Agradecido una vez más a José Luis Muñoz por concederme esta entrevista, la comparto con vosotrxs.
Acompaña al final del libro no solo un glosario de términos aztecas, sino también una relación de los personajes intervinientes en la historia. Evocando a José Luis Sampedro quien contase cómo se organizó para novelar su El río que nos lleva por la profusión de personajes, le preguntaría por su método. ¿Qué reto le supuso la labor de encaje de estos en El centro del mundo?
Complicadísimo y agotador. Lo comparo con una superproducción cinematográfica en la que se tiene que controlar un sinfín de elementos. Mi reto era meter al lector en esa aventura épica, hacerlo avanzar por esa selva húmeda y calurosa bajo el peso de sus armaduras, o hacerle subir por las escalinatas de las pirámides para enfrentarse al sacerdote que le iba a extraer el corazón.
La novela, aunque hay unos personajes más centrales, es coral, y he tenido que hacer un seguimiento exhaustivo de todos y cada uno de los personajes, españoles o aztecas, desde arcabuceros, galenos, sacerdotes, verdugos a comerciantes del Zócalo, prostitutas sagradas, cortesanos de Moctezuma, jefes militares, víctimas de los sacrificios... Eso entrañaba una dificultad añadida. Pero lo más importante era no perder el hilo de los acontecimientos, escribir con la misma música, mantener el mismo tono épico marcado desde el principio, en 2005, y en 2020, cuando terminé el libro en el Valle de Arán.
Podía sencillamente haberme cansado. Podía haber tirado la toalla ante ese reto inmenso que me había marcado. Soy obcecado. No sé si es una virtud o un defecto, pero en mi caso me obliga a terminar lo que empiezo.
Un elemento fundamental para acercarnos como lectores a esta historia creo que es la trama de El centro del mundo. Me refiero no solo a que esté contada en capítulos alternos, sino de tal forma que la visualicemos desde dos puntos de vista. Uno, el de los españoles conquistadores ignorantes de lo qué iban a encontrar. Y, el otro, el de los aztecas, que parecían presentir la llegada del fin de su mundo según sus profecías. ¿Es así?
Esa era mi meta, el motivo para escribir esa historia. Creo que ningún español ha novelado la conquista de México. Sí han escrito sobre los aztecas el húngaro László Passuth con su novela El dios de la lluvia llora sobre México y el norteamericano Gary Jennings y sus novelas sobre los aztecas.
Como en todos mis libros de ficción, huyo de maniqueísmos y en este caso alterno las dos historias que van avanzando al mismo tiempo. Fundamental para el éxito de Cortés, aparte de la colaboración de la Malintze, fue que Moctezuma se dio por perdido desde un principio, tomó a Cortés por la reencarnación del dios Quetzalcótl e hizo caso de las funestas profecías que auguraban el fin del centro del mundo, es decir, de Tenochtitlan. Era muy complejo hablar de la sociedad azteca, de sus rituales sanguinarios que contrastaban con un grado de civilización extraordinario.
Tenochtitlan era una ciudad parecida a Venecia, con un sofisticado sistema de canalizaciones, obra de ingenieros muy avanzados. Los aztecas dominaban la astronomía. La educación de los niños era modélica y eran instruidos en las bellas artes. Y, sin embargo, eran despiadados con sus vecinos y hasta con ellos mismos. Estamos ante un claro ejemplo de lo que yo vengo en llamar psicopatía de masas de la que hablé en una novela sobre el Holocausto que acaba de reeditarse, El mal absoluto. También el pueblo alemán pasaba por ser el más culto de Europa, el más civilizado, con los mayores artistas y pensadores, y de él brotó esa hidra del nazismo. El totalitarismo de los aztecas cavó su propia fosa. La llegada de Cortés fue providencial para acelerar ese proceso.
