viernes, 30 de septiembre de 2016

ROBERTO MALO: «Me gusta divertirme y que los lectores se diviertan».

Mañana se cumplen cuatro años desde que abrí este blog literario 'Maleta de libros'. Tengo mucho que agradecer no solo a los autores que han pasado ante el micrófono y mis preguntas, también a los colaboradores que han aportado tiempo y esfuerzo con sus reseñas a lo largo de estos años. Pero, sin lugar a dudas, tengo que dar las gracias a los lectores de este blog ya que habéis sido vosotros los que habéis impulsado visita a visita, semana a semana el que este blog sea lo que es hoy.
Gracias.
Para conmemorar este aniversario he elegido esta entrevista que no aparecerá en otro medio, solo en este blog en exclusiva. Y puestos a elegir a quién entrevistar para la ocasión me he decidido por el escritor y polifacético artista, así, en general, Roberto Malo. Tuve la ocasión de conocerlo en persona después de 'conocerlo' virtualmente mucho antes. Hemos colaborado en algún proyecto y me siento afín a su estilo literario.
Acaba de publicar un libro infantil, muy en su estilo, titulado 'Las fiestas del Pilar' (La Galera, 2016) que seguro hará las delicias de muchos viniendo de este zaragozano incombustible. Pero la entrevista me la concedió por el libro que me regaló, dedicó (en su visita a Valencia) y leí este verano, 'La marea del despertar' (Hegemón, 2007). Un libro que os recomiendo tanto o más que conocer a Roberto.

Gracias Roberto y mucha suerte.
 

Para dormir, nada mejor que nos canten una nana, pero no hay nanas en esta novela aunque sí música, no precisamente para dormirse. Háblanos de la presencia de la música en esta novela, desde el grupo musical, la letra de un par de canciones, la aventura en Hamelin, hasta ese saxo del protagonista, ¿un guiño premeditado tal vez? 

Así es, la presencia de la música es muy importante en la novela. El protagonista es músico, algo que a mí me hubiera encantado ser en otra vida. En ésta no ha podido ser (Dios no me ha llamado por ese camino), no tengo ningún oído musical, vaya. Y a veces la literatura sirve para vencer a las frustraciones. Si yo no soy músico en el mundo real, por lo menos que algún personaje mío lo sea. Por otro lado, para la trama de la historia le venía muy bien que el protagonista tuviera un grupo musical, que se encontrara en verano, con conciertos y ensayos, con tiempo libre para poder encarar la aventura que se le viene encima… 

Ya sumergidos en esta onírica ‘La marea del despertar’ decir que es una novela ágil, con un lenguaje también rápido, espontáneo, al que le aparecen de tanto en tanto expresiones de pura ironía o sarcasmo, ¿es algo que contagias en tu forma de escribir, parte de ti mismo reflejado en tus personajes?

Me encanta el humor en la literatura, y a mí se me cuela aunque no lo busque. Para mí escribir es un juego, y me gusta divertirme y que los lectores se diviertan. Tenía muy claro que esta novela tenía que ser muy excesiva, muy desaforada. Además, en una novela de humor, cuando metes algún giro dramático, sorprende mucho más, ya que quizás no lo esperas, y para mí el sorprender al lector también es importante.

También he querido ver cierto gesto metaliterario, no ya solo con Hamelin, por el cuento, sino con el de Caperucita y el Lobo, el cuento de la lechera o Calderón de la Barca.

Bueno, me encantan los cuentos populares, como cuentista que soy, y los juegos metaliterarios también, qué caramba, dan mucho juego. Por otro parte, en toda obra literaria es normal que haya referencias de todo tipo. Hamelin, por ejemplo, me venía muy bien al ser saxofonista el protagonista. 

Pero si hay un elemento vertebrador más allá de la fantasía en ‘La marea del despertar’ es todo el componente onírico rayando en lo surrealista, coméntanos en qué o en quién te inspiraste y si hay algo de material propio en esta historia. 

