Quizá, lo primero que llama la atención de ‘La mano que te da de comer’,
de A.J. Rich (Maeva), es el primer capítulo, el que va a ser el motor de la
historia. Siendo un psicothriller es necesario enganchar al lector desde las primeras
páginas y, en este caso, se consigue.
Lo siguiente que destacaría son los grandes
ejes sobre los que gira la historia. De una parte el tema de la identidad y, de
otro, el de la defensa legal de los animales en casos judiciales. Y lo comento porque en el caso de que haya lectores sensibles o aprehensivos con
temas de mascotas y crímenes lo tengan en cuenta. Antes de detenerme en esos
dos ejes, quisiera resaltar un hecho curioso sobre quien firma este thriller.
Tras el nombre de A.J. Rich se encuentran, en realidad, dos mujeres y un guiño a
una tercera. Las dos mujeres, las que aportan las iniciales, son Amy Hempel,
una escritora neoyorquina de cierto reconocimiento en USA, y la también
escritora Jill Ciment, actualmente ejerciendo como profesora en la Universidad
de Florida. El guiño es a una amiga común, la también escritora, Katherine Sussell
Rich (de ahí el apellido del seudónimo).
Si he incluido este detalle es porque a Katherine S. Rich, al parecer,
le ocurrió un hecho parecido al que se narra en ‘La mano que te da de comer’.
Aunque ella trató de poner la historia en papel no pudo y finalmente han sido
Hempel y Climent quienes lo han hecho.
De vuelta al núcleo de la trama, la narración arranca con la
protagonista regresando al piso en el que vive con sus tres mascotas (un gran pirineo y dos pitbulls) y, Bennett, su prometido de origen canadiense. La escena de cómo halla a
Bennett es lo suficientemente poderosa como para enganchar a los lectores más
morbosos y afines a la sangre y el género del thriller. Que la protagonista,
Morgan, esté estudiando una tesis en victimología no es accesorio. No solo va a
ser clave en la trama argumental, también permite al lector descubrir, gracias a
ello, la hondura psicológica de los personajes, al punto de encontrarnos -en un punto
climático- con que cada culpable tiene sus razones para el crimen.
Que la trama
fluya es importante, que los detalles estén bien dispuestos y trazados,
también. Pero sobre todo están los ejes llamémosles sociales que comenté. El de
la identidad, en tanto el prometido de Morgan es alguien a quien ella conoció
por Internet. Y dado que tras avanzar en el argumento ella descubrirá que no
existe nadie con ese nombre ni que su cuerpo lo reclama ningún familiar, una de
las reflexiones que lanza la novela gira en torno a quién hay detrás del perfil
de una red social; de que no sabemos realmente quién es, aún después de conocer
en persona a ese perfil, cuestionándonos si realmente llegamos a conocerlo.
El tema de los sociópatas y los psicópatas, el de los maltratadores, no
empaña al de la situación legal de las mascotas en ciertos procesos judiciales.
Una cuestión que va adquiriendo relevancia a medida que Morgan va descubriendo
aspectos de su prometido en un debate interno sobre si debe o no ayudar a sus
perros.
Sobre si el final es coherente, más que previsible, no haré ninguna
indicación, pues creo que es cada lector quién ha de valorar los distintos
matices que aporta un thriller más allá de la trama y sus personajes.
LA MANO QUE TE DA DE COMER, A.J. Rich. Ediciones Maeva. 978-84-16363-91-9