Hace poco
entrevisté a XaBier Gutiérrez, pero no por temas de cocina, sino literarios
pues según confiesa cuando hace mal tiempo también le gusta cocinar novelas del
género negro. Para servir el entrante a esta entrevista me permito ir a la
alacena de su web donde escojo estos ingredientes: De profesión es
Escritor-psicologo-cocinero-pensador. Vive y sobre todo se divierte en
Donostia-San Sebastián, donde trabaja, en el Restaurante Arzak, y en algún
sitio más. Sus películas favoritas son ‘La plaza de la musica’, ‘La naranja
mecánica’, ‘El día de la bestia’, ‘Birdman’, ‘Batman’, y ‘Vértigo’. Tiene diecisiete
libros publicados con anterioridad. El caso es que en febrero publicó la
primera novela negra del serial de cuatro, titulada ‘El aromas del crimen’, por
la que le entrevisto.
Que la novela esté ambientada en San
Sebastián, ¿es un homenaje en cierto modo a su ciudad natal, un guiño a los
paisajes y gentes de Donosti? ‘En
esta tierra siempre está presente la cocina’, reflexiona el protagonista, Vicente
Parra.
Si, me apetecía
que en un marco tan incomparable como el de San Sebastián, que hay veces que
pueda pecar de excesivamente, como si estuviera anclado en Suiza, donde todo
parece perfecto, hay una historia humana, de sentimientos, donde hay violencia
y donde hay mucha ambición por conseguir muchas de las cosas que cuento en la
trama, eso era una cosa que estaba cantada y ¿dónde?, pues en la meca de la
gastronomía, en San Sebastián. La cultura gastronómica la tenemos tan arraigada,
en toda España, pero allí aún más; en ningún momento dudé de ella, es decir,
enclavarla en San Sebastián cono eje principal de toda la historia y de todos
los personajes.
Yo me encuentro
muy cómodo en San Sebastián, vivo allí desde hace mucho tiempo, toda mi vida la
he pasado allí y me apetecía mucho que la historia pasase en mi ciudad. Era,
digamos, como una sensación de hablar con conocimiento de causa de que es lo
que pasa en la ciudad aunque la trama de que sucediese en San Sebastián es un
poco anecdótica, el hilazón de la historia es la gastronomía: los cocineros,
los camareros, los proveedores… todas la gente que interviene, pues al fin y al
cabo, todos estamos relacionados con la cocina.
Claro, porque se podía haber ubicado en
Nueva York, por ejemplo, pero no sería lo mismo.
Pero necesitaba
un sitio con cultura gastronómica, de hecho, el oficial instructor al principio
de la novela es una persona que vive por sobrevivir, vive por supervivencia y
nada más; solo que tiene una mujer que es francesa, que es un guiño a la cocina
francesa, que le está haciendo recapacitar sobre todo eso; tiene un hijo, muy
joven, que está estudiando cocina y que entre los dos le van a volver loco,
además de toda la trama que hay allí de la novela, pero en lo más profundo de él;
pero no en lo de adivinar quién es o no el asesino, sino en lo de reflexionar
qué es la gastronomía, lo que significa la gastronomía para los humanos y el
interiorizar la actividad de la cocina en el ser humano.
"La
muerte tiene las maneras de esos malos invitados que aparecen de improviso." Es
una frase de Carmen a Racos Mendizabal que me sirve para preguntarle ¿cómo hay
que tratar un tema tan serio como un asesinato y sus víctimas en una novela
para no caer en tópicos o frivolizarlo?
¡Guau! Yo no he
intentado nunca frivolizarla, el tema de la violencia en nuestro país y, en
nuestra zona concretamente, es un tema que hay que cogerlo con mucho cuidado.
Hay muchos extremos que pueden quedarse tocados por una lectura así; yo en todo
momento he contado una historia de entretenimiento donde no he intentado banalizar
en absoluto la muerte. Hay dos muertes y un asesinato muy claro, que es a acuchilladas,
en su casa, al principio de la novela y luego hay otro en la que la madre está
convencida de que su hijo no ha muerto por causas naturales. Yo he intentado en
toda la novela tratar la muerte con el máximo respeto.
Yo tengo un
discurso muchas veces que pueda ser digamos amable, jocoso, informal, pero en
ningún momento he intentado banalizar el tema de la muerte, porque creo que es
un asunto que requiere cierta seriedad, se puede tratar con humor, en algunos
momentos me permito algunas pinceladas de humor, pero creo que no, cuando
suceden casos como estos frivolizamos, si, entretenemos, pero creo que en la
base hay un respeto bastante importante.
