Entrevisté recientemente en el
hotel de costumbre para estas lides al escritor Lorenzo Silva. Precisamente le
conocí en este mismo hotel con motivo de la rueda de prensa a los medios tras
la concesión de los premios Planeta en 2012. Silva acaba de publicar Los cuerpos extraños (Destino, 2014),
continuación de la exitosa serie policíaca iniciada con El lejano país de los
estanques (Premio Ojo Crítico 1998), y en la que los investigadores Bevilacqua
y Chamorro se enfrentan a un nuevo caso en las costas levantinas. Silva ha
escrito libros de relatos y ensayos y, entre otras, las novelas La flaqueza del
bolchevique (finalista del Premio Nadal 1997), Carta Blanca (Premio Primavera
2004), El alquimista impaciente (Premio Nadal 2000) o La marca del meridiano
(Premio Planeta 2012).
¿Otra novela de Bevilaqua y Chamorro?, el
propio Vila se queja en la novela de que la edad no perdona.
Si, porque no
te quepa ninguna duda de que si un día los siento agotados lo cortaré yo,
porque lo he hecho. Lo he hecho incluso en cosas que iban bien. Soy autor de
una trilogía de novela juvenil de la que
se vendieron un montón de ejemplares;, eran tres libros, que era mi idea, y que
era lo que daba de si esta historia. Los lectores me dijeron: ¿por qué no haces
más? Y es que esto no da más de sí, ¿para qué voy a poner pegotes y postizos?
Era una trilogía de tres chicas en su adolescencia que empezaron a los catorces
años hasta los diecisiete, así que llegó al final y punto.
Sin embargo
esta gente tiene camino por delante; Vila tiene trabajo, este país le da
clientela permanente y variedad. No vamos a frivolizar pero en cuanto a
homicidios y demás piensa en los últimos seis homicidios relevantes que han
saltado a las noticias y cada historia es más tremenda y más espectacular. Aquí
materia prima no falta. Si ellos fueran de antidisturbios, y sobre todo como
están las manifestaciones últimamente, se tendrían que jubilar.
Menudo guiño.
No hombre,
ahora mismo te pueden abrir la cabeza con un adoquín si no están en muy buena
forma, Bevilaqua tiene cincuenta tacos. A lo mejor ya se tendría que jubilar,
pero para lo que él hace que es un trabajo intelectual.
Ahora lo que tendría que hacer es abdicar.
Si estuviera
en antidisturbios tendría que abdicar.
‘Con el tiempo los lugares se confunden’,
dice Vila; esta novela transcurre en la Comunidad Valenciana, no sé si tocaba,
pero por su argumento podría haber sucedido en cualquier otro lugar de nuestra
costa levantina.
Hace mucho
tiempo que me apetecía hacer algo en Valencia, esta novela hace siete años que
la tengo en la cabeza. Se me encendió la bombilla por un asesinato que hubo
aquí, en Alicante, que no intento contar en esta novela, por cierto, sencillamente
tiene algo en común con aquel caso. Aquel fue un alcalde que por los métodos
parecía obra del crimen organizado y en esta novela asesinan a una alcaldesa y
lo que hay detrás es crimen organizado también, pero cuando me tocó esta
historia dije: pues esta es la historia que voy a poner en Valencia. ¿Quiere
decir que solo podía haber ocurrido en Valencia, como algún malvado por el
twiter ha sugerido?, pues no. Desgraciadamente todo el arco mediterráneo desde
Port Bou a Algeciras habría valido perfectamente. Incluso hay cosas que no
están en el arco mediterráneo, porque el problema es otro, el problema es una
legislación estatal común a Valencia y en todo el Estado donde se ha sido muy
tibio y muy laxo con determinadas cosas que tenían que ver por un lado con la
financiación de los partidos y por otro con la panacea desde hace treinta años
que fue del ladrillo y que le ha dejado mucho campo abierto a gente muy
complicada y ¿dónde han preferido venir a blanquear y a enredar esta gente?, a
donde hay sol, donde hay mar, donde hay terreno. Esta ha sido la desgracia que
ha tenido no solo Valencia sino el arco mediterráneo.
Háblenos de la ironía como elemento en sus
novelas para moderar o rebajar el tono dramático de los hechos que se cuentan.
Ten en cuenta
que yo siempre empiezo con una tragedia de la leche, total. Yo es que además
creo firmemente que cuando muere una persona se acaba un mundo; el mundo de esa persona no solo era el mundo
para ella, sino que el mundo visto por esa persona era parte una imagen del
mundo; con cada persona desaparece un mundo, es una tragedia inmensa. Y si esa
persona sobre todo si es joven podía haberlo compartido, incluso si tuviera
puntos oscuros tendría algo valioso que podía haberlo compartido. Es una
tragedia; cuando has tenido la experiencia de que se te ha ido alguien
importante te das cuenta de que la pérdida es inmensa. Cuando pierdes a alguien
a quien conoces, de que eres verdaderamente consciente de que es alguien
importante para ti, no hay mayor tragedia posible. A partir de ahí ¿qué
hacemos?, a partir de ahí hay que seguir viviendo y uno de los pocos recursos
que sirven para soportar la tragedia es precisamente el humor, es la ironía, es
el distanciamiento, es el digamos zafarnos de nuestra condición mortal. Eso lo
decía Kierkegaard, aunque suene un poco pedante, que la risa es el atributo de
los dioses, en lo único en lo que podemos asemejarnos a los dioses es en lo que
somos capaces de reinos en nuestro propios
infortunios, no en lo de los otros. También eso lo procuro respetar, mis
personajes no se ríen de la desgracia ajena, se ríen muchas veces de su propia
desgracia o se ríen de cómo la risa ajena
se acaba convirtiendo en su propio problema que les supera y a veces les
desborda.
