viernes, 29 de diciembre de 2023

La ciudad del viejo. Entrevista a Carlos Meneses Nebot

La ciudad del viejo (Balèria), no solo es la última novela del escritor Carlos Meneses Nebot (Palma, 1969) tras cuatro años sin publicar. También, de algún modo, es un homenaje a un popular personaje de la agencia de detectives La Continental en las novelas de Dashiell Hammet, llamado ‘el viejo’. 

Más que agradecido por concederme unos minutos estos días de preparativos y agasajos navideños, le deseo unas felices fiestas desde aquí. También a vosotros, fieles lectores de Maleta de libros. Feliz 2024.


P.: Has publicado este año La ciudad del viejo, una novela que se me antoja dentro de ese estilo propio de reflejar lo más decadente de nuestra modernidad. Creo que de algún modo querías parecerte a tu tocayo, a Ch. Bukowski, al comienzo de tu prolífica carrera literaria. Háblanos de esos temas que tratas aquí y en tus otras novelas.

R.: Yo crecí con las novelas de Bukowski.  Fueron de las primeras que me llamaron la atención en mi adolescencia.  De hecho, recuerdo que a todos los chicos que más o menos leíamos con asiduidad en el instituto, Bukowski era un referente por su estilo descarnado y cínico, no exento de un humor corrosivo.  Ayudaban esas portadas de la editorial Anagrama, muy pintorescas y gráficas para adentrarse en el mundo del alter ego de Charles Bukowski, el inefable Hank Chinaski.  En los años  80 quería convertirme en Chinaski.  Beber como él, vivir como él, reírme de todo como él. Devoraba toda aquella literatura llamada undeground. Kerouac, Burroughs, etc. Como creo que a muchos, Bukowski me llevó a conocer a John Fante aunque ya fue cuando ya había cumplido los treinta años.  La novela negra también ha bebido de ese estilo crudo y sin tapujos. Tanto el realismo sucio como la novela negra muestran el mundo desde una perspectiva, sesgada evidentemente, pero también tremendamente realista. Con el tiempo luché por deshacerme de esa especie de corsé, pero también con el tiempo me cansé de hacerlo.

P.: Hay un suerte de personajes impagables a lo largo de esta historia. Difícil quedarse solo con uno, pero lo intentaré. ¿Qué podemos contarle a los lectores acerca de un jefe de policía tímido, bajo la “apariencia varonil asociada a los vetustos sheriffs del oeste americano”?

R.: He escrito sobre policías bravucones, auténticos machistas y pisoteadores sin tapujos de cualquier derecho.  También tremendamente efectivos a la hora de resolver los casos.  Quería desviarme un poco de ese tipo de personaje y aunque Ramón Quintero no es lo que se dice un policía completamente legal, es un tipo íntegro a su manera. Tímido o reservado como bien dices y dotado de una convulsa atmósfera interior que le oprime. Sentimientos de culpa, cargos de conciencia, escepticismo al máximo lo retratan como un individuo que ha traspasado algún tipo de límite.  Pero ni él sabe cuál.

P.: El estilo narrativo de La ciudad del viejo es muy cinematográfico, vuelvo a leer algún guiño al cine, y no creo que por casualidad. Frases cortas, lenguaje directo y cambio de planos para ir componiendo el tapiz, el decorado y los personajes con sus motivaciones y dramas. El toque de ironía sello de la casa es por lo que te pregunto como ingrediente y aderezo casi necesario, ¿es así?

R.: Es curioso, no es la primera vez que me comentan lo del estilo cinematográfico.  Tal vez al trabajar en un cine podría suponerse que me nutro de las historias que pululan en las pantallas pero el caso es que en casa del herrero cuchara de palo.  Veo poco cine en la gran pantalla por no decir nada.  Pero sí vi mucho en mi juventud, no había semana que no fuera al cine, tal vez me siga quedando ese reflejo y es inevitable que surja en mis textos.

P.: Si comentaba lo de los personajes, el reparto actoral, también destaco las descripciones. Hallamos desde las interiores, de ciudad, a otras en el campo. Coincido con lo que piensa cierto personaje, eso de que “el campo revitaliza, aspiras aire puro y ves las cosas con renovado interés.” Coméntanos aquello de que el paisaje es un estado de ánimo, su importancia a la hora de enmarcar una historia.

R.: El marco es importante para situar al lector no sólo en la ubicación sino en la actitud de los protagonistas. No es lo mismo una ciudad anegada en contaminación que un paisaje pastoril con ovejas y perros labradores.  Esta última puede dotar de serenidad al personaje. El humo, los cristales rotos, los cigarrillos extintos ya de por sí te adentran en un clima no muy higiénico y que te prepara ante lo que pueda aparecer.

P.: Sinceramente, no sé cómo encarar esta pregunta a caballo entre la reflexión o el guiño habida cuenta del tiempo que nos conocemos como escritor y lector de tus novelas y relatos. Querría preguntarte por los animales de compañía en La ciudad del viejo. Por Friski, pero sobre todo por el pastor belga malinois. ¿Te animas?

R.: Nunca he tenido un gato naranja como Friski, pero sí he tenido dos gatos.  Ahora mismo tan solo una gata, porque mi gato, Bronco, falleció hace escasas fechas. Estuvo 15 años conmigo y creo que él me educó a mí y no al revés.  Bronco, pese a que pueda no ser entendido por muchos, lo ha sido todo para mí.  Sé que alguna vez escribiré algo que llevará un título similar a "Un gato en el regazo". O parecido. Mi gata también tiene 15 años y vive para que la mime. Eso me parece sumamente inteligente.  Hace muchos años tuve un perro mezcla de Pastor belga y Border collie.  Se llamaba Max y es el perro que ilustra la portada. Era un perro simpático, jovial y alegre. Y me inspiró en parte para el retrato del pastor belga malinois que sale en la novela. 

P.: Lo que hace de la novela negra un género social es su naturalismo, su invitación a la reflexión, no lo truculento, la muerte como justificación narrativa. Lo marido con la escasez de marcas de lugares con nombres propios respecto a dónde ocurre La ciudad del viejo. Puede ser aquí, allí, incluso estos días, salvo porque he leído pesetas en algún pasaje. Te lanzo el órdago de que nos hables de lo invisible en tu novela La ciudad del viejo.

R.: Una historia con la suficiente fuerza en la trama puede llegar a prescindir de un marco temporal.  Ciñámonos a la historia, parece decir lo escrito, y dejémonos de elementos extra como móviles, portátiles, WhatsApps, etc que, al verlos en la narración, ya te sitúan en la actualidad y te condicionan aunque uno no lo perciba.  No digo que no se deban incluir, pero la historia de por sí debería guiarte como si fuese un taxi.  Y en algunos casos una limusina.  

P.: Si antes mencioné al padre del realismo sucio, ahora te preguntaré por los nombres de tus personajes. Por dos que me han llamado la atención, bueno, han sido más; aunque puedes sazonarlo con tus lecturas de cabecera. Me refiero a un tal Haruki y a Kenzamburo. ¿Homenaje a dos “monstruos” de la literatura japonesa?

R.: Es así.  Me pareció divertido ponerles el nombre de Kezamburo Oe y de Haruki Murakami.  Con tan solo el nombre quizás muchos no adivinen tal referencia, pero es sintomático que algunos sí lo veis. Que buscara nombres japoneses me servía de excusa. Necesitaba un nombre japonés: Haruki. Otro:Kezamburo. Y así.

