viernes, 31 de mayo de 2013

CÉSAR PÉREZ GELLIDA: «Los conejos de la chistera son una falta de respeto al lector».

Me entrevisto con  César Pérez Gellida en un céntrico hotel de Valencia y conversar acerca de su opera prima: Memento mori, un thriller con el que inicia una prometedora trilogía. Licenciado en Geografía e Historia y máster en Dirección Comercial y Marketing, ha desarrollado su carrera profesional en distintos puestos de dirección comercial, marketing y comunicación en empresas vinculadas con el mundo de las telecomunicaciones y la industria audiovisual hasta que en 2011 decidió trasladarse con su familia a Madrid para dedicarse en exclusiva a su carrera de escritor.

Ginés Vera: La novela tiene como escenario Valladolid, pero la gestación del mal no tiene patria.

César Pérez: Valladolid es una ciudad que conozco muy bien; me apetecía ubicarla aquí por ser la primera novela, porque viven mi familia, mis amigos, y porque he encontrado rincones dentro de la ciudad  que no son muy conocidos por los que la hemos habitado y que encajan bien con la novela negra.

G.V.: La fórmula del asesino corriente, entre comillas, y el inspector de policía cuarentón muy humano no es una formula nueva, pero estos personajes tienen algo nuevo, particular.

C.P.G.: Para el personaje de Augusto Ledesma siendo un sociópata narcisista, he tratado de vincular la dificultad que tienen los que sufren esta patología, la dificultad para empatizar con la sociedad, mediante dos vehículos de comunicación: la música, las canciones, y la poesía. Creo que eso es lo que hace que el lector no le etiquete desde el principio, sino que le dé a Ledesma el beneficio de la duda, ver qué camino ha recorrido para llegar a ser un sociópata y termine asesinando.
Con el de Ramiro Sancho he tenido la ventaja de contar con la colaboración de un inspector de policía del departamento de homicidios. Él me ha hecho ver la faceta humana que hay detrás de un investigador, que hay personas normales y corrientes con sus familias. Una realidad bien alejada del estereotipo del detective de la novela negra de los años 20 sajona que nos han ido contando: personas individualistas, profesionales en su trabajo y un fracaso en su vida personal.
Cuando me puse a perfilar la historia yo tenía en la cabeza lo que todos tenemos de lo que hemos visto en la pantalla o leído en los libros. La realidad, como digo, tiene muy poco que ver porque los procesos que siguen son muy arduos, muy manuales, muy artesanales y muy de andar por casa. El ordenador está ahí, pero es más papel y bolígrafo; cabeza, intuición y muchísima calle, están todo el día en la calle, todos los rangos del grupo de homicidios.
Este inspector me ha hecho ver el lado humano y decidir que desde luego es un trabajo que carece de glamour cuando se viste al investigador con este hálito de vida bohemia y envidiable; de envidiable tiene muy poco.

G.V.: Alicia Giménez Bartlett confesó que los lectores de la novela negra son de los más fieles. ¿Lo crees así, eres un asiduo al género? ¿Te has inspirados en los grandes escritores americanos y sajones?

C.P.G.: He leído novela negra y sí que es verdad que tienes unas influencias; sin embargo, yo con la novela negra me decepciono más que me ilusiono. A lo mejor es porque no he dado con el tipo de autor que me gusta. Cualquier cosa que cae de Chandler me lo leo. Jo Nesbø en literatura nórdica, me ha sorprendido muchísimo, he devorado todo lo que me ha caído. Y en España hay grandes autores que quizá no son tan conocidos o no han vendido tanto, pero si hablamos de Juan Madrid, que es un escritor estupendo, o el propio Lorenzo Silva o Juan Gómez-Jurado, tenemos tres nombres que son para mí autores de muchísimo nivel que han tenido la mala suerte de nacer en este país. Este tipo de autores en Estados Unidos…  

G.V.: Hubieran tenido más competencia, ¿no?

Aportan algo distinto que quizá no está tan visto en el modelo anglosajón de novela negra y que a mí me parece que aporta algo mucho más humano, más creíble.

G.V.: Háblanos de la fase de documentación, de las técnicas criminológicas.

C.P.G.: Ahí hay más labor de documentación que la verdadera base de investigación. Ha habido una etapa profunda de estudio, de la parte psicológica de los personajes, de la parte de criminología, sobre todo del grupo de los sociópatas, para dibujar el perfil de Ledesma.
La novela no la escribo siguiendo un argumento, siguiendo un guion o un chasis, si no que en la medida en la que la he ido haciendo la he ido escribiendo día a día. Entender muy bien cuál es el trabajo de investigación hace que el enfoque sea uno o sea otro.
En la parte de investigación prevalece el contacto con esta persona (el inspector de homicidios) que me ha ido contando y que he seguido en su día a día. Se ha volcado conmigo  como para ponerle de coautor del libro.

G.V.: Lo de construir la novela desde la técnica narrativa cinematográfica, ¿fue una decisión consciente o lo viste como una necesidad en la medida el público quiere más lo audiovisual, ese enfoque cinematográfico?

C.P.G.: Yo es que no sé enfocarlo de otra forma, ten en cuenta que yo la historia antes de escribirla la visualizo en la cabeza y la voy describiendo conforme me voy imaginando el transcurso de esa acción. El lenguaje es verdad que es muy cinematográfico y es lo que ayuda al lector a imaginarse el escenario y empatizar con lo que tú quieres transmitir.
Sí tiene una clara pretensión de ser llevada al cine, de hecho, los derechos audiovisuales son de Michael Robinson y ahí estamos avanzando con algunas conversaciones con productoras interesadas.

G.V.: Pregunta obligada, háblanos de la poética y la banda sonora que aparece en la novela.

C.P.G.: Parte de mi ADN está en todos los personajes; al de Ledesma le aporto el gusto por la música, no en todas las canciones,  ya que algunas las he escogido porque encajan dentro del perfil.
Hay grupos musicales que son de mi devoción y es difícil traer eso para el personaje; yo lo que quiero es que esas letras, esa música, explique al lector lo que yo no llego con la letras. Y luego la poesía es otro vehículo de comunicación que tiene la novela. Su función principal es la de la interpretación, son como imágenes que el lector interpreta en su cabeza y que le da un volumen y un sentido. Con estos dos vehículos de comunicación lo que quiero es que el lector empatice con Augusto Ledesma.

G.V.: Mememnto mori casi suena a un guiño irónico frente a un posible éxito, con una primera novela, ante el duro panorama editorial.

C.P.G.: Es una buena analogía, me parece muy acertada la pregunta. Es verdad que es francamente difícil moverse. Aquí jugamos con la ventaja de que la crítica ha sido muy positiva desde el principio; me interesaba también el punto de vista del lector y éste está facilitando mucho el boca oreja y que el libro tenga más vida en el punto de venta.
¿Qué es lo que sucede en el mundo editorial ahora? Que vas al punto de venta y ves en la exposición de novedades los grandes autores de best sellers, pero a los quince días viene otro y así sucesivamente. Luego hay otros autores que tienen una posición mucho más pequeñita. La forma de hacerse hueco es mediante la ayuda que nos proporcionáis los medios, que me parece fundamental, toda la labor que hacéis de la lectura. Porque al final nos movemos entre el exceso de información que nos llega, noticias, televisión... Tiene que haber un tamiz que al lector le ayude a decidir, no digo que vayas a prescribir el producto, pero si a decidir.

G.V.: Hay gente que ya no ve las noticias porque está harta de tanta barbarie, asesinatos y violencia, ¿no crees que introducir en el panorama literario más desazón, más sangre, es ahondar más, que la gente lo que busca es esperanza?

