Por segunda vez en este 2018, me concede una entrevista el profesor
de Criminología, psicólogo y uno de los pocos perfiladores criminales de
España, Vicente Garrido (Valencia,
1958). La anterior fue en primavera, con la publicación de la novela a cuatro manos 'El beso de Tosca' (Planeta). En esta ocasión, tras el lanzamiento de su último libro: ‘Asesinos múltiples’ (Planeta). Vicente Garrido ha sido consultor de Naciones Unidas, y ha asesorado
en diferentes casos a la Policía y a la Administración de Justicia. Ha
publicado entre otros libros, además de los mencionados: ‘El rastro del asesino’, ‘Cara a cara con el
Psicópata’, ‘Los hijos tiranos’ y ‘Perfiles criminales’.
Ginés Vera: Acaba de publicar
‘Asesinos múltiples y otros depredadores sociales’ (Planeta), en la
introducción parece que se fija como objetivo que ‘al menos sirvan las páginas
de este libro para que el lector tenga un conocimiento más cabal’ sobre la comprensión
de los fenómenos de la violencia.
Vicente Garrido: Así es, porque la gente ignora la gran paradoja del
mal, y no conoce la respuesta, que es lo que trato de explicar: la violencia
grave (la imagen más cercana al “mal” en un sentido no teológico) la realiza la
gente que cree que obra de forma justa; es la gran paradoja: con excepción de
los psicópatas (que no precisan de ninguna excusa o justificación para violar o
asesinar) y aquellos que buscan un lucro claro con el crimen, el resto se
percibe como alguien “que está haciendo lo que debe hacerse”, es decir, se
sienten legitimados para el crimen. Por eso acabar con la violencia criminal es
una quimera: siempre habrá gente que definan esa violencia “reparadora” de
injusticias como un elemento esencial de su identidad personal.
G. V.: Me
ha sorprendido leer un dato escalofriante, el que en España se suiciden cada
año 3000 personas ‘sin matar a nadie más que a sí mismas’. Son muchas personas,
y los medios de comunicación parecen hacerse eco de otras cifras mucho menores
como los asesinatos familiares, en el contexto de la violencia doméstica o los
accidentes de tráfico. ¿Se crea y dirige intencionadamente la alarma social y
el miedo colectivo? ¿A quién beneficia un estado de angustia permanente mantenido
por ciertos medios de comunicación sensacionalistas con noticias sobre
terrorismo y asesinos en serie?
V. G.: El terrorismo importa porque
genera un miedo ante una acción devastadora que es imprevisible; el asesino en
serie atrapa la imaginación del público porque nos permite recrear en nuestra
imaginación el escenario donde podemos aprender para defendernos del depredador
por excelencia. Su popularidad tiene, entonces, profundas razones evolutivas.
Ahora bien, esto no excluye que, lógicamente, los medios juegan un papel al
amplificar o reducir la notoriedad la ansiedad que despiertan tales hechos. No
cabe duda de que los medios venden mejor sus noticias si las presenta de forma
sensacional, y que un gobierno obtenga cotas de popularidad elevadas si muestra
su firmeza en el manejo de tales hechos. El suicidio es visto todavía como un
estigma para el afectado y sus familiares, y se ha extendido la idea de que
hablar de él lo fomenta, algo que no resulta plenamente probado por la
investigación social. Lo que parece más importante es cómo informarlo, antes
que callarlo.
G. V.: No
sé si es un tópico extendido asociar a los asesinos, a los delincuentes en
general, con un nivel de estudios o de cultura bajo en estos. Incultura igual a
delincuencia. En esa línea leemos que ‘la cultura nos proporciona un contexto
simbólico en el que participamos, y nos ofrece un sentido del orden y
permanencia, significado frente al caos de la destrucción.’ ¿Esto apoya esa
premisa que le comentaba?
V. G.: La incultura favorece el crimen y
la violencia porque la cultura promueve el uso de la inteligencia de forma más
adaptada al contexto (y la violencia a la larga suele ser una estrategia perdedora)
y nos permite desarrollar mejor nuestra conciencia moral. Sin embargo, ella no
basta para erradicar el crimen, porque la libertad del ser humano le permite
rechazar las normas y valores de una sociedad siempre que encuentre que sus
necesidades o sus actitudes justifiquen esa transgresión.
G. V.: Le
invito a que nos lance una reflexión sobre la existencia de un ‘circuito
neuronal del odio’ en ciertas personas; en realidad, sobre la posibilidad
futura de hacernos un análisis neurológico -como ahora nos lo hacemos sanguíneo-,
para poder detectar qué sentimientos predominan en nuestro cerebro, si los de
odio o los del amor, para poder tomar así decisiones en beneficio nuestro y de
quienes nos rodean.
V. G.: En realidad, es muy poco lo que
sabemos acerca de cómo se genera la intención para hacer efectivo el acto de
matar o de imponerse sobre el otro mediante la violencia. Este es el “santo
grial” de las ciencias sociales y biomédicas en cuanto se aplican a este
problema. Aún no hemos descubierto donde está eso que se llama “conciencia”, es
decir, lo que genera un sentido a cada uno de ser “alguien” único y perdurable
en el tiempo. Me temo que pasará mucho tiempo antes de que un examen
neurológico sofisticado permita saber si un sujeto será un criminal, si es que
alguna vez lo conseguimos.
Sinopsis del libro
Los asesinos múltiples actúan creyendo firmemente
que hacen lo correcto: «Debéis morir todos», gritó Anders Breivik mientras
masacraba a 69 jóvenes en una isla noruega en el verano de 2011; «se lo
merecen», escribió Elliot Rodger en el manifiesto que había redactado antes de
acuchillar y tirotear a varias personas cerca de la Universidad de California
en Santa Bárbara, en 2014.
¿Qué motiva a un asesino múltiple? ¿Qué lo
diferencia del asesino en serie? ¿Por qué en España no tenemos casos de
tiroteos masivos en lugares donde se concentra mucha gente? ¿Un terrorista es
un homicida múltiple? Con un estilo claro y ameno, Vicente Garrido, autor de
libros tan esclarecedores como Cara a cara con el psicópata y Perfiles
criminales, se aproxima en esta obra a la psicología y el modus operandi que
caracterizan a los asesinos múltiples, criminales con perfiles muy diversos,
que gozan además de una enorme repercusión en los medios de comunicación y las
series televisivas más populares.
En su análisis comparativo de la violencia extrema
en forma de homicidios múltiples, el autor recurre a casos que no nos han
dejado indiferentes, desde el piloto de la compañía Germanwings, el autor de la
masacre en el club nocturno de Orlando y el tirador de Las Vegas, pasando por
el doble asesinato en Cuenca y el cuádruple en Pioz, hasta los terroristas del
Puente de Londres, el Paseo de los Ingleses en Niza y la Rambla de Barcelona.
Porque aunque no exista una única categoría que identifique a estos criminales,
este libro nos permite comprender las causas más genéricas que dan lugar a las
masacres que acometen.