P.: Por último, pongamos las cartas sobre la mesa. En La ciudad del viejo hay amor, amistad y lealtad, pero los lectores de novelas pastelosas a lo Orgullo y prejuicio que esperen sentados. Aquí hay violencia, drogadicción, pederastia y venganza en dosis generosas. El arte ha de provocar, sino no es arte. ¿Hay provocación en este novela, en tu narrativa? ¿Cuál es la línea roja que desde el principio no has querido cruzar en este sentido?

R.: Es una cuestión que no es fácil de responder. No sé si hay arte en la provocación porque cuando escribo no percibo esa sensación de provocación. Me sale como me sale. Es después cuando alguien lo lee cuando me comentan sobre la dureza, maldad o agresividad latente en el texto. Podría responder que me nutro de la vida real pero tampoco lo sé. Creo que es mejor no saberlo, no darle importancia. Encarar lo que escribes hacia adelante y que, aunque la temática pueda ser irredenta, procaz o temeraria, esté bien hecha. El trabajo cumplido.  Eso es lo único que persigo.


Carlos Meneses Nebot reside en Palma de Mallorca, trabaja en el cine Sala Augusta y colabora con la prensa escrita en el periódico Última Hora. Es autor de las novelas: Último asalto; Deltoides; Chop suey de pollo (Finalista del Premio Nuevos Narradores Ópera Prima); No te lamentes tanto, Carlitos; El Último trabajo de Germán Cárdenas, Sabor a proteína humana o Adictos al caos, además de los libros de relatos: Vuélate la tapa de los sesos, El sombrero del innombrable, Natalia y otros relatos o El día que murió Amy Winehose.

La ciudad del viejo. Carlos Meneses Nebot  Edicions Balèria.

martes, 26 de diciembre de 2023

Delta. Gabi Martínez

El final del año es una fecha más que apropiada para hablar de Delta (Seix Barral), de Gabi Martínez. Lo digo porque si algo transmiten sus páginas, es eso: el final de un ecosistema, el del delta del Ebro, en Tarragona. 

Tuve la oportunidad de verlo, de visitar el delta, cuando estuve viviendo en la cercana localidad de San Carles de la Ràpita. También Martínez hizo lo propio, no en La Ràpita, sino en una casa en el delta del Ebro. Durante un año recopiló anécdotas, aventuras, testimonios y pequeños dramas, hilándolo todo en este Delta

Así surge esta obra a caballo entre el ensayo y la literatura de naturaleza, eso llamado por los anglosajones nature writting. Pero no nos alejemos de lo importante, del libro y de lo que defiende. Porque al ser una obra real, realista, sus personajes lo son. Y lo es el drama del propio delta del Ebro. Eso es lo que Martínez quiere contarnos, que el cambio climático no es un huracán o un tsunami a miles de kilómetros de nuestras casas.

Posiblemente, los habitantes del delta del Ebro se van a convertir en los primeros refugiados medioambientales de nuestro país. Delta es una narración para leer, pero también para reflexiona. Como lectores podemos conmovernos, incluso aplaudirla, aunque no estará de más dar un pequeño paso. Como una gota de lluvia que individualmente no es apenas perceptible sí, en conjunto, pueden ser un torrente, cambiar el paisaje. Cambiémoslo, demos una oportunidad al delta del Ebro. Vecinos, turistas, ecologistas y funcionarios de la Administración son solo algunos de los personajes que aparecen aquí como parte de una trama, del drama. También la rica fauna y flora del delta, de este testimonio de la biodiversidad en la desembocadura del Ebro que parece tener los días contados, como este 2023 que nos deja. 

Leamos Delta como un reportaje y un diario de un autor que no solo ha sabido plasmar la belleza con palabras, sino la necesidad de aceptar el reto de que la realidad no se vuelva ficción en unos años. Feliz año y felices lecturas.


Gabi Martínez (Barcelona, 1971) es periodista y escritor. Ha recorrido el Nilo de las fuentes a la desembocadura, explorado el Hindu Kush pakistaní, los bosques tropicales venezolanos, la costa China, Patagonia o atravesado Australia de costa a costa, escribiendo sobre lugares, personas y animales, y los lazos que los unen. Visibilizar la importancia de la alianza natural entre lugares, personas y animales está en el centro de su trabajo, traducido en diez idiomas. Su obra ha recibido varios premios y reconocimientos, y destacan los libros de no ficción Sólo para gigantes, Un cambio de verdad y Lagarta, y las novelas Voy y Las defensas. Es director del Festival Liternatura, miembro fundador de la asociación Caravana Negra y miembro fundador de la Fundación Ecología Urbana y Territorial, y codirector del proyecto Animales invisibles.


Delta. Gabi Martínez. Seix Barral.

jueves, 21 de diciembre de 2023

Nadie corre más que el plomo Entrevista a Ignacio Marín

Esta semana, la penúltima de este 2023, me acerco literariamente a la costa valenciana de la mano del escritor y periodista Ignacio Marín, quien tuvo la amabilidad de concederme una entrevista por su novela negra Nadie corre más que el plomo (Alrevés). Agradecido a Roser Herrera y, por descontado, al autor. 


P.: Una imagen vale más que mil palabras y, como aperitivo, le preguntaría por la de la portada de su libro. Aunque puede maridarla si gusta, con el título. 

R.: Lo cierto es que estoy muy orgulloso de la portada. Es un impactante trabajo de la artista Gem Díaz, que ha sabido combinar las tradiciones y el folclore valencianos con esa sensación de tensión, de inquietud, que genera la novela negra. El fondo es claro, rompiendo la tendencia de portadas oscuras que tiene la novela negra, y está inspirado en el estampado típico de las falleras. Gem aporta a esta novela el componente realmente valenciano ya que ella es, concretamente, de la comarca de la Safor, que es precisamente donde se ambienta la obra. Desde el comienzo sabía que era la que mejor podría expresar con una imagen esta historia, no solo por su origen valenciano, sino por la estética y por las temáticas que emplea. Ambos estamos muy satisfechos del resultado. 

P.: La geografía del ladrillo corrupto, de la especulación inmobiliaria en España, es extensa; pero creo que coincido con Ud. en que la costa levantina se lleva la palma en muchos aspectos. Y aunque no es la primera novela que hunde la pluma del género negro en estas playas, sí me gustaría preguntarle por lo que Nadie corre más que el plomo tiene de especial, de original. 

R.: El conflicto sobre el que se estructura la novela no es nuevo, de hecho, es bastante recurrente, no sólo en el arte, sino en nuestro día a día. El desarrollo, cuando es impuesto de manera demasiado radical, genera problemas, expulsa a las personas que no pueden o no quieren adaptarse a las novedades. Lo hemos visto durante toda la historia de la Humanidad y lo vemos hoy en las calles de nuestras ciudades con fenómenos como la gentrificación. 

Sobre esta base, quería darle enfoques novedosos. Por un lado, generando un debate continuo sobre las bondades de la Transición, de la especulación inmobiliaria, del turismo de masas. La cultura es verdadera cultura cuando te plantea preguntas, cuando te inquiere. Tradicionalmente, la Transición siempre es contada desde Madrid o, como mucho, desde Euskadi. Quería sacarla de su ámbito habitual y combinarla con otro hito histórico como fue el boom inmobiliario relacionado con el turismo de costa durante la segunda parte del siglo XX. Y además, añadiendo aspectos de fantasía, de realismo mágico, por lo que creo la novela en su conjunto ofrece una historia muy innovadora y llena de matices. 

P.: Como valenciano nativo, conozco el Grau, el humilde barrio de pescadores a punto de ser devorado por el turismo de masas y otros monstruos más terrenales. Lo que no conocía era esa creencia, esa antigua leyenda, la de la Polseguera. La tomo para que nos comente el toque sobrenatural con la que salpimenta su novela. 

