jueves, 25 de febrero de 2021

Animal. Leticia Sierra

Esta primera novela Animal (Ediciones B), de Leticia Sierra es una clara muestra del talento de nuestros escritores en el género negro. Lejano quedarán ya para algunos lectores la saga de Batzan, las novelas que a su estela aparecieron dando voz al thriller español lejos de las urbes y escenarios estereotipados. 

   De algún modo, Asturias, la patria chica de Leticia Sierra sirve como estupendo escenario para esta historia narrada desde el conocimiento y la reconciliación personal. Lo primero surge de los años de labor periodística que Sierra atesora antes de ponerse a escribir y publicar esta opera prima. Lo segundo, porque en los agradecimientos de Animal, Sierra así lo confiesa, casi como hiciera U. Eco con su célebre El nombre de la rosa

   El ejercicio de constancia, tenacidad y esfuerzo ha servido para reconciliarse a la autora consigo misma, rentabilizando los frutos de cometer mejor un crimen en papel, Sierra dixit. El crimen literario tiene como víctima a un hombre que aparece cerca de un polígono industrial, no lejos de Pola de Siero. Su asesino, o asesina, se ha ensañado con él. Las motivaciones parecen apuntar a una venganza, quizá a una macerada en el tiempo, una venganza que saca al animal que sin saberlo todos llevamos dentro. 

   Surgen en Animal la investigación policial para hallar al homicida, incluso cuando las posibles pistas puedan hacer pensar si la víctima merecía o no ese final. Y trenzando la trama, la periodista Olivia Marassa, Livi, la reportera de El Diario, junto a su compañero y amigo, el fotoperiodista Mario Sarriá, irán desvelando lo oscuro, en el caso y en el mundo del periodismo de sucesos, no exento también de riesgos y amenazas. 

  Sellos identitatios del género negro son las salpicaduras de realidad, de denuncia social junto con las de sangre y tensión psicológica. En Animal se dan cita. Turbios instintos mueven en ocasiones a las personas, negros como el gato de la portada de Animal, crimen, venganza y, quizá, un pasado que creíamos cicatrizado cuando la inocencia infantil es aprovechada por gente sin escrúpulos.

  Leticia Sierra nos regala esta novela, se la ha regalado a sí misma y ahora toca celebrarla con su lectura deseándole que se reconcilie con las musas para seguir leyendo y leyéndola desde Asturias a la eternidad.


 Leticia Sierra (Pola de Siero, 1972) se licenció en Periodismo por la Universidad Pontificia de Salamanca. Inició su andadura profesional en Salamanca, en el periódico semanal Tribuna Universitaria. También trabajó en La Nueva España, La Voz de Asturias, El Comercio y Tribuna de Salamanca. Colaboró con COPE Salamanca y con Cadena SER en Madrid. Actualmente reside con su marido en Noreña (Asturias). 

Animal. Leticia Sierra. Ediciones B.

lunes, 22 de febrero de 2021

Comer bien es fácil si sabes cómo. Luis A. Zamora y Alberto Herrera

He devorado este Comer bien es fácil si sabes cómo (Planeta), de Luis A. Zamora y Alberto Herrera como si fuera un desayuno de un lunes. 

   Si bien es cierto que algunos de los planteamientos que encontraremos en el libro son conocidos no por ello están de más. Destacaría de Comer bien es fácil si sabes cómo sobre todo su enfoque didáctico, el lenguaje sencillo, directo y positivo. Luis A. Zamora y Alberto Herrera maridan bien los grandes temas de la nutrición que van incorporando como ingredientes al plato del conocimiento. 

   Nos recuerdan que tenemos el control de lo que comemos, de lo que le damos a nuestro cuerpo, aunque en ocasiones, por desconocimiento, desidia, etc. el resultado no es el óptimo, ni siquiera el que nos gustaría. 

