jueves, 19 de diciembre de 2013

SERGIO LLAUGER: «Cuando ya no queda nada, simplemente o te adaptas a lo precario o pereces».

Entrevisto al escritor Sergio Llauger que acaba de publicar El Yermo, su segunda novela, tras Diario de un Zombi en 2010, con gran éxito de público y venta siendo publicada en varios países de habla hispana. También ha participado en antologías como Zombimaquia, Taberna Espectral o Body Shoots, también dentro del género fantástico. Os dejo la entrevista sobre El Yermo, una novela de ciencia ficción con el trasfondo de una hecatombe nuclear.

Todo empezó con la Novih-Tsar, con los rusos, Corea del Norte y esa inquina contra Corea del Sur y los Estados Unidos… Más real que ciencia-ficción, me temo.

La novela trata del fin del mundo después de una tercera Guerra Mundial, necesitaba una premisa real, un desencadenante creíble, que le diera veracidad a los acontecimientos que se llevan a cabo. Me pareció oportuno basarme en algunos de los conflictos internacionales que azotan nuestra sociedad en la actualidad.

Lo de las cucarachas y la radiación si lo había leído, pero las ratas, los cuervos y los piojos, la verdad es que da pavor ver a los futuribles vecinos en caso de hecatombe nuclear. Y el océano, madre de la creación, desolado… Qué contraste.

He sido un ferviente consumidor de todo lo relacionado con la ciencia ficción de este tipo, he estudiado el comportamiento humano y he sacado mis propias deducciones. El Yermo es una visión personal de qué consecuencias habría para los hombres y para el mismo planeta Tierra en una situación así. Es fácil de imaginar que todo lo explicado en la novela podría ocurrir en realidad. Cuando ya no queda nada, simplemente o te adaptas a lo precario o pereces.

La “Bóveda del fin del mundo”, un lugar que existe realmente, tiene una significación especial en esta novela. ¿Fue este el origen a la hora de escribirla? ¿Por qué la ha situado en las Islas Británicas?

Sí, fue la premisa para desarrollar esta historia. Necesitaba un lugar, un objeto o un ideal realista que les diera esperanza a los protagonistas de la novela, además de un motivo por el que luchar. Sencillamente, esa bóveda que existe en la realidad me pareció el icono perfecto. Decidí ambientar la historia en Gran Bretaña porque deseaba darle un aire más internacional, además de que fue pensar en un Londres post-apocalíptico y la imagen que vino a mi mente fue tan poderosa que no tuve ninguna duda al respecto.

‘Cuando ya no veamos ninguna luz reflejada en la mirada de los hombres, significará que las tinieblas del camino terminaron convirtiéndonos a todos en bestias’. Le dice el comerciante de raíz de telurio a Adam.

Una cita que me comenta mucha gente después de leer el libro. Es propia, y creo que refleja muy bien lo que les pasa a la mayoría de supervivientes que viven en El Yermo.

Al leer sobre la Guarida y en especial sobre la Jaula, me he transportado a otras historias post-apocalípticas; me gustaría saber qué autores del género le han inspirado, aquellos por los que siente devoción literaria.

La verdad es que de historias de este tipo solo he leído “La carretera” de McCarthy. Casi podría asegurar que mis verdaderas influencias han llegado por otras vías, como el cine, con películas como Mad Max o El libro de Eli, o de los videojuegos, con joyas como Fallout o Rage. Pese a que la ambientación de El Yermo es similar a todas ellas (un paisaje postnuclear), desde un primer momento me he esforzado por otorgarle al argumento y a los personajes una personalidad muy propia y diferenciada del resto de obras del género.

‘Allí donde queden hombres siempre quedará maldad’, afirma el señor Bellici. Menudo legado, ¿es de la misma opinión?

Absolutamente sí. Allí donde haya hombres siempre habrá maldad. Aunque también habrá cosas muy buenas e increíbles. Es el don y la maldición del ser humano; su capacidad para crear y para destruir. La gran masa encaja las consecuencias, pero solo unos pocos individuos elegidos tienen el poder de cambiar el mundo, ya sea para bien o para mal.


Me ha gustado esa expresión del anciano Kane a Adam, ese ‘todos éramos aprendices de la supervivencia’, ese deber de resurgir de las cenizas, casi un lema vital recorriendo las páginas de la novela.

El ser humano y su instinto de supervivencia. Por mucho que desees dejar de respirar y morir no puedes, el propio metabolismo te obliga a dar una bocanada de aire cuando el oxígeno en tus células alcanza un nivel crítico. Es el mismo concepto aplicado a gran escala. Pase lo que pase con nuestra sociedad, el ser humano siempre se verá impulsado a intentar sobrevivir, aunque eso conlleve pasar por un duro aprendizaje para lograrlo.

En mi humilde apreciación El Yermo transmite esperanza, el verdadero sentido de la vida cuando la condición humana degenere en situaciones límites.

Es una novela dura, pero dentro del drama y de la desolación, soy partidario de dejar siempre en mis historias un poso de esperanza. A menudo ya tenemos nuestra propia realidad para quedarnos con su mal regusto. Prefiero que mis novelas hagan que el lector las acabe con un buen sabor de boca, a pesar de lo tensas y dramáticas que puedan llegar a ser en ciertos momentos.

¿Qué lleva a un gestor de cuentas de una multinacional a adentrarse en el mundo de la ficción, y en especial en el de la ciencia ficción?

La afición, puramente. Me apasiona contar historias. Y lo seguirá haciendo durante muchos años, espero.

Muchas gracias Sergio y mucha suerte.


Por Ginés J. Vera

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