La idea central de la novela es una inmersión total en el mundo de los sueños. Los sueños es un tema muy recurrente en mi obra. Ya en mi primera novela, “Maldita novela”, un personaje llevaba un diario de sueños. Mi último libro de relatos, “Los soñadores”, se compone de quince relatos autónomos, independientes, pero todos con el nexo común de los sueños. En fin, que lo onírico me va, me va. Y en “La marea del despertar” intento que el lector se vea envuelto en sueños, rodeado de ellos por completo. Resulta una experiencia fantástica, muy surrealista, en todos los sentidos. Y son sueños inventados para la historia, pero salpicados de imágenes soñadas de verdad. Como en toda novela, supongo que hay mucho de fantasía y algo de realidad (aunque en este caso sea soñada). 

Si antes he hablado de guiños y gestos, podría preguntarte por algunos elementos que me han llamado la atención, aunque me detendré, por si quieres comentarlos, en los colores dominantes, a mi juicio, en esta historia: el negro y el rojo. 

Vaya, pues entonces es una novela muy Stendhal, y yo sin saberlo. Lo cierto es que la novela yo la veo en color, igual que sueño en color (hay gente que dice que soñamos en blanco y negro), y el aspecto gráfico o visual es muy potente. Mucha gente me decía que “La marea del despertar” daría para una buena película o para un buen cómic, y lo del cómic será una realidad dentro de un tiempo (cuando el dibujante lo acabe de dibujar, vamos). 

De izda a dcha: Roberto Malo, Ginés J. Vera, Veronica Leonetti y Joe Álamo

A punto de despertar de este cuestionario, en tanto abro los ojos poco a poco al blanco del folio, viene a mí un nombre propio muy concreto que mencionas en la novela: Norman Bates. La foto (tuya) de la solapa creo que tiene algo que ver con este personaje, no sé si también con cierta afinidad por el género del terror. Ahí lo dejo entre el albor del punto final.

Sí, en un momento dado de la novela se menciona a Norman Bates, y como bien dices en la foto de la solapa salgo retratado imitándole cuando mira a cámara de esa manera tan peculiar en la última escena de la película “Psicosis”. Es otro guiño. Y sí, me encanta el terror. Como diría Clive Barker, “no hay placer como el terror”. Es un género maravilloso. He escrito muchos relatos de terror, y alguno de ellos me ha dado grandes alegrías. “La marea del despertar” es una novela pesadillesca, de alguna manera, pero con mucha fantasía y humor. Lo cierto es que me interesan todos los géneros populares (terror, fantasía, ciencia ficción, policiaco, etc.) y mezclarlos según convenga. ¡Hasta la próxima mezcla!


Roberto Malo (Zaragoza, 1970) es escritor, cuentacuentos y animador sociocultural. Ha publicado los libros de relatos "Malos sueños" (Certeza, 2006),"La luz del diablo" (Mira, 2008), "La sonrisa del león" (Dissident Tales, 2015, con ilustraciones de Javi Hernández) y "Los soñadores" (Pregunta, 2016); las novelas "Maldita novela" (Mira, 2007), "La marea del despertar" (Hegemón, 2007), "Los guionistas" (Eclipsados, 2009),"Asesinato en el club nudista" (Nalvay, 2011, ilustrada por Abraham Pérez), "El último concierto de David Salas" (Pregunta, 2013) y "El rayo rojo" (Dissident Tales, 2014, ilustrada por CalaveraDiablo); el disco "A escondidas" (Pregunta, 2014), doce canciones de David Salas con música de Juan Verón y letras de Roberto Malo; como guionista, los cómics "Veo por ti" (Cornoque, 2015), dibujado por Chema Cebolla, y "Los guionistas" (Cornoque, 2016), dibujado por Moratha; los albumes "Leo Circus" (Kelonia, 2014), escrito en colaboración con J. E. Álamo e ilustrado por Verónica Leonetti, "Los tres reyes" (Dissident Tales, 2015), escrito en colaboración con Jesús Mesa y Daniel Tejero e ilustrado por Teresa del Río, y "Las Fiestas del Pilar" (La Galera, 2016), ilustrado por Blanca Bk; y los libros infantiles (escritos en colaboración con Francisco Javier Mateos) "Tanga y el gran leopardo" (Comanegra, 2009, ilustrado por David Laguens), "La madre del héroe" (OQO, 2011, ilustrado por Marjorie Pourchet), "El príncipe que cruzó allende los mares" (Nalvay, 2012, ilustrado por David Guirao), "Abaskhia, el muchacho que quería enseñar a hablar a las vacas" (Delsan, 2012, ilustrado por David Laguens), "El pastel de la buena suerte" (Delsan, 2013, ilustrado por Ignacio Ochoa) y "El rey que no podía dejar de estornudar" (Edebé, 2014, ilustrado por Blanca Bk).

