jueves, 4 de octubre de 2012

EL MAL DE MONTANO, Enrique Vila-Matas

Para empezar que quede claro que no estamos ante una novela sino ante un ensayo. Mejor entenderlo así desde un principio porque se trata de un libro que gana cuanto más reconoce su verdadera esencia, la del ensayo, y en cambio pierde cuanto más se hace pasar por lo que no es o por lo que le gustaría llegar a ser sin conseguirlo, es decir, una novela.
   Dicho esto no os sorprenderá que os haga la siguiente propuesta: arrancad las primeras cien páginas y tiradlas a la basura. Son las páginas que más se engañan a sí mismas, son una carga para el resto, van de lo que no son, pretenden ser literatura por el camino de la creación de una historia y un estilo, lo que viene a ser una novela, y se quedan en poca cosa, son páginas que no huelen a nada.
   Me explico, venía de leer a Marías, cuyas páginas exhalan un potente olor corporal –me ha dado por referirme así a la personalidad y madurez narrativas–, cuando me encuentro en Vila-Matas un humor de caca-culo-pis sin olor alguno. Las páginas de Vila-Matas huelen a culo limpio y sonrosado de bebé, a nada.
   Aunque ahora que lo pienso sí que hay algo que podéis rescatar de esas cien páginas que acabáis de tirar a la basura: en las últimas el personaje principal eyacula en sueños, lo que da pie, esta vez sí, a una divertida situación. El resto es una eyaculación en vigilia, consciente, lo que vulgarmente se conoce como una paja mental. ¿No me creéis? Aquí van algunas de sus “perlas”:
   “La literatura está siendo acosada, como nunca lo había sido hasta ahora, por el mal de Montano, que es una peligrosa enfermedad de mapa geográfico bastante complejo, pues está compuesto de las más diversas y variadas provincias o zonas maléficas; una de ellas, la más visible y tal vez la más poblada y, en cualquier caso, la más mundana y la más necia, acosa a la literatura desde los días en que escribir novelas se convirtió en el deporte favorito de un número casi infinito de personas”. Todo indica que al señor Vila-Matas le molesta el creciente interés de la gente por la escritura. Puede ser puro elitismo o simple temor a ver superado su pobre estilo por cada vez más gente. 
   Llega a escribir lo siguiente: “Pensar no está al alcance de todos”. Sin comentarios. Bueno, sí: me recuerda a lo que en una ocasión me dijo una jefa que tuve: “No pienses”.
   A España la llama “suburbio”. Y a las personas-libro las insulta de una manera más directa: “Si fuera idiota, estaría orgulloso de saberme de memoria el cuento de Montano, pero no voy a caer en una estupidez semejante […] he acabado resistiéndome a memorizarlo como si yo tuviera que parecerme a uno de aquellos grotescos hombres-libro de Fahrenheit 451”. En el mundo que describe Ray Bradbury en Fahrenheit 451, por quien no lo sepa, no hay libros, están prohibidos. Sin embargo hay personas que los memorizan, por la supervivencia de la literatura. Yo soy persona-libro, pertenezco a una organización que inspirada en ese libro memoriza y narra la palabra literaria. Creo que el señor Vila-Matas nos debe una disculpa. Por cierto, el adjetivo “grotesco” es la tercera vez que lo emplea en apenas unas páginas, que alguien le regale un diccionario de sinónimos.
 En fin, estas podrían ser meras divagaciones, como tantas hay por ahí, para gustos colores, si no llega a ser porque las remata con una ocurrencia de lo más inocente: se erige como baluarte de “lo verdaderamente literario en el mundo”. ¡Acabáramos! Con esto sí que nos hace reír, desternillarnos por el suelo en mi caso, precisamente cuando menos lo pretende.
   Cómo va a serlo alguien que, además de por todo lo dicho, rellena esas cien páginas con una cita tras otra, hasta tres por página. Más que un escritor es un cargamento de frases de otros. Hasta él mismo lo reconoce, que es un parásito: “Me decía, por ejemplo, que había sido en demasiadas ocasiones un ladrón de frases ajenas, que muchas veces tenía yo algo de parásito de mis escritores más admirados”. Así es, y sin pagar ni un duro por derechos de autor, al tratarse de citas.
   Pero por lo visto debe sentirse muy orgulloso de lo que ha hecho porque las siguientes páginas las dedica al “cómo se hizo”. Nos cuenta, por si nos quedaba alguna duda, que El mal de Montano es un relato de autoficción, entrelaza ficción y su vida real. El mal de Montano es su mal. Y aquí es cuando empieza el libro, en la página 103, cuando ha dado por terminado El mal de Montano, esas páginas que ha debido de llevarse ya el basurero, y Vila-Matas comienza a ejercer de diarista, biógrafo y ensayista, que se le da mejor, dónde va a parar, que hacer de novelista.
  Emprende un diccionario cuyas entradas vienen dadas por los nombres de los autores de diarios personales que más le han interesado. Atentos especialmente al inicio de la entrada dedicada a Jules Renard. Una joya. De veras. Al diccionario le sigue una conferencia sobre el diario personal como forma narrativa. Y, en definitiva, lo que hace el libro hasta el final es ir mostrando de modo ameno la amplia cultura literaria de su autor, gran ensayista, que no novelista.
Por Ricardo Guadalupe.

4 comentarios:

  1. Ricardo, creo que no has entendido nada.

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    1. Gracias por tu visita y comentario Antonio S. Dejo a Ricardo, como siempre, la pluma abierta a comentarios de los lectores. Un saludo.

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  2. Gran reseña. Ayer acabé la "novela" y hoy la devolví a la biblioteca municipal. Doy gracias al estado de bienestar que me ha permitido leer el libro sin tener que comprarlo, aunque lo haya hecho en cierto modo con mis impuestos. Insisto en darle la razón al autor de la reseña; no es una novela. Se nota que Vila Matas ha leído mucho y bueno pero eso no le ha convertido en un buen novelista, aunque no escribe mal. Sería, probablemente, un gran crítico pero parece despreciar la idea.

    Saludos

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    1. Hola Pablo C, aunque no soy el más apropiado para dar respuesta, como administrador del blog te agradezco tu visita y comentario. Me permitiré no obstante coincidir contigo en la primera parte, gracias al servicio público de bibliotecas he podido leer muchos y muy buenos libros. Estando tan cercano el pasado día del libro, es apropiado agradecer iniciativas así, el poder acercar la cultura a la mayor parte de la población. De nuevo, gracias y un saludo.

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