Yo creo que la
parte más profunda de la novela es cuando llegan por fin a la conclusión de que
probablemente uno de los muertos ha sido asesinado, no ha muerto por causas
naturales, y van a desenterrar el cadáver, y hay una frase al final de un
capitulo que dice que ‘la tierra lloraba’, lloraba porque no podía recoger todas
las tristezas que estábamos plasmando. Incluso digo esto porque en el siguiente
capítulo intento aligerar la carga de profundidad que tiene el capítulo
anterior cuando la tierra llora
porque se ha acostumbrado al cadáver y al cabo de un mes lo vuelven a
desenterrar.
¿Qué ingrediente literario le costó más de
trabar?
Hombre, yo creo
que el ingrediente que más costo fue hilar todo, creo que es la primera vez que
hacia una novela negra, no me importa reconocerlo porque es verdad, mi primera
novela, y hubo un momento, cuando me puse a escribir, que dije: “otras, esto es
más difícil de lo que parece a primera vista”. Yo creo que el hilazón fue el
ingrediente más difícil. Creo que lo conseguí y estoy satisfecho de cómo ha
quedado, pero si es verdad que fue ese momento de asomarme al abismo…
¿Al horror
vacui?
Sí, sí, y
decir: “¿esto lo puedes hacer?” Y fue ahí cuando me dije: “sí, sí, tira para
adelante”. Yo intento creer mucho en mí mismo, hay veces que flojeo pero
intento creer mucho en mí mismo.
En plan, Aupa Xabi, aupa…, imagino. Y, ¿cuál ha sido el tiempo de cocción de
esta novela?
Yo te voy a
hablar del tiempo, pero no del cronológico sino del meteorológico, las cuatro
novelas están escritas entre octubre y marzo abril; necesito oscuridad,
necesito poca luz, necesito tiempo gris, ahora empiezo a entender a los
nórdicos porque escriben tan bien la novela negra. Yo como un día de sol como
este me sería muy difícil trabajar. Si hace bueno me gusta mucho pasear y andar
en moto, en cambio me es muy difícil sentarme. Estaba el otro día escribiendo
la cuarta y estuve escribiendo cosas sin mucha base, dejando pinceladas para
luego poder retomarlas para cuando empiece el mal tiempo.
¿El tiempo de setas?
Bueno no,
porque en verano también hay setas.
Me gusta otra parte de la novela en la que Arantxa
se justifica al respecto de unos clientes se han quejado de unos perdigones
en la becada en salsa, aunque temo que en la realidad no es así, al igual que
al cocinar una novela, un perdigón puede molestar a un lector (o a muchos) de
paladar fino, sobre todo en este género noir
con tantos resortes y detalles.
Yo he tirado
mucho de intuición, si es verdad la anécdota de los perdigones en un gourmet,
pues bueno, le hará decir un par de exabruptos, pero es una cosa habitual. En
la literatura pasa lo mismo, yo cuando escribía de concina, pero no recetas,
tengo libros de recetas, muchos, pero también escribía de estética culinaria, sabía
dónde meter la pata, esa lección la tenía aprendida, lo cual no quiere decir
que haya habido algunos perdigones, pero gracias a la labor maravillosa que ha
hecho Destino de este tipo de erratas, que no son erratas gramaticales sino
conceptuales, me ha sabido llevar por el buen camino.
Para terminar, ¿cómo se le ocurrió este
maridaje, el del género negro con toques gastronómicos?
Bueno, yo tenía
muchos libros escritos y, bueno, tenía la sensación de que tenía que cambiar de
chip y después de haber hecho muchas cosas en gastronomía, la historia que yo
tenía detrás era una historia potente de novela negra, con un inspector de la
Ertzaintza, ya que sabes que en Euskadi no investiga la Policía Nacional sino
la Ertzaintza todo este tema de asesinatos; esta era la historia que me llamaba
desde mi campo, que es un campo muy sensitivo como es el de la comida.
Maridarlo con asesinatos, con novela negra, era una cosa que estaba cantada y
que tenía que funcionar. Tú no puedes pretender escribir de cocina si al final
no terminas contado una historia donde la cocina está dentro; yo a la
gastronomía lo considero arte, es el arte más primitivo que existe y el arte
que interiorizas, el único arte que interiorizas, porque tú puedes ver por
ejemplo la Piedad de Miguel Ángel, pero solo puedas ver, posiblemente no la
puedas tocar, no la puedes comer, ni la puedes chupar…
Claro, imagínese que todo el mundo fuera a
chupar la Piedad, sí… (Risas).
Muchas gracias y mucha suerte, Xabier.
Por Gines J. Vera
Muy buena entrevista. Felicidades a los dos.
ResponderEliminarMuchas gracias, José. Un saludo.
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