jueves, 30 de enero de 2020

El típico bar. Sergi Moreso

En la sinopsis de El típico bar (Lunwerg editores) de Sergi Moreso, se nos advierte de que este libro se lee de tirón. Lo corroboro con entusiasmo. 

Moreso, su autor, hilvana página tras página unas deliciosas y divertidísimas viñetas acerca de lo que suele suceder en los bares. No es de extrañar que el subtítulo sea “Si el camarero hablase...” Precisamente porque en El típico bar, el protagonismo es del local, de esos bares tan nuestros, pero siempre con el permiso del barman, del camarero. 

Y este camarero literario a veces escucha, anota, limpia, sirve o se abstrae por un momento cediéndole el protagonismo a la jauría humana (o no tanto) que entra en el local. 

Abrir las primeras páginas de El típico bar es casi una metáfora a hacerlo con la puerta de cualquier bar de nuestro barrio o ciudad. Basta dar unos pasos, observando a la concurrencia, para darse cuenta de que en ese reducido espacio habitamos por unas horas (hay quien más) seres de muy distinto pelaje y condición. Hipsters, culturetas, enamorados, yupies, tímidos, lobos, caperucitas, artistas… la lista es larga aunque como decía al principio, con cada página esbozaremos una sonrisa y el libro se nos hará corto, os lo aseguro. 

Por cierto, que no se me olvide antes de pagar la cuenta comentar que junto a la puerta, nada más entrar en el bar de Moreso, está Flavita Banana con su prólogo. A la siguiente ronda estáis todxs invitadxs.

Sergi Moreso Ventura (Esplugues de Llobregat, 1987) es ilustrador y humorista gráfico. Su vocación es reflexionar con humor sobre su entorno. Ha colaborado con Mongolia, Revista el jueves, Cavall Fort, BCNMés, y muestra sus vergüenzas y las ajenas en Instagram. En 2017, publica su primer libro ¿Nos estamos volviendo idiotas o lo hemos sido siempre? (Bang Ediciones) al que le sigue El típico bar.

martes, 28 de enero de 2020

Likes, en el Teatre Talía de Valencia

Las redes sociales han venido a nuestras vidas no solo para saludar, amenazan con quedarse más de lo que a muchos nos gustaría. Sobre cómo nos afecta eso de las redes sociales y los 'me gusta' va la obra de teatro que se representará en febrero en el Teatre Talía de Valencia. 

LIKES es una comedia dirigida por Roc Esquius e interpretada por Núria Deulofeu, Bernat Mestre, Isidre Montserrat y Míriam Tortosa.

Cuatro compañeros accidentales que comparten un espacio de coworking. Lidia, Toni, Pol y Berta tratan de tirar adelante en cada una de sus respectivas profesiones. El problema es que ninguno de los cuatro ha conseguido trabajar de la manera que esperaban hacerlo. En realidad, trabajar sí, pero lo que no han conseguido aún es vender. La tragedia de estos cuatro internautas es que nadie los conoce. Al menos hasta un hecho casual que cambiará sus vidas. 

Cierto día, una foto fortuita en las redes provocará una reacción inesperada. Será el detonante para que los cuatro experimenten un giro drástico en sus anónimas vidas. Como suele suceder, el éxito les conducirá por sorpresivos derroteros. Los cuatro comienzan a ser alguien, son conscientes de cómo ir a más, aunque no hacia dónde les llevará ese camino. Como también ignoran en quiénes se irán convirtiendo transformados por las redes sociales y el éxito.

LIKES es una bofetada de realidad llevada al escenario en forma de comedia. O lo que es lo mismo, una historia demasiado real para ser ficción teatral sobre las vidas que intentamos aparentar en las redes sociales, y sobre el esfuerzo supone mantenerlas, escondiendo a veces un triste secreto: que  nadie llegue a saber nunca la precariedad en la que (realmente) vivimos.


Más info: 
Teatre Talía
Calle Caballeros, 31, 
Valencia, España
Tel +34 963 912 920

lunes, 27 de enero de 2020

Lo que descubrirás a continuación te sorprenderá. La Mandanga

Decía el bueno de Oscar Wilde que elegía a sus amigos por su apostura, a sus conocidos por su buena reputación y a sus enemigos por su inteligencia.  Y es que en la vida, a lo largo del día, tomamos un montón de decisiones. Unas buenas, otras, en cambio, no tanto. 

Es más, antes de hablar del libro Lo que descubrirás a continuación te sorprenderá (Temas de Hoy), de La Mandanga, comparto otra cita célebre. Esta es de Bertrand Russell. “Lo más difícil de aprender en la vida es qué puente hay que cruzar y qué puente hay que quemar.” 

La autora de Lo que descubrirás a continuación te sorprenderá no nos propone en este libro  quemar ningún puente, aunque en sus 500 preguntas envenenadas, La Mandanga bien podría haber sugerido algo similar en un hipotético brete. Pero, ¿de qué va Lo que descubrirás a continuación te sorprenderá? Pues de eso, de preguntas envenenadas, repartidas a lo largo del libro en temáticas bien distintas. Preguntas a cara o cruz, preguntas complicadas, arriesgadas, divertidas, curiosas, bizarras o todo ello a la vez. El sentido del humor está garantizado. 

Quien haya jugado en alguna ocasión al “¿qué prefieres?” estará medio vacunado para afrontar estas preguntas a modo de retos con los que “jugar” solo o con amigxs… al menos serán amigxs hasta conocer qué decidirían en cada una de estas situaciones planteadas por La Mandanga en este libro. 

Hallaremos preguntas de las que generan polémica, de esas que ponen en aprietos a la pareja, al amigo, al cuñado o a la ética del grupo. Incluso las hay, me consta, de esas que provocarán algunas arcadas de disgusto al ser escuchadas... ¿Lamer unos pies con sabor a queso o un queso con sabor a pies? ¿Saber cuándo te vas a morir o cómo te vas a morir? ¿Qué elegiría Oscar Wilde?

Si queréis romper la pana en una reunión habitual donde nunca pasa nada divertido deslizad este libro. Pero leedlo antes para no quedaros fuera de juego, claro. La Mandanga nos invita en este desenfadado libro a sacar la mejor y/o la peor versión de nosotrxs y de la gente que nos rodea a través de un carrusel de preguntas desternillantes. 

En Lo que descubrirás a continuación te sorprenderá descubrirás con seguridad quién o quiénes son verdaderamente tus amigxs y familiares. Se acabó el aburrimiento: afronta los verdaderos dilemas de la vida de la mano de estas 500 preguntas envenenadas de La Mandanga.

ooOoo

La Mandanga (Noemí Rebull) es publicista e ilustradora. Bajo el pseudónimo La Mandanga fue autoproclamada hace un par de años inventora del género humor poligonero. Sus juegos de palabras ilustrados acumulan decenas de miles de seguidores y le han permitido dejar de lado el horario de oficina para dedicarse en exclusiva a producir una cantidad ingente de chistes pegadizos para redes, revistas, camisetas, conos de Fish & Chips y otros múltiples soportes.


jueves, 23 de enero de 2020

El secreto de la buena digestión. Ángela Quintas

Es fácil encontrar en una librería uno, diez o muchos libros de recetas de cocina. Lo que no es tan fácil es dar con uno que nos hable de qué le ocurre a lo que comemos cuando entra por nuestra boca. El recorrido natural, salvo por imponderables, es largo hasta su triste e inevitable final en un cuarto normalmente pequeño y mucho más íntimo que un salón o una cocina. 

De ese recorrido por nuestro cuerpo, de ese viaje de lo que ingerimos en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y en la pobreza -aunque suene a matrimonio-, nos habla Ángela Quintas en El secreto de la buena digestión (Planeta). No es un libro “para comérselo” pues como muchos conocen, la celulosa del papel los humanos no la digerimos. Pero ya adelanto que el libro es muy interesante. 