C.P.G.: Sí, ahora mismo la gente está muy crispada, pero creo –o quiero pensar– que lo que está buscando es entretenimiento. Yo creo que alguien que tiene dos horas para leer quiere esa desconexión con la realidad, lo que busca es una lectura ágil, una lectura en la que no se le haga denso, no se le haga bola. Ten en cuenta que hay libros que se nos hacen bola. Para leer libros densos hay que tener momentos propicios para ello. La soledad que tenemos en estos momentos con unos horarios lamentables, trabajando muchas horas, al final el tiempo que tienes para leer es escaso y en España, además, con el buen tiempo tienes otras muchas opciones. Al final tienes en internet todo lo que quieras, así que al lector que decide coger un libro y pasar páginas hay que tratarlo con muchísimo respeto. Yo lo he escrito con la intención de entretener y la de que el lector se haga su propia lectura si la quiere hacer.

G.V.: Planificación, procedimiento y perseverancia como fórmula infalible de Poldy, leo en la novela, pero ya has comentado que no te lo has aplicado para gestarla.

C.P.G.: No, no lo he seguido; porque yo sí tenía un objetivo y es que no quería un producto en el cual le fueras anticipando al lector lo que le vaya a pasar. Ahora el género negro es el que más se lee junto con la novela histórica y es muy difícil innovar. Parto de esa premisa, anticipar a un lector y que sepa la página treinta –como nos has ocurrido a muchos– quién es el asesino al final lo que hace es que el lector cierra el libro y lo tira.
Yo como no sigo ninguna planificación, va haciendo que el argumento vaya creciendo por sí solo, es la única forma que yo entiendo que hay de ‘engañarse’ a uno mismo y al lector. Yo me planto en la escena, la estoy imaginando, y me pregunto: “¿qué pasa aquí?, pues pasa esto”, pero no porque lo haya contado antes. Luego si, cuando termino el primer borrador, para que todo el argumento tenga sentido, para que no hayan huecos de argumentación. Si algo odio de la novela negra o de intriga son los conejos de la chistera, son una falta de respeto al lector y los hay. Eso me cabrea, o que al final te lo expliquen todo, como en algunos libros de Agatha Christie.

G.V.: Mi última pregunta también la extraigo de la novela: “Si no sabes cómo seguir, mejor no sigas.”

C.P.G.: Sí, yo creo que esto nos lo tenemos que aplicar mucho, no quiere decir que abandones, quiere decir que muchas veces nos tenemos que parar a reflexionar, respirar y luego continuar, en ese camino o en otro. Pero en este país somos muy de: “me ha tocado andar este camino y sigo, sigo, saltado piedras, luego un sendero, una autopista y ya veremos lo que viene”.  Yo creo que hay que pararse y reflexionar…


Por Ginés Vera.

lunes, 27 de mayo de 2013

ENTREVISTA A NOEMÍ SABUGAL: “la guerra es una muestra de la estupidez humana absoluta y completamente.”

Noemí Sabugal (Santa Lucía de Gordón, León, 1979) es licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha trabajado para distintos medios de comunicación, cuya labor fue reconocida en 2005 con el Premio de Periodismo de Castilla y León Francisco de Cossío, modalidad de prensa. Con su primera novela ‘El asesinato de Sócrates’ resultó finalista del XI Premio de Novela Fernando Quiñones y con ‘Al acecho’, su segunda obra, ha conseguido la XXI edición del Premio de Novela Felipe Trigo.

Ginés Vera: Me ha llamado la atención la inclusión en la novela de pequeñas reproducciones de recortes de periódicos y revistas de la época.

Noemí Sabugal: Cuando me documenté con revistas y periódicos de la época me pareció interesante dar la oportunidad al lector de ver eso, no de una manera de ‘te lo meto y te lo lees’ sino que tiene que ver con lo que hacen los personajes, por ejemplo, que el personaje esté leyendo esa noticia. Son recortes auténticos, por supuesto. Son de una revista femenina, llamada Estampa, que era muy interesante. Sobre todo metí en la novela el de los senos perfectos en concreto porque  me hizo mucha gracia; era un anuncio de un aparato que endurecía los pechos, muy habitual en los periódicos de la época. Era una muestra de algo que, años después, no aparecería en los periódicos ni de broma. Con la dictadura este anuncio en los años 40 ó 50 hubiera sido impensable: un aparato para endurecer los pechos; la mujer no existía, la mujer era de cuello para arriba y de rodillas para abajo.
Y las portadas de periódicos porque me pareció curioso que la gente lo viera –aunque creo que es más interesante leer el propio periódico–, que viera los titulares de la época. Nos sorprenderíamos leer lo actuales que son, las críticas literarias sin cortapisas, críticas de novela sin censura. Si había censura por parte de la República, pero de otro tipo. Se intentaba eliminar aquellas noticias que pudieran provocar desórdenes sociales, se censuraba, pero se avisaba de esa censura. En la dictadura no se ponía ese aviso de censura, era mucho más sibilino.

G.V.: Y siguiendo con los medios de comunicación, ese apunte en el que menciona una columna creada en los periódicos llamada Héroes populares.

N.S.: En todas las guerras este tema militar siempre se ha intentado revestir de un aire mesiánico y de heroicidad cuando las guerras son humillación, son venganza, intereses, es lo más sucio del ser humano. Cuando quieres acoger chavales de dieciocho años para matarlos en las trincheras necesitas al menos ponerle ese estimulo de que serán héroes, que se lucha por una causa. Toda la parafernalia militar, la publicidad de las guerras siempre ha ido por ahí. Era también una forma de rendir homenaje, que no digo que no, a esos chavales que estaban dejándose la vida por una idea y por una patria. Todo eso entra dentro de ese enganche de las guerras. Había una columna que se llamo ‘Héroes populares’ que se dedicaba a recoger a los que se morían, era la columna de los muertos. Lo que se buscaba era compensar a las familias por esa pérdida tan grande incompensable. El ser  humano hace cosas tan ridículas como las guerras y luego encima lo intentamos de revestir de esa heroicidad cuando la heroicidad es la muerte, el héroe de guerra es el que cae en el campo de batalla. En todos los países y en todas las circunstancias se ha dado eso. Hay que engrandecer la guerra para que sea atractivo y los chavales se apunten. En USA cuando hay guerras en el exterior hay que ver qué intereses puede haber. Es muy complicado, todo lo que es la guerra es una muestra de la estupidez humana absoluta y completamente.

G.V.: Del personaje de Julián Fierro me he atrevido a seleccionar una frase: «Era como un ciego –refiriéndose al padre de Dolores– dando manotazos en la oscuridad, intentando comprender. Fierro lo entendía mejor que nadie, a él le pasaba lo mismo».

N.S.: El personaje es un tipo muy perdido, un tipo que tiene muchos conflictos personales, muchas contradicciones. Él intenta comprender y no comprende y a veces ni quiere. Porque es un descreído, una persona que no quiere implicarse en un momento complicado; no quiere comprometerse. Igual que no quiere comprometerse en su vida personal con Adela, con la mujer con la que tiene una relación, y que le cuesta un compromiso tener a su madre enferma porque es una carga de la que no puede escapar, igualmente le gustaría no comprometerse con lo que está ocurriendo, por que el compromiso es muy duro y puede costarte la vida. Se debate un poco entre eso. El caso de las niñas que es el que el investiga, la parte de novela negra que tienes la historia, ahí sí que se compromete, pero intenta olvidar lo que ocurre en España cuando le va a llegar igual; le van a llegar los atentados, le van a llegar las luchas de los chavales en la calle, los enfrentamientos entre la UGT y la CNT, como policía que es le va a llegar. Intenta comprender y no se comprende ni a sí mismo.

G.V.: Hay una carga poética no solamente visual en la novela, en el inicio hallamos un poema de Miguel Hernández, también uno de Salinas…

N.S.: Hay varios poemas, de hecho, de Machado también. De alguna manera quería rendir homenaje, esta época que fue una de las más importantes después del Siglo de oro. Teníamos a Luis Cernuda, a Juan Ramón Jiménez, a Vicente Aleixandre, después Lorca. Todo eso quedo completamente dispersado por la guerra. Cuando a Juan Ramón Jiménez  le dieron el Premio Nobel él estaba en Puerto Rico y casi fue más celebrado en Puerto Rico que aquí. Como aquí celebramos el de Vargas Llosa por hacer un poco esa comparación. También quería rendir un homenaje que a esos poetas que estaban saliendo; por ejemplo, el poema de Salinas es de un libro que se editó tres años antes. El golpe de estado y la guerra elimino todo eso, García Lorca podía haber escrito grandes cosas y no desarrolló todo lo que podía. Es una tragedia. Hago un guiño a esos grandes escritores poetas que hubo esos años.

