Foto by Ana Portnoy (c) |
Entrevisto esta semana a Javier López Menacho* con el que
compartí en su día aula como compañeros de taller literario en Valencia –de ahí
el tuteo familiar– a resultas de la publicación y enorme éxito de su primer
libro ‘Yo, precario’ (Los libros del Lince, 2013).
’Yo, precario’ ¿es una novela, un diario
hiperrealista, un confesionario epistolar para visibilizar un drama de millones
de españolitos…?
Por suerte, es
un poco de todo. Cuando salió el libro, las librerías no sabían si situarlo en
crónica periodística, novela o ensayo (una vez me comentaron que vieron en
ética). Siento que esa indefinición lo hace llegar a más gente y que es algo
positivo para el libro. Siempre me han gustado los libros difíciles de
catalogar. En cualquier caso, yo lo veo como un libro de crónicas alumbrado con
técnicas propias de la novela. Era una época en la que estaba muy influido por Hunter S. Thompson, Hernán
Casciari o el ‘Anatomía de un instante’ de Javier Cercas y creo que algo se
filtró.
Que ‘Yo, precario’ esté tramado a pequeñas
dosis, en breves crónicas a modo de chocolatinas –guiño inevitable– ¿crees que ha
ayudado al éxito de tu novela?
No
especialmente. Lo que más ayudó, sin duda, fue el contexto histórico en el que
salió la novela, justo cuando más paro y precariedad había en España. Es
paradójico e incluso a veces moralmente incómodo, pero siempre sostengo que fue
un texto tremendamente honesto, parido sin padres literarios y casi a lo gonzo,
en las catacumbas de la precariedad, desde la disciplina, la ilusión y el
dolor. Y esa puede que sea su principal justificación.
¿Qué ha supuesto que Manuel Rivas prologue
esta serie de crónicas cargadas de humor
y acidez, de ternura y desesperación?
Mucho, qué
duda cabe. Sólo que una voz literaria y periodística autorizada te recomiende
ya es motivo de orgullo. Que pueda servir de trampolín hacia la piscina de
letras de este ‘Yo, precario’ es un regalo del destino. Hace poco leí su último
libro, una recopilación maravillosa de crónicas periodísticas, “El periodismo
es un cuento”, y me dije, ojalá, algún día, domine así los recursos de la
crónica.
La foto de la portada no es ningún misterio
para quienes lean el libro: lo que hay que hacer para ganarse la vida, ¿no es
verdad?
Es un
portadón del gran Miguel Brieva, uno de mis ilustradores favoritos. Imagínate
lo feliz que me hizo tenerlo como portadista. Por cierto, que ha hecho un cómic
con muchísima relación con ‘Yo, precario’, se llama: ‘Lo que nos está pasando’
y es un relato con toques surrealistas y de autoficción basado en la dura vida
del artista autónomo, y más en este contexto de crisis.
Que conste que no voy a comentar nada sobre
el estereotipo -ya muy trillado- de los andaluces, aunque las injusticias del
pobre se sobrellevan mejor con humor, por lo que leo.
Ja, ja, te
agradezco que huyamos de ese estereotipo. De cualquier manera, hay que aprender
a reírse de uno mismo. Con respecto al humor del libro, hay quienes me dijeron
que es un humor agridulce y triste, sobre todo los lectores más mayores.
Curiosamente, los más jóvenes me decían que era un refuerzo positivo y que no
lo veían triste, sino motivador. Lo cierto es que, ya sea de una manera u otra,
les doy la razón.
Ser precario tiene que tener alguna
ventaja, ¿lo has pensado alguna vez?: no tener hipoteca a medias con un banco,
ni líos con herencias en Andorra, ni que le hagan a uno un escrache -o como se
llame- en la puerta de tu casa…
Bueno, lo
digo en el libro: “Mi único activo es no poseer nada. No tengo hipoteca, no
tengo familiares a mi cargo, no tengo coche, no tengo piso, no tengo trabajo.”.
Mújica, el presidente uruguayo, decía que es más cómodo vivir liviano, con tan
sólo una maleta. Yo siento que con un cuaderno, un boli y dos pantalones ya
tengo suficiente. Y eso es muy reconfortante a la hora de sobrevivir.
Tengo curiosidad, ¿qué es el síndrome del
payaso diabólico? Reconozco que pasé miedo con el de la novela de Stephen King.
(Otro guiño a ese microrrelato suyo titulado ‘Nuevos cuentos de terror’).
Supongo que
te refieres al síndrome del Payaso Triste.
Es esa depresión que te entra cuando te ves forzado a sonreír constantemente y
entras como en un estado que no diferencias los verdaderos estados de
felicidad.
Pregunta obligada, ¿cómo se te ocurrió
escribir ‘Yo, precario’? Mejor no, mejor la pregunta sería: ¿No temiste algunas
(o muchas) negativas cuando se lo presentaste acabado a las editoriales?