   En Comer bien es fácil si sabes cómo nos hablan de calorías, pero no de obsesionarnos ni con ellas ni con el célebre IMC (índice de masa muscular). Nos recuerdan la importancia de alimentarnos con alimentos naturales o poco procesados sin olvidarse de porqué son tan poco saludables los ultraprocesados

   Hay dibujos, gráficos (muy simpáticos e intuitivos) haciendo hincapié en que la nutrición no es matemática. Cierto, ni todos los días sentimos el mismo hambre ni todos los días gastamos las mismas calorías. Mis capítulos favoritos, sobre todo en un libro tan práctico y divulgativo, es el dedicado a los mitos y bulos en el ámbito de la nutrición. No hay que olvidar que la industria agroalimentaria vive de vender y de vendernos productos, a veces llenando los lineales de los supermercados con falsos alimentos saludables, con algunos que ponen de moda o con tamaños ideales para gastarnos más dinero acabando a veces en despilfarro de comida. 

   En Comer bien es fácil si sabes cómo, Zamora y Herrera nos recuerdan la mala imagen que han tenido por ejemplo el plátano o la patata. Pobrecitos míos. Que no se me olvide el guiño a los alimentos “sin” ni esos otros “0%”, a quienes a menudo hay que seguirles la pista en la información del etiquetado. 

   En resumen, Comer bien es fácil si sabes cómo es un libro práctico, ameno y muy apetecible para quienes se quieran poner al frente de lo que comen, de lo que comemos en lugar de lamentarse por ello. Está en nuestra mano y no es solo una frase hecha, solo hay que proponérselo. 

Una curiosidad fuera de carta. Mi primera novela, No me gustan las lentejas, tuvo una discreta alimentación. Quizá una de las “críticas” que más me impactó fue de una lectora que me “recriminó” la parte nutricional de los personajes, por ejemplo, eso de comer fruta por la noche, por no nocivo al fermentar y bla bla bla. Digo lo de bla bla bla con simpatía,  En Comer bien es fácil si sabes cómo, por ejemplo, en el capítulo 3, el de “Mentiras y gordas”,  ZamoraHerrera ya dejan claro que lo de que después de cierta hora la fruta fermenta en el estómago es científicamente imposible. En fin, lo dicho, hay que leer más, comer mejor y, por si alguien tiene dudas, a mí sí me gustan las lentejas.

Luis A. Zamora (Madrid, 1985) es dietista-nutricionista y comunicador. Actualmente es el nutricionista del programa Más vale tarde (La Sexta), de Mamen Mendizábal*, donde ofrece el espacio «Más Vale Comer». Además, es miembro de la Junta Directiva del Colegio Oficial de Dietistas-Nutricionistas de Madrid y miembro fundador de la Sociedad Científica Española de Dietética y Nutrición.

Alberto Herrera (Santander, 1975) es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Entre 2013 y 2020, ha sido copresentador del programa Más Vale Tarde (La Sexta) junto a Mamen Mendizábal. Como comunicador, cuenta con una amplia experiencia en televisión, donde ha trabajado en programas como Espejo Público (Antena 3), El Buscador o De Buena Ley (Telecinco) y +Gente (TVE). 

(*) Mamen Mendizábal prologa este libro.

Comer bien es fácil si sabes cómo. Luis A. Zamora y Alberto Herrera. 

viernes, 19 de febrero de 2021

Box Hill. Adam Mars-Jones.

Comencé a leer Box Hill (Temas de Hoy), de Adam Mars-Jones, sin caer en la tentación de asomarme a la sinopsis. Prefería dejarme llevar por la historia cuando desde las primeras páginas fui conociendo a Colin, su protagonista. 

   Una colina al suroeste de Londres, es el punto de reunión de moteros. Allí Colin, en el día de su decimoctavo cumpleaños, tropieza sin querer con Ray. Desde ese momento se forja una relación poco convencional. 

   Una relación entre ambos entre el amor, el deseo y la dominación. Colin cuenta esa historia, a partir de aquel tropiezo, entrado ya en la cuarentena aunque lo hace con viveza, sin rencor, rememorando los días juntos, las experiencias compartidas y los sentimientos surgidos. 

  Destaca el lenguaje empleado por  Mars-Jones, la fluidez de la narración, la parte irónica, las metáforas con el mundo de los moteros al mencionar los guanteletes, el yelmo, el corcel o la silla de montar en un claro guiño a la visión de Colin. Porque Roy es alto, rubio, habla poco y su diferencia de edad también condicionará el devenir de los acontecimientos. 

