jueves, 25 de abril de 2013

Entrevista a ALFONSO DOMINGO: «Es una novela pura a pesar de que descubro un secreto con fechas, lugares y personas reales»


En esta ocasión, he tenido el placer de entrevistar al periodista, documentalista y  escritor, Alfonso Domingo Álvaro por su última novela: ‘El enigma de Tina’. Especialista en información internacional, reportero de guerra, director de  documentales, en su haber figuran más de cien trabajos, algunos  doblemente galardonados, dos novelas premiadas y varios libros de  ensayo, relatos y viaje. En junio de 2011 obtuvo el premio Ateneo de Sevilla de novela por “El  espejo negro”. En la actualidad dirige Argonauta Producciones, una productora de  documentales y sigue escribiendo narrativa.

Ginés Vera: Me ha gustado la cita de Ana Karenina de Tolstoi, la de que todos somos cadáveres vivientes.
Alfonso Domingo: Sí, es una obra muy curiosa de Tolstoi pues salieron unas ediciones que se agotó y no volvieron a reeditarla. Y digo muy curiosa por Tolstoi, porque está basado en un hecho real al que aludo también en la novela. Él no quiso sacar más esa historia de lo que ya lo había hecho, y eso que le habían pedido una obra de dramaturgia para un teatro en Rusia. Les daba largas porque no quería que se supiera precisamente que estaba basado en hechos reales.
A mí me sirve un poco como leit motiv para recordar que la vida es pasajera y muy efímera, el hilo del que pendemos puede ser cortado sin apelación. En el inicio de la novela hay una escena en la que Tina viaja en tren a Alemania con dieciséis años y pensé en eso, en que me daba juego a la hora de poder meter el interés sobre cuál era el destino de Tina, en qué momento el cadáver viviente se convierte en cadáver real.

G.V.: Lo de que a Julián Montes le gusten las novelas policiacas, ¿es un guiño personal?
A.D.: Si, es un guiño personal, pero también es un poco reflejo de lo que pasaba en esa época. A mí me gustó la novela policíaca  Tuve un abuelo que tenía una biblioteca enorme con toda la novela del siglo XIX. Me pude llevar de ella unas cuantas obras y ahí empezó mi interés por la novela policíaca  Estamos hablando de la novela policíaca de esos años que luego se convirtió en novela negra. No sólo estaban Antonio Trent y los demás que se mencionan, también William Faulkner, Agatha Christie, Graham Green, Dashiell Hammet…, una serie de gente que han sido básicos no sólo en la literatura negra sino en la general. La novela para mí era un guiño personal porque yo leí esas novelas, algunas las tengo, y porque reflejaban una época. Pretendidamente eran novelas de disipación pero tenían una gran carga social.
 Lo sorprendente en este caso, es que a un anarquista le gustase este tipo de novela porque era muy popular, muy de calle, pero como Julián Montes ha trabajado de periodista, en sucesos, por eso le ha enganchado esa novela.

¿Cómo se documenta uno para ponerse en la piel de un recluso condenado a muerte en 1939?
Entrevistando a mucha gente que ha estado en esa situación, leyendo todas sus memorias, investigando en los archivos las condenas de muerte; ya desde el nivel documental primario, lo que son los papeles de los archivos, a lo que es la experiencia personal que ha vivido alguien en esa tesitura, y que te dan la medida de lo que era esa situación. Sobre todo el paso de las horas que era lo terrible y lo que yo quería reflejar. En la cárcel no se hacía más que rumiar cómo se había llegado a esa situación, darle vueltas en la cabeza a esa idea: si te condenarían a muerte, si habría reducción de pena; cada cual se hacía sus cábalas. Había muchos más reclusos que espacio, era un ambiente muy asfixiante. Luego llegaban ‘las sacas’ para llevarte al paredón… Era un universo en el que prevalecía el miedo.

Veo en la lista de archivos consultados que no figura San Miguel de los Reyes en Valencia donde arranca la novela.
Porque los que yo investigué aquí en Valencia habían pasado por esa cárcel pero no se habían quedado ahí. Los traslados eran muy frecuentes porque los intentaban agrupar; por ejemplo, los condenados a muerte todos en un mismo grupo. En San Miguel de los Reyes, aparte que no sé dónde estará ahora el archivo, no tuve que buscar porque de los personajes reales que salen en la novela ninguno pasó por San Miguel de los Reyes y no me hizo falta. Es una de las pocas cosas que no he investigado.

¿También ahora necesitamos un poco de espectáculo y diversión necesarios para olvidarnos de los problemas?
Si, el hombre es un animal desfallecido y desfalleciente por sistema. No puede estar en el mismo punto siempre porque el cerebro no lo admite. La gente hace chistes hasta en las situaciones más tremendas, te lo digo porque yo he sido reportero de guerra. La vida está siempre descuadrada, cuando no es la pareja, es la familia o los amigos; siempre hay algo que arreglar. El mismo cerebro busca una válvula de escape. Necesitamos distancia para abordar los problemas y esa distancia nos la da el humor.

Coméntanos algo de la conexión entre Tina de Jarque, El último cuplé y la recientemente desaparecida Sara Montiel.
Ese enlace es Álvaro Retana, fue amigo de Tina, y estaba –en el momento en el que a ella la detienen en Madrid– refugiado en su casa y había hecho muchos cuplés para ella. Álvaro  Retana sufrió también las represalias de la Guerra Civil, fue un hombre muy prolífico con una capacidad de trabajo impresionante. Retama tras la guerra se reivindica a partir de los años ‘60  y ‘70 en la película ‘El último cuplé’. Sara lo pone de guionista de la película y mete todas las canciones de ‘El último cuplé’. Sara le regaló un piso de todo lo que se obtuvo de aquello, estaban mucho más baratos, lógicamente. Esa es la relación, Álvaro era uno de los íntimos amigos de Tina de Jarque.

