Esta semana traigo a
‘Autores y libros’ una entrevista especial, pues la obra de su autor no es de
ficción sino de divulgación publicado por Fernando Alberca de Castro (Córdoba, 1966).
El libro en cuestión lleva por título ‘Tú también puedes ser Einstein’
(Planeta, 2015) y sigue la estela de otro anterior ‘Todos los niños pueden ser
Einstein’. Profesor y orientador en Secundaria y profesor de la Universidad de
Córdoba, está considerado como uno de los mayores expertos del mundo en
motivación, creatividad, conducta del niño y del adolescente y éxito escolar.
Colabora con los principales medios de comunicación en televisión, radio,
prensa impresa, digital y TED.
He preferido comentar
con él una serie de cuestiones que aparecen en su libro para profundizar en
aspectos como la felicidad, el aprendizaje, el fracaso o la comprensión entre
otros.
“Todo lo que aprendemos y vivimos acaba por
conectarse en nuestra vida.”
La vida es un cúmulo de experiencias. Todo lo que nos
pasa importa. Se acumula en nosotros, en nuestra vida y conocimiento. De las
experiencias negativas aprendemos y en las positivas encontramos ánimo: por eso
todas son necesarias e importantes. Pero vivir no es solo acumular
experiencias, sino que vivimos más cuanto mejor relacionamos lo vivido. Somos
los humanos especialistas en asociar, en fabricar utensilios y ropas de abrigo
con material reciclado; con los trazos de lo que vamos viviendo y nutre nuestra
sabiduría, nuestra esperanza, nuestro aprendizaje y vivimos así mejor:
aprovechando lo que nos sucede. Aprovechar lo vivido es aprovechar la vida y
vivir mejor.
“La mayoría de los seres
humanos abandonan cuando están a punto de conseguir algo o cuando encuentran el
segundo obstáculo.”
Ejemplos como los de J. K. Rowling, autora del Harry
Potter que no encontró editorial hasta el decimosegundo intento, nos demuestra
que la constancia permitió muchos éxitos y la impaciencia causó muchos
fracasos. Saber mantener los objetivos, los sueños, pese a los obstáculos
aumenta enormemente nuestras posibilidades de éxito, de logro, porque muchas
veces creemos que un proyecto no es viable simplemente porque encontramos un
obstáculo al principio.
“La libertad de quien tiene
poco que perder posibilita la grandeza de lo que es.”
Cuando el ser humano se atreve a dar un paso decisivo
es cuando no pasa nada si no se consigue lo imaginado (en muchos casos porque
nadie lo espera), pero sí que pasa mucho si lo logra. Así Jobs crea Apple porque
nadie esperaba que lo hiciera. Picasso pinta porque no sentía la presión que sí
sentía para estudiar por ejemplo y no lo hacía. Es más fácil aportar algo que
reamente haga progresar a la humanidad si nadie lo está esperando seriamente
aparte de uno mismo. No tener nada que perder en este sentido es una constante
que encontramos en los grandes hombres que hacen progresar con su talento la
humanidad. Einstein creó su teoría de la relatividad y hasta cinco artículos
diferentes por los que pudo alcanzar el Premio Nobel con cada uno de ellos, en
el año en que estuvo trabajando aburrido, como funcionario administrativo en la
oficina de patentes, con tiempo para pensar, y en donde nadie esperaba de él
que hiciera descubrimiento alguno.
“Muchas cosas mejoran
cuando las personas actuamos para que mejoren sin esperar a que cambien por si
solas.”
Cualquier logro y aún más la felicidad depende más de
nosotros mismos de lo que parece. Incluso en aquellos problemas en los que
nuestro granito de arena parece que no bastará. Puede que provoque un
desencadenamiento de efectos que sí lo logren. Las cosas más grandes del ser
humano comienzan por un hecho aparentemente minúsculo, pobre u ordinario. A
menudo, en los problemas de cada día nos lamentamos tanto o pasamos tanto
tiempo quejándonos de que otros no hacen, que no cambian porque nadie hace nada
por que cambien, mientras nosotros solo nos quejamos.
