Quedo con Raúl
Ariza en la librería Ramón Llull de Valencia. Es la primera vez que acudo al
nuevo emplazamiento de esta librería, como también es la primera novela de
Ariza el motivo de reunirnos. ‘Un viaje solo para hombres’ (Versátil) es una
novela contada a dos voces con dos grandes protagonistas, Santiago y Jorge. El
primero huye con su hijo de cinco años tras cometer un crimen, el segundo va al
encuentro de una novela, la que quiere escribir sobre esa huida. Hay un curioso
personaje llamado Ginés, un psicoterapeuta con consulta en Valencia. También me
resulta curiosa la simpatía que Raúl Ariza y yo (humildemente) sentimos por los
microrrelatos y los relatos.
Sentados en
una mesa al fondo del local, con un café y un poleo de por medio, le pregunto
por ese salto de los relatos a la novela. Me dice que se lanzó por «descubrir un poco que la historia que
tienes entre manos requiere una
extensión mayor de la que hasta ese momento estabas acostumbrado. Es una frase
que solemos decir los escritores –aquí me hace un guiño entre colegas
juntaletras–, que cada historia requiere
su género y su límite. Y es que es verdad.» Le doy la razón, claro. Mi
tocayo ficcional parece que tuvo mucho que ver con este arranque de su novela.
«Yo me puse a escribir esta novela
porque me puse a escribir sobre la visita de un escritor a la consulta de un
psiquiatra, me parecía entretenido. Yo soy de los que escribe sin brújula y me
dije: voy a ver dónde llega. Y empecé y cuando llevaba más de dos folios dije,
esto no es un microrrelato, me he pasado de las 300 palabras. Y lo dejé. Aunque
la idea siguió en mi cabeza. A partir de ahí fui enredando y enredándome.»
Curiosamente, antes de iniciar la entrevista habíamos hablado con el librero
acerca de los talleres literarios y, al escucharle hablar de que es un escritor
‘sin brújula’, me recordó eso, a tantos colegas que se lanzan a escribir bajo
ese imperio de la emoción (guiño a Quiroga) a ese ‘a ver adónde llego’.
Raúl me
comentó a continuación las dos temáticas que parecen centrar su obra narrativa
hasta ahora. «Hay dos pretextos literarios
que desde el punto de vista de la temática me persiguen, y digo que me
persiguen porque es algo que he descubierto a posteriori. De entre los 150 o
160 relatos que tengo publicados, entre un 35 a un 40% hablan de violencia de
género. Y otro porcentaje, quizá no tan alto pero si recurrente, es que acudo
como herramienta a la propia actividad literaria.» No le gusta cuando le
menciono la palabra metaliteratura, me dice que sí, aunque matiza que es
recurrir «a explicarme a mí mismo por
qué narices escribo y no pinto, por ejemplo. Enlacé esas dos cosas, busqué dos
historias que encajasen una dentro de la otra y nació ‘Un viaje solo para
hombres».
En esta novela
aparecen referidas otras novelas, también canciones, algun que otro título de largometrajes
de cine. Le pregunto por la decisión a la hora de elegirlas, intuyendo que no
es casual, que tienen su porqué. «Me
imaginaba a Jorge y a Santi leyendo o escuchando una u otra cosa, en ambos
protagonistas, debería confesarte si fueras un párroco o un psicoanalista que
hay algo de mí, pues era cómo me sentía o cómo creía que se sentía en ese
momento el personaje.» Y entre las canciones, hay una del grupo Oasis,
concretamente ‘Whatever’ que escuchó Santiago Albiol en el furgón policial de
camino a los Juzgados y por la que preguntó a los guardias que le custodiaban.
Ariza me dice que «la referencia a
Oasis, además, tiene otra motivación, y es que ese primer capítulo que comenté,
que empecé a escribir, recuerdo perfectamente que estaba escuchando esa
canción, esa en concreto (Whatever). Lo recordé un par de años más tarde, y me
dije, en homenaje tiene que salir. ¿Le viene bien al personaje? Sí. Pues venga.»