   Tampoco ha querido Mars-Jones separar la historia en capítulos, dejándola fluir como una larga evocación, incluyendo los diálogos en el texto. La experiencia iniciática de Colin va más allá de Ray, de la cofradía de moteros, de los trabajos de verano o la relación con su padre. Es un fresco de finales de los 70 a través de los ojos de un adolescente en la espiral de una relación tóxica, vista en perspectiva; un encuentro entre quienes fuimos a la edad del despertar sexual y quienes somos en la cuarentena. Una novela corta con la que  Mars-Jones obtuvo un aclamado éxito de la crítica y el Premio Fitzcarraldo de Novela en 2019.


Adam Mars-Jones (Londres,1954) es escritor y crítico literario. Su primer libro de cuentos, Lantern Lecture, ganó el premio Somerset Maugham en 1982. Apareció en la lista de mejores escritores jóvenes británicos de Granta, en 1983 y en 1993. Es autor de las novelas The Waters of Thirst, Pilcrow y Cedilla; del ensayo Noriko Smiling y del libro de memorias Kid Gloves. Escribe reseñas de libros para London Review of Books y reseñas de películas para The Times Literary Supplement

Box Hill. Adam Mars-Jones. Temas de Hoy

 

martes, 16 de febrero de 2021

Marinos mercantes. Entrevista a Gonzalo Sáenz

Hace unos días publiqué una reseña del libro Marinos Mercantes (Torre de Lis) de  Gonzalo Sáenz. Hoy comparto con vosotros la entrevista que me concedió al hilo de su novela. Espero que la disfrutéis y os animéis a leerla.

G.V.: Leo en su biografía que su pasión por el mar le ha llevado a navegar por el Atlántico. Desde Edimburgo hasta las costas canario-saharianas. ¿Surgió en alguno de estos viajes la idea de escribir Marinos mercantes?¿Quizá de alguna anécdota de su padre, marino mercante, a quien dedica este libro?

G. S.: Así es. La mayoría de los hechos que se relatan en el libro son reales y muchos de ellos vividos en primera persona por mi padre. Mi padre se pasó mucho tiempo navegando en grandes buques mercantes que recorrían los mares de todo el mundo y cuando regresaba a casa, después de pasar varios meses navegando, me contaba historias increíbles. El último barco que capitaneó fue el Esperanza del Mar, un buque hospital que socorre a otras embarcaciones. También recuerdo las reuniones de marinos en el salón de mi casa y como sus conversaciones me dejaron con la boca abierta más de una vez. Realmente, las anécdotas más curiosas del libro no son inventadas, sino basadas en hechos reales, y sentí la necesidad de cristalizarlas en esta obra.

G.V.: Hallamos también en esta nouvelle referencias literarias. Por ejemplo, una cita de Mercé Rodoreda o el libro Mar Adentro de Caballero Bonald. Tuve oportunidad de hablar con un capitán de embarcación y me dijo que la gente de mar es muy lectora. Quizá por el tiempo para leer durante las travesías, pensé. Háblenos de la inclusión de esas dos referencias en Marinos mercantes y si es verdad esa afición lectora entre la marinería.

G. S.: Las opciones de ocio para los marinos están limitadas porque no pueden salir del barco, muchas veces, ni siquiera de su pequeño camarote. Los marinos siempre llevan en sus barcos naipes y libros para matar las horas que tienen libres. Con la literatura pueden viajar con la mente, evadirse de su buque. Mi padre, desde liego, era un lector voraz, y de hecho, le recuerdo siempre aconsejándome obras de Víctor Hugo, Delibes, Dickens, Shakespeare o Dostoievski. Hay obras clásicas que aún no he leído de tantas veces que escuché a mi padre pedirme que las leyera, pues como decía Borges, el verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta el modo imperativo.  

G.V.: Más o menos a mitad de novela leemos que el protagonista de Marinos mercantes vivió la mayor de las desgracias navegando en el Talasa. Háblenos de la parte de ficción y de la parte de realidad que ha querido incluir en esta historia marinera.

G. S.: En este libro hay una labor de documentación tan amplia y concienzuda que el primer borrador de la obra me pareció un ensayo novelado sobre los marinos mercantes. 