La mayor parte de la suerte que pasamos la vida
esperando, se provoca acertando con empeño.
“Gran cosa es detenerse a
observar lo mismo que observan muchos,
formulándose las oportunas preguntas que otros no respondieron.”
Crear es encontrar nuevas formas de resolver los
problemas de siempre o encontrar la formulación de nuevos problemas que
necesitamos resolver. Por ejemplo, Isaac Newton, que dedujo la teoría dela
gravedad comenzando por preguntarse cuál era la razón real por la que una
manzana caía al suelo cuando estaba madura. Se lo preguntó una tarde después de
millones de seres humanos asistieran al mismísimo hecho de ver caer las
manzanas al madurar, quizá sin preguntarse siquiera por qué o sin preguntárselo
hasta encontrar una solución a su pregunta. Él se lo preguntó, lo resolvió y
cambió la historia de la Ciencia al hacerlo: porque supo descubrir en un hecho
cotidiano un fenómeno trascendental.
“Retrasar un trabajo lo
hace más difícil que si se afronta
cuanto antes y bien.”
Lo que se empieza se acaba antes; lo que no, se
eterniza y crece en nosotros la ansiedad por no afrontarlo y solucionarlo: se
complica por no enfrentarse a lo que se ha de hacer, sabemos que deberíamos
hacer y queremos hacer, aunque nunca encontremos las ganas para iniciarlo. Para
ello es buen truco comenzar por un paso pequeño, fácil, asequible y muy
probable.
“Cada vez nos atrae menos
lo práctico que lo bello y lo bueno, y nos llena más la sinceridad de los
gestos y los hechos que las palabras”.
Buscar lo bueno, lo bello y lo mejor es una cuestión
de madurez y de sinceridad.
Al nacer, en la mayoría de las personas predomina el
hemisferio izquierdo (el lógico, secuencial analítico, el de la memoria, la
atención…), respecto al derecho (creativo, imaginativo, intuitivo, emocional…).
Pero solo tenemos todos un único cerebro.
Desde antes de nacer ese hemisferio más lógico,
racional, el de la atención, la memoria, juega un papel básico; unido al de
nuestro hemisferio más rico (derecho), el de las operaciones más brillante y
superiormente humanas, como son las de querer desinteresadamente o aspirar a
una vida mejor.
Es como si necesitáramos primitivamente en nuestro
desarrollo madurativo más lógica al inicio, más atención, más memoria, seguir
pasos en una secuencia segura y más palabras (todo lo que inicia en el
hemisferio izquierdo y por ello quizá suela ser el predominante). Para necesitar
al madurar cada vez más dosis de intuición, de creatividad, más imaginación
cada vez, más emoción. Por eso nos volvemos más sensibles con la madurez y la
senectud. Cada vez nos atrae más lo bello y bueno que lo práctico, y nos llena
más la sinceridad de los gestos y los hechos, que las palabras.
Quien espera no tener problemas para ser feliz, está
condenado a no ser feliz nunca. Porque la felicidad es perfectamente compatible
con las dificultades. A menudo incluso son las dificultades las que nos sitúan
en un punto de vista mucho más propicio para ver las cosas como son, nosotros
mismos incluso. Es importante aprender
que la felicidad siempre es posible, con independencia delas circunstancias. En
las mismas circunstancias hay personas que logran ser muy felices (porque
aprenden a valorar lo que tienen y antes no valoraban, el cariño que reciben) y
otras muy infelices: en las mismas circunstancias. Porque el ser humano tiene
una capacidad desde que es creado que le hace tender a la felicidad por encima
de toda situación. Por eso ha de aprender a ponerse en la órbita de la
felicidad.
“La falta de comprensión se
alimenta siempre de la ignorancia.”