Está dividido en varias partes, desde la  digestión paso a paso a la de la microbiota y el microbioma. También hallamos dos muy digeribles, las dedicadas a las enfermedades del aparato digestivo y a cómo tratar los problemas digestivos. No me olvido del dedicado a ‘la caca’. Que no suena muy elegante, pero que tratándose de un libro sobre nuestro sistema digestivo desde el punto de visto divulgativo, es muy pertinente. Es más, aconsejo leerlo porque sorprenderá e ilustrará a partes iguales. 

Vayamos a los detalles finos. En el libro, además de los apartados descriptivos, hallaremos pequeños cuadros con curiosidades. Por ejemplo, cómo se las arreglan los animales que no tienen dientes, lo de tomar agua con limón en ayunas o el misterio de Rasputín y su envenenamiento. 

Se nos habla de la palatabilidad, de las consecuencias si no masticamos bien los alimentos, o qué les ocurre a las personas mayores con prótesis dentales, del Baby Lead Weaning, de la disfagia esofágica que aumenta con la edad, de animales sin estómago, del tiempo que permanecen los distintos tipos de alimentos en el estómago o el síndrome del dumping precoz.

También hay apartados, a modo de casos prácticos, en los que Quintas expone distintas patologías ejemplarizadas con los consejos tendentes a paliarlas. Léase ejemplos de xerostomía, disbiosis o el síndrome del intestino irritable.

Un libro ameno y muy didáctico que recomiendo por su vertiente divulgativa y de promoción de hábitos saludables.

Ángela Quintas es licenciada en Ciencias Químicas y máster en Dietética y Nutrición Humana. Desde hace más de quince años trabaja y dirige su propia consulta de nutrición, que se ha convertido en una de las de mayor éxito en España. Actualmente compagina su consulta de nutrición con la docencia en estudios de postgrado de la UNED. Además es directora de BeOk, un programa semanal sobre nutrición en cadenaser.com, y colaboradora del programa A vivir, que son dos días, en la Cadena SER. Sus artículos pueden leerse en la revista Buenavida de El País, Objetivo Bienestar, etc. También es asesora nutricional en películas de gran éxito a las órdenes de directores como Daniel Sánchez Arévalo, Pedro Almodóvar o Alberto Rodríguez, entre otros.

El secreto de la buena digestión. Ángela Quintas. Editorial Planeta.

lunes, 20 de enero de 2020

"Tapas, pintxos y tostas" Xabier Gutiérrez

Hay libros que invitan a una lectura entrecortada, no por habernos trabado con el argumento o la trama; todo lo contrario. Sucede con los libros en los que uno o una se siente protagonista, esos en los que uno piensa: yo habría hecho esto o aquello. Creo que con ciertos libros de cocina pasa una cosa parecida.

A mi con "Tapas pintxos y tostas" (Planeta Gastro), de Xabier Gutiérrez, me ha pasado. Porque este no es uno de esos libros para leer de un tirón. Y no lo digo solo porque el bendito tenga más de quinientas páginas. No es por eso. Es porque ya solo el título hace que uno se relama. Fotos vistosas a color, como es habitual en estos libros culinarios no veréis. Pero, ay, ni falta que hace.

Uno se va imaginando con los "personajes", léase ingredientes, metidos en harina argumental (perdón por el símil facilón) conforme vamos leyendo estas tapas, pintxos, tostas y más.  Las hay sencillas, para novatos y cocinillas, como bien apela el subtítulo del libro.

Las hay de tomar con la mano o con palillo, con pan o sin contemplaciones, en bol, en vasito, dulces y saladas. Incluso hay un apartado para lucirse con un poco más de presupuesto.

En casi quinientas cincuenta páginas Gutiérrez nos brinda un auténtico festival de tapas variadísimas con dos premisas para mí superlativas. Una, que cocinemos disfrutando, porque se nota. Vaya que si se nota. A las pruebas me remito. Y, dos, dejando la puerta abierta a que cada cual innove, experimente, modifique la receta (las recetas, en plural) sustituyendo un ingrediente aquí o allá. El resultado de ello es deleitar y deleitarnos con platos de uno o dos bocados deliciosos, ocurrentes, rápidos y socorridos como lo son los que aquí aparecen. ¿Necesito añadir algo más para invitaros a este "Tapas pintxos y tostas"?

En ese caso, salivemos al compás de unas cuantas recetas incluidas en el libro... Tosta de queso de cabra con mermelada de tomate, pastel de pimientos del piquillo, patatas "rellenas" de setas, albóndigas de pollo al curry, empanadillas de salmorejo, mousse de chocolate blanco con fresas...
       Buen provecho, amig@s.

Xabier Gutiérrez (San Sebastián, 1960) es cocinero, psicólogo y escritor. Dirige desde 1990 el departamento de innovación del Restaurante Arzak en San Sebastián, además de colaborar con distintos medios de comunicación, asesorar a empresas del sector de la alimentación e impartir clases en el máster de innovación y gestión de restaurantes del Basque Culinary Center. Ha publicado diecisiete libros de cocina. Diez de sus obras han sido premiadas con galardones tan prestigiosos como el Best World Cookbook Award y el Premio Nacional de Gastronomía. Tiene 17 libros de cocina publicados. "Los aromas del crimen" forman parte de una tetralogía de novela negra (noir gastronómico) formada por "El aroma del crimen" (2015), "El bouquet del miedo" (2016), "Sabor crítico" (2017) y "De entre el humo" (2019).

"Tapas, pintxos y tostas" Xabier Gutiérrez. Planeta Gastro


Fotos (c) web http://xabiergutierrezcocinero.com/


viernes, 17 de enero de 2020

El libro de los venenos. Dioscórides

En la contraportada de “El libro de los venenos” (Mármara ediciones) se nos recomienda leer este con sosiego y una humeante tisana al lado. Harán bien las y los lectores en eso del sosiego. Pues si el libro tiene un formato casi de bolsillo, entre sus páginas vamos a encontrar detalles harto curiosos y sorprendentes. 

Este “El libro de los venenos” tiene su origen en un antiguo texto griego dividido en 69 capítulos dedicados a animales, plantas y principios venenosos junto a posibles –o supuestos– remedios contra ellos. El libro griego se titulaba  El libro de los venenos y de las fieras que arrojan de sí ponzoña, y, aunque atribuido a Dioscórides, padre de la farmacología y médico heleno del siglo I a.d.C., no está clara su auténtica autoría. Sí se sabe que Dioscórides escribió su De Materia Medica. Que se recogía y catalogaban en ella casi 600 plantas y cerca de 40 animales, junto a 90 sustancias minerales, en cinco volúmenes; hete aquí que el sexto es el considerado falso por muchos editores. Este VI volumen podría haberse incorporado posteriormente. 

La obra fue traducida al castellano y publicada en 1555 por una de las personales científicas españolas más importantes del s.XVI: el médico segoviano Andrés Laguna. Laguna intercaló interesantes anotaciones que figuran en esta edición enriquecida por Antonio Guzmán Guerra para Mármara ediciones. Justamente, hallamos así el –supuesto– texto de  Dioscórides, los comentarios de Andrés Laguna y los de Antonio Guzmán ahondando en un corpus entretenido, ameno y aleccionador. Porque esta novísima edición añade algunos “ecos y reverberaciones” incorporando textos de otros autores clásicos castellanos al hilo de esas plantas, animales y sustancias venenosas. Como muestra un botón para quienes se acerquen con la curiosidad intacta a este “El libro de los venenos”.

Al hablar de la cicuta se menciona –cómo no– a la muerte de Sócrates (pág 48), o de provocar el estornudo como remedio ante el veneno de mandrágora (p. 56); al hablar de los hongos, se menciona el Cuento gastronómico de Emilia Pardo Bazán (p. 74), o un pasaje de Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez al hilo de las sanguijuelas (p. 97); en el capítulo sobre la pastinaca marina, se alude a cuando Vicente Blasco Ibáñez la menciona en su novela Mare Nostrum (p. 143), o donde se habla del áspid, además de a Cleopatra, hallaremos un poema de Luís de Góngora (p. 154).