G.V.: Siguiendo con la poesía, leo: «Alonso era un poeta y como tal nunca invitaba y además no había sido incluido en ningún grupo o grupúsculo de moda». Tiene sabor a La Colmena.

N.S.: A mi Cela me gusta, Cela me parece un gran renovador del estilo literario en España. Después hay otras cosas de Cela que no son tan de mi agrado, muchas. Hay muchos que dicen que Cela eran un gran escritor y un mal novelista. Cela era un poco comprensivo con sus personajes, porque los caricaturizaba, los hacía con una imagen un poco fría. Pero eso que refieres de mi novela es una ironía; ya se sabe que los escritores, en general el arte, nunca ha dado para grandes dispendios. Entonces que el poeta nunca invite es una ironía, porque está canino. Y lo de los grupos o grupúsculos siempre se ha dado, sobre todo en la poesía mucho más que en la novela; siempre ha habido grupos. Con este personaje poeta también lo que quiero es hacer un personaje que tiene su gracia como también sus contradicciones, p. ejem. cuando surge la guerra escribe poemas de guerra, cuando él no tiene ni idea de la guerra, y él hace esos versos como yo digo inflamados y hercúleos. El poeta es un personaje muestras de aquellas personas que viven por y para el arte, al margen de la vida, de la vida real, de las cosas materiales. Duerme cuando le parece, de hecho no duerme por la noche porque dice que es cuando van a visitarle las musas; es un personaje enfrentado a la realidad de las cosas. Hay un contraste ahí muy grande.

G.V.: De la infancia, portada del libro incluida, leo: «Sus llantos también eran de miedo porque ahora sabían que también podía ocurrirles a ellas sin haber recibido uno de esos besos de película».

N.S.: Esto lo dicen las compañeras de clase de la primera niña, Margarita, cuando ésta muere. Las niñas que mueren son un poco un símbolo de esa España que desaparece, la niñas pierden la oportunidad de tener una vida. Es un poco es símil de lo que pasaba en el interior y en el exterior, o lo que el individuo y la colectividad. Un individuo es asesino de la misma manera que una colectividad se mete en una guerra. Porque al final la sociedad somos nosotros, cada uno individualmente. Cuando decimos: ‘es que la gente es muy…’, y yo, ¿cómo soy?, porque yo soy parte de la gente. Y esa visión de la adolescencia o infancia, esa cosa de ¿cómo es posible que muera una niña de catorce años o de dieciséis años?, ¿cómo es posible que la muerte le toque a alguien así? Es una de las mayores muestras de injusticia que puede haber, que muera un crio, eso no es natural; sí, bueno, es natural, pero no es justo. También es una muestra de lo que pasaba en España, no era bueno, ni era justo para nadie. Quitando a cuatro la guerra no le vino bien a nadie. Tener a un país en la miseria, el racionamiento, los bombardeos, la tisis, no fue beneficioso nada más que para cuatro.

G.V.: Otro personaje es Madrid, sin duda: «La ciudad no dejaba de crecer y cada día los trenes traían cientos de nuevos seres para reemplazar a sus víctimas».

N.S.: Las grandes ciudades tienen esta fuerza centrípeta, vamos a decir, y también centrifuga. Igual que hay gente que se puede ir agotado de vivir en una gran ciudad, y Madrid lo era. Madrid tenía esa atracción del trabajo, pero a la vez muchos problemas de vivienda. Decías antes de Cela, en sus novelas o en las novelas de la gente de la época aparece la figura de la patrona pues había mucha gente que alquilaba su vivienda. Había mucha gente que necesitaba un hueco donde vivir y también necesidad de dinero, lo que se hacía era que si tenias tres cuartos alquilabas dos y vivías en el tercero, en un cuarto llegaba a vivir una familia entera, hacinada. Había mucha gente del campo que se iba a Madrid a trabajar, a Madrid, a Barcelona, a Valencia… lo cual  a veces suponía también una pérdida de vida importante. Hay que recordar, y se vio mucho en la posguerra y un poco ahora, que en la ciudad las piedras no se comen, y entonces, cuando hubo problemas económicos, cuando alguien perdía su trabajo en la ciudad estaba realmente fastidiado. En cambio, para la gente que vivía en el campo, y eso lo sabe bien la gente que vive en el campo, siempre había algo para comer. Se podía pasar hambre y se podía pasar necesidad de otras cosas, pero en el campo siempre había algo que comer.
La hambruna de Madrid cuando fue sitiada fue terrible. La gran ciudad es la atracción del trabajo, pero a veces los alquileres, la vida puede ser mucho más complicada en una gran ciudad que en un pueblo.

G.V.: ¿Qué supone haber ganado con su segunda novela la XXXI edición del Premio Felipe Trigo?

N.S.: Una satisfacción porque  en Villanueva de la Serena lo cuidan muchísimo, hay un jurado muy amplio que va eligiendo las novelas. Yo cuando recogí el premio me encontré a lectores, gente que la había leído y lo había defendido escalón a escalón hasta arriba. Es un premio muy importante, un premio muy bueno, muy limpio, muy honesto y que creo que en Villanueva le dan un cariz muy especial, lo tienen como algo muy suyo y lo cuidan; es un orgullo.

Gracias Noemí, mucha suerte.

Por Ginés Vera.

viernes, 24 de mayo de 2013

EUROPESADILLA, de Aleix Saló

Me arriesgo con otro libro de la categoría 'cómic'. Y digo que me arriesgo porque veo que son los libros de esta sección los que gozan de un menor número de visitas. Todo no van a ser premios Planeta o sombras eróticas, en mi humilde opinión.

   En este caso, me reí y me gustó especialmente este 'EUROPESADILLA, alguien se ha comido a la clase media' de Aleix Saló. No había leído ningún libro anterior, lo reconozco, y creo que voy a ir a devorar alguno visto el efecto nutricio de este que traigo aquí.

   ¿Qué puedo decir sobre este libro? En el punto de mira Europa, la crisis, la globalización, pero sobre todo eso: Europa y la clase media devorada por unos monstruitos muy tiernos vistos bajo el arte cómico de Saló. Tuve oportunidad además de entrevistarle, por lo que pronto habrá una entrada en Maleta de libros con la conversación que mantuvimos. 

   Os recomiendo este libro aunque ya estéis un poco hartos del mismo tema: la crisis, los bancos, Alemania, y toda la pantomima mediática que ha hecho que casi cualquier hijo de vecino sepa lo que es el euribor o la prima de riesgo. 

   Es un libro en que se ve un poco de esto, pero desde el humor, con ironía y reflexión. Además de aprender un pelín de historia, lo justo, a la par que se nos invita a reírnos de nosotros mismos... porque Europa también cae más allá de los Pirineos. 

   Le pregunté si el verde de la portada era verde esperanza y Aleix fue contundente: 'No, es verde moco'. 

   Solo espero que por añadir hoy aquí este chascarrillo no disminuyan aún más las visitas a esta entrada (como ya advirtiera Stephen W. Hawking en el prólogo de su La historia del tiempo), ni al blog.

Por Ginés Vera.

martes, 21 de mayo de 2013

LA MARCA DEL MERIDIANO, de Lorenzo Silva


Hoy me siento atrevida. Reseñar un premio Planeta  me parece una osadía. Debe haber cientos y cientos de críticas bien estructuradas y llenas de sabio conocimiento. Yo solo soy una lectora y bajo ese prisma y porque hace nada que he terminado su lectura, voy a ello. 


Mi impresión de la novela podría resumirla en una palabra: elegancia. En el estilo, en el ritmo y sobre todo en el lenguaje. Me sorprendió. He leído alguna (no todas, no soy incondicional aunque es posible que a partir de esta novela busque a Lorenzo Silva y no me conforme de leerlo cuando la casualidad lo trae a mis manos) de las entregas anteriores del Brigada Rubén Bevilaqua y la Sargento Virginia Chamorro cuando aún no eran ni brigada ni sargento y mi recuerdo de ellas no es de este engarce del lenguaje. Será el oficio, es la séptima novela de la serie.

