Quienes me conocen saben que
suelo huir, a la hora de las entrevistas a escritores, de los personajes
televisivos. He tenido la oportunidad de entrevistar a gente que ha sacado su
primer libro a costa de la popularidad mediática pero he dicho aquello del
personaje de Bartleby de Melville, preferiría
no hacerlo.
Quizá por ello sorprenda a propios y extraños ver a Leopoldo Abadía en
Maleta de libros. Me resultó curioso el libro, o el título, después el
contenido de este y, tras una entrevista muy simpática, decidí que merecía ver
la luz en este blog. Otra cosa es lo que opinen los lectores, que seguro que
habrá de todo, como en botica (un guiño a los boticarios, claro).
A Leopoldo Abadía su popularidad le ha
venido en parte por los medios de comunicación, por sus predicciones y
explicaciones sobre la actual crisis económica; sobre todo a partir de la
publicación en 2008 de ‘La crisis Ninja’, considerada la mejor explicación en
castellano sobre la primera gran crisis financiera de nuestro siglo. Le
entrevisto no sobre la crisis, sino sobre su último libro, ‘Cómo hacerse mayor
sin volverse un gruñón’ (Espasa, 2014), hilvanando, ya lo advierto, algunas
frases también curiosas de este libro de difícil clasificación.
‘A los gruñones no les aguanta
ni su padre, porque ellos no se aguantan a sí mismos.’ Menuda frase.
Ni su madre
tampoco… El gruñón es una persona que se amarga la vida a sí mismo: yo me
amargo la vida a mí mismo y te la amargo a ti. Llega un momento en el que el
gruñón es una persona que, al final, la gente se escapa de él. Es un ser
molestísimo.
O te cuidas o
puedes ser un viejo inaguantable. Hay viejos inaguantables que de jóvenes ya
eran inaguantables, va un poco por ahí.
En su libro afirma que este ‘es un libro de
jóvenes para gente no tan joven que muestra mi forma de ser viejo’,
Es un libro
para jóvenes porque en el libro digo una cosa, te reirás porque la he descubierto
hace poco: los viejos no son una raza especial. Yo pensaba que sí, pero claro,
llega un momento que los niños de mi clase se han vuelto viejos, o sea, todos
sois jóvenes y de aquí a cuatro días, viejos. Entonces claro, yo creo que el
viejo es una cosa que todos nos volvemos.
¿Cual quiero
que sea mi forma de ser viejo? No la que es, porque no sé si la consigo, es la intentar
ser una persona normal, intentar que conmigo se esté bien en la familia, en el
trabajo, en las entrevistas que me hacéis…, procurar que con mis amigos esté
bien; si yo intento luchar para conseguir eso, creo que me hago un favor a mí
mismo y un favor a los demás, si lo consigo creo es una forma de ser viejo.
Viejo, lógicamente soy.
‘El que no es humilde es porque se ha
fabricado una imagen falsa de uno mismo. La humildad es reconocer nuestras
limitaciones.’
Narciso era un
tontaina, mitológico, pero tontaina. Esto de la humildad es que me ha pasado,
creo que lo cuento en este libro. Tenía un amigo que me quería mucho, me
llamaba por teléfono, y siempre me decía: por
favor no te lo creas, todo esto. Me daba cuenta de que estaba preocupado
por mí.
A mí, ser
humilde es en el sentido de decir: yo sé de economía lo que aprendí de dos
asignaturas hace 50 años. ¿Usted sabe de
economía? Pues no, sé exactamente lo que se.
En la vida,
para saber una cosa o para moverse, hay que pisar tierra, que no se es ni el más
listo ni el más guapo; es Intentar hacer las cosas bien. Yo creo que la
humildad es eso. La humildad nos hace ser normalitos, si yo no sé ingles no se
ingles y punto.
Otra frase que me ha parecido interesante
es, ‘Hay que estar en continuo aprendizaje, entender de un vistazo lo que
ocurre a nuestro alrededor.’.
Esto lo digo, porque
yo ahora soy un gurú de la economía. “Muy bien –me digo–, ¿tú qué sabes
de economía?” Soy ingeniero, ingeniero textil, yo no estudié nada de economía;
quise estudiar Económicas cuando terminé ingeniero. Estaba la Facultad de Economía
en Barcelona, me apunté, hice dos asignaturas, una era Historia de la economía fundamentalmente moderna… que en 1954 era ‘fundamentalmente
prehistórica’.
¿Qué pasa?, que
si sé una cosa que he visto que sé hacer desde hace 4 o 5 años, y es leer el
periódico. Ver lo que pasa hoy empalmando con lo que pasará mañana. Muchas
veces acierto cuando digo va a pasar esto. Hago profecías que no cuento a
nadie, si acierto, feliz.
Hoy por ejemplo,
he leído un artículo de economía de un amigo mío, y me digo: esto es una cosa
que estoy viendo yo, estaba barruntándolo y él dice que ha pasado esto.
Yo estoy leyendo
dos periódicos al día, La Vanguardia y Expansión, es una cosa que recomiendo a
todo el mundo; entonces, ¿qué pasa?, que me doy cuenta que puedo opinar de
bastantes cosas y, sorprendentemente, cuando opino de las cosas algunos me las discuten,
y pienso a veces si sé tanto como pienso.
He encontrado
el método de estar en continuo aprendizaje, que algunos les parecerá muy
rudimentario, pues sí; pero yo, a mis 81 años, sigo estudiando, leyendo periódicos,
a veces la verdad es que no me apetece nada leer pero hago un esfuerzo, igual
que cuando estudiaba de verdad.
Habrá gente que no estará de acuerdo con
otra frase de su libro, la más polémica a mi entender. ‘Los chicos jóvenes se
han perdido todo lo bueno que era el servicio militar para la educación.’ ¿No
le parece?
Ya lo sé, ya lo
sé, pues sí.
Yo lo hice (el
servicio militar) y fíjate, tuve un mal recuerdo porque mi padre se murió
cuando lo hice. Pero creo que tenía muchas ventajas, la disciplina, por
ejemplo, porque te enseña, te endurece. Que uno porque lleve una estrellita más
que tú te pegue una orden y te cuadres creo que es muy bueno porque creo que se
ha ido la mano por otro lado. Para las familias es muy bueno también, que vean
lo que es la disciplina.
Creo que es una
cosa que forma mucho a la gente; en valores humanos me parece que forma mucho a
la gente.
La última me ha parecido también muy
impactante: ‘la macroviolencia es el sumatorio de miles de microviolencias.’
A veces oyes: se ha ido con una rubia y ha dejado a su
mujer…, no es que iba a misa de ocho y encontró la rubia, no, eso algo de
muchos años. A mí, cuando leo que fulano le ha pegado una cuchillada a su mujer
y la ha matado, cuando pasa eso, no es que te hayas levantado por la mañana y
dices voy a matar a mi mujer; hay
muchas cosas.
Creo que en las
familias hay que luchar para evitar las microviolencias: la mala contestación, o
esos detalles pequeños que hacen de una persona que una casa sea una maravilla
o un asco.
Muchas gracias y mucha suerte, Leopoldo.
Por Ginés J. Vera
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