miércoles, 28 de septiembre de 2016

‘Un día, una comida’, Yoshinori Nagumo.



Leí con interés este libro del doctor Nagumo por varias razones. Una de ellas porque el tema me interesaba. Otra porque ya había leído acerca de estudios científicos recientes que relacionan la esperanza de vida con la ingesta de calorías. Concretamente se afirma en ‘Un día, una comida’ que al reducirse la cantidad de comida ingerida una cuarta parte se alarga la esperanza de vida 1,5 veces. Da que pensar. Porque los libros con base científica, bajo mi humilde opinión, permiten eso, que pensemos. Y más este enfoque del doctor Nagumo que propone un método (el Método Nagumo) para estar más saludables, prevenir enfermedades y rejuvenecer.
Me ha parecido interesante también el hecho de abordar el problema del abuso del azúcar, de los hidratos de carbono sencillos, puesto que también se ha demostrado científicamente desde hace tiempo la relación entre el abuso del azúcar, tan presente en nuestra sociedad en multitud de alimentos, con la proliferación de patologías graves, no solo la diabetes.
   Aunque recomiendo leer este libro por la razón que comenté, la de hacernos reflexionar sobre lo que comemos, la salud y lo que podemos hacer por nuestra calidad de vida modificando nuestros hábitos alimentarios, esbozar que el método Nagumo promueve conseguir un estado saludable interior y exterior con una fórmula basada en tres puntos: una comida principal al día; comer verduras y pescados enteros; y que nuestro periodo de sueño incluya el rango entre las diez de la noche y las dos de la mañana.
   De lectura fácil y argumentación sencilla, en sus menos de doscientas páginas podemos encontrar aspectos tan curiosos como lo beneficioso de que nos ‘suenen’ las tripas cuando tenemos hambre, la importancia de comer los alimentos ‘enteros’ (las verduras con piel, hoja y raíz o los pescados con piel, espinas y cabeza), o poder apreciar en tres días desde el comienzo de la dieta propuesta por el autor la recompensa al esfuerzo que supone lo resumido en el título: una comida diaria.

Yoshinori Nagumo es cirujano y director de la Clínica Nagumo en Tokio. En 2012 fue nombrado Presidente de honor de la Sociedad Internacional de Antiaging. Es también profesor asociado en la Universidad Médica Jikei y en la Universidad de Kinki. Su experiencia personal le llevó a poner en práctica su dieta de una comida al día, con la que se mantiene en forma desde hace más de 20 años.


‘Un día, una comida’, Yoshinori Nagumo. Zenith, 2016

lunes, 26 de septiembre de 2016

EDUARDO MENDICUTTI: «Me pareció muy interesante aportar este tipo de voces desde la orilla».



Esta semana el entrevistado es un Aries, por muy poco no coincidimos en la fecha de nacimiento, aunque en años distintos. Eduardo Mendicutti coincidimos eso sí el mismo día dos veces, para la entrevista a la mañana y para la firma de libros en la Feria de Valencia a la tarde. De ahí la foto. Os dejo la entrevista, como siempre abierto a vuestras sugerencias y comentarios.

‘Furias divinas’ es una novela breve pero incisiva, aunque han pasado más de 30 años para que se haya decidido a que vea la luz.