 "No era momento ni el lugar, pero vio la ocasión y eso es algo que una mujer no desaprovecha nunca.”

Así comienza la novela. El que habla es el Brigada Rubén Bevilaqua, Vila para abreviar y porque parece ser que resulta complicado que la gente pronuncie bien su apellido y la mujer es la Sargento Virginia Chamorro, ambos pertenecientes a la guardia civil, que junto al guardia Juan Arnau investigarán el brutal asesinato de Robles, guardia civil en la reserva. Este, además de compañero, está ligado al pasado de Vila, en calidad de compañero y maestro en sus primeros años en el cuerpo.

La sargento que además también es mujer es la protagonista de esta frase de inicio, que aprovechó la ocasión para espetarle:     
“ - Tú te estás guardando algo."

Que el Brigada Bevilaqua encuentre el momento y el lugar para responder nos llevará a través de una investigación que recorre distintos escenarios: La Rioja, Cantabria y sobre todo Cataluña. Nos hará conocer al secretísimo López de Asuntos internos y la forma de relacionarse con la policía autonómica a la hora de investigar o actuar en distintas comunidades.  

Dentro de la novela tiene cabida desde Eurovegas, la crisis, el cese de la violencia anunciado por ETA (pensad que se desarrolla a finales del 2011), pinceladas del conflicto nacionalista en Cataluña… esto último sin entrar en detalles y a través de los ojos, creo yo, de la Sargento.

Me ha interesado el uso de las “nuevas tecnologías” (cada vez y con mayor rapidez menos nuevas) como son las redes sociales tanto por los investigadores como por los criminales. Queda claro que todo deja su huella.

No es una novela policíaca al uso. A pesar de los movimientos de la investigación que los lleva a recorrer tantos escenarios y a mostrarnos diversas tramas: corrupción, drogas, prostitución, lo que prima (a mi modo de ver) son las reflexiones del Brigada Vila: mientras más avanza en las diversas tramas que tiene el caso más profundiza en su pasado, hasta hacernos desear que cuente de una vez aquello que se “está guardando” a la Sargento Chamorro. Escrita en primera persona, la voz del Brigada autoreflexiva, desencantada nos pasea por la degradación moral de algunas personas, de la facilidad con la que se puede traspasar la línea, del honor y deshonor.

Llegado a este punto (nunca hablo de los finales, ni de más sobre las tramas, es algo que como lectora voraz creo que debe descubrir el lector mediante un único método: leer) debería dar datos biográficos del autor pero como este lo hace mucho mejor de lo que yo podría, dejo este enlace: http://www.lorenzo-silva.com/index_espanol.htm

Por May

viernes, 17 de mayo de 2013

Entrevista a PATRICIA RAMÍREZ: “Quedarse en casa llorando no aumenta la probabilidad de tener éxito en la vida”.



Doctora por la Facultad de Psicología de Granada y miembro del área de psicología deportiva del COPAO, Patricia Ramírez –autora del best seller ‘Entrénate para la vida’– me concede una rápida entrevista con el tiempo justo. 

Ha colaborado con todo tipo de deportistas de élite, así como con Gregorio Manzano en el RCD Mallorca y en el Real Betis Balompié de Pepe Mel.
Después de leer ‘Autoayúdate’, me he quedado con ganas de preguntarle muchas más cuestiones, no sólo para la entrevista…

Ginés Vera: El título es ‘Autoayudate’, pero seguro que hay casos en los que no es suficiente con leer un buen libro.

Patricia Ramírez: No, lo importante no es leer el libro, lo importante es actuar.

G.V.: ¿A qué cree que se debe el enorme éxito de su anterior libro ‘Entrénate para la vida’?

P.R.: A que era un libro fácil de leer y fácil de aplicar.

G.V.: Las personas que lo leyeron, ¿qué van a encontrar en este Autoayúdate?

P.R.: Instrumentos y recursos psicológicos que a otras personas ya les han funcionado para superar una situación.

G.V.: He escogido algunas frases que quería comentarle, por ejemplo: ‘España es un país solidario, con una escala de valores basada en el cobijo y la protección del núcleo familiar’.

P.R.: Sí, tendemos a apoyarnos, y en España somos familiares, nos apoyamos en los abuelos. Fíjate la labor de los abuelos, ¿no? En este sentido, cuando tú tienes buena relación con tus vecinos también tiendes a ayudarle, te quedas con sus niños para que puedan ir al trabajo; tendemos a darnos cobijo.

G.V.: ‘Quedarte en casa llorando no te hace más responsable que salir y pasártelo bien’. Suena como a clase de religión.

P.R.: Al revés, la religión te dice que sufras, claro. Yo huyo de todo eso, yo siempre digo que cuando le pides a la gente sacrificios que, por favor, lo descontextualicen del catolicismo, que el sacrificio simplemente es el arma. El quedarse en casa llorando no aumenta la probabilidad de que tú vayas a tener éxito en la vida, al revés, te consume.

G.V.: Una que me ha llamado la atención y que leo por partida doble es: ‘…perdió la dignidad implorando una segunda oportunidad’; ‘No hay nada más humillante que suplicar el amor el amor del que no quiere dártelo’.

P.R.: Claro, cuando una persona te dice que no te quiere y que no te va a querer, que no está enamorada de ti, ¿qué haces demostrándole o argumentando, intentando razonar e intentando convencerle de que tú eres la mujer o el hombre sublime? Llegas a perder la dignidad en el sentido en el que te arrastras, te dejas de valorar, le dices que esa persona es maravillosa y que tú no vales nada sin él; en ese sentido perdemos la dignidad. Ahí hay que aceptar, la gente tiene derecho a no quererte.

G.V.: También, por dos veces, encuentro el valor de la escritura, de escribir un diario de la vida como terapia.

P.R.: Si, más que como terapia como forma de aprendizaje. Cuando a nosotros en el colegio nos enseñan a escribir sin faltas de ortografía nos piden que repitamos cada palabra, cada párrafo veinte veces, ¿porque? Porque el cerebro aprende; entonces, el hecho de escribir hace que te ayude a cambiar también el tipo de pensamiento, que focalices en otro. El hecho de escribir aumenta el compromiso que el cerebro tiene con un objetivo.
Si tú decides ahora ser optimista y no lo eres, si simplemente te lo dices, te va a durar tres días; ahora, si cada vez que te enfrentas a una situación pones por escrito qué te gustaría pensar, cómo te vas a enfrentar, qué tienes en la cabeza, aumentará la probabilidad de que te conviertas en eso.

G.V.: ¿Por el hecho de escribirlo?

P.R.: Por el hecho de escribirlo, claro; porque cuando escribimos facilitamos el aprendizaje ¿por qué hacemos esquemas y resúmenes…?

G.V.: ‘Otra de las razones por la que la gente no se separa es por miedo a la soledad’.

P.R.: Si, la gente no quiere estar sola. Hay mucha gente que tiene miedo a estar sola, a dar ese paso; además, la gente piensa que nunca va a encontrar a nadie más, que: «ahora ¿qué va a ser de mi?, ¿qué me espera ahí fuera?». Bueno, pues tenemos que salir de esa zona, en la esquina se está acomodado, pero no se es feliz; salir por lo menos para que empiecen a aparecer oportunidades.

G.V.: ‘El amor y el compromiso no están relacionados con el matrimonio eclesiástico, pero sí con hacer concesiones’.

P.R.: Si, en una pareja se tiene que negociar; no se trata de tener un contrato sino de ceder en aquello que no sea muy importante para ti, y que puede ser muy importante para el otro, y aun así hay cosas que no son negociables.

G.V.: ‘Tener éxito es un tema secundario, lo importante es vencer el miedo y probar’.

