He tenido la oportunidad de poder entrevistar a Juan Eslava Galán en tres ocasiones. Siempre es un placer charlar con él. Hace poco cayó en mis manos un libro que he leído con ojos golosones. Primero, como lector, por la forma tan amena en la que Eslava cuenta y narra sus historias. Con esta no podía ser menos. La segunda razón, mi interés personal en temas culinarios, gastronómicos y sucedáneos.
En Una historia de toma pan y moja (Booket), Juan Eslava Galán hace un magnífico recorrido histórico por cómo se ha comido en nuestra piel de toro desde los albores de nuestro país. No es casual ese subtítulo, el de Los españoles comiendo (y ayunando) a través de la Historia. El sentido del humor acompaña a algunos pasajes en otro sello identitario de Eslava en sus libros divulgativos. El viaje comienza en la España con un simpático par de personajes Omni y Voro (ya sus nombres son un guiño), dos sapiens sapiens y un conejo al que van a dar buena cuenta. Una de las acepciones de la palabra España parece estar relacionada con este animal que tan abundante (y sanote) fue en nuestro gran terruño.
Los íberos tienen también su lugar en esta mesa, en la que hallaremos por ejemplo a los Astures y esa costumbre de lavarse los dientes y enguajárselos con algo que no revelaré por si hay alguien comiendo. A los romanos también se les ha invitado a este festín, no podían faltar, como tampoco que se sirva la famosa salsa garo o garum. Tras las costumbres del pueblo visigodo, Eslava nos agasaja con un capítulo titulado Los enemigos del cerdo. Y es que la cocina española, la europea también, le debe mucho a la cocina oriental, a la cocina musulmana quiero decir.
No revelaré cada uno de los apartados pues quiero dejar que cada lector comensal se deleite en este bufete en el orden de presentación o, si lo estima más atrevido, a picotear entre los capítulos. Acompaña al texto fotografías interiores a todo color en la que apreciar mejor detalles de esta Historia, con mayúsculas, de quienes han comido en España con vacas gordas y quienes con vacas flacas, para muestra, la imagen de la portada.
La buena mesa y la cocina de subsistencia en tiempos de penurias servidas sobre un mantel por este gran chef de la divulgación histórica. Hago mías las dos últimas palabras de su libro.
Que aproveche.
Creo que sé con qué se enjuagaban la boca, pero me callo por las mismas razones. Un libro interesante. No he leído nada del autor.
ResponderEliminarBesotes!!!
Hay libros que llegan muy adentro, este también dando un divertido giro por nuestro estómago (guiño). Gracias Margari.
EliminarMe gusta mucho Eslava Galán, y además es un hombre tan afable, que da gusto hablar con él. Este libro no lo conocía pero tomo nota. No lo tengo en casa pero sí La familia del Prado, que me está haciendo ojitos desde la estantería. Gracias por la reseña. Saludos.
ResponderEliminarGracias a ti, Marisa. Y coincido contigo en la afabilidad de Juan. Un saludo y nos seguimos leyendo aquí y en Lecturópolis.
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