Esta semana,
coincidiendo además hoy, 8 de marzo, con el día de la mujer, traigo aquí la
entrevista que amablemente me concedió la escritora y periodista peruana Elga
Reátegui Zumaeta. Nos conocemos desde hace años, por lo que le estoy doblemente
agradecido. Está de promoción con su última novela, ‘Y te diste la media
vuelta’ (ADD Personas y libros).
Antes que nada, háblanos del título de esta tercera
novela, ‘Y te diste la media vuelta’.
Yo tengo como
parte de la banda sonora de mi infancia los boleros mexicanos rancheros y,
claro, estoy impregnada de eso, del romanticismo, de la nostalgia, la
despedida, el desamor y todo ello. Me pareció magnífico apoderarme en cierta
forma de aquel título de uno, La
media vuelta, de ese bolero, y me pareció fantástica la imagen, el gesto de
dar la espalda, de dejar atrás algo, de cortar, de romper, de liberarse, me
pareció fantástico, como que le iba como anillo al dedo a mi novela,
Imagen que se refrenda en la portada del libro.
Exactamente,
aquel hombre con la gabardina y el sombrero dejando atrás a una mujer…
Un poco como en Casablanca.
Fíjate que no
he visto esa película. Ya lo dije en una entrevista que me hicieron en Lima: «Tu
novela tiene mucho de cinematográfico, dime cuáles son tus directores
favoritos, tus películas…» Y les dije: «¿Sabes qué? Me estás haciendo quedar
mal, no soy muy aficionada al cine, estoy aprendiendo con mi esposo que gusta
mucho de las películas, hacíamos maratones de cine de fin de semana,
educándome, por así decirlo, en ese aspecto». Aunque hay algunas películas que
me han impactado no muero por el cine. A lo mejor lo que se refleja allí es más
de mis lecturas, de lo aprendido en otros ambientes que nada tienen que ver con
el cine.
Sergio rememora su pasado (familiar,
sentimental,...) en el transcurso del viaje que, a insistencia de su hermana
Sara, le lleva desde España a Perú a fin de cerrar asuntos pendientes con su
madre y familia, pero ¿quién es Sergio, más allá de encarnar al protagonista
masculino de la novela, quién está detrás de Sergio?
Todos los
hombres que han estado y están en mi vida, llámense hermanos, amigos y, hasta
en cierta forma, mi padre. Yo me he criado en un ambiente de varones, tengo
muchos hermanos varones, somos solamente dos mujeres, nos alejan muchas
generaciones porque son mayores que yo. En el ambiente laboral he estado
siempre rodeada de varones, ejercí en periodismo de política y había un
ambiente masculino, había pocas mujeres. Entonces, he visto de cerca, he
compartido con estos hombres, sé cómo piensan, sé cómo sienten, y ha sido muy
sencillo para mi ponerme en el lugar de un hombre, traer esos recuerdos y
nutrirme de ellos para poder interpretar a este Sergio atormentado. Porque
también tengo a amigos atormentados por sus madres y que no han podido romper
con ese cordón, porque es muy complicado romper con ese lazo, con la madre,
porque para bien o para mal está siempre presente en tu vida. E
inconscientemente también en tus parejas buscas a alguien como ella aunque te
haya tratado muy mal. Siempre está ahí el reflejo, el recuerdo, el
reforzamiento de ese trato que te dio tu progenitora, tu madre. Tengo muchos
amigos que pasan de los 50 y todavía buscan la aprobación de sus madres, les
tratan mal, pero ahí están, siempre fieles, devotos, a lo mejor un tanto
masoquistas, pero están ahí. A la larga, la que cría, tanto en hombres como en
mujeres es la madre, puede haber algunos casos donde ellos participen, pero es
la madre quien refuerza el comportamiento machista, la semilla del machismo, le
echamos la culpa a medio mundo, pero la responsabilidad es de la madre.
Dado que tu novela se desarrolla en Perú y hablando
de la mujer, del machismo, preguntarte si hay mucha o poca diferencia entre el
machismo en Perú y en España.