Una deliciosa lectura por su contenido, su formato y las curiosidades que en este “El libro de los venenos” iremos descubriendo al hilo del veneno sin olvidar que no hay cultura ni civilización que no haya conocido el uso de los tósigos bien con fines defensivos frente a ellos bien de forma perversa. 

lunes, 13 de enero de 2020

Manual del buen truhán. Entrevista a María Nieves Michavila Gómez

En diciembre de 2017 me concedió una entrevista María Nieves Michavila Gómez. Acababa de publicar ese año una novela de marcado tono irónico: "Manual del buen truhán" (Letras de autor). La obra, finalista de Premio Café Mon, parece tener gran inspiración en la novela picaresca española. Y lo de la tilde en la palabra truhán es adrede. Este y otros secretos me los desveló en esta entrevista que hoy comparto con vosotr@s pidiéndole perdón por el retraso. Estoy seguro de que el libro os fascinará y, además, podéis adquirirlo en vuestras librerías y puntos de venta habituales. Los libros no caducan. 

Creo que "Manual del buen truhán" es una novela rescatada del cajón, además de finalista de un premio literario. 
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   Así es. Había iniciado mi andadura literaria con novelas y obras de teatro cuando cambió mi perspectiva por completo al fallecer mi tío Federico Gómez Puig en 2000. Por cumplir la promesa de escribir sobre nuestros antepasados me embarqué en una investigación de años que dio como resultado mi libro de ensayo "Voces desde el más allá de la historia". La última novela que tenía escrita antes de eso era "Manual del buen truhán". En esos años de hallarme enfrascada en mis investigaciones probé suerte con esta novela en el Premio Café Mon y para mi sorpresa resulté finalista, pero ahí se quedó, guardada en el cajón, y no la he rescatado hasta haber encauzado mi anterior libro.

He apreciado cierto regusto a la novela picaresca, de hace siglos, salvando las distancias, a esa gran obra de don Francisco de Quevedo y su Buscón; también, con la salvedad propia, a la narración del Lazarillo de Tormes. A quien si leyó el marqués, al parecer, fue a Dickens. ¿Voy bien encaminado?

  Sin duda alguna, hay gran inspiración en la novela picaresca, de la que he sido ferviente lectora, y cómo no, de Quevedo, cuyo estilo va en la misma línea de mi habitual sentido del humor.  La vida del buscón y El Lazarillo de Tormes son dos clásicos para quienes disfrutamos de este género, al igual que Rinconete y Cortadillo, de Cervantes, obra de la que tal vez haya una reminiscencia en las aventuras del marqués de la Cañahueca y el Generalillo. Uno de mis autores preferidos de novela picaresca es Antonio del Castillo Solórzano, de origen valenciano. Hay cierto paralelismo entre su obra Las harpías en Madrid y coche de las estafas y los trabajos que se da La Militara de mi novela, con la salvedad de que mi personaje forja a sus vástagos para iniciarse por el mal camino y solo entiende esa forma de vida. Respecto a las preferencias literarias del marqués de la Cañahueca va muy bien encaminado, puesto que su afición a la lectura se inicia en la biblioteca de la Ñoña, donde solo podían hallarse libros adecuados para una familia acomodada de entonces. Me sirvieron de inspiración los relatos de mi abuela y los libros de moda por aquella época. Por supuesto, las novelas de Charles Dickens y las poesías de José María Gabriel y Galán no podían faltar en esta biblioteca. Y el marqués de la Cañahueca leyó mucho a Dickens, efectivamente.

Hay continuas referencias a dos obras apócrifas, al Refranero truhanero (del que el personaje del Zumbón es su autor en gran parte) y al Romancero villano. Háblenos de estas dos obras aludidas y tan importantes para los personajes de la novela. 

   Los refranes son sentencias breves que transmiten la sabiduría popular, vienen recopilados en el Refranero y suelen ser fruto de la experiencia, teniendo además una finalidad aleccionadora en gran parte. El marqués de la Cañahueca no se limita a vivir la picaresca sino a hallar una filosofía de esta opción por seguir el mal camino. Nacen, por tanto, como fruto de esa experiencia y con grandes aportaciones del Zumbón, entregado por completo a la búsqueda de la ruindad inherente al ser humano y a sacarle el mayor partido posible. De ahí que se compilen en el Refranero truhanero con finalidad didáctica para los desprotegidos fuera de la ley.  Respecto al Romancero villano, se trata de una compilación de versos que intentan contravenir todas las normas del Romancero tradicional que tiene su origen en la época medieval y está basado en hechos épicos, gestas, amor, leyendas o historias. El Romancero villano está compuesto por versos siempre pareados que no respetan la métrica tradicional y su contenido vilesco pretende servir de inspiración a los villanos.

Se comenta que no solo el Zumbón, sino también el marqués de la Cañahueca, gran protagonista de esta novela, fueron dos innovadores a los que la historia no ha hecho justicia. Por lo de la aplicación del método científico de la truhanería, leemos.  La ironía y el humor socarrón están muy presentes en la novela, ¿no es así?

   Desde luego, la ironía es elemento fundamental de esta novela y ese “humor socarrón” brota de modo muy natural. Me divierte mucho el humor absurdo y me siento muy cómoda escribiendo en este estilo. Me he metido en la piel de estos personajes que dedican su vida a la propagación de la ignominia y están condenados a la falta de reconocimiento, dada su condición de marginales. Y no puede negarse que innovaron aplicando el método científico, que esencialmente consiste en enunciar postulados y obtener datos para confirmar la veracidad de la teoría o echarla por tierra. Ellos practicaban como el que más sus principios ruines para conseguir el mayor número posible de resultados (siempre en contra de los demás) y así poder dar validez a sus aseveraciones. Esto no gustaba nada a la Militara, que solo medía los resultados por los ingresos obtenidos y no comprendía el empeño del Zumbón en sus prácticas exhaustivas de bellaquería. Así se lo advierte la Militara: “si con conciencia no se come, con ciencia mucho menos”…

Si antes hablaba de la ironía y el humor, creo que también con este "Manual del buen truhán" ha querido hacer un guiño a la sociedad actual, una especie de crítica velada a muchos truhanes de medio pelo y de guante blanco.  ¿Hay crítica social en su novela?

   Por supuesto. El marqués se inspira en muchos de estos que son bien vistos por la sociedad. Cuando urde robar a gran cantidad de pequeños en lugar de hacerlo a los grandes, se basa en que las quejas de los miserables no son escuchadas, y de esto se aprovechan los bancos, que penalizan a los que menos tienen y en cambio conceden todo tipo de facilidades a los poderosos. Admira también a los políticos por considerar que tienen el perfil básico de un timador, porque dominan el arte de la oratoria y convencen, digan lo que digan. Manejan los negocios de estado y muchos de ellos no son transparentes. Sobra decir que con este último grupo congenia el marqués. También se hace un guiño a las mesalinas de altas esferas y su capacidad de manipulación para adquirir poder valiéndose de su títere. Por otro lado, hago hincapié en la relatividad de los conceptos de bueno y malo y su condicionamiento a las modas, así como a las leyes, que varían según el color político del poder. 

Dije que me evocaba a cierta literatura de otros tiempos. Lo traigo a colación por algunas palabras que leemos. No son muy del uso corriente términos como: trapacería, perillán, felonía, galopín o contrito. Háblenos de ese vocabulario que encontrarán los lectores en  su novela.

   Una crítica que he recibido recientemente en Amazon lo describe muy bien: Fue una agradable sorpresa disfrutar de una novela picaresca escrita en las mejores tradiciones del Siglo de Oro pero ambientada en el siglo XX y escrita en el siglo XXI. Es eso lo que pretendo. Trasladar al lector a este género pero con vivencias del siglo XX y XXI. Y para ello utilizo herramientas tan fundamentales como el lenguaje y léxico que he incorporado. Estas palabras en desuso logran un gran contraste con términos actuales y de eso me valgo para generar además las situaciones cómicas, que se dan más por la forma de expresarlas que por los hechos relatados en sí. Y entre este léxico no puede faltar truhan con tilde, tal cual nos ha sido legada tradicionalmente en nuestra literatura por autores Gonzalo de Berceo, Juan Ruiz el Arcipreste de Hita y Lope de Vega, entre otros. Al publicar la novela me planteé si quitarle la tilde a truhán, que desde 2010 la Real Academia considera falta de ortografía. Sin embargo,  esto sería tanto como quitar la tilde en el título de la obra de Lope de Vega "El truhán del cielo y loco santo", que se conserva tal cual porque era entonces correcto truhan con tilde, al igual que en el momento en que registré mi libro. Así que finalmente opté por permitirme esta licencia en mi novela y conservar la tilde de truhán.

