Si hace poco subía una reseña del libro de Carolina Punset, hoy comparto la entrevista que me concedió también estos días. Agradeciéndole además la deferencia pues coincidió con los múltiples compromisos de ese día en su visita a Valencia. Gracias. Como siempre, espero vuestros comentarios y sugerencias.
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Uno de los términos más repetidos en el libro es, sin duda, el de ecología política, apoyado con numerosos ejemplos reales dentro y fuera de España; ¿tal vez el hándicap sea, como he leído, que fuera de los partidos políticos ‘los postulados ecologistas ni progresan, ni se difunden, ni se aplican lo suficiente’?
Una de las cosas que me llevo a escribir este libro es precisamente explicar porqué la ecología a estas alturas, y a pesar de las evidencias científicas respecto a la crisis ecológica que son absolutamente alarmantes, no progresa, ni se difunde ni se aplica lo suficiente. En parte es culpa del sectarismo de los partidos verdes y en parte es una falta de concienciación de la gente ya que nadie les habla con claridad sobre estos temas porque no ayuda a ganar elecciones a los partidos.
Un puñado de ecologistas convencidos no son suficientes para la causa ecologista, he leído, debe ser un movimiento de ‘todos’; me pregunto si entre ambos extremos existe una mayoría suficiente, un ‘umbral’ mínimo de concienciados para lograr ese cambio propuesto en su libro.
Si desideologizamos la ecología, si no la condenamos a pertenecer a izquierdas o derechas, si la ponemos por delante de las trifulcas políticas, existe una mayoría suficiente de gente que puede compartir nuestras preocupaciones y contribuir a poner en marcha los cambios necesarios.
Aceptando el alto nivel de consumismo de nuestra sociedad, parece difícil hacer entender a un amplio sector de la población que podemos –y debemos– autolimitarnos si queremos alcanzar la felicidad. ¿A qué habría que renunciar sin que sonase la palabra ‘recorte’, tan mal digerida desde hace unos años?
Habría que renunciar al despilfarro, a los excesos, a la acumulación material, nada que afecte esencialmente a nuestra felicidad.
Ecología política, medio ambiente y
sostenibilidad son términos que aparecen en No
importa de dónde vienes sino a dónde vas,
unidos a la búsqueda de la felicidad, esa ‘ausencia de miedo para
encarar la vida con más libertad’ y así poder ser más felices. ¿Debemos buscar
la felicidad en el cambio a lo ecológico y dar por agotado el modelo consumismo
y crecimiento ilimitado actual?
La crisis que
estamos viviendo tiene una única ventaja: ha dejado meridianamente claro a todo
el mundo que hemos llegado a un callejón sin salida. Solo cuando todo se ha
venido abajo se ofrece la oportunidad de repensar como nos gustaría volver a
ser.
El camino a la transición ecológica pasa –entiendo–,
entre otros caminos, por una revolución pedagógica. ¿Deberían implantarse más
ecología y más asignaturas ‘verdes’ en los programas educativos tendentes a un
cambio de mentalidad en las nuevas generaciones?
Efectivamente
todo pasa por no colaborar con lo que consideremos injusto, educar y
organizarse. Por lo demás, el resto se
puede conseguir si hay voluntad política.
Se impone una reforma radical de la
sociedad actual, el nacimiento de la transición ecológica (otro término muy
aludido en el libro), me resulta curioso leer que en España no sólo tenemos el
talento y la calidad humana para conseguirla, sino además para liderarla en
Europa. ¿Realmente esto es así?
España es el
primer productor a nivel europeo en agricultura ecológica. Asimismo está entre
las cinco primeras potencias a nivel mundial en materia de energías renovables.
No es que podamos conseguirlo, es que ya lo habíamos conseguido. Se trata de no
abandonar, de no dejar caer injustamente en el olvido esas filiales generadoras
de empleo verde y potenciarlas. Claro que podemos.
Me ha resultado curioso el inciso al papel
de ciertos medios de comunicación, concentrados en el ‘infoentretenimiento’,
favoreciendo el bipartidismo con su estilo informativo. ¿Hace falta más
honestidad y pluralidad informativa en los medios de nuestro país?