La trama amorosa del libro es pura ficción, aunque podría ser perfectamente real, pero las aventuras y peripecias que viven los tripulantes del Talasa están sacados de historias reales que a veces han ocupado titulares en la prensa, como el hundimiento de un carguero español en el puerto de Alveiro, Portugal. Mientras descargaban 2.000 toneladas de cemento el barco se escoró a estribor y se hundió en menos de cinco minutos. Probablemente se trató de un corrimiento de la carga, el caso es que el hundimiento del buque cementero sorprendió a bordo a muchos de sus tripulantes. Los marinos que lograron saltar al agua fueron recogidos por un buque noruego, pero en las horas siguientes, los servicios de rescate recogieron los cadáveres del capitán y del primer oficial y otros marineros que fallecieron en el accidente.

G.V.: Hay nombres propios en Marinos mercantes que pueden sonar exóticos a la gente de tierra, leemos, pero que son todo menos tranquilos para muchos marinos de embarcaciones comerciales o de pesca. Háblenos del Golfo de Adén, Dar es Salaan, Callao, Bellawan, Sumatra o Chittagong.

   G. S.: Yo he navegado con mi padre desde Vigo a Edimburgo en el Cobres, un buque con un cargamento de automóviles nuevos, por el río Rin hasta Estrasburgo en el Mosquitera, un pequeño mercante con un cargamento de sal, y por las aguas canario-saharianas en el Esperanza del Mar, un buque hospital. 

   El Golfo de Adén, Dar es Salaan, Callao, Bellawan, Sumatra o Chittagong son lugares donde recaló mi padre a lo largo de su carrera pero yo no he tenido la suerte de conocerlos.

G.V.: Me ha gustado una especie de reflexión casi metáfora que me gustaría que nos comentase. La de que con los años terminamos siendo marinos. Creo que es extensible a algunas gentes de tierra. Porque con los años nos convertimos a veces en extraños incluso para nuestras propias familias, Nuestros hábitos pierden la utilidad y nuestros temas de conversación su sentido. 

   G. S.: Creo que en los marinos de alta mar es algo mucho más acusado porque se pierden muchas vivencias y conversaciones de sus familias mientras están navegando. Se pierden incluso noticias importantes, no solo familiares sino también de su país. Como ves hay muchas cosas de la vida de los marinos que les hacen singulares. Por eso podemos volver a recordar la frase de Anacarsis sobre que existen tres clases de hombres: los vivos, los muertos, y los navegantes.    

Marinos Mercantes. Gonzalo Sáenz. Torre de Lis.

Podéis leer la reseña aquí.


jueves, 11 de febrero de 2021

La muerte del impostor Entrevista a José Luis Muñoz

Esta semana mi entrevistado es José Luis Muñoz (Salamanca, 1951). Quienes os dejéis caer por Maleta de libros ya le conoceréis virtualmente de otras entrevistas. Tras leer su reciente “La muerte del impostor” (Torre de Lis) me ha concedido esta entrevista que comparto con vosotrxs. 

   Os dejo la sinopsis para abrir boca.

  Pablo Campos, un oscuro y anodino policía que presta sus servicios en la siniestra BDS, la Brigada de Delitos Sociales, es elegido por su superior para una importante misión: suplantar la personalidad de un militar, el coronel Eduardo Paz, que debe coordinar un golpe militar para restablecer la democracia en su país, y para ello debe citarse en Estambul con quien le dará los nombres de los militares proclives a la sublevación. Lo que no sabe ese policía, que por fin va a ser alguien,  es que el personaje suplantado va a terminar fagocitándolo y la misión, ya en su país, se va a complicar hasta límites insospechados.

   La muerte del impostor es una narración hipnótica que bascula entre la novela negra, la de espías, la denuncia social y la fantasía, un relato centrado en la impostura y en el impostor que todos llevamos dentro y en el que el victimario se vuelve víctima en un escenario cada vez más kafkiano y enrarecido.

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G.V.: En La muerte del impostor vamos a encontrar nombres propios, tanto de personajes como de lugares. Por contra, hay una serie de curiosas iniciales, en especial para ciertos escenarios como M, B, G… ¿A qué obedece ello?