P.R.: Siempre le digo a la gente que existen dos tipos de metas: las metas de rendimiento y las metas de resultados. El éxito no es resultado, si tú me dices: «yo quiero tener éxito en la vida», la pregunta será: y, ¿qué vas a hacer para conseguirlo? El éxito es secundario en el sentido que viene después de lo que hagas tú. Si tú quieres ganar un partido eso es el resultado, lo importante no es ganar el partido sino el paso previo de: ‘qué voy a hacer yo para ganar el partido’.

G.V.: Ante tantas personas en España en una situación de desempleo, ¿qué tres grandes consejos les daría para superar estos momentos tan críticos?

P.R.: Lo primero es desechar todo lo que resta: la gente que dice que no va a ser fácil, la gente que te dice que ‘no puede’, que ‘es difícil’; deshacernos de este tipo de información porque nos hunde. El siguiente punto es atender a lo que yo puedo hacer por mejorar la situación, o sea, que la gente focalice la atención en lo que depende de uno; y lo tercero, hacer las cosas de forma diferente. La mayoría de la gente actuamos según nuestro un punto de vista, nuestra experiencia, según una rutina, y eso se ha demostrado que por ahora no está funcionando.

Muchas gracias y muchos éxitos, Patricia.
Por Ginés Vera.

jueves, 16 de mayo de 2013

GANADOR DEL SORTEO: DÍA DEL LIBRO EN 'MALETA DE LIBROS'.

Ya tenemos ganador del Sorteo realizado en nuestro blog con motivo del Día del Libro.

Si recordáis comenzó el día 23 de abril y hasta ayer, 15 de mayo, estuvo abierto el plazo de participación.

Pues bien, como decíamos, ya tenemos ganador del SORTEO DÍA DEL LIBRO Resultados del sorteo:

                                                    Puesto 1: Horno de Vera

ENHORABUENA, HORNO DE VERA.

El premio: el libro 'Mario y el reflejo de la luz sobre la oscuridad' de Victor J Maicas, firmado.

Agradeceros a todos vuestra participación, desde Maleta de libros, gracias y felicidades a el Horno de Vera.

En unos días nos pondremos en contacto para hacerte llegar tu premio.

miércoles, 15 de mayo de 2013

ESCLAVOS DE LA TIERRA, de Javier Nuñez Córdoba


Reseña de nuestra colaboradora Beatriz T. Sanchez de una novela en formato ebook de Javier Núñez Córdoba e ilustrada por Alez Estivill.

"En el año 2105 los hombres viven en colonias subterráneas, diezmados y acosados por gigantescas criaturas que han arrasado la superficie. Al cumplir trece años, los niños son aleccionados sobre el porqué de esta situación y sobre el duro futuro de lucha y repoblación al que van a dar comienzo, pues así lo dicta la costumbre. Asistimos a una de estas clases magistrales y así, mediante varios flash-backs, nos retrotraemos al origen del desastre, en el año 2021, donde iremos descubriendo que todo se debe a un anciano con dotes de clarividencia y un joven librero que se deja arrastrar por una sorpresiva situación que rompe su rutina cotidiana.

Esclavos de la Tierra (Amazon, 2012) de Javier Núñez, es una recomendable novela corta con un buen ritmo descriptivo y entretenida trama que engancha de principio a fin."


Por Beatriz T Sanchez.

lunes, 13 de mayo de 2013

Entrevista a ALBERT ESPINOSA: “Creo en que te pasen cosas especiales cuando no te lo esperas.”


Nueva entrevista, en este caso al conocido escritor Albert Espinosa que concedió una rueda de prensa para los medios en Valencia antes de su paso por la 48 Fira del Llibre de Valencia.

Albert Espinosa (Barcelona, 1973) además de actor, director, guionista de cine, teatro y televisión ha superado el millón de ejemplares vendidos con toda su obra. Afirma que su última novela ‘Brújulas que buscan sonrisas perdidas’ es con la que más ha disfrutado.

«El libro habla mucho de segundas oportunidades, de pérdidas, de la relación con la familia –confiesa antes de la ronda de preguntas–.  He disfrutado mucho escribiéndolo y las opiniones de los lectores han sido muy bonitas. Me gusta estar dos o tres meses de promoción cuando saco el libro, es como presentar a tu hijo. Creo que ha sido genial escribirlo, y ojala vaya camino del éxito de ‘Si tú me dices ven… ‘

¿Qué es lo que más le ha gustado de a la hora de plasmar y desarrollar ‘Brújulas que buscan sonrisas perdidas’?

Sobre todo los personajes femeninos. La historia del chico que pivota alrededor de cinco mujeres, yo creo que un poco esa sensación del personaje que pivota alrededor de ellas, sobre todo al final. Es una historia muy sobre la familia, sobre las segundas oportunidades, de la gente que te hace daño. Creo que también el viaje del protagonista, esa sensación de que su viaje pudiera llegar a buen puerto. Tenía un final que me gustaba mucho y pensé que podía escribir una buena historia.

¿Puede hablarnos de qué sentido tiene el título, esas brújulas que buscan sonrisas perdidas?

A mí me gustan los instrumentos para medir el viento, el peso…, pensé en una brújula, pero que no marcara el norte o el sur. Tiene que ver también con el protagonista que vive una búsqueda, que busca a través de este viaje con su padre, tíos y hermanos y va encontrando. Hay algo de metáfora, de emoción, en la brújula y la sonrisa perdida que busca el protagonista.

Todas sus obras están relacionadas de alguna manera, ¿qué relación hay en este libro con los anteriores?

Me gusta de vez en cuanto poner guiños; si que intento que estén relacionadas, no en exceso, pero sí una carga. Creo que el lector lo agradece, dice: esto lo he visto aquí o allá. Hay como una interrelación entre todos, pero hay temas diferentes.

¿Hace falta haber leído alguna novela anterior?

Yo creo que no, no es una trilogía. La gente que solo ha leído El mundo amarillo o Si tú me dices ven… puede leerla independientemente. No hay mucha relación.

¿Qué parte de Albert Espinosa hay en esta novela?

Creo que no hay tanta como en otras historias, creo que es en la que menos, pero sí creo que hay una parte de mí en todas. En este libro he querido crear una ficción con un personaje al que no me parezco mucho. Hay historias que me han pasado en Buenos aires, Boston o Londres que en la sinopsis y en el rio vital de la historia le han pasado al protagonista y me han pasado a mí y están relacionadas.

¿Es un libro que veremos en televisión?

Creo que no, ninguno de mis libros he querido pasarlos pues creo que ya hago mucho exclusivo para cine y televisión; me parece interesante que se mantengan en formato libro. Si que he tenido ofertas, pero me gustaría que se mantuvieran así.

En su literatura siempre hay un tono optimista ¿cree que con esto llega al lector en una situación de crisis como ahora?

La situación es complicada si, si que noto que hay gente que dice que le ayuda. Recibo dos mil o tres mil emails diarios, hay gente que me dice que les ha ayudado a pasar una situación personal difícil, pero no hago libros de autoayuda aunque lo agradezco. Yo hago libros de aventura, con ternura. Sí que me ha pasado a mí con libros que no son de autoayuda que me han ayudado. No sé si la editorial en tiempos de crisis venda más o no, ojala que se venda mucho independientemente, siempre hay tiempo para leer.

¿Dónde cree que reside el éxito de sus libros, tal vez en la parte humana?

No lo sé, es algo no te preguntas mucho; no me lo planteo. A mí me gusta escribir y si a los lectores les gusta leer… Nunca me he planteado por qué me gusta escribir ni me planteo porque les gusta leerme. Intento disfrutar mucho de su compañía, dice Stephen King que si estás en tu lugar preferido de la casa y escribes y te los pasas bien, y el lector está en el sitio preferido de su casa y te lee y se lo pasa bien, se establece la comunicación.

¿Cree que pueden existir ‘amarillos’ sin que se conozcan?

Sí, claro; claro que creo en los amarillos. Agradezco mucho cuando alguien viene y me dice: ¿quieres ser mi amarillo?

¿Cómo es la sensación cuando Spilberg se interesa por algo tuyo?

