lunes, 16 de junio de 2014

ANDRES NEUMAN: «A mí la castidad no me interesa nada y la lingüística ni hablemos».

Entrevisto al escritor Andrés Neuman (Buenos Aires, Argentina, 1977) en el hotel de costumbre de Valencia, con un elemento que Neuman me advierte al conectar la grabadora: un futbolín.
Hijo de músicos argentinos emigrados, es licenciado en Filología Española por la Universidad de Granada donde trabajó como profesor de literatura latinoamericana. Fue seleccionado por Granta revista como uno de los 22 mejores jóvenes novelistas españoles y Literatura. Escribe en su blog 'Microrréplicas', uno de los mejores blogs literarios en lengua española de acuerdo con una encuesta realizada por El Cultural. Con numerosos e importantes premios literarios en su haber, autor de novelas, cuentos y poemarios, le entrevisto al hilo de su último libro, Barbarismos (Páginas de espuma, 2014), una suerte de glosario-diccionario personal. Nada más acabar la entrevista estuvimos a punto de jugar en el futbolín, una lástima que por imponderables no pudiéramos. Queda pendiente, Andrés.

¿Hasta qué punto en este ‘Barbarismos’ se juega con la ironía, el humor y la poética?

Creo que estas tres cosas son ingredientes decisivos para este libro. La ironía está presente todo el tiempo, ajustando todavía más, la autoironía; muchas de las  palabras que se utilizan en este diccionario, son palabras que yo considero muy personales. La ironía además es una especie de variante malvada de la precisión, por así decirlo.
En cuanto al humor, lo considero un instrumento de supervivencia, cuanto más dolor hay en una sociedad más humor necesitamos, el humor no es una expresión amable para tiempos benévolos, eso en todo caso es el chiste. El humor es un mecanismo de reacción y de protesta no moralista, no panfletaria en tiempos de emergencia; en definitiva, se puede decir que la diferencia entre el chiste y el humor es que el chiste se termina en la carcajada y el humor empieza en la carcajada.
Sobre la poética, en la medida en que un libro, como todo diccionario se lo juega todo en la precisión, en la síntesis, hay que ser poético con el lenguaje que me servía para construir pequeños atajos en las definiciones.

¿Qué implica nombrar una palabra ‘contra las leyes y reglas del casto lenguaje’, según cierta definición de barbarismo?

En el libro se habla de la institución democracia, de la institución iglesia, de la institución academia. Se trataba precisamente de reflexionar sobre las instituciones en todos los sentidos, instituciones democráticas e instituciones lingüísticas… Hay un intento de acercarse transgresoramente a todo lo relacionado con la institución en tanto entidad que se supone que habla en nombre de otros y que regula cómo hablamos o deberíamos hablar, tiene una función; ese propósito, el que alguien regule como hablamos o como deberíamos hablar, tiene unas enormes consecuencias políticas, toda una declaración de ideología.
El casto lenguaje, bueno, a mí la castidad no me interesa nada y la lingüística ni hablemos. La palabra barbarismo según  la tradición lingüística –y debo confesar que soy filólogo, que de ahí viene mi tragedia–, ha sido definida siempre o bien como una palabra que procede de los barbaros, es decir de los extranjeros, un barbarismo, no es su definición actual, pero fue durante mucho tiempo una palabra que no nos pertenecía a nosotros, se tiene que somos cristianos viejos y entonces venia un extranjero y te deslizada una palabra que no era tuya, lo cual era una soberana gilipollez. Es una soberana gilipollez porque todas las palabras son extranjeras, lo que estamos hablando ahora es un derivado del griego y el latín, no hay ninguna palabra que venga de fuera, el lenguaje se hace viajando. Hasta las palabras que llamamos castizas vienen de otro lado.

¿Algún barbarismo que se haya quedado en el tintero?

Muchísimos, he tirado la mitad de lo que tenia. Creo que tirar es parte de escribir y reescribir es el objetivo de toda escritura. Si una definición no me resultaba particularmente, en el plan divertida o sintética, se quitaba. Alguna otras palabras me hubiera gustado incluir y no las incluí porque no me gustaba el resultado.

Un libro poco convencional que busca tal vez a un lector poco convencional.

Yo no sé si lo busca, pero ojala que lo encuentre. Muchas veces uno trata de escribir el libro que le gustaría leer y si uno hace eso, tratando de escribir honestamente lo que uno querría leer, se encuentra con que había más gente imaginando el mismo libro. Eso está en la propia naturaleza del lenguaje, que es maravillosamente ambiguo. Una palabra que sirve para nombrar lo mas intimo, para nombrar lo que tiene que ver con nuestras emociones privadas son sin embrago vocablos que tienen un significado colectivo, una repercusión social, todo es interior y todo es exterior en el lenguaje.
La pregunta clásica de: ‘para quién escribes, para ti o para los demás’, muchas veces es completamente estéril porque tú eres más parecido a los demás de lo que imaginas, y los demás tienen más que enseñarte de ti de lo que puedas suponer. Por lo demás, ya se sabe que la aspiración de todo el mundo es ser único, no hay nada de original en tratar de ser original por tanto tú y tu destino sois incómodamente parecidos, esto podría ser una especie de barbarismo.


  Muchas gracias y mucha suerte, Andrés.

Por Ginés J. Vera.

Foto: Arantxa Carceller (muchas gracias, Arantxa)

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