Entrevisto a Jimina Sabadú en el mismo hotel en el que entrevisté a
Edmundo Díaz Conde. Ambos han venido a Valencia en su gira promocional tras
resultar ganadores, cada cual en su modalidad, del Premio Ateneo de Sevilla de
Novela. Jimina Sabadú lo ha hecho con su novela ‘Los supervivientes’ (Algaida,
2015) con la que ha resultado ganadora del
XX Premio Ateneo Joven de Sevilla. Como guionista lo ha sido de dos
largometrajes (Faraday, La Máquina de Bailar) y directora de uno (La Pájara);
como escritora, ha publicado en varias antologías y obtuvo el Premio Lengua de
Trapo con’ Celacanto’ y edita la revista de azar literario ‘Ventura’, además de
impartir clase de Dramaturgia y Literatura en la Universidad Camilo José Cela.
‘Los supervivientes’ es en cierta medida una novela reivindicativa de
lo que está pasando; ¿hay que sobrevivir, no quedarse indiferente, salir
adelante con una sonrisa?
Bueno, no creo que sea
actualmente, creo que a lo largo del tiempo, de la historia de la humanidad, se
esté en la época de la caída del Imperio Romano, en el Renacimiento, en la de Martin
Lutero clavando su tesis siempre va a ser igual, siempre está tu opción, la de
quedarte… ¿cuál sería la palabra? Imparcial, no, indiferente tampoco, neutral,
que es como dar la razón a lo que se lleva: no
voy a opinar.
Algo así como la mayoría silenciosa
La mayoría silenciosa, sí.
¿Como los de la última fila de la clase típica de un colegio
cualquiera?
Bueno, los de la última fila no
eran los más silenciosos…
Tiene razón, y ¿qué pasa cuando la gente no está fingiendo, cuando solo
piensa en tener razón o pasarlo bien? ¿Somos más hipócritas de lo que pensamos
o más conservadores?
Pues creo que eso que has dicho
es que tenemos dos opciones vitales: o tener razón o pasarlo bien. Y lo he
pensado mucho estos días y prefiero tener razón.
¿No se puede tener las dos cosas, tener razón y pasarlo bien?
Creo que no, no puedes tener
razón y pasarlo bien, está muy reñido. No todo el rato, pero en gran medida
está muy reñido, es una cosa en la que pienso mucho desde que me lo dijo un
compañero de piso, me lo preguntó a menudo. Prefiero tener razón.
¿No prefiere pasarlo bien?
Es que no soporto la idea de no
tener razón. Imagino la idea de no tener razón en nada nunca más y no lo
soporto.
Eso es muy nuestro, muy latino, ¿no le parece?
Si, si, es muy nuestro. Yo sé
que es un defecto, que está muy feo, pero es la verdad.
Los jóvenes protagonistas de esta novela estudian en un colegio privado
de orientación religiosa, ese aparente ambiente culto no implica que vayan a
ser mejores personas…
No, de hecho el colegio en el que
estudies no determina el tipo de persona que eres, un poquito si determina tu
orientación personal porque hay colegios que marcan mucho.
¿El colegio El Pilar de Madrid, por ejemplo?
En El Pilar estaba pensando
precisamente, los Jesuitas, La Salle, el Stela Maris en Madrid… colegios así,
un poco más especiales; pero por lo general no creo que te marque. En los
públicos y en los privados la estética es diferente, la orientación puede ser
diferente, pero eres tú el que decide lo que vas a hacer o lo que no.
Me gustaría que nos hablase de 3 de los personajes que aparecen en ‘Los
supervivientes’: Miguel Sanz, Aída Ruiz
y José Chapí.
Miguel Sanz es el alumno que no
quiere volver a clase, es esa persona que dice: «No, no quiero volver»,
y por un motivo: que no le dejan vivir. Es una persona que a lo mejor tiene
inquietudes, que a lo mejor es un poco distinta físicamente, aunque en la
novela no se hable mucho de su físico, porque es irrelevante; es esa persona
que quiere huir.
Aida Ruiz es ese tipo de chica…,
la chica guapa de clase. Ella llama mucho la atención en su colegio y en su
clase, pero es una ciudadana más, y esa chica tiene un secreto, un reverso
oscuro, parece la típica chica mona, popular, pero ella tiene un fondo, pero es
un fondo que ella quiere ahogar todo lo posible, y se encuentra con Miguel Sanz
buceando en internet, en esa antesala de los polos que son ya un poquito
tangentes con el interior real de la red.
Y José Chapí es el tipo de
escritor tan abundante que pasado mañana puedo ser yo uno de ellos, que ha
ganado un par de premios y ya está, que no lo ha ‘petao’.
¿De José Chapí diría que es
un juguete roto?
No, tampoco, porque para ser un
juguete roto antes has tenido que ser un juguete guay.
Las injusticias también se cuelan en la novela, ¿sobre qué injusticias,
grandes o pequeñas, es necesario seguir hablando?
Supongo que sobre todas, porque
si esas injusticias no tiene quien las mencione se convierten en invisibles y
hace falta siempre alguien que nos recuerde que están ahí y seguir luchando contra
ellas, aunque sea las que tengamos más cerca, porque a veces es la que pasa más
desapercibida, pero creo que cada uno debería decidir sobre lo que le parece
injusto.
Muchas gracias y mucha suerte, Jimina.
Por Ginés J. Vera
NO era un libro que de primeras me llamase la atención, pero tras esta entrevista, sí que me ha picado la curiosidad. Gracias! Y felices fiestas!!
ResponderEliminarBesotes!!!
Ese no rotundo parece que da la oportunidad de ser un sí, me alegro. Felices fiestas Margari.
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