R.: Efectivamente, me parecía muy oportuno introducir un elemento que rompiera los estándares típicos de la novela negra. La Polseguera (polvareda, en valenciano) es una leyenda, un fenómeno sobrenatural que tiñe de rojo el pueblo, Benissa de la Safor, cuando su gente está amenazada. De este modo, se da un curioso conflicto, por un lado, esa especulación urbanística sin escrúpulos, y por otro, esa leyenda que tiene más de humano, más de empático que las propias personas. Al final, se busca una reivindicación de la naturaleza frente a ese supuesto desarrollo que está dispuesto a destruirlo todo por obtener más beneficios en su cuenta de resultados. 

P.: Algo me dice que ha leído a Vicente Blasco Ibáñez, a nuestro Zola patrio. Parte de su éxito, no solo nacional sino internacional, Hollywood incluido, lo debió a las adaptaciones al cine de sus novelas. Algo de fantástico, de épico no me negará que tuvo (me viene a la cabeza la anécdota del duelo a pistola y la hebilla del pantalón) su vida. Desde ese guiño en su novela a Blasco, ¿lo es?, háblenos de la parte naturalista, descriptiva e incluso filosófica, de Nadie corre más que el plomo.

R.: Desde muy joven me ha sorprendido la fuerza de las descripciones de autores del Naturalismo español como Benito Pérez Galdós, José María de Pereda o Vicente Blasco Ibáñez. Ya en mi primera novela, Edificio España, uno de los personajes, Blasco, debía su nombre a, como bien dices, nuestro Zola particular. Esta novela, al estar ambientada en la costa valenciana, ha tenido muchas influencias de Blasco Ibáñez, hasta el punto de que dos personajes, Tonet y Neleta, fueron nombrados en homenaje a los protagonistas de Cañas y barro.

Quizá por esa influencia, las descripciones juegan un papel muy importante en mi estilo. Me gusta crear una experiencia sensitiva para que los lectores se sumerjan en la historia y que de este modo sea más creíble, más coherente. En Edificio España, lectores que vivieron el Madrid de casas bajas de los años 70 me felicitaron por las descripciones de ese barro omnipresente, de esa ropa tendida, de ese puchero enfriándose en el alfeizar. Además de enorgullecerme profundamente, me confirmó que debía seguir trabajando en esa dirección. 

Esas descripciones tienen además un punto reivindicativo sobre una realidad que hemos perdido. Nadie corre más que el plomo es una obra que añora un modo de vida más relacionado con la naturaleza, más sencillo, más generoso, más humilde. Un modo de vida que no es tan lejano, pero que entra en conflicto frontal con la sociedad actual. 


Ignacio Marín (Madrid, 1984). Escritor y periodista afincado en Vallecas. Desde su tribuna en el periódico Vallecas Va señala en cada número a los responsables de la miseria y la pobreza que se sufren en barrios como el suyo. Fue ganador del concurso Narrativa del Centenario del PCE con su relato «Valle de silencio». Su estreno en la novela fue en 2022 con Edificio España. Es así mismo creador y director de Vallekas Negra, el primer festival de novela negra y social de Vallecas.


Nadie corre más que el plomo. Ignacio Marín. (Editorial Alrevés)


lunes, 18 de diciembre de 2023

El problema final. Arturo Pérez-Reverte

Leí hace unos meses, no muchos, la última novela de Arturo Pérez-Reverte, me refiero a El problema final (Alfaguara). Me gustó, eso de entrada. Quizás me generé dos grandes expectativas; una por el autor, a quien muchas y muchos conoceréis sobradamente. Creo que es al escritor al que más he leído. 

La segunda, por el género literario al que pertenece este El problema final. Para quienes no os hayáis asomado al libro, os diré que el protagonista es un actor de cine, Hopalong Basil, que vive en Antibes, en la costa mediterránea. Un caballero inglés de porte distinguido que nos revelará, en primera persona, unos hechos ocurridos años atrás, todo y que la novela nos ubica alrededor de 1960. El cine va a estar muy presente, como también la literatura, la de misterio, pues de eso se alimenta esta novela. 

Basil llegará a una pequeña isla del Mediterráneo occidental y, a causa de un temporal, se verán aislados en un hotel. Y digo verán porque Pérez-Reverte, toma el recurso que popularizó Gaston Leroux con El misterio del cuarto amarillo. El del enigma del cuarto cerrado. Doble atractivo para quienes disfrutamos del género policial, porque al concentrar a los personajes nos motiva a convertirnos en detectives a lo largo de sus páginas. Y, como segundo atractivo, el de sus personajes. 

Basil es actor, no detective, cuenta con su intuición y un ayudante, otro de los huéspedes del hotel, para ir tirando del hilo con curiosos guiños a un hipotético lector, como si de algún modo Pérez-Reverte quisiera jugar a romper la metafórica cuarta pared teatral. Muy a lo Agatha Christie, no ya por obras como La ratonera o Asesinato en el Orient Express, por si alguien va a incidir en lo obvio, sino por esa habilidad narrativa de hacernos creer que todos los personajes pueden ser sospechosos, culpables, en realidad. No puedo dejar de mencionar ni a Sherlock Holmes ni a su padre literario, a sir Arthur Conan Doyle; por Basil, dado que este lo interpretó en la gran pantalla, y de ahí las circunstancias de verse en la tesitura de llegar al final del enigma. 

Como tampoco puedo dejar en el tintero el final de El problema final, valga la redundancia, el que nos ha preparado Pérez-Reverte en esta novela. Si recordáis mis expectativas generadas, mencionadas en líneas precedentes, al llegar al clímax he de admitir que esperaba otra cosa, no sé qué exactamente. En cualquier caso, a buen seguro no defraudará ni a los habituales del cartagenero y académico de la RAE ni a los del género policial. 

Un buen libro para leer estos días que nos vienen, también muy de encierros, reuniones tediosas y estrés, como en la novela; o para regalar, que no sé dónde he leído que uno de cada cuatro libros que se venden en España son para regalo. Mientras se lea, bienvenido sea, seguro que en eso sí coincido con el autor de El problema final. No es casual, si lo buscáis, que ya haya otro libro homónimo, aunque eso os lo dejo para vuestro disfrute. 

Felices fiestas señor Pérez-Reverte. 


El problema final. Arturo Pérez-Reverte. Alfaguara.

jueves, 14 de diciembre de 2023

Sala de espera Entrevista a Iván de Cristóbal (segunda parte)

Comparto la segunda parte de la entrevista que me concedió Iván de Cristóbal, tras la publicación de su novela Sala de espera (Alrevés). 


P.: Las protagonistas de Sala de espera son dos mujeres, ambas esperan, de ahí el título. Entrecruza sus historias en un delicado contrapunto. ¿Se inspiró en alguien conocido para darles vida? ¿Cómo ha sido la experiencia de meterse bajo la piel de ambas? 

R.: Con cincuenta años, son muchas las personas con las que me he cruzado, de las que he aprendido, y que me han inspirado. Ni Lucía ni Mariona están basadas en alguien en concreto sino en vivencias de varias mujeres. Aunque pueda sonar a tópico, concebir a las dos, por decirlo de alguna manera, y moldear su carácter, sus anhelos o sus temores ha supuesto un proceso tan gratificante como inmersivo y natural. 

P.: Sin duda, además del toque de suspense, hay un poso de crítica o reflexión social. Es curioso que en una sociedad que se abre al lenguaje inclusivo, a nuevas formas de amarse entre les persones..., aún haya grados o barreras de tolerancia entre colectivos sociales como el que aparece en la novela. ¿Nos lo comenta? 