J.L.M.: Quería ocultar, para que sobre la novela pivotara lo indeterminado, que la acción transcurre en España, durante la dictadura franquista, aunque un lector medianamente avezado se dará cuenta de que estoy hablando de mi país y de un momento político muy determinado. Se inicia en Turquía, en Estambul, en el lujoso hotel Pera Palas, como una novela de espías y misterio, y luego salta a ese país indeterminado pero fácilmente reconocible y a esas ciudades que sólo nombro por sus iniciales. Me siento más libre, narrativamente hablando, y hago más universal la novela, trasladable a cualquier país que sufra una dictadura liberticida como la que sufrió España durante cuatro décadas y en la que crecí. 

G.V.: Creo que uno de los temas de fondo es cierta crítica social a las fuerzas del orden cuando se diluyen ciertas fronteras, ciertos límites ebrias de poder. Leemos en un pasaje que la organización, el GOES, gozaba de “ilimitados recursos de los fondos reservados”. Y parece hacernos un guiño cuando leemos que “esa partida oscura de la que echan mano todos los servicios secretos de todo el mundo para sus no menos oscuras operaciones.” Coméntenoslo porque intuyo que es un tema de rabiosa actualidad.

J.L.M.: Es un guiño a la actualidad nacional que no es nada nuevo. Recordemos el GAL, recordemos la llamada policía patriótica que se inventa dosieres para desprestigiar al adversario político de turno. Durante la dictadura franquista, la plantilla de torturadores de la BIPS, la temible Brigada de Investigación Político Social, tenía poderes extraordinarios para hacer con los detenidos lo que les viniera en gana, torturarlos algunas veces hasta la muerte. Los GAL eran un grupo de criminales y patriotas de uniforme pagados con nuestros impuestos. “La muerte del impostor” es también un grito contra esas cloacas del Estado que hacen trabajos sucios fuera de luces y taquígrafos. 

Hay una película extraordinaria, dirigida por Robert de Niro, que no tuvo mucha repercusión, titulada “El buen pastor” que hacia una radiografía demoledora de la CIA y sus actuaciones criminales. Lo malo de esta gente, de los que estaban en la BIPS franquista, en la CIA de Estados Unidos o en la Gestapo nazi es que no tiene conciencia del mal que hacen, que encima se creen que torturando o haciendo desaparecer a personas libran un servicio a la patria. ¿Qué patria? La patria es el lugar en donde cabemos todos. De eso también va “La muerte del impostor”. 

G.V.: “Nunca las vejaste sexualmente”, leemos en uno de los pasajes de la novela. También “nunca mataste a ninguna”, referidas ambas al trato del protagonista con las mujeres en su labor en la BDS. Creo que de alguna forma es como si se nos manifestase la doble naturaleza del bien y del mal en las personas; aquello de que el bien no conoce el mal. Quizá los monstruos no siempre son o lo fueron. ¿Nos lo comenta?

J.L.M.: Estoy contra el negro y el blanco y a favor de los matices, también en literatura. Los personajes de mis narraciones son poliédricos y complejos. Los monstruos pueden tener su lado humano. Recuerdo a un amigo argentino que me contaba que una compañera en la lucha subversiva contra la junta militar era torturada sistemáticamente por el mismo policía que, en algún momento de respiro que se daba en su función como torturador, le decía a la víctima que, en el fondo, la admiraba, que no le gustaba lo que hacía, que ojalá le perdonara y pudieran tomarse una cerveza en un futuro, si lo había para ella, porque era mucho más interesante que su mujer, y luego volvía a vejarla y torturarla. Eso es lo interesante desde el punto de vista literario. Las contradicciones de los personajes. La maldad de un nazi como el doctor Aribert Ferdinand Heim, el protagonista de mi novela “El rastro del lobo”, que puede enamorarse de su víctima judía y se siente dios porque la salva de la muerte. 

G.V.: La voz narradora en La muerte del impostor también puede sorprender a algún lector. Es un narrador omnisciente que tutea al protagonista. 

J.L.M.: La segunda persona es compleja. La había utilizado en algún relato corto, en uno sobre la guerra de Irak precisamente que se titulaba “El terror” y fue publicado dentro del libro “La mujer ígnea”, pero nunca me había atrevido en una novela. Inicialmente “La muerte del impostor” estaba escrita en tercera persona. Cuando opté por esa segunda persona que interpela al protagonista de la narración creo que esta crece y aún se hace más opresiva e inquietante. En literatura hay que explorar siempre y no sentirte anquilosada en una forma que dominas. Para mí, cada novela es un desafío estético, procuro variar de tema y estilo, aunque haya lectores que digan que me reconocen siempre. 