El Generalillo y el marqués de la Cañahueca llegan a una interesante reflexión a la hora de esto de hacer el mal o el bien. ‘No había más que observar los argumentos de cualquier folletín. Los malos pierden al final, pero entremedias triunfan y se lo pasan bomba’. (…) ‘los buenos no cesan de llorar y jamás se ríen a gusto’ se añade. Visto así, hasta tiene algo de sentido que pensasen en las ‘bondades’ del mal. ¿Cómo encaja esto en quienes ven en las noticias o en casos reales cuestiones parecidas sobre la impunidad de quienes hacen el mal frente al bien?

   Como se advierte al principio del libro, no comparto la ideología del marqués de la Cañahueca pero acepto escribir su biografía como un ejercicio de amplitud mental. Es difícil que alguien se considere malo. Usualmente a quien otros  consideran malísimo en el fondo se cree que es bueno y encuentra el modo de justificar sus actos. En la sociedad española la clase política invierte más tiempo en buscar excusas que en aceptar la culpa y enmendar el error. Y esto por desgracia es también aplicable a otros estamentos. Cuánto más poder, más impunidad. Es algo que pienso debería cambiar, pues lo deseable es que la justicia fuera igual para todos.

Por último, coméntenos esta frase de la novela. "Como casi siempre sucede, la confianza pierde a aquel que antepone la temeridad a la sensatez".

   En nuestra sociedad hay conocidos ejemplos de delincuentes de altos vuelos que han hecho rutina de sus actos delictivos hasta que esa confianza acaba por hacerles caer desde lo más alto. En lugar de utilizar la sensatez y disfrutar de la posición que ya quisiera para sí un ciudadano de a pie al que se aplica todo el rigor de la ley por mucho menos, llegan a la temeridad por colmar sus ambiciones desmedidas, siguiendo los dictados del Pipas, “nunca digas basta cuando se trata de ganar pasta”. Y como decía el marqués de la Cañahueca, “no es buena la filosofía del que mucho se confía…”
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María Nieves Michavila Gómez nació en Sagunto (Valencia) en 1964. Licenciada en Informática por la Universidad Politécnica de Valencia, ha cursado también estudios de Ciencias Matemáticas y Ciencias Físicas, así como de Interpretación. Galardonada con el Premio de relato Katharsis, en 2010, entre sus obras publicadas están: el ensayo de investigación histórica "Voces desde el más allá de la historia" (Incipit Editores, 2015). "Origen de las bibliotecas militares en España" (artículo de investigación, publicado en la Revista de Claseshistoria (2013) "Terapia de suicidio para un psiquiatra" (soliloquio teatral Premio internacional Garzón Céspedes (2010), "Alfonso XII y la corona maldita" (Áltera) Premio Hispania de Novela Histórica 2017.

Manual del buen truhán. María Nieves Michavila Gómez. Letras de autor.

Puedes leer aquí la entrevista que me concedió por Voces desde el más allá de la historia

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viernes, 10 de enero de 2020

El gusto es mío, de Víctor Manuel

Pruden se sintió indispuesta. Pensó si serían las setas que había probado en la asociación de vecinos la noche anterior. Su hija Ruth la acompañó al hospital. Se quedaría allí al menos veinticuatro horas en observación, les dijeron. Pruden refunfuñó alegando que tenía cosas que hacer. «Cosas, cosas, no sé qué cosas tienes que hacer si vives sola y ensucias menos que yo», le reprendió con suavidad Ruth. 

Según el parte médico, se trataba de una simple infección de orina, nada de qué preocuparse. Ruth vio asentir a su madre, pero en cuanto se fue el médico la descubrió llorando bajito. «¿Qué será de ti cuando yo me vaya, hija? –Se tomó una pausa antes de verbalizar algo que ya le había contado a aquella más de una vez–. Si al menos te hubieras casado, pero a los jóvenes os ha dado ahora por vivir solos.» Ruth no dijo nada, se mordió la lengua fingiendo que acomodaba la cama. «Te dejo sola unos minutos y ahora vuelvo, mamá.» Pruden asintió. Ruth necesitaba tomar aire así que salió del edificio a pesar del frió de enero. Dio unas vueltas antes de entrar y preparar el sofá para pasar la noche junto a su madre. 

A la mañana siguiente se presentó el médico con buenas y malas noticias. Tendría que quedarse otro día más de lo previsto, pero así aprovechaban para hacerle un chequeo completo. Lo dijo  mirando a Ruth que salió tras él sin que este tuviera que hacerle una señal. 
–¿Pasa algo, doctor?
–Aún es pronto para confirmar nada, pero hemos encontrado unos valores anormales. La llevaremos a rayos y veremos.
–Por favor, sea sincero. Prefiero saberlo con tiempo, sea lo que sea.
Tras una pausa, el médico lanzó como sospecha sin confirmar la palabra tumor. Le dio otro nombre, más largo y científico, pero era un tumor. Ruth lo supo. Le dio las gracias y regresó junto a su madre.
–¿Todo bien, cielo?
–Sí, mamá. ¿Te importa si bajo un momento a tomarme un café con leche?

En realidad Ruth necesitaba desasirse del animal que la estaba pellizcando desde las palabras del médico. Volvió a llorar en el jardín contiguo al hospital. Tras el café, llamó a Eric por teléfono. No le quiso adelantar nada a su hermano, tampoco hizo falta. Este le aseguró que si era necesario se tomaría unos días en el trabajo.
Ruth se detuvo en el kiosco de prensa. Ojeó algunos libros. Tomó uno. En la portada aparecía un cantante que a su madre le gustaba especialmente. «El gusto es mío», leyó.
–Toma mamá, para que te entretengas estos días. 
–No sabía que Victor Manuel había escrito un libro. Gracias, hija.
Ruth se ausentó varias veces. Quería hablar con Eric antes de que saludase a su madre. También preguntarle al doctor por los resultados y los tratamientos si se confirmaba lo peor. 

Su hermano llegó cuando Pruden estaba en radiología. Eric no necesitó una larga explicación, tampoco Ruth sabía sino cuanto los médicos le habían dicho. 
–¿Cómo te encuentras, mamá?
–Cansada, hijo. ¿Tú que tal? Cada día más flaco, seguro que no comes como debes.
–Siempre me ves flaco, mamá. –Eric tragó saliva, encontró a su madre más débil, más avejentada; sintió la necesidad de un cigarrillo a pesar del propósito de año nuevo de dejar de fumar.
–Mira lo que me ha regalado tu hermana –le mostró la foto de la portada. «El gusto es mío», leyó él–. ¿Te acuerdas cuando os cantaba de pequeños “Solo pienso en ti”? O esa otra, ¿cómo era?
El abuelo Victor –repuso Ruth. 

Los dos hermanos salieron del edificio dejándola descansar. Eric abrazó a Ruth mientras esta lloraba y él se hacía el fuerte. Cuando regresaron, el médico les estaba esperando. Habló primero con Pruden, luego con ellos a solas. 

Pruden le fue contando a Ruth cosas que leía en el libro, le estaba gustando mucho. La infancia del cantante había sido un poco como la suya. Aquellas coplas de Concha Piquer por la radio. También que aquel había venido a Valencia en 1965 viendo actuar por primera vez a El Titi. O que tuvo un Dyane 6, «como el primer coche que compró tu padre...» Ahí hubo una pausa, un silencio largo. Pruden siguió leyendo El gusto es mío de Victor Manuel los días que estuvo en el hospital. Les  contó, por ejemplo, que como Victor Manuel, su primer libro de cocina había sido “1080 Recetas de cocina”, de Simone Ortega. O que a Ana Belén no le gustaban nada las lentejas al principio, pero luego sí, como a Ruth. Esta sonrió. Prefería ver a su madre así, entretenida y animosa. Pruden consiguió sacar una sonrisa a Eric cuando le contó una anécdota de Victor Manuel. En realidad, de Paco Rabal, al confundirle unos valencianos con Fernando Rey en Venecia. 

