuando hablo de correr’ me ha hecho reflexionar sobre la ‘filosofía’ de lo que nos impulsa a calzarnos las zapatillas y enfundarnos una camiseta para ir a sudar sin ánimo de alcanzar gloria, fama o ser profesionales. Quizá quienes se acerquen al libro, de alguna forma, también se sientan tentados de iniciarse -o retomar, si lo dejaron- esto de correr por placer. Me he decidido a compartir esta reseña a finales de agosto en un claro guiño a quienes se acuerdan del gimnasio o de ‘volver’ a hacer deporte justo después de vacaciones. Ánimo, en palabras del propio Murakami: “Correr me hizo sentir como un pájaro, escapando de una jaula”.

‘De que hablo cuando hablo de correr’, Haruki Murakami. Tusquets Editores. 2010.

miércoles, 24 de agosto de 2016

Fernando Ortega: «Quería contar una historia de búsqueda y aprendizaje».



Esta semana traigo a Maleta de libros una entrevista de archivo. Llegué a la obra con cierta curiosidad no solo por la temática –el ajedrez–, también el título me sorprendió ya que uno de mis libros de relatos se titula ‘El hechizo de la mujer dragón’. Entrevisté así a Fernando Ortega, autor de El hechizo de Caissa (Viceversa, 2011). Según el mito, Ares -dios de la guerra- le regaló un ajedrez a la esquiva Caissa para seducirla, y fue así como ella se convirtió en la musa del ajedrez.
  Aun siendo una historia con el ajedrez como ‘tablero’ (si se me permite el guiño), es una novela sobre la iniciación a la vida: sobre los secretos que se esconden detrás de los silencios que separan a padre e hijo, sobre la rebeldía y la desesperada búsqueda de identidad en la adolescencia, y sobre los sueños que perseguimos toda nuestra vida…

  Para comenzar preguntarte qué te llevó a elegir este juego tan apasionante y didáctico para desarrollar la historia y si tuvo algo que ver con tu labor docente.

  Quería contar una historia de búsqueda y aprendizaje y nada mejor que tratar un tema, una disciplina, que me era familiar y que tiene un enorme potencial literario: pasión por el juego, sana adicción, proceso de aprendizaje... Efectivamente, soy profesor y eso se nota en la novela, donde el tema educativo es tan importante como el mismo ajedrez.

  Obviamente también juegas al ajedrez, pregunta nuevamente obligada: ¿cuándo comenzaste a jugar?

  Allá por el año 96 comencé a jugar torneos y competiciones federadas, aunque ya de niño hice mis pinitos en entornos familiares.
  
Para entender y disfrutar de la novela no hace falta saber jugar al ajedrez, pero los que somos aficionados a él ¿qué vamos a encontrar de juego, de movimiento y reflexión?

  Es cierto que no es necesario conocer el ajedrez desde el punto de vista técnico. Me gusta decir que es una novela para aprender a comprender amar el ajedrez pero no para aprender a jugarlo. Sin embargo sí es cierto que los ajedrecistas identificarán situaciones, sentimientos y vivencias en las peripecias de Marcos (el protagonista) y muchas veces se sorprenderán diciéndose a sí mismos, “vaya, esto yo también lo hice” o “sí esto yo lo sentí también”. En la novela se narran dos momentos cronológicos diferentes. Por una parte la historia se narra en pasado (flash-back), y por otra una partida de torneo narrada en presente. En ésta pondré voz a los pensamientos internos del ajedrecista.

  No sólo por su juego sino por los valores que transmite o ha transmitido más allá del tablero ¿quién es o ha sido para ti el mejor jugador de ajedrez?

  Mi ídolo siempre ha sido Mijail Tahl por varias razones. Primero y cronológicamente porque de él fue el primer libro de ajedrez que leí y el que realmente me empujó hasta el mundo de la 64 casillas. Segundo, porque es el estilo de juego que admiro. Y tercero por lo que representa como idea ajedrecística: el juego imaginativo como estilo representativo, el riesgo y las combinaciones tácticas como forma de entender el ajedrez. 

 Como jugador de ajedrez me gustaría saber qué partida o anécdota recuerdas con más cariño.

Sin duda una maravillosa partida con sacrificio de dama que jugué en el club ONCE, no sólo por la partida, sino también por un suceso gracioso que ocurrió. Volvía de los servicios tan ensimismado en los análisis de la partida (acababa de sacrificar la dama) que no vi la puerta de acceso de cristal y me estampé contra ella. Un compañero del club dijo: “Vamos Fer, no hace falta que montes el numerito, que no por eso te va a fichar la ONCE...” Risas de todos los jugadores.

Muchas gracias y mucha suerte, Fernando.

Fernando Ortega Andrés (Valencia, 1968). Licenciado en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, trabaja como profesor en diversos institutos y colegios de enseñanza secundaria. Casado y padre de dos hijos, vive en El Puig (Valencia). De inequívoca vocación docente, es un defensor a ultranza del esfuerzo como base del aprendizaje, de la lectura como sustrato de la cultura, y de la perseverancia como clave para el éxito, valores todos ellos que intenta plasmar en ‘El hechizo de Caissa’, su primera novela.

Sinopsis
Marcos era sólo un niño cuando abandonó su país. Él ansiaba tener una madre afectuosa, pero en su lugar fue adoptado por Roberto, un hombre severo, solitario y envuelto en un halo de misterio. Fascinado por las partidas de ajedrez que juegan su padre y su abuelo, Marcos se rebelará ante la negativa de Roberto a enseñarle a jugar y se volcará en el aprendizaje por su cuenta. Pero lo que en un inicio sólo parece un juego se convertirá en una obsesión que le hará gozar y sufrir, conocer lugares y personajes memorables, pagar un precio quizá demasiado elevado e incluso llegar a descubrir un secreto del pasado…