R.: Quizás lo único inclusivo que tenemos sea el lenguaje, porque, en mi opinión, estamos en un proceso de polarización que nos lleva a tomar partido en bandos cada vez más radicalizados. Todos somos hijos de nuestro entorno, y alcanzamos solo una porción pequeña de la información a la que llamamos “la verdad absoluta”. Cuando alguien nos reta con opiniones contrarias a la nuestra, nos cuesta poco tacharlo de imbécil, ignorante o majadero. Nos da pereza escuchar, entender que su verdad parte de otra parcela de información diferente pero complementaria a la nuestra, y aprender de la misma. Sería un proceso enriquecedor para todos, al que damos la espalda en pro de la negación y el insulto. 

P.: El séptimo arte tiene su pequeño rol en Sala de espera. A lo largo de la trama y en el epílogo, con ese simpático listado. No es casual, ¿verdad? 

R.: En absoluto es casual; tanto en mi faceta de cineasta de cortometrajes como en la de cinéfilo empedernido, siempre he considerado el séptimo arte un formato maravilloso para compartir historias. Además, y al contrario que con la novela, el cine, siendo tan joven, ha evolucionado de forma prodigiosa, década tras década, y sigue haciéndolo, con nuevas variantes artísticas y técnicas que, lejos de canibalizar las anteriores, confieren al formato una capacidad de asombro constante. 

P.: Mencioné el contrapunto y, como esta novela tiene algo de luz y sombra, al aparecer el ajedrez, he sonreído por lo simbólico, lo metafórico; además de por el hecho curioso que revela y que, personalmente, desconocía. ¿Hay algo de partida de ajedrez en la novela, acaso fuera de ella, en nuestro palpitar diario? 

R.: El ajedrez, como la vida, es un juego de anticipación. Para tomar la mejor decisión tienes que viajar tres movimientos al futuro. 

P.: Extraigo una frase de Sala de espera por si quiere comentárnosla al hilo de la crítica social ya referida. Me refiero a: “En España, si tienes bienes inmobiliarios, un banco te presta dinero aunque sea para fabricar petardos con olor a pistacho”. 

R.: La mayoría de proyectos empresariales nacen de un sueño, de una ilusión que queremos contagiar a quien necesitamos que nos eche una mano. Dicen que vendemos (y compramos) por la emoción, y en parte es cierto. Elegimos coche, casa, pareja, o la ropa que vestimos por criterios emocionales. Pero los bancos no entienden de emociones, solo de riesgos y rendimientos. Da igual cuán original, disruptivo o social sea tu proyecto, ellos solo lo medirán por el riesgo que conlleva y el rendimiento que puedan sacar. 

P.: Regresando a su paso al frente en el mundo de la literatura, preguntarle por sus lecturas, por sus referentes. Lo haré de la mano de uno de los míos, inmodestamente, dado que aparece en Sala de espera la obra El proceso, de Franz Kafka

R.: Sea por falta de tiempo y capacidad de atención, nunca me he considerado un gran lector, aunque albergo el sueño de poder, un día, disponer del tiempo suficiente para leer todo lo que atesoro en mi librería, con unas dimensiones más acorde a mis ambiciones que a la realidad. No obstante tengo mis favoritos, algunos muy recientes como Benjamin Labatut, Yuval Noah o David Foenkinos, como algunos que me han acompañado desde siempre como Javier Cercas, o Raymond Chandler


Iván de Cristóbal Miras nació en Barcelona en 1972. En la actualidad dirige una agencia de publicidad que trabaja con marcas líderes de sectores como el deportivo, el tecnológico o el energético. Economista licenciado por la Universidad de Barcelona y la Copenhaguen Business School, Iván es también profesor de comunicación en la Universidad de la Salle desde hace diez años y ha escrito artículos sobre estrategia de marca en diferentes medios de comunicación, así como varios guiones de cortometrajes de ficción, algunos premiados en diversos festivales independientes. 

Sala de espera. Iván de Cristóbal. Alrevés editorial.

lunes, 11 de diciembre de 2023

La mejor persona. Xavi Puig

¿Quién es Antonio Camuñas? Obviamente, el protagonista de la primera novela de Xavi Puig, La mejor persona (Temas de Hoy). Pero, mi pregunta va más allá. 

Según nos vamos sumergiendo en la historia y gracias al propio testimonio de Camuñas, iremos descubriendo sus miedos, sus inseguridades, sus motivaciones y su delicada relación con quienes le rodean. Aunque el suceso detonante de sus conflictos actuales, especialmente en su trabajo, fue un ataque de ira, nada sucede por casualidad. 

Como terapia le aconsejan que lleve un diario y, gracias a él, dirigido a Natalya, el hilo de Ariadna nos revelará lo escondido bajo lo visible. Porque, en el fondo, Antonio Camuñas es un ser sensible, quiere caer bien a la gente, tener amigos, incluso mantener una relación sentimental con alguien a quien todavía no ha visto. Un poco de neurosis aquí, otro poco de paranoia por allá, con su falta de autoestima no le ayudarán, al menos que suceda algo que no voy a contar. 

El personaje de Natalya, narrativamente hablando, me ha encantado por el juego de espejos con el que Puig construye La mejor persona al punto de crear dos tramas casi paralelas, una para cada uno, destinataria y remitente: ella y Antonio. No quiero hacer de menos a otros personajes que también aportan al puzzle su original enfoque e incluso moraleja acerca de las relaciones personales, de nuestra fragilidad interior. Desde su hermana  Virgi a la doctora Toro pasando por Juanma o Julián. 

En definitiva, La mejor persona es una hermosa  novela del debutante Puig para asomarse por un agujerito, como decían las madres, a la vida de ese amigo o amiga, compañero o compañero al que en su ausencia llamamos “el rarito" o "la rarita”; quizá como decía Freud: “Hay una historia detrás de cada persona. Hay una razón por la que son lo que son. No es tan solo porque ellos lo quieren. Algo en el pasado los ha hecho así, y algunas veces es imposible cambiarlos”. 

Quienes se atrevan a conocer al Volao, quiero decir, a Antonio Camuñas, que se acerque a La mejor persona. Y si además os gusta la música de Rosana, miel sobre hojuelas.


Xavi Puig (Barcelona, 1980) es licenciado en Filosofía y en Comunicación Audiovisual. Lleva veinte años escribiendo comedia y se le conoce principalmente por ser, junto a Kike García, el fundador y director del medio satírico El Mundo Today. Precisamente ambos son coatores de una recopilación de noticias en el libro El coño de la Bernarda es declarado Patrimonio de la Humanidad (2016). Puig es guionista de televisión y radio y ha trabajado para la prensa escrita. Colabora con las revistas digitales poesiacompleta.com y ratachillona.com. En esta última publicó el relato «Amiga famosa», que se convirtió en el germen de La mejor persona, su primera novela.


La mejor persona. Xavi Puig. Temas de Hoy.

jueves, 7 de diciembre de 2023

Sala de espera Entrevista a Iván de Cristóbal

Esta semana quiero compartir con vosotros la entrevista que me concedió Iván de Cristóbal, al hilo de la publicación de su última novela Sala de espera (Alrevés). Y como de esperar va la historia que narra su autor, me voy a permitir una licencia por esta vez. La segunda parte de esta entrevista quedará a la espera de aparecer la próxima semana. Sin más preámbulos, os dejo esta primera parte.


P.: Las protagonistas de Sala de espera son dos mujeres, ambas esperan, de ahí el título. Entrecruza sus historias en un delicado contrapunto. ¿Se inspiró en alguien conocido para darles vida? ¿Cómo ha sido la experiencia de meterse bajo la piel de ambas? 