Se emocionaron los tres cuando Pruden leyó sorprendida que el aniversario de bodas del cantante y Ana Belén también era el 13 de junio... Aunque hiciera años que el padre de Ruth y Eric ya no estaba. Además, Pruden solía anotar recetas en un cuadernito como Victor Manuel. Algunas propias, otras por no encontrarlas en ningún sitio. Al final de El gusto es mío había recetas. «Un día os tengo que hacer alguna –les dijo–. A tu padre le hubiera gustado la del arroz con tordos o la de la fabada». 

Ruth le quitó el libro de entre las manos cuando se quedó dormida. Antes le había propuesto cocinar un día para ella y su hermano. La receta que quisiera.  No se decidía entre la de merluza a la sidra o la de verdinas con callos de bacalao. «La que tú quieras mamá –le dijo tratando de aguantar la emoción–. Puedo llamar a una amiga para que venga a comer con nosotros. Quiero presentártela. Hace tiempo que compartimos piso.» Pruden le preguntó sobre esa amiga, Ruth se emocionó sobre todo cuando su madre le dijo que sí, que viniera. Si ella era feliz así, nada podía tenerla más contenta. «Qué va a querer una madre sino que sus hijos sean felices.» Hasta el fuerte de Eric soltó una lágrima abrazándolas.

La comida familiar fue una fideuá, receta de Mercedes Milá, sacada de El gusto es mío. Así se lo pidió Ruth a Alicia. Pruden, sentada en el extremo de la mesa, no le quitó ojo. «Está muy buena», le había dicho. No comió mucho porque aún se sentía floja por tantos medicamentos. Sonrió al descubrir a Ruth besando a Alicia en la mejilla cuando creían que nadie las miraba. 
–A tu padre no le hubiera gustado –dijo Pruden a Eric de vuelta a la mesa.
-–¿La fideuá o… –Hizo una pausa–.  Alicia? 
Ambos sonrieron por lo bajo sin saber bien qué contestar a Ruth cuando esta les preguntó.



jueves, 9 de enero de 2020

Familia a la fuga. Cerrado por fantasmas. Entrevista a Ana Campoy

La primera entrevista en Maleta de libros en este 2020 es a una autora de narrativa juvenil. Ana Campoy (Madrid, 1979) que vive entre Madrid y Valencia publica una nueva entrega de su exitosa saga  Familia a la fuga. En esta ocasión, Cerrado por fantasmas (Loqueleo-Santillana). Por cierto, ilustrado por el artista valenciano Alex Alonso
   Ana Campoy es licenciada en Comunicación Audiovisual, inició su carrera en la televisión, el cine y la radio, donde trabajó como guionista y locutora. En 2017 gana el Premio Jaén de Narrativa juvenil con la La cronopandilla: el túnel del tiempo. Sus libros se han vendido a países como Francia, China, Italia, Grecia, Polonia, Turquía, Rumanía y Eslovenia. Coordina la sección infantil del Festival Celsius 232, además de colaborar como periodista cultural en diversas revistas o de hablar de literatura infantil y juvenil en diversos programas de radio. 

Familia a la fuga 3: Cerrado por fantasmas es la tercera entrega de Familia a la fuga. Quienes lleguen nuevos a esta saga ¿no necesitarán leer antes los dos primeros libros En busca y captura e Infiltrados en la gran ciudad? 

   No es imprescindible, ya que cada entrega de Familia a la fuga es independiente y tiene su propia trama autoconclusiva. Pero sí que animo a leer los otros libros, ya que también hay cierta trama transversal que es muy divertido seguir. Mis personajes siempre evolucionan, incluso de una entrega a otra. 

Al igual que en los dos anteriores, los capítulos en Cerrado por fantasmas son adictivos. Acaban de tal manera que es (casi) imposible no pasar página y engancharse a seguir leyendo. Seguro que más de un lector o lectora se lo habrá dicho. ¿Piensa en ello a la hora de montar las tramas de las aventuras de la familia F.?

   Me debo mucho a mis maestros. Y me encanta tanto el cine como las novelas de suspense. Además, yo vengo de guión, así que soy bastante de escaletar, estructurar y pensar en cómo dosificar la información. Creo que la intriga ha funcionado siempre de maravilla para crear lectores.

¿Qué van a encontrarse los lectores de Familia a la fuga en esta tercera entrega? Por de pronto veo: una caldera oxidada, un tobillo hinchadísimo, un lugar sin cobertura móvil, unas camisetas con una curiosa frase, un bolso de cocodrilo o un apagón. Y son solo algunos de los elementos que van apareciendo a lo largo de la historia… 

   Pues todas esas cosas ¡y un montón más! Diría que en Familia a la fuga 3: Cerrado por fantasmas, nada es lo que parece ser. Hay intriga, grandes dosis de misterio, algún que otro fantasma y humor. Mucho humor. Es uno de los motivos por los que me encanta escribir acerca de esta familia.

Aparte de la portada que parece dar mucho miedo, hay un desmayo por ahí junto a no uno sino a varios ‘ruidos aterradores’. Coméntanos la parte terrorífica incluida en esta entrega para aquellxs lectorxs más miedosos.

   Tal vez es el libro más “de género” de la colección, ya que se inspira mucho en la línea de mi anterior colección, Las aventuras de Alfred y Agatha. Quería reflexionar sobre las falsas apariencias. Lo que al principio da miedo y luego resulta ser otra cosa. Tal vez siendo un poco analíticos y fijándonos más en lo que nos rodea podemos resolver muchas cuestiones.

La Agente Z tiene un especial protagonismo en esta historia. ¿Qué les podemos contar a las y los lectores al respecto sin desvelar parte de las sorpresas?

   La Agente Z tiene un poquito de estrés laboral y eso provoca que tenga algunos “despistes” en esta entrega. Los F. se verán bastante afectados por esto. Y es que trabajar demasiado tiene sus inconvenientes.  

Familia a la fuga. Cerrado por fantasmas. Ana Campoy. Loqueleo-Santillana

miércoles, 8 de enero de 2020

Houdini y el misterioso caso de la habitación cerrada


Este sábado, 11 de enero, en el Auditori Vicent Torrent se representa una función que no os podéis perder. Sobre todo si os gusta el teatro y el misterio. 

Houdini y el misterioso caso de la habitación cerrada es una obra familiar basada en una idea original y dirección de Nacho Diago. Está interpretada por los actores Nacho Diago, Joan Ballester, Santi Martínez y José Olmos.

La obra tiene como protagonista al ilusionista y escapista más famoso de la historia: Harry Houdini.  Houdini era austrohúngaro nacionalizado estadounidense, cuyo verdadero nombre  Erik Weisz​ (que cambió por Erich Weiss al emigrar a Estados Unidos). A principios del siglo XX fue conocido mundialmente no solo como mago y escapista. También por su enconada lucha contra los estafadores que se le presentaron relacionados con lo paranormal. Resolvió casi todos los casos que se le presentaron dando una explicación lógica a cada uno de ellos. Uno marcó la vida de Harry Houdini: el misterioso caso de Houdini y la habitación cerrada.

Ocurrió en 1916 y Houdini trató de ocultarlo a pesar de que acaba de aparecer escrito en un diario escondido en una de sus cajas de magia tras ser adquirida en una subasta.  

Según esos diarios, en un pueblecito tranquilo, donde casi nunca, pasaba nada, un día ocurrió algo misterioso. Un disparo, un hombre huyendo y encerrado en una cabaña. Todo el pueblo rodeándola para que el desconocido no pudiese huir hasta la llegada del sheriff. Pero, tras tirar la puerta abajo, el desconocido había desaparecido. Algo atribuido ineludiblemente a espíritus o a algún enigma sobrenatural que solo una persona en el mundo sería capaz de resolver: Harry Houdini.