La muerte del impostor. José Luis Muñoz. Torre de Lis.

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El centro del mundo. Entrevista a José Luis Muñoz

El mokorero del Okavango. Entrevista a José Luis Muñoz


lunes, 8 de febrero de 2021

El jardín de los frailes. Manuel Azaña

Quise leer este El jardín de los frailes (Nocturna), de Manuel Azaña, sin consultar la biografía del autor. Parte ya la conocía, de mi época estudiantil. Justo de eso va esta novela autobiográfica. De los años que el joven Manuel Azaña cursase estudios en el colegio de los agustinos de El Escorial (Madrid). Un colegio religioso, por cierto. 

   Sin entrar en opiniones personales, de la lectura de El jardín de los frailes puede extraerse una conclusión, varias en realidad... La de que en esta obra Azaña retrata y critica la educación en los colegios religiosos por su imborrable experiencia en el de El Escorial. Imagino que habría que tener en cuenta la época y las circunstancias personales en aquellos años de juventud y adolescencia del autor. 

   Me traiciono a mí mismo y leo que quedó huérfano de madre a los nueve años y de padre a los diez, quedando al cuidado de su abuela paterna antes de ingresar en el colegio de los agustinos. Con todo, leer El jardín de los frailes es viajar a la España alborada del s. XX. 

   Azaña fue un alumno brillante, nos comenta en estas páginas. Nos habla de los profesores que le marcaron, como el padre Blanco, de algunas anécdotas del colegio anterior, de reflexiones como: “...la inteligencia sirve no para encontrar la verdad, sino para conducirse en la vida, y a mí me habían puesto desde jovencillo en el carril de los triunfos.” También descubrimos una de las cualidades por las que destacó, su oratoria, reflejada en estas páginas en forma de prosa inteligente y minuciosa, con un agudo sentido del humor, sin duda: “Tantos programas y libros, tantas clases, tantos exámenes no eran sino para ganar ciertas habilidades de orangután domesticado”. 

   Y quienes dimos filosofía en el instituto podremos esbozar una nueva sonrisa al evocar algunas lecturas escolares con espíritu crítico; por ejemplo cuando apela a que aprendieron “a refutar a Kant en cinco puntos, y a Hegel, y a Comte, y a tantos más. (…) A Hegel le reducíamos sañudamente a polvo.” 

   Con Azaña puedo tener en común aquello de que “amaba a mis libros y el aposento en que leía, y su luz, y su olor.” Acercarse a El jardín de los frailes es una experiencia sensorial con la palabra al leer por ejemplo: “El poniente repinta el carmín de los visos; los cerros se hacen ascua. Veladuras de rosa ennoblecen la compostura vil de los barrancos”.

   Y no me dejo en el tintero al ingenioso hidalgo manchego, tampoco Azaña, sabedor este de que ambos habían compartido villa de nacimiento. El autor de  El jardín de los frailes llega afirmar aquí, un poco en chanza, que “El buen alcalaíno créese no menos que copartícipe en el Quijote e incluso enredador alícuota de la persona de Cervantes”.

El jardín de los frailes. Manuel Azaña. Nocturna ediciones.

jueves, 4 de febrero de 2021

Marinos Mercantes. Gonzalo Sáenz

El protagonista de Marinos Mercantes (Torre de Lis), de Gonzalo Sáenz, nos narra una historia marinera en primera persona. Bien podría tratarse del propio autor, ya que al leer su biografía encontramos que además de abogado en ejercicio y escritor navegó por el Atlántico. Quizá emulando a su padre, capitán de la marina mercante, a quien le dedica este Marinos Mercantes

   Nos embarcamos con el protagonista de esta novela como lectores grumetes, a bordo del Talasa, para recorrer aguas tranquilas, disfrutar de amaneceres bucólicos, pero también de aguas revueltas y peligros. 

  A lo largo de las páginas de Marinos Mercantes le cogeremos cariño a el Viejo, el capitán del Talasa; también a Touriño, aunque de principios no parezca el tipo más afable. 