R.: Con cincuenta años, son muchas las personas con las que me he cruzado, de las que he aprendido, y que me han inspirado. Ni Lucía ni Mariona están basadas en alguien en concreto sino en vivencias de varias mujeres. Aunque pueda sonar a tópico, concebir a las dos, por decirlo de alguna manera, y moldear su carácter, sus anhelos o sus temores ha supuesto un proceso tan gratificante como inmersivo y natural. 

P.: En un pasaje de la novela se alude a que la profesión de médico es la mejor valorada del mundo. Los médicos, el personal sanitario en general, tuvieron un papel importantísimo en los años duros de la pandemia. Y, a pesar de ello, la profesión médica también ha tenido -y tiene- sus sombras, su contrapunto. Quizás también de ello ha querido hablar en esta obra. 

R.: Varios son los aspectos que le confieren al médico una aura especial; su sacrificio, su vocación y que ambas cosas están a disposición de salvar vidas. También es cierto que algunos médicos han abusado de su autoridad, una minoría, y han carecido de cierta empatía, algo más corriente. Tengamos en cuenta que el bienestar parte del cuerpo y de la mente, y que una dolencia puede aliviarse o agravarse con aspectos tan relevantes, pero a la vez tan poco cuidados, como la forma en la que te la comunican. 

P.: He querido ver varios temas fluyendo por las páginas de Sala de espera. Además de los comentados, añadiría el de la resiliencia. He evocado el poema If, de Rudyard Klipling, pero mejor le cedo la palabra por si quiere comentárnoslo. 

R.: En mi opinión, la resiliencia es la capacidad de relativizar. De entender que nada es tan grave y nada es eterno. No quiero decir que todas las crisis tengan solución, porque muchas veces la solución del problema está en saber convivir con el propio problema. Estamos viviendo una crisis de resiliencia. Solo hay que ver la escalada de depresiones diagnosticadas, e incluso de suicidios, entre los más jóvenes. Magnificamos cualquier contratiempo, persiguiendo un concepto de felicidad que nunca ha existido. Como sociedad estamos obligados a corregir esta situación, a explicar a los que nos siguen que la vida no es perfecta, y en esa imperfección está su magia. Que la felicidad no nace de un estado de satisfacción completo y continuo, sino de pequeños momentos de triunfo, de reconocimiento, de paz, de amor. Que sin el llanto no se entiende la risa, y sin el sacrificio, el orgullo es inexistente. Pero hay demasiada gente dando demasiadas lecciones por demasiados canales. Ahora mismo, yo soy uno más. 

P.: Leemos en un pasaje que no es lo mismo la vocación que el propósito, le preguntaría habiendo publicado ya una novela, y la segunda en el horno, cuál es su vocación y cuál su propósito. 

R.: Mi vocación es la de contar historias, mi propósito es que lleguen a la gente y, de alguna manera, les mejore su vida. 

P.: Hay un interesante toque de humor, de ironía, incluso, a lo largo de estas páginas. Un ejemplo: en la diferencia entre el sistema jurídico estadounidense y el nuestro. No se si quiere apostillar algo a “si en un tribunal español Tom Cruise gritase «¿Ordenó usted el código rojo?» a Jack Nicholson, muy probablemente el juez le acabaría lanzando la campanilla a la cabeza? "

R.: Norteamérica es el país del espectáculo y lo trasladan a todo lo que hacen, incluso a los juicios. Nosotros somos más de la fiesta, que no es exactamente lo mismo. Ellos dramatizan cada gesto, nosotros buscamos la forma de esquivarlo para bajar a desayunar. 

P.: Por último, no sé si será muy atrevido tentarle a hablarnos de un elemento metafórico de su novela. Correré el riesgo. Me refiero al conejo marrón pescando en el lago. 

R.: Es atrevido, como todo lo que merece la pena. Pero tengo que declinar la oferta, porque lo que pueda aportar ahora, se lo quitaremos al lector. 


Iván de Cristóbal Miras nació en Barcelona en 1972. En la actualidad dirige una agencia de publicidad que trabaja con marcas líderes de sectores como el deportivo, el tecnológico o el energético. Economista licenciado por la Universidad de Barcelona y la Copenhaguen Business School, Iván es también profesor de comunicación en la Universidad de la Salle desde hace diez años y ha escrito artículos sobre estrategia de marca en diferentes medios de comunicación, así como varios guiones de cortometrajes de ficción, algunos premiados en diversos festivales independientes. 

Sala de espera. Iván de Cristóbal. Alrevés editorial.

lunes, 4 de diciembre de 2023

Paseos entre viñedos Entrevista a Francesc Ribes

Esta semana, comparto con vosotros esta entrevista a Francesc Ribes Gegúndez, a colación de su libro Paseos entre viñedos (Anaya Touring). El mundo del vino me ha atraído desde mi época universitaria, cuando realicé incluso algún curso de cata. Si a ello le sumamos mi devoción por los viajes, este libro me llamó enseguida y, desde aquí, mi gratitud al autor y a Alicia Hernández, de la editorial, por “maridar” esta oportunidad entre ambos.  


P.: Si pudiéramos trazar un hilo conductor en este libro, creo que sería el del vino con el paisaje y la historia. Concretamente, haciendo hincapié en una serie de rutas de enoturismo por nuestra piel de toro. ¿Es así?

R.: Efectivamente, en Paseos entre viñedos, si algo caracteriza al vino es el paso del tiempo: el suyo propio mientras reposa y se convierte en un reserva o adquiere solera; el de la bodega que lo elabora, a veces en manos de una misma familia durante generaciones, y el del paraje de donde procede la uva, cuya primera viña quizá la plantara un colono romano o un monje cisterciense. La conexión del vino con el paisaje y la historia es el hilo conductor de este libro, porque desde que llegó a la península Ibérica con los fenicios, ha formado parte de todas las culturas hasta hoy. Algunos de los paisajes que propongo visitar en estas rutas enoturísticas no eran muy distintos en la Edad Media, aunque el vino de hoy nada tenga que ver con el de entonces.

P.: ¿A qué es debido, con lo rica que es nuestra tradición vitivinícola, que España no cuente con ningún paisaje vitícola inscrito como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO? Sorprende, quizá, frente a otros países que sí gozan de ese reconocimiento, como: Italia, Francia o Portugal.  

R.: El paréntesis de la dictadura supuso un retraso en la modernización del mundo del vino, y, exceptuando las menciones históricas (La Rioja, Jerez…), el actual mapa de las denominaciones de origen empezó a tener forma en los años ochenta. Y el paisaje vinícola como atractivo y destino turístico no comenzó a desarrollarse hasta finales del siglo pasado. Solos las bodegas históricas de Jerez, Penedès o La Rioja tenían una amplia experiencia en recibir visitantes, y estos se limitaban a conocer las bodegas (que no es poco). Recuerdo que cuando preparaba mi primera guía de enoturismo, que se publicó en 2006, en muchas bodegas aún tenía que explicarles qué era el enoturismo. Yo creo que esa es la razón fundamental de que no tengamos todavía paisajes que sean patrimonio de la humanidad. 

P.: Y, ya puestos, ¿cuáles cree que serían nuestros paisajes o regiones vitícolas candidatas a formar parte de tan selecto club?

R.: Hemos llegado con algo de retraso, pero no creo que tardemos mucho en ver ese reconocimiento para los viñedos de Montsant-Priorat, La Rioja y Rioja Alavesa o la Ribeira Sacra. Las tres zonas tienen una candidatura en lo que se llama la Tentative List del Patrimonio Mundial de la Unesco y tarde o temprano lograrán el reconocimiento. A esta se añade además la candidatura El Vino en Iberia* que incluye los vestigios más remotos de la cultura del vino en Andalucía, Murcia y Valencia. 