11 de enero de 2020. 18h

Auditori Vicent Torrent 
Av Vicent Pallardó 25, 
TORRENT (Valencia) 
 Tel. 96 158 10 77 

martes, 7 de enero de 2020

Una historia de Birmania: cocina, familia y rebelión


Javier encontró a Belén en la cocina. Se guió por el olor. Evocó el viaje de novios aún reciente. Ambos habían quedado prendados de los paisajes, las puestas de sol y la comida típica birmana. En cuanto llegaron a Valencia, Belén se puso a cocinar platos asiáticos en casa. Él fue su conejillo de indias, probando y aconsejándola. Ella se quejaba a menudo de que no le salían del todo a su gusto. Era difícil conseguir algunos los ingredientes originales, aclaraba, así que experimentaba con otros.

–Toma, prueba –le dijo ella tras el beso y el abrazo. 
–Mmmm, ¿qué es? –Javier apreció el sabor del pollo junto con el del apio, la col y la zanahoria–. Son fideos con pollo a la birmana. O eso indicaba la receta más fiable que encontré por internet. ¿Cómo lo ves de ajo?
–Verlo no lo veo, pero esta noche no tendré que preocuparme por los vampiros, cariño. –Ella le dio un cachete suave en el hombro–. Bromeaba y lo sabes, está muy bueno.
–Ve a cambiarte, esto está casi listo. 

En una olla aparte, Belén había hervido los fideos chinos. Los incorporaría al final, tras haber echado  las gambas y la pimienta. 
Javier no había aprendido aún a comer con palillos así que Belén le explicó una vez más cómo cogerlos. En realidad, quería que ella se distrajera, la notó preocupada. 

–Estoy un poco asustada con lo de la asociación. Te lo conté el lunes, ¿recuerdas? –Javier puso cara de que sí, pero ella sabía que era que no–. La presidenta me ha pedido que organice un encuentro gastronómico el fin de semana. He propuesto cocinar y llevar platos típicos de las distintas comunidades del barrio, de sus países de origen. 
–Suena interesante, unidos por algo tan universal como la comida.
–Sí, ya me han confirmado platos de México, Ecuador, Marruecos y Rumanía.
–Entonces, ¿cuál es el problema? Haz algo típico valenciano.
–La presidenta y la tesorera van a hacer paella y arnadí.
–Mira qué listas.
–No, no. Si me parece bien. Me han sugerido que prepare algo de Thailandia o Myanmar. Como les he hablado tanto de nuestro viaje de boda… Quiero llevar algo distintivo, que si lo prueba alguien de allí  no haga como cuando nos sirven esas paellas exóticas fuera de Valencia.
–Creo que lo harás genial, cielo. Estos fideos están muy buenos y con un poco menos de ajo hasta los transilvanos te lo comprarían.
–¡Para ya! –volvió darle un cachete cariñoso–, sabes que no me gusta que bromees con lo que cocino. No me fío de internet y no encuentro un libro que me convenza. A ver qué se me ocurre.

Al día siguiente, Belén fue al Mercado de Colón. La carnicería estaba en la planta baja. Uno de los locales, el Ma Khin Café, ofrecía decolonial Asian food. Pidió un té. Sus ojos viajaron a una de las estanterías. Vio unos libros en venta. En la portada de Una historia de Birmania: cocina, familia y rebelión una mujer de rasgos asiáticos parecía mirarla. Le preguntó a uno de los camareros tras comentar que ella había estado en Myanmar.

–Espere, le diré a Stephen que salga.

«¿Stephen?», se dijo para sí; los autores del libro eran dos hermanos: Bridget y Stephen Anderson. Un hombre joven con gafas se le acercó. Charló con ella muy amable. Intercambiaron la fascinación mutua por el país de su familia, en el caso de Stephen, el dueño del local, y, en el caso de Belén, por lo vivido en su viaje nupcial.

–Me ha gustado el libro. –Belén lo hojeó deteniéndose en una de las páginas con recetas–. Precisamente estaba buscando uno porque me encanta la cocina tailandesa y birmana.
–Entonces, permitirme que te lo dedique. Mi hermana y yo hemos querido hacer, como dice el título, un libro que recoja no solo la cocina de Myanmar, también la historia de mi familia y, con ella, parte de la historia del país. –Belén le escuchó fascinada mientras Stephen le explicó que el nombre del local era además el de su bisabuela, la madre de Grandy. Esta era quien contaba en primera persona la odisea familiar–. He intercalado recetas tanto de Birmania como de Tailandia, China o India. 
–En internet los ingredientes van alternándose aquí y allá. Por no hablar de lo difícil que es conseguir algunos. 
–Te entiendo, aquí también nos pasa, por eso hemos buscado sabores parecidos con ingredientes similares. En las recetas del libro los verás, incluidas mis sugerencias.

Ya en casa, Javier descubrió a Belén nuevamente en la cocina.  Leyó el título de un libro, Una historia de Birmania: cocina, familia y rebelión, que ella tenía cerca. 
–Qué bien huele, cariño. ¿Es del libro, lo compraste hoy?
–Sí, cielo. Me encontró él a mí. –Javier sonrió–. Conocí al autor, bueno, a uno de los dos. Stephen Anderson. Tiene un restaurante en el Mercado de Colón. Una suerte, y no solo por el libro, se vende únicamente en algunas librerías de Valencia y en el restaurante. También por Stephen. Ha sido superamable.
–¿Le llamas por su nombre y todo?, qué familiaridad. ¿Me he de preocupar?
–Qué tontito eres. Hemos estado hablando sobre recetas. Y sobre el libro. Seguro que te encantará.  Explica cómo hacer auténticas recetas birmanas como: nan gyi thoke, mohinga, sopa de fideos shan o laphet thoke. 

Javier contó más de cuarenta recetas, además de las birmanas, incluía otras igual de apetecibles. Le sorprendió descubrir el origen chino de las gyozas, pues pensaba que eran japonesas. 

Ese fin de semana, Carmen, una vecina, se acercó al puesto donde Belén servía setas korma. Esta le contó que el korma era una versión delicada del curry más tradicional. 

–Se puede hacer tanto con setas silvestres como con cultivadas. El toque son las especias, estas llevan curry, canela, clavo, ajo, jengibre, nuez moscada, cardamomo, pimienta blanca y estragón. 
–No sé si a mi Paco le gustaría. Él es más de pollo asado o cordero. 
–Anótate este libro, Una historia de Birmania: cocina, familia y rebelión. Hay recetas de alitas de pollo picantes, de cordero, de arroz, de garbanzos… Seguro que a tus hijos les encantará.
–A ellos sí, siempre están probando cosas nuevas.

Una pareja acompañada de Javier se acercó también al puesto. Estaban pensando ir en Semana Santa a Myanmar, les dijeron. Fue el tema de conversación esa noche y la que quedaron a cenar en el Ma Khin Café. Probaron algunos platos incluidos en el libro que finalmente acabaron comprando. Stephen les dio las gracias. Les contó que si estaban interesados el restaurante también ofrecía cursos de cocina. En el último habían preparado con los alumnos cuatro de las recetas incluidas en Una historia de Birmania: cocina, familia y rebelión.

–Leedlo también por la historia de Grandy, la mujer que narra su vida –comentó Belén–. Imaginad la relación entre dos personas condicionadas por el status y las diferencias sociales del país. No solo la de ella, la protagonista, también la de su madre, Ma Khin. El padre de Grandy era un juez inglés en la Birmania colonial que acabó casándose con una nativa. El libro cuenta desde la infancia de Grandy a cómo vivió los conflictos hasta la independencia de Birmania en 1948. 

La pareja, a su regreso de Myanmar, invitó a Belén y a Javier a cenar a su casa. Se lucieron con una ensalada birmana de pomelo, col y gambas y, de postre, un arroz pegajoso con mango.

–Os hemos traído un regalo –les dijeron extendiendo sendos sarongs típicos.
Javier se hizo un lío con el longyi tradicional birmano, los cuatro rieron de buena gana mientras Belén le recordó que la prenda se mantenía en su lugar doblando la tela sin un nudo.