¿Qué supone para la novela de una parte y para el autor por otra recibir un premio importante, en este caso el del Ateneo Ciudad de Valladolid?
Es el segundo gordo que me dieron en poco tiempo, el otro fue el del Ateneo de Sevilla. Te sirve para mantenerte durante un tiempo sin tener que hacer otra cosa, y supone también una responsabilidad porque tu novela tiene que defenderse bien en el juicio público que es ponerla a la venta. Independientemente que hayan caído las ventas de libros en España un 35% ó 40% tienes que salir ahí a defenderla y a luchar por ella.
Un premio siempre es un reconocimiento. No te puedes basar sólo en los premios tienes que tener una carrera de fondo; los premios a veces complementan, son efímeros, duran un año, luego tienes que seguir manteniendo el mismo nivel.

Alguien puede pensar que esta es otra novela histórica con la Guerra Civil de fondo.
Pues lo puede pensar, pero en realidad la novela descubre, o resuelve, un secreto –o un misterio– que históricamente se había producido y nadie había develado. Pequeñas cosas sí, pero no se había llegado en su totalidad. Es un drama que tiene lugar en la Guerra Civil, La Guerra Civil es causa y consecuencia,  y desde ese punto de vista está basado en ella.
Yo he escrito mucho sobre la Guerra Civil, tanto ensayo como ficción, y es un tema que ya he dejado, pero éste era un misterio que me rondaba desde hacía tiempo, que lo investigué, que tenía que escribir y lo he hecho. No hay grandes historias sobre la Guerra Civil. Podía haber sido otra guerra, podía haber sido otra traición. Se tratan los grandes temas de la condición humana. En una guerra sale todo lo bueno y todo lo malo del ser humano. Hay una serie de elementos desde el punto de vista literario –de las pasiones humanas–, fascinante y ahí está el caldo de cultivo para escribirlo.

De haber podido conocer a Tina de Jarque, ¿qué te hubiera gustado preguntarle como periodista?
Varias cosas. Quién fue su primer amante, aunque yo lo descubro, que me certificara eso. Y luego, que en realidad fue una mujer que quiso ser una mujer normal, tener una vida normal y no pudo hacerlo. Le hubiera preguntado si hubiera abandonado todo por amor –como estuvo a punto de hacer–, porque en el fondo era una mujer que quería tener hijos y una casa normal. Invirtió en una granja de animales en el año 34 porque ella creía que su futuro en el mundo de las vedetes acabaría algún día y tendría que seguir viviendo a pesar de ello. Era una mujer previsora, avanzada, ingenua en otras cosas. Le hubiera peguntado, más que cotilleos, cómo llevaba ese doble empeño de intentar ser mujer, e incluso madre, siendo diva. Esa es la eterna pregunta de las divas de la época. Se debían a su público, tenían amantes muy estrambóticos, pero en el fondo estaban solas. Fueron atropelladas por el éxito, el éxito les impidió desarrollarse de alguna manera como personas.

«Los traidores acaban siempre como tienen que acabar, tarde o temprano», le dice Montes a Eliseo Melis en París.
Si, casi siempre es así. Los traidores acaban siendo traicionados o victimas de su traición tarde o temprano, ya desde la Biblia obtenemos ese mensaje. No todos los traidores acaban así. De alguna manera toda traición implica una culpa, en la sociedad que vivimos, nos lo inculcan así desde la Iglesia. Luego el hecho de que del amor al odio hay un paso y se pasa a veces fácilmente esa frontera y se puede llegar a la traición. ¿Quién no ha sido objeto de una traición?

A la hora de encarar la construcción de una novela histórica, siendo periodista, ¿dónde acaba la crónica y comienza la ficción?
Yo diría que es una novela pura a pesar de que descubro un secreto y doy muchas claves de todo lo que ha pasado, con fechas, lugares y personas reales. Ésta es una historia que tenía que contar en clave de novela policíaca porque no me satisfacía contar lineal. Creo que en el drama intervienen  una cantidad de hechos, desde punto de vista literario, muy atractivos: está el miedo, la traición, están los intereses que tiene todo el mundo en esta vida, está el éxito que se puede convertir en algo en contra de Tina. Hay impunidad también, tanto en la guerra como después de la guerra, de los que tienen la sartén por el mango.

Un nuevo guiño literario de altura cuando Abel Domínguez recuerda haber leído a Einstein y la teoría de la relatividad.
Y es rigurosamente cierto.
Las teorías de la relatividad tienen predicamento dentro los anarquistas, sobre todo a raíz de la vista de Einstein a España –que además se entrevista con uno de los obreros de la CNT en Barcelona en los años ’20–, porque piensan que la ciencia les va a conducir a la liberación tarde o temprano; a los científicos les tienen mucho respeto.
Una de las personas que entrevisté, Antonio Vargas, un anarquista que murió hace dos años y que había convivido con Abel Domínguez, me dio ese dato y me quede alucinado. Me contó que dirigía el coro y leía este tipo de libros. Son ese tipo de cosas que, de repente, te quedas muy sorprendido. Me pareció un elemento literario de primer orden.
Abel Domínguez era muy inquieto, descubro que ha escrito en la revista Blanca, que tiene artículos de todo tipo. Es muy probable que leyera más libros de este tipo como también otros anarquistas de la época. Es el típico dato que tú no te lo inventas si no hay nadie que te lo cuente. 

Por Ginés Vera.

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