Una emoción suprema. Que Marta Kauffman estuviera en Korea, viera nuestra serie, la llevara un DVD, fuese a cenar con Spilberg y como no tenían nada que ver la viese, es una de esas casualidades de mi vida. Yo confío en ellas, he tenido muchas. Al principio pensé que era una broma. Ha sido increíble. Te abre muchas puertas solo que Spilberg diga que le gusta tu serie.

¿Cree que son casualidades o que las casualidades se buscan, se trabajan?

Que una americana esté en Korea, lleve mi serie en un DVD en su bolso, vaya a cenar con Spilberg y la vea es una casualidad… es una chiripa muy grande. Además, la frese esa de “la serie que hizo emocionarse a Spilberg” abrió la opción de que si en un principio iba a emitirse un capitulo en Neox, luego se emitiese entera en Antena 3.

¿Cómo es su proceso creativo?

Intento buscar un final y a través del final me paso dos años intentando pensar la historia que me gustaría explicar, luego estoy tres meses escribiéndola.
Los libros lo escribo a mano, el resto: cine teatro y televisión a ordenador; cerca del agua, una piscina, la playa... Me compro una libreta y unos bolis adecuados. Tras esos tres meses ya es intentar interpretar lo que he escrito con la letra que tengo…, normalmente son dos años y cuatro meses. Este lo escribí en los sitios en los que estuve de promoción.

Ha hablado antes de los temas personales, en este libro trata de forma muy natural la magia y la muerte.

La gente habla de su pueblo o su ciudad o su universidad, yo hablo de donde me crié. De los 12 a los 24 años estuve viviendo en un hospital y la muerte estaba muy cercana. Venia alguien o se iba a la planta de paliativos, yo tuve muchos amigos que murieron, muchos que vivieron. Intento que mis personajes tengan parte de ello. Me dicen: ‘es que tus personajes, como a mitad del libro, descubres que tienen algo una pequeña enfermedad, que si enano, que si un problema de pecho hundido…’ Yo creo que al final muchos escritores escriben personajes muy sanos, y están todos muy bien y tienen sus relaciones y sus historias, pero a mí me gusta escribir personajes como yo, que condicionen la historia. Acaba pasando esto, la gente reproduce parte de lo que ha vivido en sus historias, yo escribo personajes sanos y otros que desde el principio sabes el problema que tienen.
Si que intento que la magia esté, creo en que te pasen cosas especiales cuando no te lo esperas.

¿Cuál sería su personaje favorito de todos los creados?

Tengo muchos. Al personaje de Ballesta en Planta cuarta, le tengo mucho cariño por crearlo junto a Mercero. Tuvimos una sensación, es de los primeros personajes que llegó  un millón de espectadores. Y supongo que la mujer del hermano del libro. Creo que es el personaje que más me ha gustado, es muy bondadoso, muy honrado. Pienso que es uno de los personajes que más he disfrutado pues aún me pregunto dónde estará. Tal vez tenga un día su libro propio.

Volviendo al título, ¿la gente necesita brújulas para encontrar la felicidad?

Creo que la gente necesita querer y ayudar, que te quieran y te ayuden. A veces la gente no se deja querer, no se deja ayudar. A veces se desconfía mucho de la gente y por eso no se sonríe por la calle. Creo que hay que confiar más. A veces te traicionan o no están a la altura, las situaciones tristes forman parte de tu río vital; a veces las cosas malas te traen cosas buenas. Desconfiar no sirve de mucho. Está claro que si estás en casa tranquilo también te pueden pasar cosas negativas. Será mejor confiar, buscar brújulas y sonrisas perdidas, confiar en las otras personas.

Por Ginés Vera.

jueves, 9 de mayo de 2013

Entrevista a LEANDRO PINTO: "Cuando no estoy escribiendo estoy leyendo, y viceversa."


Entrevisto esta semana a Leandro Pinto al hilo de su última novela, Veneno de escorpión, salvando la distancia que nos separa geográficamente pues en cuanto al género apenas veo el hueco del baile de una pareja de escorpiones en un anillo de fuego. Espero que os guste.

Veneno de escorpión es tu tercera novela, tras Orlando Brown y Remanso de paz, ¿qué evolución van a apreciar tus lectores respecto a ellas y cuál reconoces en ti mismo como escritor?

Creo que cada novela que he escrito ha significado un salto evolutivo con respecto a la anterior, tanto a nivel temático como estilístico. Lograr esta evolución siempre ha sido muy importante para mí, y lo sigue siendo. Todo escritor es como un músculo: evoluciona o muere. Creo que Veneno de escorpión es una obra mucho más madura que las anteriores, más trabajada y pulida. También resulta más experimental, puesto que está narrada en primera persona y, a diferencia de las anteriores, pasó por un proceso de varias redacciones. En el fondo creo que los lectores podrán reconocer la misma voz narrativa que ya encontraran en Orlando Brown y Remanso de paz, solo que esta vez el ritmo de la novela es mucho menos pausado y más fluido, y los personajes más cercanos. También hay que destacar que antes de la redacción de Veneno de escorpión estuve enfrascado en un proyecto de unas novecientas páginas que me ayudó mucho a perfilar el estilo que buscaba y el tipo de narrativa que quería practicar. Este trabajo aún no está terminado y no sé si algún día verá la luz pública, pero es uno de los que más ha contribuido a este salto evolutivo.

¿Utilizas alguna técnica o procedimiento concreto para elaborar los personajes desde el punto de vista de su complejidad psicológica? ¿Qué es lo más difícil a la hora de armar un thriller psicológico como es Veneno de escorpión?

  La creación de personajes es uno de los aspectos que más me fascinan en este oficio. En parte porque intentamos moldearlos a nuestra conveniencia y en parte porque ellos mismos se forman a raíz de nuestras experiencias vitales y de nuestras lecturas. Sin embargo, a la hora de encarar la redacción de una novela suelo dar más importancia a la historia en sí que a sus protagonistas, y dejo que el propio devenir narrativo sea el que vaya moldeándolos. Una vez que tengo una noción clara de cada uno de ellos —al menos de los principales— suelo trazarme historias paralelas en las que tengan lugar acontecimientos que sean determinantes para su configuración psíquica. Estos apuntes se quedan siempre fuera de la redacción final de la novela, pero los tengo siempre presentes y por escrito. Es la fórmula más efectiva de que dispongo para saber que todo eso les ha sucedido. Después, la historia misma suele determinar cómo reaccionarán ante los distintos giros del argumento y las diversas aristas de la trama.
Creo que lo más complicado a la hora de elaborar el entramado de un thriller psicológico es que al final todas las piezas del puzzle cuadren y que no queden cabos sueltos. Hay que estar muy atento a cada pequeño detalle de la narración, porque una palabra o una coma fuera de lugar pueden cambiar todo el sentido de una frase y, con ello, dinamitar toda la estructura del suspense. Hay que emplear un ojo muy fino para detectar posibles incoherencias o fallos de continuidad, y hay que poner especial atención en la motivación de los personajes. El proceso de escritura de una novela suele ser largo, una tarea titánica. Hay que procurar que lo que se escribe en la página 500 no contradiga abiertamente el precedente insertado en la página 20. Esto ocurre con cualquier tipo de narrativa, pero en el caso de los thrillers se agudiza ante la presencia de hechos solapados o que se narran a medias, misterios, crímenes sin resolver, etcétera. Las diferentes deformaciones psicológicas o entuertos mentales que puedan introducirse son importantes desde la perspectiva y como motivo de causa explicativa hacia la actitud de los personajes, pero no modifican la planificación milimétrica que ha de hacerse de cada pasaje y de cada diálogo.

  ¿Qué papel tienen los escorpiones en la novela —no desvelemos nada vital a los lectores, claro—, y en particular en tu vida…? ¿Por qué los elegiste como elemento narrativo?

