martes, 11 de diciembre de 2012

ALEJANDRA DÍAZ-ORTIZ: "He vivido varias vidas entre México y España."

Foto by Javier Fernandez.
Cuentos breves, brevísimos, micropoemas, ¿afición, tradición o inspiración?

    Necesidad. Me siento muy cómoda en las distancias cortas. En las largas, me pierdo. Aunque admiro el barroco mexicano, podría decir que el minimalismo es lo mío.

Luis Eduardo Aute prologa Cuentos chinos, Luis Alberto de Cuenca Pizca de sal… Interesante.

   Mis dos Luises… Lo de Aute fue involuntario.  Al dejar en manos del editor el original de Cuentos chinos me entró un ataque de pánico escénico. Dudaba de todo: del contenido, de las palabras, de la idea.  Y los que me animaban a hacerlo me querían mucho y estaban muy cercanos. Así que pensé en someterlo al juicio de una persona a la que respeto y admiro profundamente, pero a la que no veía desde hacía muchos años y que me había conocido en otras circunstancias.  Así que un día le escribí y le pedí que leyera el manuscrito y que me diera su opinión. Luis Eduardo, que es un ser muy generoso, me pidió que se lo hiciera llegar. Pasaron tres meses. Como conozco a los artistas, y su poco gusto por hacer enemigos, asumí su silencio como la peor de las críticas. Recuerdo que fue un jueves a eso de las seis y media de la tarde, cuando recibí la llamada de Aute, muy sorprendido con lo que había leído. Entusiasmado, me ofreció escribir el prólogo. Meses más tarde, me acompañó a presentar el libro en sociedad. Fue un regalo inesperado.  Lo de Luis Alberto fue otra gran sorpresa: un día llamó a un amigo suyo para decirle que había leído un libro que le había gustado mucho. Le dijo que no conocía a la autora, pero que le recomendaba mucho su lectura, se llama Cuentos chinos … Ese amigo era mi marido.

Hay música en las páginas, pero también alrededor: Aute, Sabina, Pavarotti,… Una vida intensa. 

   Sí, la verdad es que mi vida en sí, es un gran cuento chino. He vivido varias vidas entre México y España. He trabajado en el cine y la televisión, con grandes directores como Ripstein o Jaime de Armiñan. He sido guionista. Alguna vez funcionaria y hasta lavandera. También, desde el año 1989 hasta 2006, fui manager local de Joaquín Sabina, cuando él comenzaba su carrera en México. Muchas giras, noches interminables y risas durante los mejores años de ese canalla. Gracias a eso, abrí una empresa de management. De ahí Aute, Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Enrique Guzmán, Miguel Ríos…  Hasta que la vida me hizo volver a España. Los primeros meses de 2003, estuve vendiendo mecheros y calendarios para una empresa de reclamos. Nunca me he cortado a la hora de aceptar un trabajo.

Las palabras juegan, hacen el amor, se aman y divorcian, bailan ante la pupila del lector, se cocinan en su propio jugo aderezadas con sal y pimienta…

   Sin duda, querido Ginés, el mejor órgano sexual que posee el ser humano es la palabra. Una sola palabra te puede  abrir las puertas del paraíso. Una palabra bien dicha, o bien escrita, en el tono adecuado, te excita, te seduce, te enamora. De la misma forma que una sola te puede matar. La peor palabra, leí por ahí –y estoy de acuerdo- es «pero». No deja de tener gracia que una conjunción suela ser el principio de una separación.  Las palabras son tan delicadas como la comida. Hay que saber mezclar los ingredientes. Dejarlos en su justo punto de cocción. Echarles su pizca de sal para que alegren al paladar. El proceso con las palabras es el mismo. Hay que servirlas al dente.

Y al final de Cuentos chinos leo: «Porque ya se sabe: el amor es un cuento chino.»  ¿Lo es?

    El amor, entendido como un acto de placer personal, es decir, «yo quiero a tal persona porque yo me siento bien al hacerlo», suele, algunas veces, jugarnos bromas pesadas. Me explico. Muchas veces sabemos que el «objeto» de nuestras pasiones y/o sentimientos, no es todo lo «bueno» que nos gustaría, pero aún así, le entramos, insistimos y, a veces, hasta nos lo llevamos a casa. Igual que cuando se compra algo en una tienda de chinos: sabes que el producto es de menor calidad y que lo más seguro es que se te rompa cuando más lo necesites. Pero, como la vida misma, siempre hay alguna honrosa excepción… Aunque yo todavía no la he conocido…

En Pizca de sal se me abrió el apetito, hay auténticas recetas de cocina, ¿o lo leí con doble deseo?