P.: Además de este Paseos entre viñedos, ha publicado otros libros alrededor del vino. ¿Qué van a encontrar los lectores en aquí, en especial, amén de esas rutas e itinerarios comentados?

R.: Efectivamente, he publicado otros títulos relacionados con el turismo del vino o con el turismo de los alimentos de calidad (aceite, queso…). La diferencia, tanto de Paseos entre viñedos como del que publiqué el pasado año, Paisajes de la despensa española (2022), es que no contiene rutas concretas para ir del punto A al B, sino una serie de apuntes sobre los parajes, vinícolas en este caso, que merecen ser visitados, a mi juicio. En cada comunidad autónoma describo los más interesantes, junto con las características de sus vinos y algunas de las bodegas que se pueden visitar, e incluyo pistas sobre otros menos conocidos y quizá por ello más cautivadores. Con estos mimbres, cada cual puede confeccionar las rutas por los paisajes que más le seduzcan.

P.: Como creo que también ha elaborado recetarios con cocineros de prestigio, para terminar, me permito la licencia de solicitarle un maridaje un poco especial. Si se anima. Me refiero a que nos recomiende una receta o dos donde el vino sea protagonista, quizá acompañándolas con alguna anécdota que guarde mientras gestaba este delicioso libro, agradecido. 

R.: Uf. Es una propuesta que habría aceptado encantado hace unos años, pero debo decir que cada vez me interesa más la materia prima, el producto, y menos su posterior elaboración. Y el tema del maridaje me temo que es algo que realmente solo aprecia un público muy reducido. Si cualquier persona quiere percibir de una manera sencilla los diferentes matices de los vinos combinados con los alimentos, yo le propondría que probara esos vinos con una tabla variada de quesos españoles (azules, manchegos, etc.). Yo creo que es una forma fácil y clara de notar los contrastes de sabores y sensaciones. Por lo demás, el disfrute del vino va más allá del propio producto o del maridaje, tiene que ver con la compañía, el entorno y el momento. Es una bebida social, y yo creo que recordamos con más cariño un vino baratito que compartimos con unas tapas en una reunión de amigos que el carísimo gran reserva que nos dieron a probar en una comida de trabajo. 


Francesc Ribes (1964) es periodista, editor y traductor. Ha escrito libros como Rutas por los Vinos de España, Guía de los Hoteles del Vino en España y guías sobre las costas de la Comunidad Valenciana y Murcia; ha colaborado como autor y editor en todas las ediciones de Guía del Turismo del Vino en España y Guía del Turismo Gastronómico en España. Asimismo, ha traducido y editado numerosas guías de viaje para Trotamundos Routard, y trabaja regularmente para editoriales como Anaya Touring y Desnivel. 


Paseos entre viñedos. Francesc Ribes. Anaya Touring

(*) Por cercanía a esta candidatura, os dejo este enlace acerca de este proyecto de El Vino de Iberia.

jueves, 30 de noviembre de 2023

Siete cuentos para toda una vida. Fernando Trías de Bes

Dicen que nada sucede por casualidad, de ser así, no fue casual que llegase por sorpresa a mi casa Siete cuentos para toda una vida (Diana), de Fernando Trías de Bes

Dos fueron las expectativas que se abrieron justo antes que las páginas de este libro. La primera, al tratarse de un libro de relatos. Quien me conoce, sabe que soy amigo del genero, que huyo de los novelones pantagruélicos. Por tanto, ya desde ese título, me animé a bucear en el corazón de las siete historias. La segunda, aunque suene snob, me animó volver a leer la prosa de Trías de Bes

El autor me ganó con un libro al que respeto y admiro en su contenido y forma (entendida como arquitectura narrativa). Muchas y muchos lo conoceréis, me refiero a La buena suerte. Dos son también no ya los autores de este La buena suerte, pues lo escribió junto a Alex Rovira. También son dos los libros que he había leído hasta Siete cuentos para toda una vida, el más reciente, Yo soy así…, junto a Tomás Navarro. Parece que esa dupla se repite, lo cual no ha de ser casualidad. Me refiero a que el volumen Yo soy así es de relatos, por cierto. 

Pero volvamos a Siete cuentos para toda una vida. En sus casi trescientas páginas iremos descubriendo siete historias que es recomendable leer en orden. La razón es bien sencilla. De algún modo, son un camino, una línea argumental con el tiempo vital como protagonista silente. Desde el primero hasta el último recorren distintas etapas de la vida para contar, pero también para hacernos reflexionar. Como en otras obras de Trías de Bes, este Siete cuentos para toda una vida nos abre siete ventanas al autoconocimiento, a la autoaceptación y a la existencia plena. 

Historias que se tocan, se leen y casi se viven, en las que además de la emoción de la lectura descubriremos, de la mano de sus personajes, el valor de la amistad, el apego, la libertad o la creatividad. Experiencia, aprendizaje y perseverancia en siete cuentos, siete historias, siete, como número de la suerte, espiritual y energético para muchas culturas. Un último apunte, las ilustraciones corren a cargo de Blanca Trías de Bes. 


Fernando Trías de Bes (Barcelona, 1967) es economista, investigador social, observador atento y divulgador incansable. Autor de una veintena de libros, entre ensayos económicos, novelas, relatos y guiones. Entre los primeros, destacan La buena suerte (2004, Premio al mejor libro del año en Japón, en coautoría con Álex Rovira); El vendedor de tiempo (2005); El libro negro del emprendedor (2007); El hombre que cambió su casa por un tulipán (Premio Temas de Hoy 2009); El gran cambio (2013) y El libro prohibido de la economía (Premio Espasa 2015). Sus ensayos más recientes son: Las siete llaves (2020) y La solución Nash (2020). Entre sus principales títulos de ficción se cuentan El coleccionista de sonidos (2007); Mil millones de mejillones (2010) o Tinta (2011).


Siete cuentos para toda una vida. Fernando Trías de Bes. Diana.

martes, 28 de noviembre de 2023

Entrevista a Carlos Fortea

 

Habitualmente, traigo a Maleta de libros entrevistas de autores al hilo de su última novela. En este caso, mi entrevistado me concedió esta simpática entrevista al hilo de dos de sus novelas pues, de algún modo, están conectadas. Todo y que entre una y otra publicó El mal y el tiempo (Nocturna, 2017). Sin más preámbulos, os dejo con la entrevista. 


P.: Publicó en 2015, Los jugadores, una novela ambientada tras el final de la Gran Guerra, para retomar, este 2023, con El aviador, una suerte de continuación de algunos de los personajes. En este caso, El aviador se desarrolla el año en que prorrumpen las hostilidades de la Segunda Guerra Mundial, los bombardeos alemanes en Londres y la caída de Francia. Háblenos de estas dos novelas tan separadas en el tiempo de publicación, pero unidas por algunos personajes clave. 

R.: Las dos novelas están, en efecto, vinculadas por la reaparición de algunos personajes, pero se leen enteramente por separado, no son en absoluto continuación la una de la otra. En Los jugadores se planteaba como escenario la Conferencia de Paz de París de 1919, y cuando empecé a escribir El aviador, que sucede en Londres durante los nueve primeros meses de 1940, sentí de pronto la curiosidad de saber qué había sido de algunos personajes que aún eran jóvenes en aquella primera oportunidad, y tendrían algo más de cincuenta años en esta segunda. Y me encontré contando no solo su futuro, sino una parte más de su pasado que no había contado en Los jugadores. De alguna manera, fue lo que ellos quisieron… 

  Pero son dos novelas muy distintas. Los jugadores era una novela de tramas, en la que la importancia fundamental la tenían los acontecimientos, y El aviador es una novela de personajes, una novela de personas enfrentadas a grandes dilemas. El lector que aborde las dos encontrará experiencias muy diferentes entre sí. 

