lunes, 18 de enero de 2016

CLARA USÓN: «En las situaciones límites es donde sale lo mejor y lo peor de la condición humana».


Entrevisto en el Hotel Astoria de Valencia a Clara Usón, la escritora barcelonesa (1961) es autora de varias novelas premiadas, como su primera obra ‘Las noches de San Juan’, premio Femenino Lumen en 1998. Con ‘La hija del Este’ (Seix Barral, 2012) obtuvo el Premio de la Crítica, el Premio Ciutat de Barcelona o el Premio Bouchon de Cultures, en Francia, entre otros.
En este caso la entrevisto por su última novela ‘Valor’ (Seix Barral, 2015) en parte heredera de su anterior ‘La hija del Este’.

Sí, en cuanto a que sigo explorando nuevas formas de contar, le he echado valor también. Está contada de distintas maneras, está contada toda a la vez para crear un aspecto de presente continuo, cuento todas las historias a la vez, de una manera que mi intención es la de que el lector entre enseguida en el juego y no le suponga una gran dificultad. A mí me gustan los malabarismos que podía hacer por ejemplo Faulkner en sus buenos tiempos, pero sé que el lector del siglo XXI es un poco acomodaticio, no lo soportaría. Pensé en algo light, me gustaba que pudiera crear una serie de historias que crearan un contrapunto, constantemente repetimos los mismo errores, da lo mismo contarla toda revuelta.
Luego me di cuenta -por una sobrina mía que se la leyó-, que a los jóvenes esta manera de contar les resulta fácil de seguir porque es una manera de percibir la realidad como lo es por internet. Pero está el valor como principio moral y tenemos la época de Fermín Galán, el revolucionario, el idealista. En el siglo XXI es todo lo contrario, el valor como precio: tanto tienes, tanto vales, y luego lo que es el dogma por antonomasia que es el religioso, que está otra vez de actualidad; ¿quién mata y muere ahora por un ideal? Los fundamentalistas religiosos, y esto nos parece medieval, primario, algo arcaico, impensable en Europa, pero hace 70 años hacíamos esto en Europa, por eso me gusta hurgar en las heridas de la historia.

Precisamente uno de los pilares de arranque de esta novela es la revolución fallida de Fermín Galán en Jaca en 1930.

El germen de esta novela fue la historia de un familiar, el hermano de mi abuela, que tuvo una vida muy intensa, un oxímoron, ya que era un señorito comunista en la Jaca de los años 20 y 30. Participó en la sublevación de Jaca de Fermín Galán y ahí es cuando presté atención a ese episodio de la historia que está muy olvidado como si la historia y las revoluciones que no triunfan que dejan muchos muertos pues las borras. Esta fue una revolución muy curiosa que duró un día: el 12 de diciembre de 1930.
Fermín Galán era un militar republicano de izquierdas, parece un bicho raro, un militar que había estado metido en otras conspiraciones, de hecho lo habían enviado a Jaca ya que era una ciudad al lado de los Pirineos, medio aislada todo el invierno por la nieve, el peor sitio que uno puede imaginarse para hacer la revolución. A Fermín sus compañeros le decían: “Fermín, no hará usted nada en Jaca, ¿verdad? Y él decía: “En Jaca o donde sea, allí donde esté me sublevo.” Y sí, sí, en principio fue una revolución en la que había muchos más conjurados, estaban Manuel Azaña y compañía, Ramón Franco, los sindicatos también estaban metidos, incluso uno de los generales que le juzgó y condenó. Pero estaba tan mal preparada, porque era tan ardiente como chapucero, me gustó las contradicciones.
Total, que el 13 de diciembre se entrega. Estaba huyendo hasta Francia, pero como había habido muertos su conciencia y su sentido del pundonor le llevó a entregarse. El día 14 hubo un juicio sumarísimo, lo mataron a él y a García Hernández en un polvorín  cerca de Huesca. 

Me llamó la atención cómo murió Fermín Galán, tenía treinta años, es un hombre joven que ve que esto va en serio y que va a perder lo único que tiene: la vida; es comprensible que desfalleciera un poco, que mostrara temor, arrepentimiento, que llorara o suplicara clemencia, pero Fermín Galán como un militar, la hombría, el pundonor, muere gritando: ‘Viva la república’, él mismo da la orden de fuego, comanda el pelotón de fusilamiento. Ahí empecé a pensar de dónde nace el valor, por ejemplo, en este gesto de la desesperación: total, está todo perdido; de ese concepto militar de la hombría, del honor, del deseo de dar ejemplo, de pasar a la historia, ¿de dónde nace eso? Y ahí es donde pensé en escribir una historia sobre el valor y sobre lo que significa valor en sus distintas acepciones.

En sus novelas le gusta contar las situaciones límites de la condición humana, ese uno por cien que actúa de manera diferente.