Ahí soy yo el que me animo y le digo que me ha recordado a esa canción de The
Beatles, Lucy in the sky with diamonds,
que sonaba cuando descubrieron al esqueleto fósil del homínido africano que
luego se llamó Lucy por aquella. «¿Verdad?», dice. Reímos, y como sé que
tras de mí vendrá otro compañero a entrevistarle antes de la presentación, sigo
con esta entrevista un poco sin mapa, pero con brújula…
Si vemos ese homenaje a
Oasis en la novela, el verdadero guiño literario se lo brinda Raúl, sin duda, a
la novela ‘A sangre fría’ de Truman Capote. «A mí me gusta mucho Capote –me dice–, me gustan mucho sus relatos; además, esa novela la leí cuando la leí, a
una edad digamos interesante, entre los 20 y los 30 años. Me impactó. Es un
libro que tengo de cabecera, en la mesilla, es uno de esos incunables que tengo
allí y de vez en cuando acudo a él. Cuando empecé a escribir (esta novela) lo
utilicé como pretexto porque lo vi, hablaba de un escritor, en mi caso, el que
había ido a la consulta de un psiquiatra, que quería escribir una historia, y
me dije: aquí lo tengo. Incluso me sirvió de inspiración, por dónde tirar, qué
tono adquirir, ese distanciamiento casi periodístico que utilizo en la novela
estoy seguro que proviene de ahí.»
Como tengo a
‘A sangre fría’ como novela testimonio
le pregunto si, de alguna manera, ‘Un viaje solo para hombres’ podría interpretarse
como una novela testimonial. Parece ser que sí, me indica, usando una de esas
palabrejas que me encantan, aunque no se lo digo. «Como trampantojo es lo que yo tenía en la cabeza, y ese es el motivo
por el que empiezo por el final. Empiezo desvelando una de las dos tramas:
Lector, te voy a hablar de un tipo que ha matado a su mujer. Es más, al día y
en tal sitio, vamos a ver qué pasa. Y a partir de ahí como trampantojo. Me
gustaba mucho esa idea». Eso en cuanto a los parecidos, salvando las distancias
con la obra de Capote. Luego entramos en la forma, pues hay dos protagonistas
masculinos, dos voces narrativas que se van alternando en contrapunto, una de
ellas, en su parte formal no incluye las típicas rayas o guiones de diálogo,
sino que son diálogos inclusivos, con acotaciones libres. «Es intencionado –me indica–, un
poco como herencia de mi forma de escribir.» Me habla de esa herencia, de cómo
gusta de escribir sus relatos con esa economía de exclamaciones,
interrogaciones y otros signos ortográficos. Una herencia que ha plasmado en ‘Un
viaje solo para hombres’ y que incluso hasta le ha resultado efectista. «Como en la novela tenía que diferenciar las
dos partes porque supuestamente hay dos escritores, hay dos autores dentro de
las mismas páginas me sirvió. Perfecto. Me dije, trabajo la forma de escribir
con uno y con otro no».
*
Raúl Ariza (Benicàssim, Castellón, 1968). Escritor. Abogado. Ha colaborado
con diversas revistas literarias publicando relatos, artículos y crónicas que
van desde la crítica literaria a la cinematográfica en varios medios digitales.
Además de haber participado en diversas compilaciones y antologías, es autor de
tres libros de relatos breves: Elefantiasis (Policarbonados, 2010), La suave
piel de la anaconda (Talentura, 2012) y Glóbulos versos (Talentura, 2014).
Y yo sin estrenarme con Capote... A ver cuándo le pongo remedio. Como que también voy a tener que estrenarme con este autor, que tu entrevista me dejas con ganas.
ResponderEliminarBesotes!!!
Gracias por tu visita y comentario, Margari. Si te animas, puedes empezar con los relatos de Capote, hay uno al que le tengo un especial cariño, al que quise plagiar (entre comillas) creativamente, sobre un tarro de monedas. 'A Sangre fría' da a veces vértigo. Grande Capote!!!
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