P.: He leído en varios medios eso de que España se mantuvo neutral durante la Primera Guerra Mundial. Pero creo que fue más bien una “neutralidad forzada” por los países aliados. Además, creo que también se le sumó una fuerte fractura social y política. Coméntenoslo al hilo de la trama de Los jugadores; ese papel tibio de nuestro país en el marco histórico de principios del siglo XX. 

R.: Bueno, yo creo que España se quedó -afortunadamente- fuera del conflicto porque, como es tradicional en nuestro país, había una fuerte división política interna entre “aliadófilos” y “germanófilos”, que llevaba hasta el mismo interior del palacio real. Luego, quedarse fuera le permitió hacer pingües negocios durante el conflicto, y de esa manera ganarse no la gratitud, sino la enemistad de todas las partes. Negocios que por cierto solo sirvieron para enriquecer a los que ya eran ricos, lo que causó una crisis económica terrible cuando acabó la guerra y se acabó el comercio de armas y pertrechos. En ese momento pagamos la factura que otros habían pagado antes con su sangre. 

P.: Aparquemos la Historia, con mayúsculas, para centrarnos en otros aspectos de la trama de Los jugadores. A pesar de los dos asesinatos que tendrá que descubrir el comisario Retier, no sé si podríamos tildarla de novela negra. Casi prefiero que sea su autor quien nos de su valoración. 

R.: Yo no la llamaría novela negra, como no la llamaría novela histórica. Es una novela de ambientación histórica que utiliza una trama policiaca como vehículo para contar unos acontecimientos que van mucho más allá de ella. La investigación del comisario Retier me sirve para llevar de un sitio a otro a los personajes y aflorar algunos de los conflictos que estaban perfilándose en aquella en gran parte fallida conferencia de paz. Pero creo que es una novela sin apellidos, una novela sin asignación de género. 

P.: Como ocurriera con Los jugadores, en El aviador se maridan los personajes históricos con los ficticios. Aprovecho para preguntarle por los femeninos; quizá, por ejemplo, por la profesora de piano, aunque no es la única. 

R.: Marina es un personaje al que tengo mucho cariño. Una representante de la serenidad en un mundo de agitación. Creo humildemente que, además, de una forma de serenidad muy femenina, que tiene los pies muy bien puestos en el suelo. Los personajes femeninos de esta novela me importan mucho. Me importa mucho Marina, pero también Laura, que ya me importó mucho en Los jugadores, y sobre todo Clara, que es quien da y recibe la réplica del otro personaje principal, el general Rojas, el aviador que da título al libro. 

P.: Entiendo que el título de El aviador hace justicia a esos avances técnicos de la época que van a transformar el mundo, por ejemplo, con la aviación, aunque sin descuidar los acontecimientos políticos y sociales ante un futuro cuajado de incertidumbre. Del cielo, de algún modo, llegó el final de la Segunda Guerra Mundial y la gran amenaza actual de las superpotencias de acabar con el mundo en forma de holocausto nuclear. Háblenos de ello en el contexto de ese aviador y el resto de personajes de su novela. 

R.: Bueno, yo he intentado exponer en la novela el papel de la aviación no como arma, sino como avance. De hecho, en un momento de la novela el general lamenta que el paso del tiempo haya convertido en agentes de destrucción a quienes empezaron siendo agentes de progreso. Antes de empezar a dejar caer bombas, la aviación había transportado personas, noticias, cartas. Yo no me siento en deuda con los aviadores que destruyeron las ciudades de Europa, sino con los que consiguieron llegar a Nueva York en seis horas y media, en tres mientras voló el Concorde

Carlos Fortea (Madrid, 1963) ha sido profesor de Traducción en la Universidad de Salamanca y en la actualidad imparte clases en la Universidad Complutense de Madrid. Ha traducido más de ciento cincuenta obras de literatura alemana que le han hecho merecedor de galardones como el Premio Ángel Crespo o el Premio Esther Benítez. Además, es autor de las novelas Impresión bajo sospecha (2009), El diablo en Madrid (2012), El comendador de las sombras (2013), Los jugadores (Nocturna, 2015) —finalista del Premio Espartaco de la Semana Negra de Gijón—, A tumba abierta (2016), El mal y el tiempo (Nocturna, 2017) y El aviador (Nocturna, 2023), así como del ensayo Un papel en el mundo (2023).


Podéis encontrar las novelas de Carlos Fortea aquí.

viernes, 24 de noviembre de 2023

El enigma de los niños gaviota. Entrevista a Antonio Puente Torrecilla

Me concedió estos días una entrevista el escritor gaditano Antonio Puente Torrecilla al hilo de su novela El enigma de los niños gaviota. Agradecido al autor y a Kasia Karposiuk de la editorial Distrito 93 por acercarnos literariamente.


P.: Ubica el grueso de la trama en un pequeño pueblo pesquero gallego, cuyo narrador cuenta algo acerca del “cariz atávico supersticioso propio de ciertos pueblos norteños”. A menudo, caemos en estereotipos, como este de los pueblos norteños o los de la gente del sur, bien maridado también en esta novela. Háblenos sobre ello.      

R.: Hay ocasiones en las que un escritor busca una historia y otras, como esta, en las que la historia me  encontró a mí. Hace más de diez años, estuve de viaje por Galicia, en concreto, por la impresionante Costa Ártabra, y, al pasar los acantilados de Cedeira, llegamos a San Andrés de Teixido, un pueblo de potente impacto visual donde se encendieron maquinarias y sentí que cientos de ruedecillas giraban revolucionadas: los radares habían captado algo. Aquella intuición comenzó a consolidarse al visitar los yacimientos y perderme entre la niebla buscando respuestas en geoglifos,   destilaciones, mujeres enlutadas, olor a mar, entre cientos de gaviotas acechando. Supongo que es imposible no caer en la tentación de adentrarse en esa enigmática idiosincrasia envuelta en la misma lluvia ancestral que envolvía los castros celtas… De la misma forma que es muy difícil resistirse a tener la mente receptiva cuando paseas por una calle gaditana o escuchas una conversación en cualquier taberna del Barrio de la Viña. Quizás el clima de uno y otro lugar propicie el tipo de mitos y leyendas que los caracteriza. El arte y las historias rezuman de lugares como La Coruña o Cádiz y se alojan en el cerebro como el salitre en la roca, que pasado el tiempo acaba abriendo. Cuando regresé a casa, escribí las tres novelas seguidas, una por año.

P.: El texto está trufado de referencias literarias. Desde Jean Baptista Grenouille a ese hostal “de cuyo nombre no quiero acordarme”; del Gato de Cheshire al capitán Nemo, pasando por Asterix, Stephen King, Sherlock Holmes, Matilda, Merimée; sin olvidar la obra De bello Gallico, de Julio Cesar, o al capitan Ahab… aunque la lista sigue.  Cuéntenos acerca de estas elecciones que se me antojan nada casuales.      

R.: Las referencias literarias cumplen varias funciones. Por un lado, está el grafismo del que pueden dotar a una escena y del paralelismo que pueda tener el personaje en cuestión en ese instante con la referencia sugerida. Por poner un ejemplo, para mí los olores adquirieron una nueva dimensión desde que leí El Perfume de Patrick Süskind, o no puedo concebir más perfecta femme fatale que la Carmen, de Merimée. Interiorizo las lecturas y, luego, ellas me ayudan a interpretar no sólo escenas de mis  novelas, sino mi vida en general. Por otro lado, también lo considero una forma de mostrar al lector  quién está detrás del biombo en el país de Oz, es decir, cuáles son los gustos literarios del autor.