   Las hay, sin duda. Mi juego es que mientras se lee con ese doble deseo, el lector vaya desmenuzando el cuento.  La comida es un personaje más de la trama. Como esos pimientos rellenos culpables de asesinato…

En Pizca de sal hay primer y segundo plato, ¿qué es ‘Aceite & Vinagre’?

   Es la esencia de cualquier ensalada tradicional. Es el amor y el desamor. Es ese toque fresco, imprescindible para una buena digestión. ¿Cómo saber que algo es dulce si no se ha probado lo amargo?

¿De dónde surge la inspiración ya que veo maridar desde refranes a metalenguaje pasando por guiños a nuestra cruda y rabiosa actualidad?

   De las tripas, en esencia. De observar. De mi vida. De las cosas que cuentan mis amigos. De hecho, me tienen miedo… jajaja… Cuando cuentan algo, suelen advertirme: «esto no lo vayas a escribir». Claro que también hay los que me provocan. Un lector del viejo blog que tenía, me retó a escribir un cuento de una sola palabra. Tarde cerca de dos meses en hacerlo, aunque parezca increíble, pero es el que abre Cuentos chinos. 

¿Qué parte de Alejandra va en cada pieza, texto, libro? ¿Amor? ¿Desamor?

   Va mucho. Yo comencé a escribir los Cuentos chinos como una vía de escape. En ese momento,  yo estaba viviendo una de las peores batallas a las que me he enfrentado. Mi compañero de vida luchaba contra un cáncer. El libro está escrito con rabia, con esperanza, con mucho amor a Carlos.  Y también con mucho humor, porque él, poeta al fin, gustaba reírse de la vida tanto como yo.  Cuatro meses después de salir el libro, nos reímos juntos por última vez.  En cambio, Pizca de sal fue escrito durante el proceso de duelo. Del renacer, de haber terminado de encajar el golpe.  Los que han leído los dos libros, me lo hacen notar. De hecho, es curioso, pero Pizca de sal suele gustar más a los hombres, siendo Cuentos chinos más del gusto femenino.

De las editoriales que avasallan los estantes y mesas de centros comerciales y librerías editas con Trama Editorial.

   Mi editorial, de la cual me siento bastante cómplice, es, como diría mi editor Manuel Ortuño, «un estado de ánimo». Es una editorial independiente, porque el sistema así etiqueta a las «pequeñas», no obstante ser ellas las que más títulos  venden, pero Trama editorial no es pequeña: es grande al cuidar sus ediciones. Sus portadas, su papel, sus contenidos. Además, mi editor sabe donde sirven los mejores gin tonics…

Un profesor me dijo que los mejores libros para este oficio son los que le animan a uno a saltar al folio y escribir compulsivamente, me pasó con ambos, ¿con cuáles te pasó?  

   Sin dudarlo, con Nicanor Parra. Con Roberto Bolaño, también.  Con Idea Vilariño, magnifica porta uruguaya. Y, pecaría de omisión, si no admitiera que soy de Cortazar. Siempre he deseado ser la Maga.

Cortazar, Monterroso, Galeano, Shua,…Díaz-Ortíz. ¿A dónde va el microrrelato?

   Creo que el microrrelato va en perfecta armonía con los tiempos que estamos viviendo. Hace poco, un lector que me acaba de descubrir, me decía que lo que más le gustaba de mis cuentos era que le daba la información justa. Estamos en la época de twitter, facebook, redes. Un post en un blog tiene que ser breve. Las noticias cada vez son más cortas. Tenemos tantas cosas que ver, leer, escuchar… 

¿El siguiente proyecto seguirá la senda de Cuentos chinos y Pizca de sal? ¿Para cuándo?

   Pues no lo creo, aunque los cuentos nacen más allá de mí. Por eso mantengo mi blog muy activo, porque si no, andarían jugueteando a mi alrededor.  Llevo un par de años dándole vueltas a unos relatos algo más largos. También estoy con una novela corta, que me apetece mucho, pero que es totalmente opuesta a mis pizcas. Es sobre la violencia de género, un tema que me revuelve muchísimo. Pero, Ginés, es difícil saber qué será lo próximo. Me gustan las sorpresas y las aventuras. Y me encanta comprar en los chinos…
Muchas gracias, Alejandra.

Por Ginés Vera.
 No le perdáis la vista a su blog http://alejandradiazortiz.wordpress.com/

4 comentarios:

  1. Una delicia haber hecho la entrevista. Gracias por el espacio...

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias a tí, me lo pasé de fábula leyendo tus libros pero no veas lo que tuve que darle al coco para guisar una buena entrevista. Ha salido bien horneada por supuesto gracias a tí, un saludo y felices fiestas.

      Eliminar
  2. Tengo la sensación de que Alejandra es una ráfaga de viento fresco para la narrativa. Ojala se confirme.

    ResponderEliminar