En las situaciones límites es donde se pone más de manifiesto lo que llamaba Faulkner el asunto, las contradicciones del corazón humano consigo mismo, además, abordo hechos reales, o sea, mezclo realidad y ficción. Yo creo que a la historia le viene mejor contarla lo que pasó en términos numéricos y de datos, pero qué podía pasar por la cabeza de los protagonistas esto lo cuenta mejor la literatura.
Es un tema común para un escritor, bueno, es donde sale lo mejor y lo peor de la condición humana, por ejemplo es lo de Yugoslavia, ves gestos de solidaridad y altruismo, y al contrario, de abyección, de vileza.

Con lo de Yugoslavia Clara Usón se refiere, tal como me cuenta, a que 'otro episodio olvidado en la historia de Europa es el holocausto. Se habla y se escribe mucha literatura sobre el holocausto nazi, nunca se acaba, pero nos centramos en el III Reich, en Alemania, y nadie habla de un campo de concentración en el estado independiente de Croacia que fue un estado muy breve, duro cuatro años, un fantasma -un poco como lo de Fermín Galán-, que era un títere de Yugoslavia. Lo invadió Hitler, era una monarquía pero su rey (Alejandro I de Yugoslavia) nunca pisó su reino, no se atrevió; pusieron al frente del estado a un salvaje, a un terrorista croata, Ante Pavelic, que no era muy valiente, pues cuando acabo la guerra se refugió en la España de Franco donde murió plácidamente en la cama. Era tan bestia que hasta los alemanes tenían miedo de sus atrocidades y las de sus hombres, los ustacha, y tenían la peculiaridad de ser ultracatólicos, también Franco lo era, y su obsesión era crear un estado cien por cien ario, croata. Para ellos los serbios eran una raza inferior, eran una minoría de personas, y así como como ahora nos asombra que los chiíes y los suníes fueran enemigos lo que más les preocupaba en Yugoslavia eran los cristianos ortodoxos. Dijeron, con los serbios tenemos la solución: a  un tercio los deportamos, a un tercio los vamos a matar, y al otro tercio los convertimos al catolicismo, las conversiones se hacían a punta de pistola que era un método muy persuasivo o te conviertes o te mato'. 

Me suena a algo actual, a lo del estado islámico.

Por eso, por eso.

Ya entrados en cuestiones políticas me pregunto si no somos pastoreados por los que tienen el poder a cambio de sobrevivir.

Bueno, desde luego, constantemente, sobre todo ahora, vemos la sociedad de consumo, hay algo extraordinario, por un lado están estos nuevos dioses, esas divinidades que se llaman los mercados, que son peores que los dioses de religiones monoteístas porque son despiadados, la misericordia no entra en ellos. En España tenemos que aceptar que los bancos, esos bancos que estábamos rescatando con nuestro dinero, podían echar a las familias, -si un banco no puede pagar se le rescata pero si una familia no puede pagar se la echa a la calle-, y esos pisos se queden vacíos, porque los mercados no toleren otra cosa y lo aceptamos. Es injusto y lo aceptamos, porque ahora mismo el valor es el dinero: tanto tienes, tanto vales; y si no tienes dinero no puedes vivir, hace falta dinero para vivir y así lo vemos, si no tienes dinero no mereces vivir, y no pestañeamos. Cuanto más dinero tienes más persona eres, si no tienes dinero no eres nadie, esto en la época de Galán no pasaba. Hasta para tener hijos los padres hacen cuentas. Nos han metido en la cabeza todo esto, es la nueva religión, hay que desvivirse por el dinero, por culpa de los mercados, por ejemplo las preferentes, de ahí mi personaje de Mati que está muy orgullosa de sí misma porque ha empezado desde abajo y ha llegado a directora de sucursal. En el siglo XXI hay que saber venderse a uno mismo, es una cosa espantosa pero saber vender es la cualidad más apreciada.

Mati Oliván es la madre de Mar, otro personaje con el que comienza la novela.

La relación padre hijo es un tema que me interesa muchísimo, la adolescencia también es un tema que me interesa mucho, esa inseguridad propia de la adolescencia. No eres adulto pero tampoco eres un niño. Ella lo que quiere ser es famosa, está más preocupada por el aspecto físico que por la historia de Fermín Galán o Franco que no sabe quiénes eran. Es una adolescente típica del siglo XXI.

Hay un toque de humor, creo que necesario, en esta novela.

Es un rasgo mío pero por otro lado las atrocidades con cierto humor entran mejor.

Muchas gracias y mucha suerte, Clara.

Por Ginés J. Vera.

2 comentarios:

  1. EXTRAORDINARIA ENTREVISTA. ¡FELICIDADES A AMBOS!

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    1. Gracias José Ramón, el mérito siempre es de los entrevistados. Un saludo.

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