P.: También hay algún que otro homenaje o tributo, ¿lo entrecomillo?, al séptimo arte. Por ejemplo, a El Resplandor, Los pájaros, Los puentes de Madison  o a “he visto arder naves más allá de Orión”; sin olvidar a Sean Connery, James Stewart, Vito Corleone o Forrest Gump, por dar algunos ejemplos. Todo en la vida es cine, cantaba Aute, aunque le dejo convencerme de si “los sueños, cine son” al hilo de esta novela.        

R.: El enigma de los niños gaviota es la primera parte de una trilogía que escribí de un tirón. Esta primera entrega está enfocada desde el punto de vista cinematográfico, en concreto en el suspense y por supuesto la figura que primero surge es Alfred Hitchcock. Hay numerosas escenas en las que incluso menciono  la cámara  física  que  sobrevuela  a los  personajes,  enfoques,  fundidos.  Obras como  Los pájaros, o La ventana indiscreta, pero sobre todo Vértigo. Lo considero una especie de código con el que tratar de sugestionar al lector y advertirle de dónde se está metiendo.      

  Y si en esta primera parte tuve la intención de poner al lector delante de una pantalla de cine, en la  segunda, El horizonte de las burbujas plateadas, Gonzalo investigará la desaparición de un equipo de científicos que estudian el cambio climático en Islandia, y la clave será el teatro, por lo que intentaré crear la ilusión de ambientar al lector en un patio de butacas como forma de narrarle el caso.       

  La tercera, titulada El oráculo de los vendavales, está inspirada en hechos reales: Mercedes estuvo desaparecida varios meses, pero regresó a casa con la convicción de que transcurrieron unas horas. Aquí  el ambiente girará en torno a la creación de una novela, una muy especial ya toda en el presente y que el  propio Gonzalo se encargará de convertir en ficción.

P.: Sigo con el tema de las referencias, en este caso, diría que justificadas por su amor al mar y, en este caso, casi afirmaría que a la obra de Homero. No solo se le cita, también a Circe, a Penélope y, por su  puesto, a Ítaca. Algo de epopeya y metafórico retorno a Ítaca he creído ver en el narrador protagonista de El enigma de los niños gaviota. No sé si lo comparte.     

R.: La Odisea es uno de mis libros de cabecera. Es prácticamente la primera obra literaria conocida que  ha sobrevivido a miles de años quizás gracias a su estructura; y atendiendo a esto, algunas vivencias de  Gonzalo Tristán cumplen con varias de las secuencias de Propp en cuanto a la estructura ancestral del  cuento, entre ellas el viaje del héroe, la magia, el combate, el impostor, el regreso, la transfiguración… Nuestro detective sigue algunos de estos pasos y finalmente consigue esa catarsis que busca en la palabra escrita, siendo ésta su Ítaca; todos tenemos una huida pendiente y una Ítaca a la que regresar, y a veces no es un lugar físico, sino un estado de la mente. 

P.: En esta época de citas breves y lapidarias, de tuits y retuits, hay algunas frases de su novela que  invitan a la reflexión. Por si las quiere comentar, he escogido estas dos: 

  Nadie es libre hasta que se enfrenta a sí mismo.      

R.: Parece un tópico, pero a medida que cumplimos años generamos aristas de las que vamos siendo conscientes.  Reconocerlas  se   convierte  a  veces  en   un  reto  a   nuestro  orgullo  y  superarlas  en   una necesidad para ser libres.    

  Quitarle a un hombre la memoria, es quitarle el alma.      

R.: Nuestra alma, lo que nos diferencia de otro animal, son nuestros recuerdos y la versión que cada cual se fabrica de ellos. Si nos los quitan nos convertimos en zombis, en animales con aspecto humano.     


Antonio Puente Torrecilla (Algeciras, Cadiz. 1979) fue finalista del II Certamen de Relato Corto Conil ante las drogas en 2008. Es autor de la novela Las Aguas del Tiempo en 2009. Ganador del XXXVI Certamen Literario Nacional José María Franco Delgado en el año 2010 con su relato, Piel de mojarra. Ha sido, así mismo, finalista del X Certamen de narrativa corta Carmen Martín Gaite en 2010 y finalista en el Certamen Literario Editorial Universo 2013. 


El enigma de los niños gaviota. Antonio Puente Torreciella. Distrito 93.

martes, 21 de noviembre de 2023

Iluminaciones. Alan Moore

A un mes de la entrada oficial del invierno, os traigo una lectura de sofá, manta y té con pastas. Quienes gusten de lecturas efervescentes, folletinescas, las de autobús o metro, me temo que no apreciarán la magia de Iluminaciones (Nocturna), de Alan Moore.

Curiosamente, Moore ha ganado todos los premios más importantes de la industria del cómic, como el Harvey, el Kirby y el Eisner, el gran premio del Festival Internacional del Cómic de Angulema, el World Fantasy Award, el Bram Stoker y el Max und Moritz en Alemania. 

Con esta antología de nueve relatos, que bien podrían ser ocho y una nouvelle, Moore se adentra por primera vez en el género de la narrativa breve. Fantasía y realidad se dan la mano en estas nueve historias de extensión variable, como comenté. No en vano, este libro de relatos abarca varias décadas de trabajo. 

Así, encontramos relatos de veintipocas páginas como: "Lectura en frío!, "Y, por último, para acabar con el silencio", "Ni siquiera leyenda" o, con algo más de treinta, por ejemplo, el relato que da nombre al libro, Iluminaciones

El lagarto hipotético, con más de cincuenta, tal vez nos recuerde a la novelita publicada originalmente en 1987 (en España, en 2008), en la que una joven prostituta que ha cometido un terrible sacrificio, tras yacer con brujos y nigromantes. Como nouvelle, por sus trescientas páginas, podemos calificar la obra Lo que podemos saber de Hombre Trueno. En esta, Moore parece hacer una crónica sarcástica de la industria del cómic durante los últimos setenta y cinco años desde el punto de vista de varios personajes, con sus altibajos en sus carreras. 

Hallaremos en la antología Iluminaciones, la excitante historia sobre un vidente y una curiosa llamada telefónica, muy al estilo del terror británico; también la del reencuentro del protagonista cuarentón con su pasado y un intrigante desenlace; o al grupo de aburridos investigadores sobrenaturales del Comité de Investigación Surrealista para Manifestaciones de lo Normal, decididos a pasar a la acción dejando atrás sus estudios teóricos. 

Las historias de Moore bailan a la luz de la imaginación con el eléctrico poder de la fantasía, la ciencia ficción y el suspense en un delicado equilibrio salpicado por lo mitológico, lo grotesco o lo exuberante en lo narrativo. Quinientas noventa páginas cargadas de la esencia del inigualable y aclamado novelista gráfico Alan Moore.


Alan Moore (Northampton, Reino Unido; 1953) desde joven fue un ávido lector gracias a las bibliotecas locales. Tras dejar los estudios y realizar trabajos muy variados, publicó obras como La balada de Halo Jones o V de Vendetta. Con La cosa del pantano empezó a publicar en DC, donde luego escribiría también cómics de sus principales personajes, como Superman o Batman. Fue también en DC donde publicó Watchmen, que resultó ganadora de premios como el Hugo, obtuvo una inmensa popularidad y fue elegida por la revista Time como una de las 100 mejores novelas del siglo XX. Después de publicar cómics como Un pequeño asesinato, From Hell, Promethea, La liga de los hombres extraordinarios, Top 10 o Providence, se embarcó en el género de la novela con La voz del fuego, El lagarto hipotético y Jerusalén.


Iluminaciones. Alan Moore. Nocturna ediciones.