Foto: (c) Ruperto Leal |
Hay varias historias independientes en apariencia que se van hilvanando
en la trama, un recurso eficaz que me lleva a preguntarle por el origen de esta
gran historia, ¿de dónde surgió la idea de novelar A Plomo?
Parte de dos ideas para sendas narraciones que pertenecen a mundos
distintos: el que arranca en 1927, que fue una época vivida por mis abuelos, y
el que corresponde al escenario de mi infancia y juventud. Aquel me parecía
fascinante aunque lejano, y el otro más conocido pero árido y sin atractivo.
Después de intentar desarrollar ambas historias vi que se me quedaban
incompletas y no estaba satisfecho con el resultado; entonces pensé que podía
entrelazar esos dos ámbitos, y ahí surge “A Plomo”. El tedioso entorno de mis
primeros años es sacudido, gracias a la fabulación, por episodios que lo dotan
de un interés nuevo. De ese cruce surge una trama que proporciona sorpresas que
llevan al lector hasta un final .
Entre los temas que convergen en esta novela está el de las ideologías,
en un diálogo Petra le indica a Matthias que existen dos tipos de ideologías:
“la que se hereda y se acepta sin más” frente a la que “se abraza como
resultado de la indagación y la reflexión”. Nos lo comenta brevemente.
Pessoa abre el Libro del Desasosiego afirmando que “nací en un tiempo
en el que la mayoría de los jóvenes habían perdido la creencia en Dios por la
misma razón que sus mayores la habían tenido —sin saber por qué”. Me entristece
que las personas se adhieran a cualquier credo, religioso o político, de esa
manera irreflexiva, dejándose llevar por la tribu y sin haberse molestado en
ojear una sola página de sus libros y autores fundacionales. Eso conduce a un
alineamiento peligroso, que hoy podemos contemplar exacerbado en las redes
sociales. Aunque, más grave aún, es abrazar un dogma depravado como
consecuencia de la reflexión.
‘Solo leyendo a Dostoievski
llegaría a entender las oscuridades del alma’, comenta un personaje, Amorós,
uno de los agentes de policía. Curiosamente el comisario Peirón también es de
lecturas interesantes, no en vano este llega a decir: ‘siempre he aborrecido
las frases hechas salvo que sus hacedores sean Oscar Wilde o Lola Flores.’ ¿Es
casualidad o premeditado que aparezcan el ruso y el irlandés en esta novela?
Cuando Amorós intenta explicarse un hecho feroz y cruel que le ha
causado un fuerte impacto, se acuerda de la recomendación de un antiguo jefe de
que leyera a Dostoievski. Entender esas oscuridades del alma es algo que puede
hacerse, desde luego, acercándose al autor ruso, que es un ejemplo de escritura
sublime y conocimiento del ser humano, pero también a través de otros muchos
que han explorado nuestro lado más tenebroso, como, por ejemplo, Conrad. En
cuanto a Wilde, es una pena que haya perdurado de él la imagen de un frívolo
con ocurrencias idóneas para los sobres de azúcar, cuando fue un escritor tan
completo y tan hondo. En ambos casos, espero que el referirme a anime a
reencontrarse con su lectura.
A
Plomo. Manuel
Sánchez García. Ediciones de Librería Estvdio. ISBN 978-84-16455-19-5
Pues no conocía al autor! Me apunto bien su nombre y el título de esta novela, que suena muy interesante.
ResponderEliminarBesotes!!!
Gracias Margari. Si cae en tus manos ya me cuentas. Un saludo.
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