Yo creo que la
violencia contra la mujer es igual aquí, allí y en la Conchinchina. Hablando
con una amiga que trabaja con mujeres en el resto de Europa me decía que en
zonas de Europa del Este a lo mejor se ve mucho más la crueldad, pero que de
forma asolapada, quizá por el clima, es más el refugio en casa, pero se ejerce
la misma violencia porque llegan borrachos, al igual que en otros puntos de
Latinoamérica o España hay mujeres que no denuncian, porque creen que son
problemas que se deben tocar solamente en casa, que es algo nuestro, social, se
piensa simplemente que es un problema conyugal y punto. Aquí en España hay casos
tremendos, pero en Perú es exactamente igual.
Te ha tocado como escritora evocar una etapa político
social muy traumática en Perú, la del terrorismo, no sé hasta qué punto tener
que plasmarlo para tu novela te ha llevado a reflexionar si querías incluirlo o
no incluirlo. Como periodista imagino que has pensado que ocurrió tal cual, que
no ibas a maquillarlo.
Yo creo que
ocurrió así y peor, fueron épocas muy duras que teníamos la lucha interna,
Sendero Luminoso, el MRTA, sumado a una crisis económica espantosa, tremenda,
donde no veíamos futuro, en ese tiempo éramos muy jóvenes, no vislumbrábamos un
progreso, una esperanza quizá, vivíamos al día. Queríamos salir de nuestra
pobreza a través del estudio, de nuestro trabajo, y el sueño de alguno de ver
otra solución, para nosotros, para nuestras familias. Yo más o menos comencé a
ver cuál era la situación de mi país mucho antes, ya con los últimos coletazos
de la Junta Militar, con Bermúdez, que luego dio paso a la democracia. Los
primeros brotes de terrorismo se dan con el gobierno de Belaúnde que no hizo
caso, luego la cosa se puso peor. Empezó en el campo y luego fue más fuerte y
más violento, con los atentados que hubo en Lima. En ese tiempo ya estaba en el
periodismo, de una u otra forma creo que cada peruano en esa época tiene algo
que llorar, algún familiar, algún amigo, hemos sido muy golpeados por esa
época. Fueron épocas muy duras, muy tenebrosas. Yo vivía cerca de los
Ministerios que eran el blanco perfecto de los terroristas, recuerdo el sonido
de la policía, el desconcierto, la gente corriendo por las calles, la policía
no sabiendo a quien detener, todos eran sospechosos, generalmente se creía que
las principales universidades públicas eran nidos de terroristas, de terrucos,
como les llamábamos nosotros. Es increíble que ahora se pretenda condenar a
aquellos jueces sin rostro, invalidar los juicios y decir que no, que no se les
dio un trato justo, favorecer a los terroristas. Si, fueron épocas muy duras,
están ahí, forman parte de mi historia.
Elga Reátegui nació en
Lima, pero reside desde hace años en Valencia (España). Estudió Ciencias de la
Comunicación en la Universidad Inca Garcilaso de la Vega y se licenció en
Periodismo en la Universidad Jaime Bausate y Meza de la capital peruana. Ejerció su profesión en Perú en diversos
medios de comunicación e incursionó en el mundo de la literatura con el
poemario ‘Ventana Opuesta’ (1993), al cual le siguieron ‘Entre dos polos’
(1994), ‘Alas de acero’ (2001), ‘Etérea’ (2004). Asimismo, junto al escritor y
decimista, Pedro Rivarola (ya fallecido) publicó los epistolarios ‘Correo de Locumba’ (2002) y
‘Violación de correspondencia’ (2003), además de la plaqueta de poesía ‘Madera
y fuego’ y el CD ‘Abrazados’ (2003). En 2007 publicó su primera novela ‘El santo cura’. En 2009, llegó al
Perú, en una segunda edición. En 2011 publicó ‘De ternura y sexo’ y ‘A este lado y al otro’ (2015). Es autora
también del poemario ‘En mi piel’ (2005), una recopilación de sus anteriores
publicaciones. La versión al inglés se publicó en el mercado norteamericano bajo
el título ‘Body maps’, en 2014.Tiene canal en YouTube, donde difunde su
programa cultural ‘Momentos’ (el cual produce y conduce). Es miembro del PEN
Club Internacional y de la Asociación Concilyarte.
Muy interesante la entrevista, como no podía sere de otro modo tratándose de "para mi" dos grandes de las letras: Elga y Ginés. FELICIDADES, AMIGOS.
ResponderEliminarGracias José, espero que pronto coincidamos los tres de nuevo, quién sabe si en la cercana Feria del libro. Un saludo.
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