Sí, a veces me han preguntado por los estímulos para escribirla; uno es la situación política, y yo he escrito muchas novelas sobre acontecimientos y me acordé obviamente del intento de golpe de estado de Tejero que fue un acontecimiento importante en la historia de este país, y después me acordé de lo otro, de cómo la novela estaba contada con una voz muy especial que era la de un travesti, es decir, la de alguien que en principio no tiene prestigio digamos ni social ni literario para contar la historia, para contar lo que nos pasa, ni siquiera le puede importar lo que le pase individualmente y por tanto carece de prestigio para contar lo que nos pasa con el tiempo pero a mí me pareció muy interesante aportar este tipo de voces desde la orilla desde los márgenes de la narración de lo que somos y de lo que nos pasa.

Eso de ser o tener más o menos prestigio para hablar me ha recordado a cuando uno se sube a un taxi y te encuentras a un taxista que podía desde arreglar el gobierno a ser el entrenador perfecto de la selección española por lo que sabe de fútbol.

Pues mira, yo me encontré que aquí en España todo el mundo hablaba de política, todo el mundo, todo el mundo sabe de política y de economía, y vas en un autobús y oyes a la gente hablar, y estás en una gasolinera o ibas a una cafetería y oyes a la gente hablar en un paso de peatones oyes a la gente hablar y cada uno de ellos aportaba de manera distinta manera, no hablaba lo mismo un analista político que un ama de casa que está en la calle hablando con su vecina de lo mal que está todo. Y cada uno de ellos aporta una experiencia diferente y sentida y vivida de una manera distinta y contada con su lenguaje de una manera distinta. 

Puestos a evocar cosas con su novela esta especie de paréntesis suyo me ha evocado al famoso cuadro de la familia real que ha tardado 20 años en terminarse, un periodo de tiempo en el que parece uno a su vez evocar aquello de cómo hemos cambiado en todos esos años, ¿no?

Es verdad, al final ‘Furias divinas’ es un intento de retrato de la situación política, social, familiar que estamos viviendo en nuestro país en este momento. ¿Hemos cambiado? Sin lugar a dudas. Este país en 30 años ha cambiado muchísimo en unas cosas para bien, sin lugar a dudas, ¿para mal? Bueno. Sobre todo hemos llegado a un punto en el que sin duda es necesario un poco de saneamiento, sanear… Es necesario sanear el momento político y social, por tanto, el retrato que hacen estos seis personajes estos seis transformistas a través de sus propias experiencias individuales de la situación colectiva es diferente, es muy distinta del que diría La Madelón, ‘una mala noche la puede tener cualquiera’, y de la situación política de ese momento es diferente sin lugar a dudas pero ahí estaba lo interesante, que desde los mismos márgenes o las voces de personas menos prestigiosas relatar y retratar cómo somos y cómo hemos cambiado y cómo tenemos que cambiar.

Eduardo Mendicutti (Sanlúcar de Barrameda, 1948) periodista y escritor, es autor de más de una docena de obras, ha recibido entre otros el Premio Sésamo 1973 por ‘Tatuaje’; el Café Gijón 1974 por ‘Cenizas’; el Premio de novela corta Ciudad de Barbastro 1982 por ‘Una mala noche la tiene cualquiera’; el Premio Cáceres de novela corta 1984 por ‘Última conversación’; fue Finalista del premio La Sonrisa Vertical 1987 con ‘Siete contra Georgia’; fue asimismo Finalista del Premio Nacional de Narrativa 1992 con ‘El palomo cojo’, y Premio Andalucía de la Crítica 2002 por ‘El ángel descuidado’. Entre las novelas publicadas destacan ‘El palomo cojo’ (adaptada al cine por Jaime de Armiñán), ‘Los novios búlgaros’ (adaptada al cine por Eloy de la Iglesia), ‘Yo no tengo la culpa de haber nacido tan sexy’, ‘El beso del cosaco’, ‘El ángel descuidado’, ‘California’, ‘Ganas de hablar’, ‘Mae West y yo’ y ‘Otra vida para vivirla contigo’. Su último libro es ‘Furias divinas’ (Tusquets, 2016)

miércoles, 21 de septiembre de 2016

‘Nunca es demasiado tarde, princesa’, de Irene Villa.