De venta en Ma Khin Café. Mercado de Colón. Calle Jorge Juan, 19. 46004 Valencia.
También a través de la web www.makhincafe.com


viernes, 3 de enero de 2020

Aventuras matemáticas. Mensajes ocultos en el Camino de Santiago, de Constantino Ávila Pardo

La abuela llegó a casa de su hija Silvana un poco cansada. Le acompañaba Yago, su nieto, que se encerró en su cuarto. Silvana y su marido propusieron a la mujer que se sentara en el sofá. 
–¿Le traigo un vaso de agua? –se ofreció el yerno.
–Muchas gracias.
–¿Ha habido suerte? –Silvana le ahuecó un cojín a su madre.
–Pues no, hija, no ha querido ningún libro. Esta juventud… No piensa más que en la maquinita esa.

Silvana asintió. Sabía bien a qué se refería. Yago les había pedido por Reyes una consola para jugar online con sus amigos al WOW, creyó recordar que le había dicho aquel. Solo que no estaban seguros de si sería un juguete apropiado para él. Habían leído que a esa edad los videojuegos podían restar tiempo a las horas de estudio y a la interacción familiar. Más aún, se inquietaron.
El padre de Yago preguntó si al menos el librero le había aconsejado alguno.

–No le pregunté –repuso la mujer–, le vi ocupado atendiendo a un señor con un libro, de vinos, creo.
–Lo cierto es que le ha ido bien en el primer trimestre –intervino Silvana–, ahora no podemos justificarnos en sus malas notas. 
–Mañana tendremos que darle su regalo –le recordó su marido ante el silencio reinante.
–Pero, ¿se la habéis comprado? –les interrogó la abuela.
–Sí mamá –repuso Silvana un poco molesta. No por la pregunta, sino por la evidencia advertida por su marido–. Lo que no queremos es que por culpa de los videojuegos nos haga lo que con el móvil, que no se despega de él ni para dormir. –El padre de Yago la miró como diciéndole: ‘Ya te dije que podía suceder’, pero no añadió nada–. Tiene que haber algo que le llame más la atención… –lanzó Silvana al aire como si esperase una respuesta milagrosa. 

En ese momento Yago salió del cuarto teléfono móvil en mano. Se extrañó del silencio entre el cónclave familiar, pero se limitó a preguntar qué había de papear.

–Pensé que no comías... –intervino su padre–. Que te enchufabas a la red como haces con el móvil por la noche.
Yago no entendió la broma y, mirando la pantalla del celular, esperó a que su madre hablase.
–¿Y esa camiseta? 
Donde Silvana vio una desaseada sudadera con capucha, su marido cayó en la cuenta de que era la primera vez que se la veía. Es más, reparó en el dibujo de una concha de peregrino. 
–¿No ves lo arrugada que está? Anda, quítatela que te la lave.
–Espera –le pidió el padre a Silvana–. Oye, Yago, ¿de dónde la has sacado? ¿Es nueva?

Este levantó la cabeza del celular para asentir. Les contó que las vendían en su instituto para sacarse un dinero y hacer el Camino en las vacaciones de verano.
¡Bingo!, pensó su padre al oírle. Por descontado, Silvana comenzó a interrogarle acerca de cuándo había pensaba decírselo a sus padres, con quién iría, cuánto tiempo...
Antes de que aquella pudiera preguntar a su marido qué pasaba, este le dijo que iba a la librería. 

Pepe estaba apagando las luces cuando vio llegar a Santiago. 
–Perdona, Pepe. Sé que no son horas. Pero te agradecería si me ayudas con un libro para mi hijo. Ha estado esta mañana aquí con mi suegra.
El librero asintió al recordar a la pareja. 
–¿Era tu hijo? ¿Qué edad tiene? –Encendiendo de nuevo las luces, hizo un gesto para que le siguiese.
–Catorce, casi quince. Y está de pesado con lo de la videoconsola... Su madre y yo no queremos dársela por si descuida sus estudios, ya sabes. –Pepe asintió–. ¿No tendrás algo sobre el Camino de Santiago? Hoy nos ha salido con que se quiere ir con los de su clase este verano.

Como si le hubiera leído la mente, Pepe tomó uno titulado: Aventuras matemáticas. Mensajes ocultos en el Camino de Santiago.

–Este le va a gustar. Es de Constantino Ávila Pardo, un profesor de Matemáticas. Va ya por la cuarta edición.
–Bueno, al menos no es de esos de cuatrocientas páginas –lo sopesó entre las manos–. Yago no es de los de leer. Se le dan mejor las asignaturas de Ciencias y las Matemáticas, así que por ahí a ver si le entra. 
–Llévatelo que le va a gustar seguro. No solo es la historia de un abuelo y su nieto recorriendo el Camino Francés. También tiene pruebas, acertijos y curiosidades matemáticas que se van resolviendo. Lo he vendido muy bien a la chavalería del instituto de aquí al lado. Más de uno me ha dicho que ha participado en el concurso.
–¿Qué concurso?
–Llévatelo y léete el final, ahí lo entenderás. Seis mil euros. Y déjame que cierre que ya es hora de comer.
–Claro, perdona, Pepe. Cóbrame. No hace falta que me lo envuelvas.

Ya en casa, con los postres, Santiago le preguntó a su hijo si irían chicos y chicas al Camino. «Pues claro», fue la respuesta. «¿Quizá alguna chica especial?», siguió preguntando. Yago no contestó, se sintió incómodo hablando de esas cosas con sus padres, en especial delante de su abuela que le atosigaba a menudo con lo de si tenía novia. Santiago le contó que cuando él tenía su edad y le gustaba alguna chica le escribía notas en clase. Pero secretas, para que no las descubrieran ni el resto de chicos ni los profesores. 
–Ahora con los móviles solo hay que saber el teléfono y mandarle un whattsap –repuso Yago. 
–Pero imagina que se te estropea o te lo requisan, ¿cómo lo harías?
Ante esa perspectiva Yago se incomodó, pufff, ¿varias horas sin móvil, qué era eso?
Silvana y su madre no entendían, pero les dejaron hablar. Solo que padre e hijo siguieron la conversación en el cuarto de Yago.
–Con un poco de suerte –le susurró Santiago a Silvana durante la cena–, mañana el regalo estrella será el libro que le he comprado.

Yago se despertó más pronto de lo habitual. Bajo el árbol de navidad distinguió varias cajas con papel de colores. Ninguna del tamaño de una videoconsola, meditó decepcionado. Un paquete con su nombre tenía aspecto de libro. Estuvo a punto de no abrirlo con la esperanza de que de este modo pudiera devolverlo al servicio de reclamaciones familiar. 

–¿No lo abres? –le preguntó su madre. 
–Yo quería una Equis One –se lamentó.
–Si no lo has abierto no sabrás si te gusta o no. 
Finalmente rasgó el papel para leer el título: Aventuras matemáticas. Mensajes ocultos en el Camino de Santiago. Constantino Ávila Pardo. Brief editorial.
Santiago apareció sonriente.
–¿Te gusta? No, no me digas que no, porque aún no sabes de qué va ni lo de los seis mil euros. –Al oír aquello, Yago se mostró interesado–. El libro narra el viaje de dos, en realidad, tres personajes más uno misterioso. Van surgiendo enigmas que han de resolver a modo de pistas. Acertijos matemáticos como reza el título. Y al final hay uno sin solución. Mejor dicho, uno que espera ser resuelto a cambio de seis mil euros, Con ese dinero da para un Camino de Santiago estupendo, ¿o no? Y para la equis guan esa, también. 
–¿Seis mil pavos? –preguntó Yago. También Silvana, picada por la curiosidad. La abuela llegó sin enterarse de la historia, pero le pareció bien ver a su nieto con un libro entre las manos para variar.
–Si quieres que te ayude, dímelo. Pero vamos a medias, ¿eh?