Nací un 11 de noviembre, bajo el signo de Escorpio. No soy un adepto a las estrellas pero supongo que de los animales zodiacales es el que más me atrae. Siempre me han fascinado. Una vez vi una película —o un episodio de una serie, no lo recuerdo bien— en la cual un hombre estaba encerrado en una habitación atestada de muebles y acompañado solo por un escorpión. El hombre sabía de la presencia de la alimaña en la habitación y hacía lo imposible por encontrarla, pero el pánico lo atenazaba. Finalmente el arácnido se salía con la suya y lo picaba en el talón. Esa escena me causó especial impresión. Hace algunos años me compré un escorpión embalsamado y encerrado en un marco de cristal. Un Palamnaeus Fulvipes, que es una de las especies que se mencionan en la novela. Lo tengo colgado frente a mi mesa, sobre la máquina de escribir. Es posible que lo que más me fascine de ellos sea su tamaño con respecto al daño que pueden causar. La naturaleza ha creado un animal terriblemente mortífero y que en ocasiones no rebasa los ocho o diez centímetros de longitud. Pienso en un cuerpo humano: huesos sólidos, piel resistente, litros de sangre vital, órganos y tejidos compactos. Entonces me pregunto: ¿cómo es posible que un animal de 150 gramos de peso pueda llevar a la muerte a algo tan grande y fuerte como una persona? Ya me dirás si no es fascinante. El protagonista de la novela, como es lógico, se plantea este mismo dilema.
La función narrativa que intenté darle a los escorpiones en la novela es no solo la de los portadores de la muerte que impera en cada secuencia, sino la de inoculadores de un veneno mucho más perverso que el tóxico que contamina el torrente sanguíneo. Intenté dar forma a una alegoría de la locura a través de la poción maligna. Que el veneno de los escorpiones no solo provocara la caída en desgracia de Javier Schultz desde su función químicamente destructiva, sino que además fuera el símbolo de su incipiente locura.

   Dos picaduras en una, si te parece: háblanos de la estrofa de inicio de Rubén Darío y de que los lectores puedan leer no un capítulo, sino media novela gratis en Internet.

Rubén Darío es un poeta que me ha marcado mucho en mi trayectoria lectora, como supongo que ha de sucederle a todos los que se acercan a su poesía. Yo soy más de leer prosa, pero recuerdo que cuando me topé con ese pasaje de El coloquio de los Centauros me quedé boquiabierto. Me pareció la mejor expresión lírica de la figura de la muerte que había leído hasta entonces. He leído mucho desde ese día y sigo sin encontrar una mejor. Creo que es casi imposible definir tan bien la esencia de ese misterio que llamamos “muerte” en tan pocas palabras como lo hace Darío en ese pasaje. Lo más destacable —y a la postre lo que más me influyó para citar el pasaje al comienzo de la novela— es el concepto de Muerte personificada que hace el poeta. La figura, la efigie de la muerte. No como un misterio de la naturaleza sino como un ente vivo y corpóreo, y alejado además de los estereotipos. Al margen de la lucidez para la creación de la postal, es innegable que la construcción de los versos, palabra por palabra, no puede ser más ajustada. La rima es precisa y la proyección mental de la imagen, vívida a más no poder. La estructura y la temática de la novela no están inspiradas, desde luego, en esa imagen, pero desde que leí ese pasaje supe que lo incluiría en alguno de mis libros.
La posibilidad con que cuentan los lectores de descargarse y leer gratis casi la mitad de la novela me parece un acierto absoluto por parte de Ediciones Babylon. Cualquiera podría pensar que es arrojar piedras sobre el propio tejado, pero de la forma en la que está planteada la novela es una buena manera de atraer lectores. Hay gente que está interesada en conocer los entresijos de una historia pero no acaba de decidirse por la cuestión monetaria. Cuando obsequias un texto a un lector estás abriéndole una puerta hacia la historia, y es como si levantaras la barrera del peaje sin cobrarle un céntimo y lo dejaras pasar. El acierto consiste, justamente, en la posibilidad de seducir al lector con el fragmento gratis de historia y que el ansia por saber cómo acaba le lleve a adquirir el producto completo. La técnica más antigua de todas, la que utilizó Sherezade. Tengo noticias ciertas de numerosos lectores que han pasado por este proceso. Llegaron gratis a la primera mitad de la novela y pagaron por conocer el resto.

  Javier, el protagonista, se dirige al lector a modo de confidencia, y me pregunto si de tan cerca los personajes no corren acaso el peligro de gustar mucho o caer en la desafección, en el caso contrario.

Siempre existe un riesgo más grande de implicación en una novela narrada en primera persona. La tercera persona es más fría, es la voz de un narrador omnisciente y remoto, casi un semidiós. El narrador en primera persona se humaniza ante los ojos del lector porque tiene sus mismas limitaciones sensitivas. Solo puede contar lo que piensa, ve, oye o siente. En el caso de Javier Schultz era muy importante para mí lograr una satisfactoria empatía con el lector más allá de las problemáticas inusuales de su infancia y adolescencia. Mi intención fue en todo momento que el lector se sintiera cerca del personaje y lograra empaparse de sus vivencias. Es posible que el sentimiento que más despierte Javier en los lectores sea el de la compasión, aunque yo personalmente, como lector, soy muy poco compasivo. A algunos quizá les caiga mal por su carácter extremadamente retraído y cercano a la cobardía más genuina, pero otros quizá vean en él a alguien con quien simpatizarían. Los más caritativos verán a alguien a quien quizá quisieran proteger. En todo caso, creo que existe una reacción distinta por cada lector de la novela, y esta es una norma que suele repetirse y multiplicarse en casi cada uno de los aspectos de la literatura. Por cada lector, una interpretación diferente.

Si un lector despistado se acerca a Veneno de escorpión y descubre que sí, que le gusta la sinopsis y la portada, pero que no se decide, que ya ha leído otras novelas «parecidas», ¿qué le dirías?

Es una pregunta complicada. Incluso peligrosa. Siempre es difícil valorar objetivamente la propia obra y observar el resultado final como si fuera el trabajo de otro. Pero creo que el alejamiento es la única medida para encontrar un criterio de valoración. No es tanto como talar los árboles que impiden ver el bosque, pero es como dar un par pasos hacia atrás y verlo todo con más claridad. Si he de ser objetivo creo que Veneno de escorpión tiene el atractivo de una historia de terror psicológico que, en un momento dado, se mezcla con el thriller y el policial. Creo que es apta para un abanico importante de lectores porque desde la perspectiva del personaje principal toca temas como los traumas infantiles, el crecimiento, el conocimiento de uno mismo y otras variantes de la exploración personal. La máscara de terror bajo la que se camufla toda la historia está salpicada de momentos góticos y, en medio de todo esto, surge una solapada trama policial. 
Habrá gente a la que le apasione la novela criminal, y otros que gusten más del horror gótico. A unos les atraerá más el thriller y a otros la navegación por las emociones del personaje. La novela está condimentada con pequeñas perlas de cada uno de estos subgéneros y ahí radica, creo yo, parte de su atractivo. Lo malo es que el lector no puede saber esto sin leer el libro, aunque es de esperar que la magnífica portada sea un estímulo suficiente para acercarse a él.

   Todo no va a ser hablar de libros ni de tu novela, ¿qué haces cuando quieres desconectarte del mal, del Señor Muerte en el mundo real, a veces más terrorífico que el de ficción?

   Leer, sobre todo. Cuando no estoy escribiendo estoy leyendo, y viceversa. Fuera de eso, la verdad es que no es mucho más lo que hago. Veo muchas películas, también. Sobre todo clásicas, unas cuatro o cinco a la semana. Disfruto con las historias pero también me apasiona analizar las películas como manifestación artística. Me gusta desgranar el guión, la fotografía y las interpretaciones, y sobre todo intentar captar lo que el director, como autor de la obra, ha intentado comunicar. Pero lo cierto es que la mayor parte del tiempo que paso sin escribir lo dedico a leer. Veo algún partido de fútbol de vez en cuando y tengo unos paseos programados los fines de semana. Me ayudan a despejarme un poco. También acudo a la biblioteca todas las semanas, ya que siempre hay algo interesante que curiosear por allí. Disfruto de muy buenos ratos con mi familia, como todo el mundo. Con mi mujer y con mi hermana y mis sobrinos y con algunos amigos, pero lo cierto es que paso más tiempo en el mundo de la narrativa (tanto de la que estoy creando cuando escribo como de la que me regalan los autores que leo) que en el mundo real. Creo que por eso soy tan feliz.