Para los que somos asiduos de las canciones de Joaquín Sabina es ineludible evocar alguna estrofa de una de sus canciones al tocar esta novela de Irene Villa. Con el prólogo de ‘Nunca es demasiado tarde, princesa’ nos damos cuenta de que también la autora es de los nuestros, de los de Sabina –aunque también amplíe la banda sonora con otros grupos y temas, por cierto–. Que la casualidad con el título no lo es tanto; al revés, Irene Villa nos advierte que ‘nunca es tarde para dejar que lo negativo salga de nuestra vida y quede atrás’. Así, tal cual, parece más fácil de decir que de llevar a la práctica. Quienes sepan un poco sobre su trayectoria, la de Villa, o se acerquen a la biografía de contraportada, coincidirán conmigo en que pocas personas como ella para hablar sobre el tema. Con todo, ‘Nunca es demasiado tarde, princesa’ es una historia ficcionada que puede pasar como real, o tan real que parece pasar como inventada.
Villa va haciendo discurrir una serie de personajes que un buen día sufren el revés del destino y tienen que hacer valer la fuerza del título de esta novela. A ratos me evocó la obra ‘Vidas cruzadas’ de Robert Altman, el protagonismo colectivo, en tanto los personajes tienen puntos en común, se van encadenando hasta que como gran colofón parecen abrazarse metafóricamente en el final de la gran historia de sus vidas, de la historia fotografiada en cada capítulo. Porque, como en la vida real, la historia personal se cuenta hacia atrás, con recuerdos, pero se vive hacia delante, y a los personajes de ‘Nunca es demasiado tarde, princesa’ les queda mucha historia por vivir y por contar.
Las segundas oportunidades existen, no siempre están ahí, a la vista, no siempre nos las concede el mismo destino, karma, providencia o deidad que a menudo llegamos a responsabilizar de que hayamos fallado en la primera; a veces la segunda oportunidad pasa por nosotros mismos, al menos eso es lo que he querido leer en esta gran historia de Irene Villa, ese ‘nunca es demasiado tarde’ para princesas, príncipes y gente de a pie. 

Irene Villa (Madrid, 1978) es licenciada en Comunicación Audiovisual, Humanidades y Psicología. Un día la banda terrorista ETA puso una bomba en el coche de su madre y ambas sufrieron amputaciones. Desde ese momento, supo que su vida iba a estar orientada a ayudar a quienes, como ella, tuvieran que superar cualquier barrera.
En la actualidad trabaja como escritora, conferenciante, periodista de opinión en prensa, radio y televisión y transmisora de valores en institutos y congresos. Colabora con numerosas organizaciones que defienden la libertad, la paz y los derechos de los más desfavorecidos.
Desde 2007 integra el Equipo de Competición de Esquí Alpino Adaptado de la Fundación También y ha conseguido varias medallas de oro y la Copa de España 2011. Le han concedido diversos galardones, como el Premio a la Ejemplaridad 1991 del Club Rotario Madrid-Puerta de Hierro, el Premio Niños de Europa de manos de Lady Di (Londres, 1992), el Garbanzo de Plata 2000 por su valor y coraje, el Joya de Madrid 2001 como ejemplo de paz y de convivencia, la Medalla de ANDE 1998, el Premio Nacional Valores Educativos Colegio Mayor San Pablo 2002, Micrófono de Plata por su libro Saber que se puede en 2005, Premio Isabel Ferrer 2007, Gran Cruz al Mérito Humanitario y Premio Fundación Miguel Ángel Blanco a la convivencia en 2008. En 1992 fue nominada para el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia y para los Premios de la Victoria (Washington).

‘Nunca es demasiado tarde, princesa’, de Irene Villa.
Espasa editorial. ISBN 9788467039610