  La historia del marinero Fernando nos emocionará por su ternura como lo harán también las descripciones del protagonista al relatarnos la vida en alta mar, las aventuras oídas por otras bocas o los anhelos de quienes han escogido esta manera de vivir para romper las cadenas de tierra firme. 

   Quien esté dispuesto a no marearse y disfrutar de esta travesía que suba a bordo de  Marinos Mercantes porque está a punto de zarpar, levamos anclas en cuanto leamos como lectores las primeras líneas: “Llevábamos una semana navegando con cielos cubiertos, viento racheado y olas de tres metros por la influencia de una profunda borrasca”.


Gonzalo Sáenz (Córdoba, 1971) es licenciado en Derecho por la Universidad de Salamanca y Máster en Derecho y Negocio Marítimo por la Universidad Pontificia Comillas. En la actualidad reside en su ciudad natal, Córdoba, donde ejerce como abogado y dirige el despacho Gabinete Judicial. Su pasión por el mar le ha llevado a navegar por el océano Atlántico de Ruan a Edimburgo y por las aguas canario-saharianas. Compagina su profesión con la creación literaria y sus facetas artísticas, habiendo buceado en la pintura y en la fotografía, quedando finalista en los premios de fotografía Albarracín 2016, capitaneados por el también cordobés Gervasio Sánchez, antiguo y reconocido corresponsal de guerra, con su trabajo “Burnout”. Autor del libro “Relatos de Cristiandad”, es colaborador habitual en los programas Voces del Misterio (SFC FM 91.6) y El abogado responde (Córdoba TV).

Marinos Mercantes. Gonzalo Sáenz. Torre de Lis.

lunes, 1 de febrero de 2021

Necios y ridículos. Gonzalo Calcedo

He disfrutado con los siete relatos de Necios y ridículos (Sloper), de Gonzalo Calcedo. Son siete historias en la que la mayoría de los protagonistas son jóvenes. Adolescentes a veces, carne de instituto o de los problemas familiares. También hallamos a una madre en busca de su hijo o a un veinteañero con aspecto de boxeador.  

   Calcedo no tiene piedad con sus protagonistas, les sitúa en la cruda realidad, confiando en la fuerza motivadora de estos para salir airosos de situaciones complejas. El protagonista de El bidón de bencina se mueve entre el descaro y la valentía, reverberan las hazañas escolares con su compañero en una búsqueda diaria de esa heroicidad adolescente, disconforme con el mundo y sus reglas. Algo parecido a Jana, en el relato que da título al libro. Las decisiones racionales como las irracionales marcarán su devenir, hay una sucesión de apegos y desapegos vitales, una suerte de dolor, penitencia y purgatorio cotidiano. 

   En Del montón nos sumergimos en la épica de la protagonista en un instituto escolar, en el rompecabezas de quien busca su lugar entre las astillas de un sistema fracturado y corrupto. Quizá los dos relatos más descarnados sean Abierto las 24 horas y La barrera del sonido. Quizá porque en el primero de ellos los dos protagonistas sean una pareja a la que se le une un tercer elemento catalizador de una manera sutil, sibilina, casi centrípeta. 

   En La barrera del sonido una madre busca a alguien desde el dolor, la culpa y el pequeño infierno de ser consciente de ello. Con la prosa descarnada y directa, llena de imágenes orfebres, Calcedo pinta, testimonia y retrata siete historias para leer y reflexionar durante y tras el punto final de cada relato en Necios y ridículos.

Gonzalo Calcedo (Palencia,1961), funcionario en excedencia, es autor de una quincena de libros de relatos, entre ellos, Esperando al Enemigo (1996), La Madurez de las Nubes (1999), Apuntes del Natural (2002), El peso en gramos de los colibríes (2005), Saqueos del corazón (2007), Cenizas (2008), El prisionero de la Avenida Lexington (2010) y Siameses (2011). En 2003 publicó la novela, La Pesca con Mosca. Ha participado en numerosas antologías como Los Cuentos que Cuentan (1998), Cuentos de Hijos y Padres (2001), Lo que Cuentan los Cuentos (2001) y Cuentos contemporáneos (2001), obteniendo, entre otros, los premios NH en todas sus modalidades, Alfonso Groso, Tiflos, Caja España, Cortes de Cádiz y Hucha de Oro.

Necios y ridículos. Gonzalo Calcedo. Editorial Sloper.