¿Te ha picado alguna vez algún escorpión? ¿Sabrías cómo actuar? No vale mirar Internet en el móvil, imagina que estás en un desierto, que sólo llevas un ejemplar de Veneno de escorpión para defenderte.

Tengo la suerte de no haber recibido nunca una picadura. Una vez vi un escorpión de verdad (además del que tengo disecado en mi habitación). Tendría yo unos quince años. La alimaña estaba muerta y seca y tuve la tentación de acercar un dedo al aguijón de la cola, pero el miedo a que en realidad no estuviera muerto y todo fuera una artimaña me impidió intentarlo. Las investigaciones que he hecho para la novela revelan que los tópicos son ciertos: la mejor forma de no morir tras la picadura de un escorpión es succionando el veneno con la boca y escupiéndolo. Esto ha sido materia de leyendas y bromas de todo tipo. En cualquier caso, no es una medida ni mucho menos infalible, y estando solo en un desierto es posible que haya partes del cuerpo que sean inaccesibles para este antídoto tan rudimentario. Si un escorpión me picara en el talón o en la espalda y no hubiese nadie cerca, supongo que me sentaría y contemplaría el horizonte esperando la muerte y pensando en todo lo que me ha quedado por escribir. Sería lamentable..., aunque lírico y crepuscular. Eso sí: antes de marcharme al otro mundo aplastaría al maldito bicho con mi ejemplar de Veneno de escorpión, que se convertiría así en mi última lectura. Un caso de justicia poética en toda regla.

Última pregunta, viendo que hemos sobrevivido ambos al veneno, y deseándote muchos éxitos literarios; despide la entrevista con música, con uno o dos temas que le vayan bien a esta novela, su banda sonora…

Aquí voy a hacer una mezcla interesante, un contraste: un par de piezas clásicas y una bastante moderna. Por un lado, el Cuarteto para Cuerdas en Si bemol mayor y la Gran Fuga (Opus 130) de Ludwig van Beethoven. Fue una de sus últimas composiciones para cuerdas y los "expertos" musicales de la época la defenestraron durante su estreno. Llegaron a la conclusión de que el buen maestro se había quedado ya completamente sordo. Lo cual era cierto, por otro lado. Me encantan estas dos piezas. Son de una melancolía manifiesta.

Para terminar, un tema de David Bowie llamado "I'm Deranged". Pertenece a la banda sonora de una de mis películas favoritas, "Lost Highway", de David Lynch. El tema es un portento de la técnica musical, como todo lo que hace Bowie, y la letra habla de la locura y de la espiral de demencia que siempre implica el viaje al interior de la propia mente. Creo que serían dos buenas obras para musicalizar Veneno de escorpión.

Muchas gracias y mucha suerte, Leandro.

Podéis conocer más sobre el autor en: http://leandropinto.jimdo.com/

Por Ginés Vera.

lunes, 6 de mayo de 2013

Entrevista a CRISTINA FERNÁNDEZ CUBAS: "Doy rienda suelta a mi gusto por los anagramas y acertijos."


La escritora Cristina Fernández Cubas, nacida en Arenys de Mar, Barcelona (1945), me ha concedido una entrevista tras publicar ‘La puerta entreabierta’, novela que ya reseñé semanas atrás anunciándoos esta entrevista.
Autora de varios libros de relatos, novelas, una obra de teatro y un originalísimo libro de memorias narradas, ‘La puerta entreabierta’ se abre a los lectores ya desde el comienzo con un curioso pseudónimo.
Espero que os guste la entrevista y el libro por igual.


Ginés Vera: Fernanda Kubbs como seudónimo de esta originalísima aventura y a la vez reto literario, ¿también cómo parte de la esencia que impregna la novela?

Cristina Fernández Cubas: El nacimiento de Fernanda Kubbs  tuvo un origen sencillo. Quise avisar a mis lectores de siempre que iba a dar una vuelta de tuerca y quise también sentirme más libre que nunca. Pero sí, es cierto; F.K y la novela están más que unidas. Su nombre me vino a la cabeza  en el primer capítulo y ya no puedo separar una de la otra.

G. V.: La protagonista, Isa, es una periodista a la que le han encargado un reportaje sobre el mundo de la magia. Escéptica, curiosa y reflexiva, ¿qué hay de Fernanda Kubss en esta historia?

C.F.C.: Algo hay, desde luego. Pero muy a menudo sucede al revés y es el escritor quien, mientras escribe, se contagia del personaje. O se mete en su piel, que es casi lo mismo.

G. V.: Inicia con ‘La puerta entreabierta’ una serie de novelas con la misma protagonista, ¿tiene pensada la distancia literaria de este viaje tan singular de Isa?

C.F.C.: No tengo pensado nada. De momento es sólo un plan, un proyecto o, si se quiere, un deseo. Lo único que veo (y ya es mucho) es el posible escenario donde  situar la próxima peripecia. Y, desde luego, la repetición de algunos personajes a los que he tomado cariño  y, me parece, tienen todavía por delante  bastantes aventuras qué vivir.

G. V.: Me ha parecido entrever una fuerte presencia femenina, no sólo por la protagonista, y el papel de personajes secundarios, también con el concepto femenino de origen, creación o la propia esfera amniótica.

C.F.C.: Así es. Pero la esfera, además de su carácter amniótico, de  la estrechísima relación que supone entre Krauza, la vidente, e Isa, la joven periodista, puede sugerirnos un montón de cosas más. Eso, por lo menos, es lo que me ocurrió a mí. A medida que avanzaba en la aventura, la bola de cristal cobraba  más  y más significados.

G. V.: «A menudo  –leo en la novela– necesitamos convertir en palabras nuestros difusos pensamientos, y así fijarlos y darles existencia.» ¿Ha ocurrido así con esta novela?

C.F.C.: Es posible que en parte. La escritura, a menudo, va más allá de los propósitos iniciales del autor.

G. V.: Una novela envolviendo pequeñas historias, al modo de los cuentos antiguos, legendarios; no me resisto a que me comente la frase: Los juegos de niños son en realidad juegos muy serios.
        
C.F.C.: Y muchas canciones infantiles, añado, resultan inquietantes por sus asociaciones, en apariencia absurdas, sus salidas crueles o las  rimas o salmodias que parecen imitar formulas mágicas o conjuros brujeriles. Sobre todo antes, cuando la imposición de “lo correcto” no había llegado a los patios de colegio… En todo caso, antes o ahora, me fascina ver cómo juegan los niños. En los repartos de papeles, en las frases “Yo era un pirata…”, por ejemplo, o en el diseño del escenario de turno con la consabida fórmula “Figura que…” Por unos momentos los niños son lo que ha decidido ser y la situación es la que han imaginado.

G. V.: Al terminar de leer ‘La puerta entreabierta’ y cerrar los ojos han venido a mi mente algunos conceptos recurrentes como: espacios fronterizos, el azar o la importancia de las palabras, de los nombres.

C.F.C.: En todo eso se basa mi novela. El azar, lo desconocido, ciertas tierras de nadie en las que “todos los espacios se dan cita” o  los propios sueños  que “son en sí mismos puerta y frontera”.  En cuanto a la importancia de la  palabra… Pues sí, su fuerza me parece tal que me he permitido convertirla  prácticamente  en un personaje más de la novela. Juego con ella, le dedico una de las historias –“El dueño de las palabras”–  y doy rienda suelta a mi gusto por los anagramas  y acertijos.

G. V.: Sueños, subsueños, cajones secretos y puertas entreabiertas a otros mundos, a otras percepciones. ¿Si leemos ‘La puerta entreabierta’ corremos el riesgo de descubrir algo sobre nosotros mismos que desconocíamos?

C.F.C.: Nada me haría más feliz. O sea que ¡ánimo Ginés! Cierre otra vez los ojos  y corra el riesgo. Aunque en realidad conocerse a sí mismo, como nos prescribe la famosa inscripción del templo de Delfos, no es malo sino todo lo contrario. Un punto de partida.

Por Ginés Vera.