Si uno conociera de verdad cómo es quien es diferente,
no solo le comprendería, sino que sería muy fácil amarle. Por eso el amor hace
en verdad ver mucho mejor cómo son las personas en realidad, con sus defectos,
errores e incluso malas intenciones. Si los patos que nacieron con el cisne
hubieran sabido lo que eran los cisnes, no hubieran tratado tan mal al que
consideraron por ignorancia un patito feo; porque simplemente no era un pato
feo sino un cisne bello. O como nos advirtió Albert Einstein: “si a un pez lo
juzgamos por cómo trepa un árbol, creerá toda su vida que es inútil”. Cuando no
se comprende a alguien o algo es que nos falta información, es una carencia
nuestra: ignorancia culpable o no, pero ignorancia.
“Desear algo no lo hace
posible pero si desearlo tanto que la concentración y el trabajo sí lo hagan
posible.”
Hoy sufrimos un mal que alimenta nuestra impotencia:
creer que desear mucho algo hace que se cumpla. Así nos lo ha dicho Walt Disney
y nos lo hemos ido creyendo, pero la verdad es que desear ir a ver en persona
la Torre Eiffel viviendo en España no nos hace estar junto a ella. Solo lo
haría ir a París. Pero desearlo, y desearlo con muchas emociones entrelazadas,
sí facilita que esté entre nuestras prioridades y que encontremos las fuerzas
para ahorrar y encontrar como llegar hasta ella.
“La templanza, la prudencia
y la justicia son viejos remedios que desde hace veinticinco siglos el ser
humano transmite como herencia útil y secreta para vivir mejor y ser feliz.”
Aristóteles, junto a otros sabios de Oriente y Grecia,
hace ya veinticinco siglos proponía como un medio esencial en el arte de vivir,
practicar la justicia con todos y el autodominio, autocontrol. Generaba
felicidad a uno mismo y a los que nos rodean, decían.
“A cierta edad los errores
por desatención se confunden con los errores por desconocimiento o torpeza”.
Nuestra capacidad de solucionar problemas, nuestra
inteligencia puede crecer y no menguar con la edad, con la vejez.
Es cierto que el cuerpo se desgasta naturalmente desde
que se nace. Pero la inteligencia está vinculada proporcionalmente a la
experiencia, la reflexión y a la madurez. Y a más edad, crecen las
posibilidades de experiencia y madurez normalmente.
Es cierto que la experiencia, el cansancio, las
circunstancias y la sabiduría pueden hacernos mucho más selectivos con lo que
recordamos, aprendemos y atendemos. Que nuestro cansancio, estrés, desconfianza
comunicativa, riesgo u otros factores pueden hacernos a veces cometer errores
que no cometíamos cuando éramos más jóvenes y teníamos menos prejuicios o nos importaban
más algunos riesgos. O que a cierta edad, uno tiene la sensación de que se
juega ya menos, y entonces la atención declina y los errores por desatención aumentan
y pueden confundirse con ignorancia o torpeza, cuando solo es sencillez o
selección de preocupaciones.
“El fracaso solo es una
parte del proceso de nuestra vida y de nuestro éxito. (…) Realmente se entiende
la importancia del fracaso cuando se tiene la perspectiva del éxito final”.
Todo éxito exterior comienza con un aparente fracaso
interior y al tiempo todo éxito exterior en verdad puede ser el inicio de un
fracaso interior trascendente. La verdad es que eso a lo que solemos llamar
fracaso, error, es verdad la oportunidad de encontrar el camino del éxito más
permanente y real. Los grandes personajes de la historia nos lo confirman con
sus vidas, llenos de aparentes fracasos que con paciencia, ilusión, esperanza
en muchos casos y trabajo siempre, acabaron en los éxitos más reconocidos de la
humanidad.
Muchas
gracias y mucha suerte, Fernando.
Por
Ginés J. Vera.
Una conversación interesante e instructiva. Muy buena. Voy a apuntarme sus dos libros, que me van a gustar.
ResponderEliminarBesotes!!!
Creo que es la entrevista más larga hasta ahora, Margari; espero que te haya gustado tanto leerla como a mí mantenerla y su libro que, como no podía ser de otro modo, te recomiendo.
EliminarGracias y un saludo.