El debate
político se ha abreviado de tal manera que ha quedado reducido a unos pocos
lemas de campaña. Básicamente estamos todos condenados a ser de un bando o del
contrario, buenos o malos, del Barsa o del Madrid, rojos o fachas, todos
borregos de un rebaño. Clama al cielo que la mayor parte de los contertulios de
los medios de comunicación se hayan convertido en expertos en una sola
material: la de reforzar ideológicamente a los que ya piensan como ellos.
Alude, dentro de los temas relacionados con
la agricultura europea, a la ‘malsana dependencia’ que tenemos a las
subvenciones públicas. La solución que plantea para España es la de aportar
‘valor añadido’, incluyendo cifras muy esperanzadoras de la agricultura ecológica.
¿Hasta qué punto ‘nuestra agricultura podría constituir un motor anticrisis’,
tal como apunta en el libro?
La
agricultura y ganadería ecológica ha sido uno de los únicos sectores
resilientes a la crisis. Genera ya 50.000 puestos de trabajo y crece un 10%
cada año. La historia de su éxito es un éxito silencioso porque el 80% de la
producción se exporta al extranjero pero es obvio que podríamos convertirnos en
el granero ecológico de Europa y trasvasar a ese sector miles de parados de la
construcción que hoy en día no tienen ninguna esperanza.
Respecto a la propuesta de soluciones
drásticas, por parte de los gobiernos, ante a los graves problemas que asolan
nuestra sociedad, destaco la reflexión de que ‘en demasiadas ocasiones se
conocen las causas, pero no se actúa a tiempo por inercia, por comodidad, por
miedo o por falta de audacia’.
Lo que quiero
decir es que muchas veces los cambios no se imponen no porque sea difícil o
imposible llevarlos a cabo en la práctica, sino porque existe una resistencia
al cambio muy difícil de vencer.
Al afirmar en el libro que la formación
política que representa en Altea puede tener una fecha de caducidad, ¿no es de
algún modo contraproducente? ¿No es un mensaje de las limitaciones de la
política ecológica en la representación electoral ciudadana?
Nunca hemos
pretendido ser un partido al uso, al contrario, somos solo un grupo de
ciudadanos que un día decidieron unirse para cambiar las cosas a su alrededor.
Nuestra fecha de caducidad no importa, lo que cuenta es haber demostrado que sí
se puede actuar y conseguir reformas radicales en nuestro entorno.
Las 25 medidas de bajo coste por la
ecología y la sostenibilidad del Anexo, ¿son una invitación a que cada lector
se movilice, a que forme parte activa de la transición ecológica?
Son
propuestas que nosotros hemos puesto en marcha y que si todos reclamáramos
en nuestros municipios, contribuirán a
reinventarnos en verde.
Leo que ‘no solo es importante hacer las
cosas bien, también es importante que tengan visibilidad’. Siendo así, ¿no cree
que podía haberse llegado a más lectores si este libro hubiera tenido un precio
de venta menor, habida cuenta de la situación económica, los bajos índices de
lectura de nuestro país y que los libros no son un bien de primera necesidad?
Lamentablemente los escritores solo cobramos un 10% como
derechos de autor y no intervenimos en las decisiones de las grandes
editoriales. Ellas hacen sus previsiones de negocio y fijan las tarifas de
venta.
Carolina
Punset (Wasintong D.C., 1971) es abogada especialista en ONGs. A partir del año
2006 lidera en Altea (Alicante) una plataforma ciudadana ecologista,
independiente y de ámbito local. Ha obtenido varios premios por su compromiso
en defensa del medio ambiente como los Premios Verdes 2009, el Premio al
Municipio Sostenible de la Diputación Provincial de Alicante por el proyecto
Huertos Urbanos Ecológicos o el Premio a la Investigación y desarrollo
tecnológico agroalimentario 2011 de la Generalitat Valenciana por el proyecto
Residuo Cero en el municipio de Altea. Acaba de publicar el libro No importa de dónde vienes sino a dónde vas (Espasa,
2013) en el que expone su ideario vital ecologista, proponiendo un cambio para
ser más felices y más sostenibles.
Muchas gracias y mucha suerte, Carolina.
Por Ginés J. Vera.