Tal y como había supuesto, Yago se encerró en su cuarto con el libro. No volvió a preguntar por la consola. Durante días estuvo comentando curiosidades que iba leyendo. Que si la lectura especular de Leonardo da Vinci, que si podía usar nicks con un anagrama y su nombre, que si había usado traslaciones del libro para retar a sus amigos... Pero lo que más agradó a Silvana fue que sus amigos habían decidido comprar el mismo libro y juntarse para resolver el mensaje cifrado del concurso.

–Menudo acierto el del libro, cielo –le susurró a su marido–. Habrá que pensar en ir devolviendo la videoconsola.
–Hasta yo me he sorprendido, aunque no cantemos victoria todavía.
–¿Y eso? No entiendo. 
Santiago sacó un ejemplar de Aventuras matemáticas... 
–Me he enganchado a esto de los criptogramas. Creo que voy a ganar el premio, lo presiento. Y, alguno de consolación vamos a tener que darle a nuestro hijo. 
Ella rio quitándole el libro asegurándole que si lo resolvía la mitad del dinero sería para ella. 
–Bueno, bueno; eso podemos discutirlo esta noche, Santiago se va a casa de sus amigos y tu madre tiene el sueño... muy pesado. 


Podéis consultar acerca del libro pinchando aquí. Y sobre el autor, aquí.

jueves, 2 de enero de 2020

Los mejores vinos del súper, de Joan C. Martín

–Cielito, no nos queda vino. ¿Te acercas en un momento al súper y compras una botella? Ya sabes, una de las que le gusta a mi padre. Vienen esta tarde a comerse el Roscón de Reyes.
–¿Y tu hermano, también viene? –pregunta Cielito a su Churri porque no recuerda que le dijera lo de la reunión familiar. Se teme lo peor.
–Pues claro, ¿cómo no va a venir? Anda, ve de una carrera antes de que cierre. 

Ella le da un beso en la mejilla y le recuerda que compre también una de cava, por si acaso. Él preferiría quedarse apoltronado en el sofá, viendo la tele, pero sabe las consecuencias de ello. 
La idea de escuchar otra de las historias de su cuñado comienza a causarle un leve dolor de cabeza con visos de irá a más.

Es domingo y medita sobre qué comercio estará abierto para comprar esa botella de vino “bueno”, del que le gusta a su suegro, y otra de cava. También bueno, se dice para sí, pues el padre de su Churri es  un entendido. Al contrario que su cuñado, que se las da de erudito, pero él está seguro de que no sabría distinguir un Sangre de Toro de un Valdepeñas sin leer la etiqueta. 

Unos metros antes de llegar al súper abierto se percata de que también lo está la librería del barrio. Claro, para aprovechar la gente indecisa de última hora. Si fuera tan fácil comprar un vino como un libro, reflexiona dando rápidos pasos para no demorarse en regresar a casa. Aún así, inconsciente, echa una mirada al escaparate de la librería mientras cruza. Es más, se detiene y regresa para pegar la cara al ventanal. 
El librero le saluda. Él le devuelve el saludo cuando se da cuenta, le hace una seña y el librero otra para que entre.

–Feliz año nuevo, Pepe.
–Feliz año, ¿cómo va todo? 
–Bien, bien; iba a comprar vino al súper. Esta tarde me vienen los suegros y el cuñado. Ya sabes… 
Pepe asiente mientras envuelve un libro con papel de regalo.
–Oye, Pepe, me ha parecido ver un libro en el escaparate… Creo que es ese –le señala el del envoltorio sobre el mostrador.
–Ah, claro. Los mejores vinos del súper –le responde el librero–. Se vende como rosquillas –sonríe por la ocurrencia culinaria–. Lo mismo te interesa.
–Oye, pues sí.
–Toma –le dice Pepe acercándole un ejemplar también junto al mostrador–. Échale un ojo.

Una señora con un niño crecidito entran en ese momento. Cielito aprovecha para alejarse a un rincón y hojear el libro. Los mejores vinos del súper, murmura en voz baja. El autor, Joan C. Martín, no le suena. Con todo, lee que es una guía práctica de 120 grandes vinos con la mejor relación calidad–precio. Vaya, dice a voz en cuello. Y claro, viendo que los precios van desde casi 2 a 14,90 euros se anima pensando en su bolsillo. 

La señora y el chaval dan una vuelta deteniéndose frente a los libros infantiles, Pepe oye que aquella le pregunta si ve alguno que le guste dirigiéndose al zagal, pero este pone mala cara. Él lo que quiere es una videoconsola, replica. Pepe niega en silencio con la cabeza. Así vamos mal, bisbisea.
Cuando la pareja se despide saliendo de la librería, Cielito se acerca a Pepe emocionado.

–Oye, este libro es fabuloso.
–Lo sé.
–Hay 120 vinos puntuados por su calidad a precios económicos… No solo valoran el vino en sí, también lo del tapón y la información de la etiqueta. Qué completo.
–También hay ocho cavas, ¿lo has visto? Están al final.

Este niega yendo a las páginas de la última sección, tras los blancos, rosados y tintos. Se había estado demorando en leer, de entre los más de cien vinos, aquellos con cuatro y cinco estrellas. Los de máxima puntuación. Por si le sonaba alguno. 

–Ah pues ya sé qué cava voy a comprar, creo que de este en concreto tengo una botella en casa...
–Lo mismo está ya un poco pasado –oye de Pepe que le hace un gesto remitiéndole a la introducción del libro. Allí se habla del degorgé. No solo no sabe qué es esto del degorgé, sino que se lo anota mentalmente para esa tarde. Va a triunfar cuando le dé una lección de enología al sabelotodo de su cuñado.

–Me lo llevo –dice dejando el libro en el mostrador al tiempo que saca la tarjeta de crédito.
–¿Por qué no te llevas dos? 
–¿Dos?
–Seguro que conoces a alguien que le interesa y es un regalo con el que quedarás como un rey.

Cielito asiente, mira la tarjeta de crédito pensando no ya en a quién se lo va a regalar, eso lo tiene claro. A su suegro para marcarse un tanto. Lo que le escama es que entre el vino, el cava y los dos libros se le va a ir de presupuesto más de lo que pensaba. 
Pepe no solo es librero, a veces es un poco mentalista y le propone algo viéndole dudar.

–Si es por el dinero, no te preocupes. Llévatelos y me pagas otro día.
–Hombre, me da cosa, Pepe.
–Esto es un pequeño comercio, con el Amazon ese seguro que no te fiarían, pero entre vecinos, faltaba eso.
–Gracias Pepe, pues te lo agradezco y no te preocupes, que les diré a mis amigos que vengan aquí a comprar… –leyó el título del libro–: Los mejores vinos del súper.

Al llegar a casa su mujer le preguntó si había ido a recoger la uva él mismo por lo que había tardado. «Qué exagerada eres, cariño», le respondió él dejando las bolsas en la cocina.

–¿Qué has comprado, otro libro? Tienes la casa llena de libros… ¿Y este vino? Este no es el que le gusta a mi padre. Bufff. Para qué te mandaré a ti a comprar –refunfuñó.
–Le encantará, descuida. 

Él le cuenta que ese vino en concreto es uno de los de cinco estrellas del libro Los mejores vinos del súper. Anaconda editions. Luego le habla de que marida muy bien con una paella de marisco, según el libro de Joan C. Martín, claro. Ante la mirada desconfiada, él se la juega a una carta y le habla de algo que ella lleva tiempo proponiéndole. Una escapada de fin de semana. 

–El libro me ha dado la idea, Churri, ¿ves? Tiene direcciones para contactar con las bodegas, ¿te nos imaginas paseando entre viñedos, bebiendo buen vino y relajándonos en un spa?

Ella se lo ha imaginado. Coge el libro Los mejores vinos del súper, lo hojea y pregunta por qué ha comprado dos.
–El otro es para tu padre –le guiña un ojo.

Lo que ya no vemos es el gesto que ella le hace dejando el libro en la mesa de la cocina. Ni la cara de él al escuchar una atrevida propuesta que le sorprende antes de seguirla por el pasillo y preguntarle: «¿Seguro que nos dará tiempo, cariño?»

Los mejores vinos del súper. Joan C. Martín. Anaconda editions.

Podéis consultar acerca del libro pinchando aquí. Y sobre el autor, aquí.