Se me ocurrió
como catarsis y fórmula de desasosiego. Era eso o pudrirme por dentro. Ahora me
desahogo en ‘La Réplica’. Con respecto a la segunda pregunta,
alguien como yo, sin experiencia previa moviendo un manuscrito, tenía poco que
perder, así que me lancé casi a ciegas. Y lo cierto es que la respuesta de la
industria editorial fue muy buena, no puedo quejar. Tuve varias opciones y me
decidí por Libros del Lince, que es una editorial maravillosa.
Hay otra frase al comienzo del libro me
refiero a: ‘aunque yo tenga perdida la guerra, hay batallas que aún puedo
ganar’, que me parece motivadora, en realidad creo que ‘Yo, precario’ mira al
futuro con optimismo.
El libro
tiene esa doble lectura porque lo decidí así. Ni quería caer en el tremendismo
o la condescendencia, ni tampoco mostrarlo como un ejemplo de éxito o
superación. No, la precariedad es un espacio de grises tremendos, y de nada
vale maquillar la realidad ni centrarlo en un relato. Este es un relato
personal, pero no se puede tomar como una verdad absoluta. El drama de la
precariedad es que tiene mil caras y nos afecta a todos.
Háblanos de las redes sociales y de ‘Yo,
precario’, de esa iniciativa hasta cierto punto solidaria llamada ‘Tú precario’
en la que invitas a compartir experiencias similares vía twitter.
Es una idea,
como muchas que tuvimos a raíz del libro. La idea era denunciar la precariedad,
hacerla visible y reírnos de ella a la cara.
¿Te atreves a darles un consejo a todos los
precarios de España, hayan leído o no tu libro? El trabajo dignifica al hombre…
pero ¿hay unos que dignifican más que otros?
Lo único que
se me ocurre es que no dejen de intentar alcanzar sus sueños. Sé que es 100%
Paulo Coelho, pero es verdad. Yo me agarré a escribir como si no hubiera un
mañana, día a tras día y a todas horas. A veces hasta me echo de menos. Una vez
leí un libro de Cristina Fallarás donde la protagonista, a la que ya no le
quedaba nada, se agarraba a la belleza para sobrevivir. Pues bien, no hay nada
más bello que agarrarse a la belleza de un sueño.
Ayúdame a convencer a los lectores a que
lean el libro también por reflexiones tan filosóficas como: ‘A veces no
necesitas compartir toda una vida para entender que puedes ser amigo de
alguien’. Qué emotivo.
Sí, no se
escapa de cierta etiquetización, pero el libro es más que eso. Para mí es un
testimonio claro de la época en la que vivimos, esta época de una feroz
precariedad que te condena a una vida en el alambre, con tremenda
incertidumbre, muy difícil de conciliar con los sueños o tus proyectos de vida.
Hay episodios que tienen temas determinados, ese que aludes habla de la
amistad. Hay otro que habla del cambio de las personas con el tiempo, otros del
engranaje de las grandes compañías, otro de la vergüenza… en fin, hay un poco
de todo, pero en una historia que por desgracia, nos suena demasiado.
La pregunta más comprometida, te dejo
invitarme a una chocolatina mientras la piensas, ¿qué ha de pasar en este país para que nadie
tenga que escribir un libro como ‘Yo, precario’?, y no será por candidatos que
lo habrán pensado tras leerle, estará de acuerdo conmigo.
Uf, una
hecatombe. Veamos… es un trabajo a dos bandas, a corto plazo exige, bajo mi
punto de vista, un cambio político en España. A larguísimo plazo, conlleva
fomentar la pedagogía moral, económica y social. Sociedad y actores
sociopolíticos deben ir de la mano, y no es un asunto sencillo en mitad de un
ambiente de polarización cada vez más acentuado. Debemos abandonar la inercia
actual e iniciar el camino de un mundo sostenible, igualitario y justo. Como
diría Varoufakis, necesitamos un plan B.
(*) Javier
López Menacho (Jerez de la Frontera, 1982) es escritor y Social Media
Marketing (por ese orden, asegura).Ha estudiado Turismo y posee un Máster en
Creación Literaria por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Aunque ha
residido en diversas ciudades, tiene especial vinculación con dos: Valencia y
Barcelona. Ha colaborado en medios como: La Marea, CTXT, Panenka, Qué Leer,
Magazine Perarnau, Secretolivo, La Voz Del Sur, Reportagen o Zeit (de Alemania)
o Entrecomics. Ha participado en obras
conjuntas como ‘Nómadas’ (Playa de Ákaba) o ‘Confabulario ilustrado’
(Underbrain Books).En la actualidad, trabaja como redactor freelance y escribe
en varios blogs y publicaciones.
No me sonaba. Y voy a reconocerlo, no me hubiera fijado en este libro, para qué voy a negarlo. Pero ahora sí que me has picado la curiosidad. Creo que podría gustarme.
ResponderEliminarBesotes!!!
Muchas gracias, Margari. Creo que hay una gran metáfora en lo que dices, si yo viera por la calle a alguien vestido como una chocolatina gigante me daría apuro acercarme, luego, en las distancias cortas es donde se ve la humanidad y la belleza, en este caso literaria de 'Yo, precario'... además, creo que te lo pasarás muy bien con este libro. Un saludo.
Eliminar