Es una forma
de sobrevivir. Bueno, hay un capitulo muy llamativo de Moby Dick que se llama
‘La hiena’ y que habla del humor. Al final todas las tragedias son una broma a
nuestra costa. La hiena es el único animal que se ríe a parte del hombre, pero
claro, la hiena no se ríe, hace un ruido que parece una risa; el único animal
que se ríe es el hombre porque ningún otro animal tiene ni la necesidad ni la
capacidad de reírse, porque ningún otro animal es consciente de su propia
desaparición.
Uno de los valores que veo bien reflejados
en esta novela es el de la familia.
Bevilaqua
tiene una familia un poco rara, es un hombre divorciado pero que ha mantenido
un objetivo primero en la vida que es su vínculo con su hijo y ejercer la
paternidad. No ha conocido apenas a su padre, ha querido mantener con su hijo
lo que a él le ha quitado y lo que a él se le ha negado y la novela empieza
celebrando el cumpleaños de su madre, lo que digamos seria su anclaje. La
familia, en su mayoría, en el fondo son disfuncionales; en el fondo, la familia
a veces son tu peor pesadilla, pero también es verdad que la familia en aquello
que funciona es uno de nuestros granes asideros, y yo creo que una de las
aspiraciones más nobles y más dignas y más inteligentes de un ser humano es
crear una familia que sea una buena familia.
Los lectores de esta entrevista verán que
su novela es parte de una saga, pienso en los lectores potenciales y me
gustaría saber si a la hora de escribir piensa en esos nuevos lectores y en los
ya devotos.
Es un
equilibrio curioso, porque claro los personajes ya están ahí, tienen una
identidad, yo no los puedo traicionar, no puedo hacer tonterías con ellos; pero
tampoco los puedo dejar clavados ni en el tiempo ni en el espacio ni en su
evolución como personajes. Yo procuro en cada novela que los personajes vayan
dando pasos no sé si hacia delante, que vayan evolucionando en algún sentido. Hay
un sentido en el que siempre han evolucionado: han envejecido. Envejecer es
deteriorarse, pero también madurar, envejecer es perder fuerzas, pero también
ganar recursos; a mí eso me interesa mucho, creo que esa fue decisión
inteligente, una decisión afortunada, una feliz decisión que tuve al principio
que fue no congelarlos en el tiempo y que la variable temporal fuera moviendo
de novela a novela, eso a mí me permite situar a Bevilaqua cumpliendo medio
siglo y a Chamarro arrimarse a la cuarentena. La psicología lees da valor, estos
momentos son importantes; las personas revisan un poco quienes son, y aquí incluso Chamorro vive una pequeña
crisis que es algo que no le había pasado jamás, es una tipa muy de una pieza. Luego,
cada caso es diferente y los enfrenta a una fauna distinta, en este caso los
enfrenta a esa fauna política que ellos miran como seres ajenos, como seres
extraños; a fin de cuentas ellos aparte
de guardia civiles son ciudadanos y participan un poco de esta sensación que
tiene el ciudadano español de que los políticos son, parafraseando a la
película de Amenábar, ‘los otros’. Bueno, se lo han ganado a pulso, nos han
hecho ver que son ‘los otros’, por muchas razones: por un lenguaje que a veces
no entendemos, porque se complacen en no responder las preguntas que se les
hace, porque mientras la gente normal desfila para el INEM de cien mil en cien
mil ellos siguen manteniendo sus cosas, sus sueldos, sus historias…, se han
empeñando en ser los otros; yo no lo digo de forma peyorativo, creo que es algo
que percibe la ciudadanía y que tiene que ver con errores que se han cometido
desde la clase política y que me gustaría que algún día, más pronto que tarde, empezaran
a enmendar para el bien de todos.
Algún consejo para los que queramos
escribir novela negra, para los que queramos dedicarnos a ser detectives en la
ficción.
El único
consejo que puedo dar si no has publicado es el único que se le puede dar a
cualquier escritor, es el más difícil y es donde está la clave y al menos es
donde me he encontrado los hallazgos: intentar ser original. Incluso aunque
parezca que tu forma de ser original es insostenible, inverosímil,
inconveniente, a mi eso es lo que me funcionó., yo elegí guardias civiles que era
lo último que nadie hubiera elegido en el ‘94 para protagonizar novelas, y yo
creo que ahí está bastante de la clave de la fortuna, en elegir ser original
contra muchos inconvenientes que había para esa forma de originalidad.
Muchas gracias y mucha
suerte, Lorenzo.
Por Ginés J. Vera.