Casi le contesto en la anterior pregunta. Por supuesto. Dos imperios totalitarios enfrentados, y genocidas. En México, curiosamente, son muy benévolos con los aztecas y se ensañan con los españoles olvidándose de los atroces rituales de sus antepasados, que yo recreo de forma minuciosa para aterrorizar al lector como ellos hacían para aterrorizar a sus vecinos. No quiero echar un capote a la conquista del Nuevo Mundo, que fue un saqueo y masacró culturas, lenguas, religiones, pero sí quiero constatar que en los territorios colonizados por los españoles la presencia de los indígenas es abrumadora, en varios países han colocado a nativos en las altas instituciones de la nación, mientras que en los colonizados por los ingleses los oriundos prácticamente han sido exterminados. No disculpo los crímenes atroces que se cometieron en América, pero tampoco los que cometieron los aztecas sobre los pueblos de su alrededor que eran tan mexicanos como ellos.
Me gustaría que nos hablase de dos temas que me parecen interesantes y los aúno en una sola cuestión. Por un lado, la clave del éxito de Cortés sobre el poderosísimo imperio azteca de Moctezuma gracias a su astucia para aliarse con pueblos oprimidos como los totonacas o los tlaxcaltecas.
El otro tema es el del revisionismo histórico que estamos viviendo actualmente sobre el papel de los españoles en el continente americano. Es incuestionable que aquellos españoles eran invasores, pero también los anglosajones fueron genocidas, exterminaron a poblaciones genuinas norteamericanas y no se le concede tanto sensacionalismo mediático. Coméntenoslo.
En efecto. La novela llega en un momento en que son arrancadas las estatuas de Colón y arrastradas por los suelos. Las de Cortés en México no sufren esa suerte porque no hay estatuas suyas, ni plazas, ni nada. La novela desarma la victimización de los aztecas, cosa que seguramente no será del agrado de algunos mexicanos a los que les pido que sean también autocríticos.
Los aztecas eran sencillamente opresores, violentos y practicaban el terrorismo de estado, algo que no era nuevo en aquellos tiempos. La colonización española de América Latina trajo consigo la edificación de ciudades modélicas en sus tiempos cuyos cascos históricos siguen siendo motivo de orgullo y muchos son patrimonio de la humanidad, y un idioma común, el castellano, que permite que un mexicano pueda hablar con un boliviano. Los españoles, como los británicos, fueron al Nuevo Mundo para saquearlo, eso nadie lo discute, como hace en la actualidad Estados Unidos en sus guerra coloniales; la diferencia es que los británicos, por lo general racistas, no se mezclaron con la población nativa y optaron por exterminarla, y los españoles, pese a las matanzas y violaciones, fueron más respetuosos con sus vidas.
Juzgar el pasado con los ojos del presente lleva a esas aberraciones que estamos viendo de cuestionar toda la historia. España podría cuestionar el dominio romano o la invasión árabe que duró ocho siglos, pero yo creo que, por lo general, estamos muy orgullosos de hablar en la Península lenguas romances que provienen del latín, que se nos impuso, como lo estamos de todos los tesoros que nos dejó la cultura árabe, incluidos los gastronómicos.
Es absurdo gastar energías en cuestionar el papel de España en Latinoamérica cuando estas deberían ser encauzadas en luchar contra las enormes desigualdades sociales que aún acechan al continente y contra los enormes oligopolios, muchos de ellos foráneos, que siguen esquilmando sus tierras.
El centro del mundo. José Luis Muñoz. Ed. Almuzara.
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No conocía al autor. Es un género que me gusta y de este período he leído muy poco, así que me pica mucho la curiosidad. Muy buena entrevista.
ResponderEliminarBesotes!!!
Gracias Margari. La verdad es que es un autor asiduo a Maleta de libros. Felices fiestas.
EliminarFabulous blog
ResponderEliminarThanks Rajani Rehana. Greetings from Valencia, Spain.
EliminarPlease read my post
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